Historias de la Lega / Kalziako Historiak

Iniciado por Bambi, Marzo 06, 2006, 11:53:35 AM

Tema anterior - Siguiente tema

Bambi

¿Sabes algo del mocoso de la rabona, Hijo de Puta? Veinte añitos tiene. Eso es un maradonismo

Edito: Añado: eres una puta maricona de mierda.

el de la 13

#91
Sé que se lo lleva Donadoni en la batalla contra el Turco de la semana que viene. Pero tampoco cuenta mucho porque también se lleva a Brocchi que es un tio mas malo que el hambre y no van la mitad de los buenos buenos (ay, si estuviera aqui Beria...).

Yo al chaval ese lo descubri en el bukkake de la sub-21 macarroni a la Rojilla de hace un mes. Hizo un partidazo.

edito: puntualizo: mas maricon era tu padre y de alguna manera consiguio engendrarte, y ahi estas, bien hecho y ni ceceas ni nada. Supongo.
Sus voy a hacer una pubricidad mala.

javi

DEDICATORIA IRÓNICA. "Mis dos goles se los dedico a Platini y a Matarrese. Así­, vengan a ver al Roma y no hablen... Estoy contento por mí­ mismo. Totti en estos momentos piensa sólo en el Roma y basta", dijo Totti al final del partido.

¿Por qué está enfadado Francé con esos dos elementos?
Running is life. Anything before or after is just waiting

el de la 13

Se metieron con él porque, al contrario que Oleguer, que se presento cuando le llamaron, pasa de la seleccion nacional de la nacion de todos.

Sus voy a hacer una pubricidad mala.

Vilosophe

Si ustedes me lo permiten, pongo aquí­ los últimos artí­culos del amigo Enric:

Teorí­a del error ajeno

ENRIC GONZíLEZ 27/11/2006

El fútbol no se practica igual en todas partes. Ni siquiera en Europa. El tráfico de futbolistas y la globalización de las competiciones no han conseguido homogeneizar del todo el deporte más universal. Si uno mira con atención un partido inglés, ve a unos cuantos tipos jugando: sigue habiendo algo de lúdico en torno a ese balón que se mueve rápido de un lado a otro. Si el partido es español, se percibe un punto de coqueterí­a, quizá porque el público paga más a gusto por el espectáculo que por el marcador. En un partido italiano resulta fácil intuir que la gente sobre el césped no juega, sino que trabaja por ganar.

Fabio Capello, que sabe unas cuantas cosas sobre el calcio, cuenta que con los futbolistas italianos tiene la impresión de que no les apetece salir al campo. Parece como si prefirieran estar en cualquier otra parte. Sufren la pesadumbre del trabajador al inicio de la jornada, porque saben que no asumirán la iniciativa. Saben que no les conviene imaginar o crear, sino otra cosa.

El calcio es un gusto adquirido, como el tabaco o la cerveza negra. No suele gustar la primera vez. A muchos paladares selectos no llega a gustarles nunca. Desde un cierto punto de vista, podrí­a haber algo de repelente en un fútbol cuyo resultado ideal es el 1-0. Olvidémonos de que el Roma ha marcado 10 goles en dos partidos: en Italia está muy interiorizada la teorí­a de que no hay gol sin fallo defensivo y, por tanto, el teórico partido perfecto debe concluir con empate a cero. Lo suyo, pues, es un marcador corto y sufrido.

Adentrémonos en un jardí­n altamente resbaladizo, casi colindante con el paraje oní­rico de las identidades nacionales: ¿por qué el calcio es como es?

Las generalizaciones y los tópicos funcionan poco. Empezando por lo del catenaccio o cerrojo, inventado en 1932 por un austrí­aco, Karl Rappan, entrenador del Servette suizo. Rappan presentó al mundo su invento en el Mundial de Francia 1938, como técnico de una selección suiza que venció a Alemania. El catenaccio, por entonces aún llamado verrou, en francés, consistí­a en atrasar hacia la defensa los dos centrocampistas de la disposición clásica 3-2-5, haciendo de uno un marcador y del otro, aún más retrasado, un hombre libre. Se considera que su edad de oro fueron los 60, aunque la interpretación más depurada, ya en el ocaso del invento, la ofreció Alemania en 1974.

