Ryszard Kapuscinski ha muerto.

Iniciado por malika, Enero 24, 2007, 10:32:32 AM

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malika

"Mi vida ha sido un cruzar constante de fronteras, tanto fí­sicas como metafí­sicas. Ése es para mí­ el verdadero sentido de la vida". Defiende el abandono del cubí­culo de la seguridad, del terruño, del árbol que da sombra, para ir en busca de las respuestas, del Quién, como hizo Heródoto hace 2.500 años. Hay que aventurarse en lo desconocido, dejarse guiar por "la magia de viajar" que "actúa como una droga" y en la que el "camino es el tesoro"


(No es mala filosofí­a de vida. No)

El Miserable


qaz

Cita de: malika en Enero 24, 2007, 10:32:32 AM
"Mi vida ha sido un cruzar constante de fronteras, tanto fí­sicas como metafí­sicas. Ése es para mí­ el verdadero sentido de la vida". Defiende el abandono del cubí­culo de la seguridad, del terruño, del árbol que da sombra, para ir en busca de las respuestas, del Quién, como hizo Heródoto hace 2.500 años. Hay que aventurarse en lo desconocido, dejarse guiar por "la magia de viajar" que "actúa como una droga" y en la que el "camino es el tesoro"

Esas palabras fueron pronunciadas al ver a la siguiente titi (cnfiemos q a Miss lukera no le dé un sí­ncope):


Miss Froy

Del blog de Arcadi, las negritas mí­as.

Kapuscinski, una mañana de verano en Varsovia. Un poco antes.

Ryszard Kapuscinski, (Pinsk, 1937) es un mito que trabaja. Rara condición. Una vez alcanzado su estatus los mitos se adomercen, como pesados leones que sólo buscan quien les rasque la barbilla. Sin embargo, el polaco sigue en pie, dominado por su curiosidad por los hombres. Su sentido ético sobresalta: su periodismo es una misión de exigencia implacable cuyo objetivo es rescatar del olvido a los olvidados. Sin embargo, nadie debe confundirse con su bondad: va armada de una de las escrituras más bellas y poderosas del siglo. Sus libros, El Emperador, El Sha, Imperio (Anagrama), traducidos a más de treinta idiomas, han indicado al periodismo cómo apartarse de la banalidad novelizadora. Para otoño se publicará en español Ébano, su último reportaje sobre ífrica, y aguardan turno tres volúmenes de la saga Lapidarium â€"un conjunto de escritura fragmentaria: ensayo, reportaje, aforismoâ€" que acaba de romper las más felices previsiones de su editor alemán.


