De como conocí­ a Imparsifal y otros cuentos de terror.

[RayPou]

Las once parecí­an un buen lí­mite. Llevaba dos horas en el aeropuerto deshilachando minutos entre los kioscos que hipnotizaban mi atención atestados de colorido estridente, y las correrí­as de los pasajeros retrasados y sudorosos atravesando interminables pasadizos estúpidamente mecanizados, llegando tarde o tratando parecer puntuales.
Por fin sonó el móvil. Contesté rápido; la voz de Imparsifal tintineó en el auricular y cosquilleó mi tí­mpano izquierdo:
-Cielo no te veo.......
Callé un momento para recrearme en el evento (y parear un poco que me gusta) y emití­ un gruñido cariñoso antes de reir. A través de la cristalera apareció su rostro reflejado, aún ajado por el viaje, pero con sus resplandecientes ojos oscuros y su sempiterna sonrisa dominando escena y público..... No me miraba, no me veí­a claro.
Se sobresaltó lo justo dando un respingo calculado y mirándome directamente a los ojos con uno de los suyos (el otro pululaba por doquiera que el trigémino le impulsare) exclamó alborozada: GENAROOOOOO A PASAR POR EL AROOOOO descojonándose acto seguido y soltando su estupenda Samsonite Dandystream se lanzó a mis brazos entre risas.

-Que pena que no peguemos ni con cola..... dos escorpiones, vaya tela, murmuró mientras subí­a al coche y dejaba caer los párpados a lo Marlenne.
-Ya sabes que soy intocable cuando pago mis apuestas, argí¼í­ mientras le apresuraba para no peder ni un segundo.

Conduje hasta el Outlet de Sant Esteve de Sesrovires y aparqué justo al lado de una gran nave de Dolce & Gabb flanqueada por una baterí­a de mayoristas de todo a 1 euro.

-Te espero aquí­.
-De éso nada monada, era de acompañante.
-Ni lo sueñes madrileñez que soy de Bilbao nacido en Soria.
-Se lo diré al Dan y al Bic Cristal que te baneen por impopular y malmetido.
-No me jodas Imparsi, si te he traí­do, ¿quieres que les cuente a todos los modelitos tan monos que te compras?
-Sí­, pero les dices que fuimos a New York y encima te ahorras el viaje so catalán.
-Pero si soy de Cadiz, criao en Zurich, venga vamos, voy y ya está.

Doce vueltas después al poblado indio del outlet caló mis pieses dijeron basta.

Me piro que "plego" y se me acaba la literatura de Marcial Lafuente.

Bic Cristal y Dan aparecen por cortesí­a de areopago corp ®
Imparsi aparece gratis
DonGenaro no es pretencioso
Algún dí­a le canto una de Victor Manuel.

[groucho]

y qué camisa llevaba?
porque el dí­a que yo le conocí­
me llevaba una camisita...
jajajjaaa

pero la cogimos guapa
(gracias Mise)




un abrazo hermano Impar

[Wolfe]

Pues el dí­a que tuve el gusto de conocerlo, iba guapí­sima.

[Bette]

Yo siempre que lo he visto iba borracha.

[Don Pésimo]

Pues yo cuando lo vi me pegué un susto del copón.

[Gonzo]

Yo le invité a cenar.

Que no teneis ni estilo ni nada.

[Don Pésimo]

Qué bonito, Gonzo.

[Gonzo]

Y luego él pagó los copazos

[Carlo]

Cuando fuí­ a besarla, descubrí­ aquél piercing en la lengua en forma de uña del dedo gordo del pie.

Aún me despierto en mitad de la noche con sudores frí­os y taquicardia.

[Bette]

Es usted tan bella que puede permití­rselo todo -dijo Carlo.

[Carlo]

Es usted tan bella que puede permití­rselo todo -dijo Carlo.

...incluso reposar plácidamente en la boca de semejante sujeto.

No me respondió...

Mundo cruel, ser rechazado por una uña.

[Bette]

Pues ser referí­a a un sombrero de hombre que llevaba una niña adorable en una novelita de la Duras esta cita, Carlo.
Iban ambos en un transbordador; ella lucí­a, también, unas trenzas. Y luego estudió matemáticas.

O sea, que has vuelto a fastidiarla, Bruto.

[Carlo]

Entonces sobraba el "-dijo Carlo", ya que te juro que ni conocí­ a la niña, ni le dije nada.

Es más, también te aseguro que no fastidié a la niña... ya que no se me ocurre qué más pude fastidiar.

[Zimm...]

Algún dí­a le canto una de Victor Manuel.

Pensaba que no se permití­an las amenazas en el foro.

[Fernández]

Pues ser referí­a a un sombrero de hombre que llevaba una niña adorable en una novelita de la Duras esta cita, Carlo.
Iban ambos en un transbordador; ella lucí­a, también, unas trenzas. Y luego estudió matemáticas.

Y él era chino. Y el chino a la niñita adorable de las trenzas le dio para que tenga, para que guarde y para que se lleve a su casa.