El catenaccio tiene hoy nombre italiano por el entrenador Nereo Rocco, que en los 40 y 50 lo utilizó con éxito en varios equipos modestos hasta llegar al Milan. Se atribuye a Helenio Herrera y al gran Inter de los 60 la presunta simbiosis entre calcio y catenaccio, pero eso es inexacto. Herrera, en efecto, no sentí­a el menor escrúpulo por amontonar gente en defensa y colocar delante de ella a Luis Suárez, para que sirviera balones largos a un par de atacantes. Lo hací­a, sin embargo, sólo a veces. Al principio de su reinado, para economizar las fuerzas de un equipo que jugando al ataque podí­a ganar a casi cualquiera. Al final, para maquillar los defectos de una formación envejecida. Se trataba de un recurso ocasional, basado en criterios puramente utilitarios.

La clave del calcio no tiene que ver con el catenaccio. Aventuremos una teorí­a, tan descabellada como cualquier otra. Los italianos fueron dominados por potencias extranjeras durante unos 1.300 años, hasta la segunda mitad del XIX. Se acostumbraron a que el Estado fuera extranjero y aún no se creen que sea suyo, lo que podrí­a explicar algunos fenómenos relacionados con la evasión fiscal. También aprendieron a hacer lo mejor que se podí­a hacer en tal caso: aprovechar en beneficio propio los fallos del sistema dominante.

El italiano tiene un sentido innato para detectar la rendija o el punto frágil en cualquier sistema que se le ponga enfrente. Espera su ocasión y la aprovecha. La esencia del calcio es, probablemente, ese talento.




Liberación

ENRIC GONZíLEZ 20/11/2006

La peor violencia no es la que rompe huesos y derrama sangre. La peor es la que quiebra la voluntad de la ví­ctima, que, envilecida, acaba dando las gracias al agresor. El llamado sí­ndrome de Estocolmo, por el que el secuestrado se identifica con el secuestrador, forma parte de ese tipo de violencia, muy abundante tanto en la variedad individual como en la colectiva: se da en las familias, en las empresas, en la polí­tica. Y en el deporte. Fue, durante años, el caso del Siena.

El actual Siena nació en 1904 con un nombre interesante, Sociedad de Estudio y Diversión, y una camiseta aún más interesante, a cuadros blancos y negros, como la bandera local. El Siena fue, por tanto, la formación blanquinegra original: el Juventus nació de color rosa. Lo de Estudio y Diversión duró poco y fue sustituido por una denominación aún más curiosa, la de Sociedad Deportiva Robur. Como Robur, en 1908, los sieneses empezaron a participar en competiciones futbolí­sticas más o menos serias.

Siguió casi un siglo sin grandes gestas. En 2000, tras 55 años en las categorí­as regionales, el Siena (con ese nombre desde 1934) volvió a la Serie B. Y en 2003, el éxtasis: la Serie A, la máxima categorí­a.

El Siena, sin embargo, disfrutó poco. En las tres temporadas siguientes se salvó por los pelos del descenso y fue incapaz de formar una plantilla competitiva. Las razones eran obvias: el Siena era un filial, una cantera, un campo de entrenamiento dirigido por fuerzas extrañas. Los más piadosos calificaban al Siena de filial del Juventus, pero no era cierto: era filial de una sola persona, llamada Luciano Moggi. A través de su sociedad de futbolistas, la GEA, Moggi controlaba el Siena y lo utilizaba para sus intereses: tomaba del Siena los jugadores que le interesaban, aparcaba allí­ a los pupilos que no podí­a colocar en otra parte...

Un caso particular fue el de Stefano Argilli, un defensa que llegó al Siena en 1996 y se convirtió en el protagonista del ascenso desde la Serie C a la A. En 2005, Argilli, el jugador más amado por la afición, fue traspasado al Módena por razones que nadie supo explicarse. Las explicó el propio Argilli: "Porque en el Siena manda Moggi". Y a Lucianone le convení­a, para cuadrar las cuentas de GEA, que Argilli fuera al Módena.

El director general del Siena, Giorgio Perinetti, lo explicaba hace poco a la Gazzetta dello Sport: "Llevábamos grabada sobre la piel la etiqueta de moggidependientes, y no era agradable convivir con las risitas ajenas y con frasecitas referidas a que con nuestros contactos nunca volverí­amos a bajar", dijo. Perinetti se declara aún amigo de Moggi y asegura que la dependencia favorecí­a a los sieneses, poniéndoles en condiciones de "pescar a manos llenas en el parque de futbolistas del Juventus".