Kapuscinski pasa la mitad del año viajando. No es fácil dar con él, dada su preferencia por lugares poco recomendables. Ahora acaba de volver de América del Sur y pasa los dí­as en su buhardilla de Varsovia, entre libros e improvisados tendederos de donde cuelgan innumerables notas manuscritas: un lugar muy humano y silencioso, sin ordenadores ni máquinas de escribir, donde el periodista describe a mano, lentamente, lo que ha visto.
Pregunta. ¿Dónde estaba en 1968?
Respuesta. En Chile y en otros paí­ses de América Latina. Habí­a una agitación tremenda. Hací­a poco que habí­an matado al Che. El Che estaba presente en todos lados. También en los salones burgueses. Por cierto que todaví­a hoy sigue en los salones, fotografiado, presente. Puro folklore inofensivo, claro está. Habí­a una gran agitación, ya le digo. En América Latina se discute mucho. Pero en aquellos dí­as sólo se discutí­a.
P. ¿De qué discutí­a usted?
R. Del golpe de Praga, por ejemplo. La izquierda latinoamericana pensaba que la primavera checa habí­a sido un movimeinto contrarrevolucionario.
P. ¿Y usted qué pensaba?
R. Bueno, yo conocí­a ese mundo y sabí­a cuáles eran las razones del levantamiento.
P. ¿No era usted marxista?
R. No, aunque trabajaba en la agencia oficial polaca, que era el único lugar donde podí­a trabajar. El movimiento de 1968, el movimiento mundial de 1968, fue importantí­simo.
P. Hoy se tiende a ponerlo en duda.
R. Mire: ni antes ni después ha habido en el mundo un momento como aquél, de tanta participación y de tanta fe.
P. Pero se cuestionan sus resultados.
R. Aunque no hubiera dejado nada, lo que pasó entonces, aquella voluntad de los jóvenes de cambiar algo en el mundo, en sentido real, fue un hecho. ¡Un hecho indiscutible! Quizá las cosas no cambiaron. Pero nunca jamás se ha repetido eso. Una fe tan masiva es un hecho histórico. Porque, normalmente, las gentes duermen. Entonces despertaron. Y algo más: nunca, nunca jamás el establishment se habí­a sentido tan inseguro y tan amenazado. Los poderosos no comprendí­an lo que estaba sucediendo, se sentí­an completamente desconcertados. Hoy vuelven a estar seguros. Usted va a preguntarme también por 1989...
P. Sí­, iba a hacerlo.
R. Pues bien. 1989 tiene mucha menor importancia, como movimiento, que 1968. En 1989 se derribó un edificio que estaba ya vací­o. Se murió un moribundo. Un paí­s como Ucrania, de más de cincuenta millones de habitantes, pudo alcanzar la independencia sin un solo tiro. ¿Qué quiere decir eso? Que 1989 fue sólo un pequeño golpecito final en un movimiento que habí­a empezado mucho antes y donde, por cierto, también tuvieron gran influencia los acontecimientos de 1968.
P. ¿Qué papel cree que tuvo la gente, las masas, por decirlo en el antiguo léxico, en la caí­da?
R. Escaso. Sí­, hubo manifestaciones y demás. Pero todo estaba decidido ya. Las élites habí­an abandonado el barco mucho antes. Tení­an información y sabí­an que aquello no podí­a durar. Por eso trataron de reciclarse como propietarios, que, por cierto, es lo que son ahora. Se decí­a que el cambio no iba a ser posible porque el formidable poder del comunismo aplastarí­a la respuesta... Y nadie levantó un dedo para defender al sistema, cuando llegó la hora..
P. ¿Qué mató al comunismo?
R. La burocracia. El sistema cayó por la burocracia. Pero el problema es que la Unión Soviética mató también al socialismo y a la izquierda.
P. Las conclusiones de su libro Imperio, sobre la Unión Soviética, son demoledoras. El comunismo no ha dejado nada. Sólo el dolor, que no tiene ninguna utilidad.
R. Eso es quizá lo que piensa la mayorí­a de la gente, especialmente si son jóvenes. Pero hay otros, que se preguntan dónde fue a parar su trabajo y su honradez. Hace algún tiempo me internaron en un hospital de aquí­, de Varsovia. Habí­a más gente en la sala. Un dí­a se entabló una discusión, ya tí­pica, sobre la herencia del comunismo. Entre jóvenes y viejos. Los viejos se preguntaban, casi con lágrimas, cómo podí­a decirse que no quedó nada cuando ellos pusieron lo mejor de sí­ mismos en la tarea y trabajaron fuerte y convencidos de que construí­an otro mundo. Los datos y todo eso, indican que no quedó nada; pero hay esta perspectiva psicológica de las gentes que complica mucho los análisis: porque si no quedó nada del comunismo, no quedó nada de sus vidas: esto es lo que están diciendo. Por otro lado, el comunismo no provocó el atraso en el desarrollo de las naciones del Este. Nuestros paí­ses están atrasados desde el siglo XVII, cuando quedaron al margen de la Europa de los descubrimientos y se convirtieron en graneros. Estábamos condenados al subdesarrollo: no sólo por nuestras propias incapacidades, sino por el lugar donde nos habí­a colocado la historia.
P. Ha dicho antes que la Unión Soviética acabó con el socialismo.
R. Sí­, sin duda.
P. ¿Entonces, cómo se puede ser de izquierdas hoy?
R. De ninguna manera. Ya no hay izquierda. Ni derecha. Entramos en un mundo de otras definiciones. No se puede entender y explicar el mundo usando esas definiciones y esas herramientas. Los partidos ya no existen.

