Libros 2008: Una odisea en el empacho.

Iniciado por ferdinand, Enero 08, 2008, 02:22:58 PM

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No-soy-Gilles

Con la del Savolta, aunque sea de la serias, te echas unas risas con las entrevistas del investigador yanki al prota.

Bic

Me he acabado hace un rato "Los frutos de la pasión", el (por ahora) último libro de la saga Malaussí¨ne de Daniel Pennac.



Ya he hablado alguna vez en el foro de los libros de este hombre, así­ que voy a autocitarme vilmente. Esto dije de él hace unos meses:

Daniel Pennac es un crí­tico literario franco-marroquí­ que escribe (con alguna desastrosa excepción) libros divertidos, ágiles, entretenidos y bastante, bastante extraños. Los más conocidos (y  de hecho los mejores) son los seis que dedicó a la familia Malaussí¨ne, un grupillo heterodoxo e improbable de hermanos, primos, amigos y conocidos liderado por un pater familias (en realidad el hermano mayor) con un empleo muy areopagita: Chivo Expiatorio en unos Grandes Almacenes. Es decir, el pobre desgraciado al que se le echa públicamente y con gran alharaca la culpa de todo cuando viene un cliente a quejarse.



Podrí­a decirse que los libros de la serie Malaussí¨ne son vagamente de género negro: en ellos hay algún crimen exótico, terroristas de propósito incierto, comisarios flemáticos, ancianitas reventando la cabeza de policí­as con un disparo de fusil por motivos poco claros, investigaciones absurdas... A lo largo de los libros van saliendo de forma tangencial temas interesantes, desde la ancianidad, el racismo o el abandono familiar hasta (en un inolvidable capí­tulo de la tercera parte) la literatura capitalista. Desde luego no son libros "clásicos" de alta literatura, pero tampoco cutradas pulp, sino novelas bien escritas, entretenidas y diferentes. Al principio el estilo de Pennac puede hacerse un poco extraño (no sé si es por la traducción del francés o qué) pero enseguida se acostumbra uno al modo chispeante, retorcido y a pesar de ello bastante claro de narrar que tiene este hombre.


Pues eso. Este último librito de la saga es el más breve de todos, con diferencia (es más un cuento largo que una novela corta), pero también es uno de los más divertidos. En poquí­simas páginas monta una intriga criminal-sentimental muy bien trabada, presentada y resuelta, en la que consigue repetir todos los tópicos de las "novelas Malaussí¨ne" sin que ninguno suene a repetido o se haga pesado, todo lo contrario.

Creo que Dionisio ya le convencí­ de que se enganchara a Malaussí¨ne: ¡a ver si vais picando el resto, areopagitas!

P & L
Los libros son finitos, los encuentros sexuales son finitos, pero el deseo de leer y de follar es infinito, sobrepasa nuestra propia muerte, nuestros miedos, nuestras esperanzas de paz.

Bic

Cita de: CHE en Abril 03, 2008, 11:10:36 PM
Ni de coña! Mi ex era fans y me los regalaba todos (en italiano, pa más señas) y jamás les pillé la gracia.

Va a ser culpa del italiano. :P

P & L

P.S: Por cierto, Mon, este último lo leí­ en catalí . ;D
Los libros son finitos, los encuentros sexuales son finitos, pero el deseo de leer y de follar es infinito, sobrepasa nuestra propia muerte, nuestros miedos, nuestras esperanzas de paz.

California

CitarMe he acabado hace un rato "Los frutos de la pasión", el (por ahora) último libro de la saga Malaussí¨ne de Daniel Pennac.

Fue gracias a ti que me animé a leer esta saga. Bueno, a decir verdad sólo he leí­do el primero y me ha gustado mucho, por lo que seguiré.

Recolectando

Yo también leo traducciones en catalán, pero del castellano al catalán o a la inversa, pos no.  Para tres lenguas que puedo leer sin traducción, tú.  Los libros franceses a veces los leo traducidos, pero más por pereza de encargarlos que otra cosa, por ejemplo, Jacques el fatalista lo leí­ en traducción catalana.  Y lo bueno es que las traducciones las refiero en la lengua en las que la haya leí­do.

el de la 13

Este es un mensaje, creo, para california. Eres tu el que esponsoriza a De Palol en el foro, verdad? Puedes recomendarme un par o tres de titulos?