¿Pescar? ¿A manos llenas? Lo único que pescó el Siena fueron disgustos, miseria y salvaciones de último minuto. La prueba de que Moggi era un yugo se dio en cuanto se derrumbó, este verano, el sistema de Lucianone. El Siena buscó jugadores por donde pudo y reunió a Frick, a Conco, a Gastaldello, a Bogdani, a Beretta. Inició la temporada con un punto de penalización, por no pagar impuestos, pero tiene ya 16. Sin la penalización, estarí­a a dos puntos de la Liga de Campeones. Aunque ayer perdió en Udine, el Siena, libre de la tiraní­a de Moggi, vive el mejor año de su historia.

Emilio Giannelli, un dibujante que publica cada dí­a una viñeta-editorial en la portada del Corriere della Sera, el principal diario del paí­s, es tifoso del Siena y hace un resumen de la situación con un tremendismo muy toscano: "Vivir como súbditos es contrario a la historia de Siena y de los sieneses; fuimos los últimos en ceder ante Carlos V, y eso por culpa de la traición de los florentinos. Finalmente, hemos reconquistado nuestra libertad también en el fútbol y no somos ya prisioneros de Moggi".

al bundy

lunes, diciembre 04, 2006

Historias del Calcio. UN CIERTO TIPO DE BELLEZA


Ninguna victoria es tan bella como un buen fracaso. Eso es un axioma, una verdad tan evidente que no requiere demostración. Basta recordar la puerta que se cierra y condena a Ethan Edwards a seguir vagando (Centauros del desierto), a Anna cuando pasa frente a Holly Martins y no le mira (El tercer hombre), a Richard Blane cuando despide a Ilsa Lund y se queda en el aeropuerto con Renault (Casablanca). O algo más terrible: la multitud de sombras andantes con que se cierra Espoir, la pelí­cula de André Malraux sobre la guerra civil española. La derrota, en ciertas circunstancias, convierte la dignidad humana en un cristal purí­simo.

El Torino, ya lo hemos dicho otras veces, es el vencido más hermoso del calcio. Su historia resulta irreprochable. El momento fundacional del mito del Toro fue probablemente el partido Torino-Legnano de 1921, semifinal de una Liga que entonces se disputaba por un sistema mixto de eliminatorias y grupos. El Torino y el Legnano, empatados a puntos, disputaron un encuentro para decidir quién llegaba a la final, pero los 90 minutos acabaron en empate a uno. En la prórroga, de 60 minutos, no hubo goles. El árbitro ordenó entonces que se jugara otra media hora. A los ocho minutos de la segunda prórroga, agotados, ciegos, los jugadores de ambos equipos protagonizaron un célebre beau geste: dejaron el balón quieto en el césped, se dieron la mano y renunciaron a seguir en la competición.

Todo lo demás es bien conocido. El Torino tuvo en los años 40 el mejor equipo de Europa y quizá del mundo. Ese equipo, que ganó cinco tí­tulos consecutivos de Liga, desapareció el 4 de mayo de 1949 en el accidente aéreo de Superga. El Torino tuvo en los años 60 a uno de los futbolistas más exquisitos, excéntricos y sentimentales de todos los tiempos: Gigi Meroni, la mariposa grana. Meroni murió el 15 de octubre de 1967, en la cima de su carrera, accidentalmente atropellado a la salida del estadio por un joven tifoso que le adoraba; el muchacho que conducí­a el coche, Attilio Romero, llegó a ser, muchos años después, presidente del Torino. ¿Pasan estas cosas en otros clubes?

En 1992, el Toro llegó a la final de la UEFA. El partido de ida, Ajax-Torino, terminó 2-2. En la vuelta, en Turí­n, el Torino perdió 0-1 después de lanzar el balón cinco veces al palo.

Los colores originales de la camiseta del Torino fueron el negro y el naranja, pero el naranja desteñí­a en amarillo y componí­a los colores de los Habsburgo austrí­acos, enemigos de los Saboya piamonteses, por lo que pareció apropiado cambiarlos. En 1906, en la cervecerí­a Voigt de Turí­n, se refundó la sociedad con el ingreso de un grupo de juventinos disconformes con la profesionalización de la Juve, y se optó por una camiseta grana, en homenaje al pañuelo de color sangre que distinguí­a la Brigada Saboya del ejército piamontés.