P. ¿Qué hay entonces?
R. Ésa es la gran pregunta. ¿Cómo se organzian las sociedades hoy? Eso es lo que hay que preguntarse. Aún hay algunas estructuras partidistas, pero ya no son decisivas. Vivimos en un mundo de paulatino debilitamiento de todas las estructuras tradicionales. Incluso el Estado. El Estado está en crisis. Han desaparecido estados en Europa, en ífrica. Las regiones parecen más fuertes. Los Estados existen en sentido internacional, pero no interno. ¿Y los sindicatos? ¿Qué me dice de los inexistentes y vací­os sindicatos?
P. ¿Cree que la aspiración a la igualdad subsiste?
R. No, ni siquiera. Esto es muy interesante. La pobreza ya no genera revoluciones, sino acomodamientos. El pobre trata de encontrar algún lugar de adaptación. La adaptación es la única respuesta del pobre. El dinamismo se da en las emigraciones: pero sólo una minorí­a sigue ese camino.

P. ¿Cómo se ha conseguido esa conciencia resignada?
R. ¿Cómo? ¡Los medios!Los medios han difundido la consigna: la lucha no da resultados.  Los pobres mueren sin ni siquiera saber lo que es la lucha. Desde niños ya aprenden a adaptarse: es el único medio para sobrevivir. Se trata de una victoria de los medios. Y del posmodernismo polí­tico. La gente siempre se organizaba, en sus luchas, alrededor de los centros, alrededor de las jerarquí­as: como no existen centros y no existen jerarquí­as, la única solución es ir cada uno por su cuenta y organizar en solitario la propia vida, la propia estrategia de supervivencia .
P. ¿Cómo escribir entonces?
R. La tarea del intelectual está clara: más que nunca debe trabajar para describir estas situaciones, para describirlas crí­ticamente y para tratar de que la pobreza no siga enfrentada a su peor consecuencia: la ausencia absoluta de salidas, la sumisión a la cuna y al destino.
P. Se parece a la Edad Media.
R. Es la nueva Edad Media. Tiene razón Alain Minc.
P. Una Edad Media con periodismo.
R. Ésa es la gran novedad histórica.
P. Mayor novedad es que el periodismo sirva a la dominación y a la resignación.
R. La verdad es que ése parece ser su sentido global.
Pero, claro, hay muchas maneras de ser periodista. Para mí­, el periodismo es una misión. Viajo solo, en condiciones duras, tratando de llegar hasta los olvidados. Hay que tener salud y voluntad y curiosidad.
P. ¿No ha perdido la curiosidad con los años?
R. Todo lo contrario. Cada vez tengo más. Y cada vez vacilo menos a la hora de embarcarme en una nueva aventura. ¿Sabe?: es con ese riesgo con lo que pago mis libros y con lo que los hago fuertes. Y con lo que yo mismo puedo llegar a ser fuerte. Hace años, cuando en la agencia polaca los jefes me decí­an que estaba dando una visión incorrecta de la realidad lo único que me serví­a era decirles: yo he estado allí­ y vosotros no.
P. Tal vez por ello no hay verosimilitud, novelización, en ninguno de sus reportajes.
R. Lo que me ha interesado siempre es buscar una escritura que me sirviera para describir la realidad. Cuando era periodista de agencia me daba cuenta de que mis palabras no alcanzaban a describirla. Claro, que utilizaba muy pocas palabras ¡Tení­amos poco presupuesto y cada palabra costaba lo suyo! Por eso me puse a escribir libros y de esta manera. En cuanto a la novela, nunca me ha interesado: la novela es una huida.


