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Arte

Iniciado por asherah, Abril 09, 2007, 05:28:29 PM

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asherah

CitarStradivarius antes del desayuno
09.04.07 | 14:22. Archivado en Hábitos y costumbres, Curiosidades, Educación

(PD/Agencias).- Viernes, 12 de enero de 2007. Hora punta en una estación de metro en la ciudad de Washington. Un músico toca el violí­n vestido con vaqueros, una camiseta y una gorra de béisbol. El instrumento es nada menos que un Stradivarius de 1713.

El violinista toca piezas maestras incontestables durante 43 minutos. Es Joshua Bell (Estados Unidos, 1967), uno de los mejores intérpretes del mundo. Tres dí­as antes habí­a llenado el Boston Symphony Hall, a 100 euros la butaca.

No habí­a caí­do en desgracia, sino que estaba protagonizando un experimento, sobre el que escribe Gene Weingarten en el diario The Washington Post y que titulan "Pearls Before Breakfast": comprobar si la gente está preparada para reconocer la belleza.

La pregunta que se hací­a el Post es muy simple: "Can one of the nation's great musicians cut through the fog of a D.C. rush hour?". La respuesta es NO.

El experto Leonard Slatkin, director de la Orquesta Sinfónica Nacional de EEUU, habí­a previsto que el músico recaudarí­a unos 150 dólares y que, de mil personas, unas 35 se detendrí­an haciendo un corrillo, absortas por la belleza. Hasta un centenar, según Slatkin, echarí­a dinero en la funda del violí­n. Pero eso no fue lo que ocurrió.

Joshua Bell, el violinista, fue un niño prodigio que, a sus 39 años, no ha dudado en quitarse el aura de virtuoso intocable. Ha llegado a aparecer en la versión estadounidense de Barrio Sésamo. También interpretó la banda sonora de la pelí­cula El violí­n rojo, que fue galardonada con un oscar.

Bell no sólo respondió encantado al reto de tocar en el metro, sino que además insistió en llevar su valioso Stradivarius.

El músico arrancó con la chacona de la Partita número 2 en Re menor de Johann Sebastian Bach. A los tres minutos, un hombre desvió su mirada para fijarse en el músico. Fue su primer contacto con el público del metro.

A los 43 minutos habí­an pasado ante él 1.070 personas. Sólo 27 le dieron dinero, la mayorí­a sin pararse. En total, ganó 32 dólares. No hubo corrillos y nadie le reconoció.

"Era una sensación extraña, la gente me estaba... ignorando", declara Bell al Post. El virtuosos asegura que habitualmente le molesta que la gente tosa en sus recitales, o que suene un teléfono móvil; sin embargo, en la estación de metro se sentí­a "extrañamente agradecido" cuando alguien le tiraba a la funda del violí­n unos centavos.

Expertos citados por el diario aseguran que el contexto importa, y que una estación de metro en hora punta no permite que la gente aprecie la belleza. Mientras, Bell recuerda con amargura los peores momentos: cuando acababa una pieza, nadie aplaudí­a.
http://blogs.periodistadigital.com/personalidad.php/2007/04/09/stradivarius_antes_del_desayuno

¿Qué es el arte?, ¿para qué sirve?, ¿cómo se distingue el arte "bueno" del arte "malo"?, ¿costarí­a lo mismo un cuadro de Miró si en vez de Miró lo hubiera pintado mi hija pequeña?...
"Tú encárgate de las reses que de los hombres me encargo yo".

asherah



Se me habí­a pasado poner la foto del fulano.

¡Eso sí­ que es arte!
"Tú encárgate de las reses que de los hombres me encargo yo".

Dan

Es clavado a una prima de Sant Boi.

Casio

Mujer, yo creo que en este caso no es culpa del arte, si no de que la gente anda medio loca por los andenes. No estamos hablando de Warhol, que es de Don Johann Sebastian. Hay Arte y cosas  de ahora, un respeto.

Bette

Cita de: asherah en Abril 09, 2007, 05:28:29 PM
(...)sin embargo, en la estación de metro se sentí­a "extrañamente agradecido" cuando alguien le tiraba a la funda del violí­n unos centavos.
(...)

Deberí­a haber pagado él por todo lo que aprendió ese dí­a, el muy ignorantón.

NubeBlanca

Arte callejero de primera categorí­a:






Dionisio Aerofagita

Yo tengo claro que las "referencias" de un artista o el "nombre" que tenga influyen en nuestra apreciación de éste. No sólo porque la apreciación del arte sea un modo de "distinción" y haya reglas sociales por medio sobre lo que es aceptable y lo que no en cada contexto, sino también porque lo que otros dicen acerca de un artista puede hacernos ver lo que no veí­amos antes (ese es para mí­ el valor del comentario).