Ayer, en el partido con que celebraba el centenario, el Torino venció 1-0 al Empoli. Al Empoli le anularon un gol legal. El gol del Toro, espectacular, llegó casi en el último minuto. Tratándose del Toro, fue extraño. Como si Richard Blaine, por una vez, embarcara con Ilsa en el avión de Lisboa y mandara a paseo Casablanca.

Enric González es autor de Historias del Calcio
i s'ha demostrat, s'ha demostrat, que mai ningú no ens podrà  tòrcer

al bundy

Lunes, diciembre 11, 2006
Historias del Calcio. FENÓMENOS LOMBARDOS

Echemos un vistazo a la tabla y busquemos los tres clubes lombardos. El Inter, que durante años se distinguió por gastar mucho y ganar poco (cada gol vení­a a costar lo que el yate de Briatore con el depósito lleno), se destaca en cabeza de forma alarmante. De seguir así­, allá por mayo tendrá que empezar a disputar contra sí­ mismo la temporada 2007-08. Sigamos. En el quinto puesto, el Atalanta de Bérgamo, tan modesto que se define a sí­ mismo como el rey de los clubes de provincias y cuya vitrina de trofeos, luminosa y despejada, guarda como un tesoro la Copa de Italia de 1963, único metal obtenido hasta ahora. El Atalanta juega como una furia. Bajando, bajando, aparece el Milan, con 13 puntos, a un partido de los puestos de descenso. El Milan inició la competición con ocho puntos negativos, es cierto, pero también lo es que sin la penalización andarí­a por detrás del Catania y hombro con hombro con el Atalanta. Corren tiempos oscuros para el milanismo.

Lo del Milan resulta hasta cierto punto explicable porque su enfermerí­a, con diez lesionados, parece la del Valencia. Ayer, frente al Torino, Ancelotti sacó a jugar un montón de delanteros (Oliveira, Inzaghi, Borriello, Gilardino), pero no cambió nada: las puntas milanistas siguieron manteniendo con los postes una relación morbosa. El palo de Gilardino, de penalti, fue el número 15 de la temporada. Y aún hubo suerte porque el Torino se contagió de la querencia y, en una misma jugada, estrelló el balón contra el larguero y contra el poste. Dicen que la fijación con la madera es sí­ntoma de fragilidad psicológica; puede ser, pero en este caso lo más frágil del asunto es Ancelotti. Silvio Berlusconi, el propietario de la sociedad, se declara dispuesto a "apretar los dientes". Por la cara con que lo dice, se deduce que quiere apretar los dientes sobre la yugular del entrenador.

El Inter parece sufrir una crisis de identidad: cree ser el Juventus. Gana siempre, juegue bien o juegue mal. Ayer, con un 0-3 sobre el Émpoli, logró su octava victoria consecutiva en la Liga, igualando las marcas históricas de 1940, 1965 y 1989. La Bienamada confirma así­ su personalidad ciclotí­mica. Cada cierto número de años rompe las costuras y arrasa. Luego pasa una o dos décadas recordando los viejos buenos tiempos.

El más llamativo de los fenómenos lombardos es, en cualquier caso, el de Bérgamo. El Atalanta es un equipo peculiar, empezando por el nombre. Atalanta era, en la mitologí­a griega, la hija del rey de Arcadia. El padre la repudió y fue criada por osos. De joven, mató a dos centauros que intentaron violarla. Fue precursora del deporte profesional: Melanio la retó a una carrera y la venció dejando caer sobre la pista manzanas de oro que Atalanta se detení­a a recoger. Atalanta y Melanio se casaron, pero hicieron algo que molestó a Afrodita y ésta los convirtió en leones con el fin de que no pudieran fornicar. Pues bien, hablamos de un club que decidió llamarse Atalanta. A partir de ahí­, todo es posible.

El Atalanta juega un poco como el Sevilla: rápido, duro y a la cabeza. Tiene un entrenador formidable, Stefano Colantuono, discí­pulo y amigo del Spalletti romanista. Los dos entrenadores de moda en el calcio son tan buenos colegas que se intercambian información y comentarios después de cada jornada. Es algo bonito, sobre todo si se tiene en cuenta que aquí­, hasta el curso pasado, mandaban los gruñidos de Capello. La vida del Atalanta se ha hecho tan, tan dulce, que Bombardini, con nombre de goleador nato, marcó ayer, a los 32 años, su primer tanto en la Serie A. Nunca es tarde.