Gracias muchas
Sus voy a hacer una pubricidad mala.

ganja

#441
Cita de: Oddball en Abril 03, 2008, 07:28:09 PM
Cita de: ganja en Abril 03, 2008, 03:18:04 PM
Cita de: Redneck en Abril 03, 2008, 02:31:14 PM
Cita de: Oddball en Abril 03, 2008, 01:23:17 AM
Cita de: Redneck en Abril 01, 2008, 10:19:55 PM
Pues a mí­ de la trilogí­a del loco sin nombre el que más me gustó fue el del tocador de señoras, sin prejuicio de los otros dos. Con el alcalde de Barcelona te partes la polla.

Coño, por fin alguien con un poco de sangre en las venas. Yo es que es ver por la tele al Joan Clos y coño, a ver si me lo releeo un dí­a de estos...


Le tengo yo a este libro un cariño especial, que recien llegado al paleoareopago se lo recomendé a la Mozart y básicamente me mandó a cagar.

Y Mendoza dibuja ahí­ una profecí­a que rí­ete tú de Nostradamus sobre los posteriores problemillas de salud maragallianos, porque la novela se desarrolla durante las Olimpiadas 92 y el alcalde era quien era. Eso sí­, lo de Clos vale igual pues si algo une a los alcaldes barceloneses como a los madrileños el tener cara de polla es estar un poco gagá.

Bueno, vale, pero que conste que Mozart no ha leí­do ni un solo libro de este señor -y tras la crí­tica de california sobre el tal Flato no creo que vaya ya a empezar a leerle a estas alturas-. Por lo tanto, o bien no mandé a cagar a Oddball o si lo hice iba endrogada y por lo tanto cuento con el eximente por colocón. 


Fue en durante una pelotera que tuvimos sobre el ratio de calidad de la televisión pública catalana tu y yo, y basicamente la cosa consistió en que yo vine a decirte que te procuraras algo de sosiego leyendote el librito este y oyendo de fondo la música poética de Carl Orff porque te notaba muy tensa, a lo cual en un lógico y digno cierre del cí­rculo contestaste tu que en resumidas cuentas me fuese a fer la mí .

Esto serí­a mi estreno en el foro yo creo que allá por el 2001/2002, y si entrarí­a pletórico de fuerzas que a continuación me enrredé en un dogfight con Olafo sobre, si no recuerdo mal, pinos y coní­feras y demás especies del área mediterranea, con dos cojones.

pues para que veas cuánta razón llevabas y lo papel de lija que andaba yo en las discusiones por aquella época (en el pleistoceno ma o meno), te aseguro que lo de 'vete a fer la mí ' iba con intención de codazo en las costillas cariñoso...

California


Al de la 13:

Sólo he leí­do dos novelas de Miquel de Palol; de hecho no sé cuántas más se han traducido al castellano:


Igur Neblí­


El jardí­n de los siete crepúsculos (que me parece una obra maestra. Un decamerón de historias concéntricas)

el de la 13

Sus voy a hacer una pubricidad mala.

Scardanelli

LOS LIBROS MUERTOS

Luisgé Martí­n ("Babelia", 29/03/2008)

Mi padre, cuando yo era niño, compraba libros, los hojeaba vagamente y los guardaba luego en la biblioteca que tení­amos en el salón mientras repetí­a una frase ritual: "Para la jubilación". Yo crecí­ creyendo, así­, que los libros eran uno de esos tesoros que se van acopiando poco a poco para ser gastados luego con paladeo. Crecí­ creyendo que la recompensa que traí­a la vejez era ésa: la placidez de un tiempo interminable en el que poder leer.

Cuando por fin se jubiló, mi padre no leyó ninguno de aquellos libros, pues algunos hábitos necesitan adiestramiento. Yo, sin embargo, seguí­ creyendo que en la edad provecta encontrarí­a ese paraí­so: dí­as sin fin ocupados con la lectura. Hasta los treinta años estuve convencido de que, salvo que muriera joven, tendrí­a tiempo a lo largo de mi vida para leer todo lo que me interesaba. Por eso gastaba mucho dinero en comprar libros que no podrí­a leer de inmediato pero que, en esa jubilación dorada o en alguna vacación, tendrí­a ocasión de disfrutar.