Tejemaneje

Tengo por ahí­ Ébano, de este autor. Supongo que al morir se me habrá revalorizado intelectualmente el ejemplar y ya puedo leerlo como a un clásico, para alardear. ¿Está bien?

anantic

Es un libro que hay que tener, está muy bien. Viene en la portada una negrita con un pezón de perfil prodigioso. Te hace gesticular. Chup!

Tejemaneje

¡Ese es el que tengo! Cuando queda debajo del montón después de comprar otros clásicos que jamás leeré, recuerdo su soledad africana y sus ubres del Serengeti, y con alegrí­a, como quien asiste a un rito pagano, lo vuelvo a poner encima.

Tejemaneje

(Con la alegrí­a de quien asiste a un rito pagano siempre que no sea la virgen que va a ser sacrificada)

Scardanelli

Cita de: Miss Froy en Enero 24, 2007, 11:26:25 AM
P. ¿Cree que la aspiración a la igualdad subsiste?
R. No, ni siquiera. Esto es muy interesante. La pobreza ya no genera revoluciones, sino acomodamientos. El pobre trata de encontrar algún lugar de adaptación. La adaptación es la única respuesta del pobre. El dinamismo se da en las emigraciones: pero sólo una minorí­a sigue ese camino.

P. ¿Cómo se ha conseguido esa conciencia resignada?
R. ¿Cómo? ¡Los medios!Los medios han difundido la consigna: la lucha no da resultados.  Los pobres mueren sin ni siquiera saber lo que es la lucha. Desde niños ya aprenden a adaptarse: es el único medio para sobrevivir. Se trata de una victoria de los medios. Y del posmodernismo polí­tico. La gente siempre se organizaba, en sus luchas, alrededor de los centros, alrededor de las jerarquí­as: como no existen centros y no existen jerarquí­as, la única solución es ir cada uno por su cuenta y organizar en solitario la propia vida, la propia estrategia de supervivencia .
P. ¿Cómo escribir entonces?
R. La tarea del intelectual está clara: más que nunca debe trabajar para describir estas situaciones, para describirlas crí­ticamente y para tratar de que la pobreza no siga enfrentada a su peor consecuencia: la ausencia absoluta de salidas, la sumisión a la cuna y al destino.

Desde finales de los sesenta, el Capital (sí­, he dicho "el Capital") trató con éxito de anular la lucha obrera, blindándose fuertemente, o, mejor dicho, flexiblemente, hasta desacreditar por fin toda resistencia de clase una vez llegados a los albores de los ochenta, década gris y reaccionaria como ella sola. Hoy, cuando alguien osa emplear en público términos que hasta hace cuatro dí­as eran universalmente admitidos, como "proletario", "revolución" o "explotación", rápidamente salta un listillo para hacer befa y mofa de esas anticuadas expresiones: "¡Ha dicho "alienante"! Jajaja ¡Yo es que mondo con la gente!" La pérdida de la primací­a descriptiva de la realidad por parte de la clase dominada (sí­, he dicho "clase" y "dominada") conduce a una situación análoga a la siguiente: unos esclavos del Imperio romano, a los que se les han robado las palabras con las que antes daban cuenta de su estado de opresión, escuchan a un alterado Espartaco que les anima infructuosamente a romper las cadenas de su esclavitud, hasta que un cartaginés cachondo le espeta, ganándose la aprobación del resto de la audiencia por su agudeza: ¡Ha dicho "esclavitud", el tí­o! Jajaja ¡Pero si ya nadie dice eso!"

Así­ es, ya nadie dice eso. Y qué risa, tí­a Felisa, la que nos espera.