Enric González es autor de Historias del Calcio
i s'ha demostrat, s'ha demostrat, que mai ningú no ens podrà  tòrcer

Bambi

Gracias, Al Bundy. Los dos últimos no me han hecho mucha gracia. Con un 3-0 del Lazio a la Roma, Enric tení­a carnaza sobre el pueblo romano a tutiplén.

Dan

El futbolista que repudió a Pinochet
Caszely, ex jugador del Espanyol y del Levante, se negó a estrechar la mano al dictador, que ordenó torturar a su familia

Carlos Caszely (Santiago de Chile, 1950) fue un futbolista poco corriente, dentro y fuera del campo. Cuando llegó al Espanyol en 1975, procedente del Levante, alguien le preguntó que definiera su forma de jugar. "Dije que era el gerente del fútbol ya que, al igual que en una fábrica existen obreros que hacen el trabajo pero tienen un gerente que pone la firma, en el fútbol la firma es el gol", recuerda. Desde entonces se le apodó el gerente, aunque antes, mientras poní­a los cimientos de su destacada carrera en el club de su vida, el Colo Colo, con el que ganó cuatro Ligas, se le apodó el rey del metro cuadrado por su habilidad dentro del área y por su capacidad goleadora. Con la selección chilena disputó los Mundiales de 1974 en Alemania -fue el primer jugador que vio la tarjeta roja que los árbitros estrenaron en aquella edición-, y de 1982 en España.

Caszely fue uno de los escasos futbolistas que criticó la dictadura de Augusto Pinochet. La repesca para el Mundial de 1974 coincidió con el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 que derribó al Gobierno de Salvador Allende. La selección chilena de fútbol tení­a que jugar contra la selección de la Unión Soviética. Sin goles en la ida, el régimen comunista se negó a jugar la vuelta en un lugar, el estadio Nacional, que habí­a sido un centro de tortura. El partido empezó, los delanteros chilenos, sin rival alguno enfrente, se pasaron el balón unas pocas veces y marcaron el 1-0. La FIFA validó la eliminatoria. "Los militares habí­an retirado del estadio a los detenidos para la vuelta y lo habí­an adecuado, para cuando vinieran los inspectores de la FIFA", recordaba el autor del tanto chileno, Francisco Chamaco Valdés. Al regreso de la expedición de la ida en Moscú, Pinochet organizó una recepción y estrechó la mano de los jugadores internacionales. Excepto la de Caszely. "Aquello tuvo consecuencias muy malas para su familia... y le prohibieron su entrada a Chile", rememora Valdés.

En septiembre de 1988, con motivo de un plebiscito, apareció una señora en televisión llamada Olga Garrido y explicó: "Después del golpe, fui secuestrada de mi hogar, vendada, torturada y vejada brutalmente". Después de afirmar que no habí­a contado todas sus vejaciones -"por respeto a mis hijos, a mi esposo y a mi familia"-, Olga invitaba a votar "no" en el plebiscito. Aparecí­a después Caszely, que abrazaba a la mujer: "Esta linda señora es mi madre".

Caszely se comprometió con el Gobierno de Allende, participó en trabajos voluntarios y en la planificación de polí­ticas deportivas populares. "Nunca me han gustado las dictaduras", recalcó por teléfono a este periódico. "Por desgracia, deben ser un 10%, pero hay gente a la que les gusta. En julio de 1973 noté que era mejor que cambiara de aires; se notaba que en cualquier momento podí­a darse un golpe militar como sucedió el 11 de septiembre".

javi

Jode, Dan, que esto es el hilo de historias bonitas y bien escritas.
Running is life. Anything before or after is just waiting

Dan

La duda era ¿hilo de temporada? ¿de lo de Pinochet? ¿el de Don Pésimo?

Y aquí­ me pegaba más. Por lo de la Unión Soviética negándose a jugar y los otros peloteando un poco antes de meter el uno a cero.

javi

En el de la izquierda que se hunde o uno de vivas al comunismo.
Running is life. Anything before or after is just waiting

Bambi

Lo de Chile jugando contra nadie, dándose unos pases, eso, eso tiene que ser la ultrapolla verlo. ¿Hay videos? Seguro que fallaron el primer tiro a puerta.

Dan

#103
http://www.youtube.com/v/dxP3VzHeIHw

Un poco más allá de la mitad. No fallan, pero hay un momento...

javi

Running is life. Anything before or after is just waiting