25 años del atraco al Banco Central

Iniciado por al bundy, Mayo 23, 2006, 10:42:27 PM

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La tragicomedia del Central
El atraco a la sede barcelonesa del banco, que se vinculó a un golpe de estado, cumple 25 años
JOAQUIM ROGLAN - 23/05/2006
BARCELONA

Hace 25 años, Barcelona vivió el atraco con rehenes más largo, espectacular, angustioso y esperpéntico de su historia. Lo que parecí­a otro intento de golpe de Estado acabó siendo obra de "anarquistas, chorizos y macarras", según resumió el ministro del Interior. Un cuarto de siglo después, personas que estuvieron en el centro de mando policial evocan unos hechos tragicómicos que concluyeron con un atracador muerto y dejaron en ridí­culo a muchas autoridades e instituciones.

A las 9.10 horas del 23 de mayo de 1981, dos meses después del 23-F, un grupo armado con una metralleta y varias pistolas asaltó el Banco Central de Barcelona, sito en la plaza Catalunya. Los asaltantes se atrincheraron con más de 300 rehenes, recibieron a la policí­a con tiros al aire y empezó un caos de alcance internacional. Los primeros policí­as que acordonaron el banco oyeron rumores del público sobre la motivación polí­tica del asalto. Su jefe de servicio era el comandante de la Policí­a Nacional Julián Delgado, quien recuerda: "Aún hoy no sé de dónde salió el bulo de que los asaltantes eran guardias civiles, pero ninguna mente crí­tica se lo cuestionó. Fue un caso claro de psicosis colectiva".

El ahora fiscal del Tribunal Supremo, Alejandro del Toro, estaba de guardia y le tocó ejercer de máxima autoridad judicial. Junto a los jefes policiales Panadero, Torres, Romero, Zapata y Delgado leyó un anónimo que alguien dejó en una cabina telefónica y que exigí­a la libertad de los golpistas del 23-F bajo amenaza de matar rehenes. "No creí­mos absolutamente nada, pues la deplorable redacción, la pobreza léxica, la falta de conocimientos, los errores y las contradicciones no se compaginaban con la empresa a la que decí­an representar", advirtieron. Sin embargo, las emisoras de radio ya retransmití­an el rumor hasta que éste llegó a las más altas instancias de Madrid y lo dieron por cierto. Después admitirí­an que "los temores vividos en la Moncloa originaron llamadas telefónicas de Mitterrand al Rey para expresar su apoyo a la monarquí­a, igual que el gobierno de Reagan desde Washington, mientras el canciller Helmut Schmidt retornaba urgentemente a Alemania desde Parí­s".

Se llegó a decir que la VI Flota habí­a puesto rumbo a Barcelona para abortar el golpe. Meses después, en una audiencia concedida el 21 de noviembre, hasta el Rey se rió de los comentarios del fiscal y del cúmulo de despropósitos recogidos en su informe sobre el asalto. Un informe que detalla los cargos polí­ticos en la central de mando que intentaba poner orden en el desconcierto y acabar con el secuestro masivo. Una de las autoridades más eficaces fue el president Pujol: "Logró que las radios dejasen de transmitir en directo los movimientos de los geos, ya que los secuestradores tení­an receptores y usaban a los rehenes como escudo", evocan los testigos. Durante 37 horas prosiguió la confusión. Los secuestradores soltaban algunos rehenes, renovaban sus exigencias de comida, vino, heroí­na, televisores, aviones y otras cosas impropias de militares dispuestos a "salvar la patria". Por entonces, los mandos policiales ya no tení­an duda alguna de que se trataba de delincuentes comunes.

Pero los polí­ticos no se lo acababan de creer. Y por si acaso, enviaron a Barcelona al general de la Guardia Civil Aramburu Topete para que negociase con sus supuestos subordinados. Mientras los delincuentes intentaban perforar la cámara acorazada con un martillo automático, un secretario de Estado proponí­a en Madrid disolver la Guardia Civil por decreto. La teorí­a de la conspiración aumentó cuando el ministro del Interior, Juan José Rosón, confirmó públicamente que los asaltantes eran 25 hombres de extrema derecha dotados con siete tipos de armas. Y se mantuvo hasta que un geo disparó a la cabeza de un atracador encapuchado, sus compañeros entraron en el banco y los rehenes salieron en masa entre fuego cruzado. "Anarquistas, chorizos y macarras", rectificó el ministro del Interior al saber la identidad de los detenidos.

Aun así­, cierta prensa madrileña siguió especulando sobre una intentona golpista, el asunto llegó al Senado, la policí­a continuó investigando, se publicó un libro sobre el caso y se rodó una pelí­cula de acción. Hasta que el asunto cayó en el olvido.

Diálogos para reí­r y llorar

En las cintas de las conversaciones telefónicas intervenidas por la policí­a se entremezclan voces y personajes, como el Legionario Rojo;
un secretario de Estado que se hace llamar Paco y pregunta por el capitán Sánchez Valiente;
un desconocido que desea hablar con el capitán Pérez Herbada;
charlas de rehenes con sus familiares;
un tal Tadeo que pregunta por RicardoTejero;
voces de derechistas animando a los asaltantes;
un comunicado que debí­a leer el locutor José Marí­a Garcí­a;
un secuestrador que no oye bien el teléfono por culpa de la capucha;
la esposa de Tejero preguntando a los secuestradores qué pasa y un asaltante que le responde que no moleste;
una mujer que llama a un secuestrador y éste le pide que cuelgue porque está disparando;
un sindicalista ofreciéndose de rehén;
el delegado del gobierno preocupado porque cuando acabe el partido del Barí§a el público puede ir a la plaza Catalunya... Una tragicomedia del absurdo si no fuese porque también se oyen disparos, gritos desesperados de los rehenes y llamadas angustiadas de sus familiares.

Un escáner sin pilas

El ejército envió un sofisticado escáner para intervenir los transmisores de los asaltantes. Pero el aparato no tení­a pilas, era domingo y la autoridad judicial ordenó que se abriese una tienda para comprarlas. Después, el escáner dificultó el trabajo de las emisoras de policí­a. Como no habí­a móviles, algunas autoridades debí­an hablar desde cabinas, pero no tení­an bastantes monedas.
Una tanqueta con grúa
A las 10.25 h del domingo, una vieja tanqueta de la Guardia Civil se colocó frente al Banco Central. Mediante megafoní­a conminó a los secuestradores: "O salí­s como unos criminales o salí­s como unos equivocados". Los asaltantes respondieron con disparos. La tanqueta se averió, los atracadores hicieron un alto el fuego y permitieron que una grúa se llevase el blindado.

Los geos, desorientados

Los geos debutaron en el asalto al Banco Central. Según consta en el informe oficial, la nueva unidad de elite tuvo que preguntar a la autoridad judicial qué debí­an hacer en caso de tener un secuestrador a tiro. Los protocolos de actuación en aquel momento no estaban todaví­a claros y el oficial dudaba entre seguir las órdenes de las autoridades polí­ticas o de las autoridades judiciales.
i s'ha demostrat, s'ha demostrat, que mai ningú no ens podrà  tòrcer