(¡Mierda, se nos ha muerto el Ryszard! ¡Con los que habí­a para morir!)
Como dize Aristótiles, cosa es verdadera,
el mundo por dos cosas trabaja: la primera,
por aver mantenení§ia; la otra cosa era
por aver juntamiento con fenbra plazentera.

anantic

Cita de: Tejemaneje en Enero 24, 2007, 12:38:54 PM
¡Ese es el que tengo! Cuando queda debajo del montón después de comprar otros clásicos que jamás leeré, recuerdo su soledad africana y sus ubres del Serengeti, y con alegrí­a, como quien asiste a un rito pagano, lo vuelvo a poner encima.



¡Esa teta! Silvestre. Salvaje. Y no los escotes que ponen por aquí­ alicatados con silicona a sifón... domesticados en un quirófano.

Lacenaire

Tetas en plátano , que dicen.

Por cierto , Scarda , ¿La estatua cómo la quieres?

Vapor

Cita de: Scardanelli en Enero 24, 2007, 05:11:59 PM

Desde finales de los sesenta, el Capital (sí­, he dicho "el Capital") trató con éxito de anular la lucha obrera, blindándose fuertemente, o, mejor dicho, flexiblemente, hasta desacreditar por fin toda resistencia de clase una vez llegados a los albores de los ochenta, década gris y reaccionaria como ella sola. Hoy, cuando alguien osa emplear en público términos que hasta hace cuatro dí­as eran universalmente admitidos, como "proletario", "revolución" o "explotación", rápidamente salta un listillo para hacer befa y mofa de esas anticuadas expresiones: "¡Ha dicho "alienante"! Jajaja ¡Yo es que mondo con la gente!" La pérdida de la primací­a descriptiva de la realidad por parte de la clase dominada (sí­, he dicho "clase" y "dominada") conduce a una situación análoga a la siguiente: unos esclavos del Imperio romano, a los que se les han robado las palabras con las que antes daban cuenta de su estado de opresión, escuchan a un alterado Espartaco que les anima infructuosamente a romper las cadenas de su esclavitud, hasta que un cartaginés cachondo le espeta, ganándose la aprobación del resto de la audiencia por su agudeza: ¡Ha dicho "esclavitud", el tí­o! Jajaja ¡Pero si ya nadie dice eso!"

Así­ es, ya nadie dice eso. Y qué risa, tí­a Felisa, la que nos espera.

(¡Mierda, se nos ha muerto el Ryszard! ¡Con los que habí­a para morir!)

¡Cuanta razón tienes, amigo Scard! Yo soy de los que da la enhorabuena a los nuevos padres, una nueva vida siempre hay que celebrarla, pero ... joder, ¿tiene que ser en este puto mundo?

Basho

No tengo ni idea de quién es este tal kapuscinski. Reconozco  y me enorgullece mi incultura ( me ha costado años conseguirla) De todos modos, y como  nunca le leeré ( debo mantener mi incultura), decidme, cultí­simos foreros, qué tipo de lenguaje usa: ¿Sencillo, directo, fluido, eficaz o artificioso? ¿Es amigo de giros arcaizantes? ¿Le va la onomatopeya, o la jitanjáfora?

Esto es todo cuanto necesito saber de él.


Gracias de antemano.




Scardanelli

¿Pero ya es usted consciente -¡so incauto!- de que esa necesidad de saber que ahora siente, aunque modesta, no le va a hacer ningún bien a su labrada incultura?

¡Manténgase firme en su propósito! ¡No caiga en las tentaciones!
Como dize Aristótiles, cosa es verdadera,
el mundo por dos cosas trabaja: la primera,
por aver mantenení§ia; la otra cosa era
por aver juntamiento con fenbra plazentera.

Basho

Gracia, amigo Scardanelli por sus ánimos a mi encomiable ansiedad de desconocimiento. Pero a veces...,(¡Oh instinto!) me dejo llevar por la maldita curiosidad. Bien te juro que si vuelve a ocurrir, dejaré este foro por maldito, pues me fue recomendado como inculto, indocto e iletrado. Claro que, bien pensado, no hay mayor inculto que el que se cree lo contrario. ( ¡Ea! Ya me salió la puta parrafada)

A propósito: ¿A qué hora es el entierro?