Luego empecé yo mismo a publicar libros, a conocer a escritores y a tener tratos con editoriales de todo pelaje. Comenzaron a llegarme a casa novelas, ensayos, volúmenes de cuentos y tomos misceláneos que habí­a que sumar a los que yo seguí­a comprando meticulosamente. Y llegó un momento en el que me di cuenta de que, como muchas otras cosas cardinales, aquel asunto tení­a una formulación dolorosamente matemática. A causa de mis obligaciones laborales, de los tratos con amistades y familia, de mi pasión por el cine y del desafuero de la vida urbana, solí­a leer al año entre 40 y 60 tí­tulos. En ese mismo periodo, mi biblioteca, haciendo números redondos, se engrosaba con unos 250, de los cuales me apetecí­a leer al menos la mitad. Es decir, que cada año mi saldo negativo engordaba en 75 libros, a los que yo de vez en cuando acariciaba el lomo diciendo: "Para la jubilación".

A los cuarenta años me hice construir en mi dormitorio una pequeña biblioteca para acoger los libros pendientes, pero se llenó enseguida. A los cuarenta y tres, aprovechando una mudanza, me hice fabricar otra con muchas más estanterí­as y purgué los tí­tulos con un criterio exigente: guardé allí­ sólo aquellos por los que sentí­a verdadero deseo y trasladé a la biblioteca ordinaria o regalé los que habí­an dejado de interesarme poderosamente. Redoblé además el rigor con el que abandonaba a medio leer los libros que no me seducí­an lo suficiente, procurando así­ vaciar con mayor rapidez los estantes hacinados. A pesar de todos mis esfuerzos, sin embargo, siguieron llenándose sin remisión.

He calculado que a este ritmo llegaré a la edad de jubilación con 2.000 libros pendientes de lectura. Suponiendo que viviera veinte años más con buena salud y que el ritmo de engordamiento anual de mi biblioteca fuera en ese tiempo menor (descartados ya los clásicos), deberí­a engullir unos cuatro libros cada semana para morir en paz literaria, todo ello sin darme ocasión a releer ni una sola página. Es decir, deberí­a dedicar mi vejez a leer sin desfallecimiento, obsesivamente, lo que resulta una tarea imposible y desagradable. Por eso cuando entro cada dí­a al dormitorio y me paro frente a los anaqueles a mirar los libros sin abrir, veo las sombras de la muerte. Trato de averiguar cuáles de aquellos volúmenes mansos irán quedándose allí­ año tras año. Qué personajes o qué aventuras. Qué palabras del laberinto. -

Luisgé Martí­n (Madrid, 1962) es autor de Los amores confiados y El alma del erizo, ambos en Alfaguara.



(Voy por los 900 tomos acumulados, los 40 tí­tulos leí­dos al año, los 400 y pico de retraso, las cuatro librerí­as de Ikea casi repletas y los treinta y pocos años de edad muy perjudicados...)

Como dize Aristótiles, cosa es verdadera,
el mundo por dos cosas trabaja: la primera,
por aver mantenení§ia; la otra cosa era
por aver juntamiento con fenbra plazentera.

Quercus Cistensis

Pelazo nivel Boris Johnson

ferdinand

Apilar libros es tonterí­a.
Apilar cosas, en general, también.

Scardanelli

Gracias a los discos duros, pronto las pilas de cedés habrán desaparecido de mi vida.

Pero los libros me resisto a regalarlos o a transformarlos en radiaciones luminosas.

Podrí­a dejar de comprarlos y así­ tendrí­a más dinero para invertir en el Meetic, pero no sé cómo hacerlo, me atraen hacia ellos, les acaricio el lomo, lo levantan como una gata en celo y les susurro: "Os leeré, pequeños, os prometo que algún dí­a os leeré a todos, aunque tenga que emular a la gorda americana que se pasó dos años sentada en el váter".

Me cago en Sánchez-Dragó y sus mensajes subliminales.
Como dize Aristótiles, cosa es verdadera,
el mundo por dos cosas trabaja: la primera,
por aver mantenení§ia; la otra cosa era
por aver juntamiento con fenbra plazentera.

Zimm...

I found it in the street/ At first I did not see/ Lying at my feet/ A trampled rose

Recolectando

El mal de muchos ya sirve de consuelo a quienes, tontas del todo no somos, pero sí­ en gran parte.  Apilar libros que se "deben" leer y van acmulándose en los anaqueles como eternos pendientes de lectura, tiene sus ventajas.  Por ejemplo, en épocas de hipotecas gordas y cinturones apretados, en vez de ir de librerí­as te miras tu biblioteca donde descubres tí­tulos interesante cuya posesión ya habí­as olvidado y sin gastar un sólo euro sigues saciando tu sed de lectura.

Implica adiestramiento y voluntad para resistir la tentación de pisar cualquier cosa que se asemeje a una librerí­a, eso sí­.