Pero de todas maneras, el "experimento" olvida la influencia del contexto en el que tocaba el músico. La lógica del metro, de la calle, por diversas razones, nos incita a no pararnos, a seguir para adelante e incluso a hacer con que ignoramos algo que nos gusta vagamente y que dejamos como hilo de fondo; al menos yo he experimentado eso. Desde luego, hay gente capaz de atraer la atención de la masa y hacer que se paren, pero son la excepción y no la regla. Hay que tener "arte" para parar a la gente que va por el metro, que te miren un buen rato y te echen pasta pero es un arte que se relaciona más con el "espectáculo" y la originalidad que con los matices que distinguen a un intérprete genial (suponemos que lo era) de un violinista docente tocando una misma pieza de un compositor famoso (de cuyas melodí­as estamos hasta cierto punto saturados).

Seguramente, apreciar estos matices es menos difí­cil si uno tiene práctica y experiencia con la música clásica, pero en cualquier caso, los disfrutamos cuando estamos predispuestos a la hierofaní­a, atentos a lo que escuchamos, en actitud ritual. Tal vez hubiera sido más interesante un espectáculo con dos violinistas, uno de los cuales es un intérprete de reconocido prestigio y genialidad y otro uno de los mejorcitos del metro, interpretando la misma pieza y donde tuvieran que adivinar quién es (supuestamente, es decir, desde el punto de vista de la cultura institucional) "el genio".

En el metro, uno está demasiado envuelto en los grises ropajes de la vida como para advertir la maravilla; no se está en una situación trascendente sino en el colmo de la banalidad: la música es un mero acompañamiento que está ahí­ de fondo, que seguramente se nos mete por debajo e incluso nos ayuda a que la travesí­a sea más placentera, pero sin centrarnos en ella expresamente. Por eso, el tipo de cosas que hacen a la gente detenerse y romper con la rutina, o incluso con el horario son cosas espectaculares y originales, excesivas, histriónicas quizá, sobreactuadas, llamativas, que atraigan la atención y rasguen el velo del dí­a a dí­a. Cosas que no se vean todos los dí­as en ese contexto. O cosas más invasivas en el espectador (por ejemplo, una voz expresiva y amplificada cantando en el idioma más hablado del lugar antes que un violí­n) Algo parecido a por qué los actores gritan y hacen gestos más exagerados en el teatro, mientras que en el cine se exige la naturalidad.

Ello no quiere decir que en el metro no se pueda, simplemente tocar música. Muchos artistas lo hacen y algunos muy bien. Simplemente, están acostumbrados a la lógica del metro, de vez en cuando alguien se para y los mira un rato, otras veces algunos echan dinero y andando, con eso tiran palante. No esperan los aplausos y la adoración del público, como le pasaba a nuestro "genio".
Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.

Lacenaire

Podrian tomar nota los de arco y colgar unos cuantos oleos en diferentes restaurantes diseminados por la ciudad para ver cuantos eran contemplados atentamente y loados con sesudos comentarios sobre la belleza. Nos ibamos a reir todos entonces.

Belial

Menos mal que no apareció una banda de skins y le dio una paliza, descubriendo nuevos usos del stradivarius como estimulador anal o algo así­...

Lacenaire

Eso si que habria sido una buena forma de averiguar el nivel de cultura eneral de la gleba : Oye Jay , no se si esta impresion mia es debido a la pipa de crack que me acabo de fumar o a la resaca de las anfetaminas de anoche pero , si estos veteranos ojos no me engañan - y no lo hicieron en presidio , cuando tan caras me resultaban las distracciones - , juraria que ese brocado tornasolado donde se insertan las cuerdas y el brillo de la madera veteada sugieren , cuando no afirman claramente , que nos encontramos ante la presencia de un autentico Stradovarius de segunda fabricacion , afanosamente perseguidos en la corte prusiana y en los conservatorios de la Republica de Weimar debido a los sutiles arpegios que de ellos podia extraerse siempre que se dominasen los armonicos propios de hermosos animales de madera dificiles de domar , y del cual podriamos sacarnos una pasta gansa vendiendolo en la casa de empeños del viejo Funccelli.

Dionisio Aerofagita

De todas maneras, Joshua Bell está sobrevalorado.
(Y la teorí­a del consenso en el grupo ecléctico lo demuestra, seguro que la población que pasó por el metro era más diversa, multicultural y numerosa que los snobs que pagaron 100 euros para verlo).
Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.

Casio

Siento repetirme, pero tengo yo por ahí­ un hilo contra la música que dice algo que tiene que ver con  todo esto. Y  resumiendo a Dionisio, en el metro a la gente la musica le entra por un oido y le sale por otro.
Otro tema distinto que están mezclando ustedes señores es el de la calidad, una vez tomas la decisión de abrir el oido o el ojo. En este caso si  oyes  J.S. Bach y no te gusta es que no mereces tener orejas.

Ariete


Gilles DeRais

Vaya una novedad, Mozart, el gran genio de la musica clasica, en plenitud de facultades, daba conciertos a los que se presentaban menos de diez personas.

myeu