Cartas abiertas

Iniciado por Mon, Octubre 09, 2008, 08:38:16 AM

Tema anterior - Siguiente tema

Mon

El género epistolar es uno de los de ejecución más sencilla, puede servir para desbloquearnos.  Pero también puede ser la base de estructuras más complejas, Las Amistades Peligrosas se construye con el entramado de la correspondencia entre los protagonistas. 

Se me ocurre que podrí­a servir como juego.  Yo empiezo la ronda con una ñoñerí­a que escribí­ hace mucho y la propuesta es que, a quien le apetezca, ese texto se desomponga tal como hizo Quenau en los 99 ejerciciós de estilo.  A ver qué sale si os animáis.


¿Todaví­a te pides quinis?


Ya ves, hay tardes de lluvia en las que todo me cansa, aunque me cansan menos que las mañanas de sol. Y en esas tardes o en esas mañanas mi puñetera buena memoria empieza a recordar.

Recuerdo, te recuerdo, con tu libreta de espiral y esa mirada de hombre que no ha perdido la curiosidad del niño, apuntando con interés las cuatro cosas mal contadas que sé yo sobre els pronoms febles. Hací­a un calor de mil pares de demonios, pero en esa terraza a la sombra, desde la que te veí­a llegar con tus pasos zanquilargos de hombre demasiado alto y demasido delgado, en esa terraza a la sombra donde corrí­a el aire, se estaba bien. Recuerdo que de no haber sido yo la que hubiese entrado a coger las cervezas directamente de la nevera, con tu exquisita prudencia no habrí­a habido manera humana de repetir la ronda. Recuerdo que esos tres dí­as pasaron como un suspiro y que volví­ a pensar que no sé qué puñetas quieren de vosotros mis congéneres como para dejarse perder hombres admirables como tú lo eres.

Recuerdo que hablé de ciudades que enamoran a primera vista y de otras que te van calando poco a poco, como excusa para hablar de enamoramientos espontáneos, que se esfuman tal como llegan, frente a esos enamoramientos que parecen el chirimiri del Norte, que humedecen lentamente hasta que estás mojada hasta la médula y ya no hay marcha atrás. Recuerdo que sigue siendo cierto que no quiero ni pensar que no volveré a verte en mi vida.

Recuerdo llamadas telefónicas y risas que me cargaban las pilas de optimismo para vencer cualquier cosa con nombre de estrés. Recuerdo tu voz, ¿cómo poder olvidarla? Recuerdo que en mala hora hice un regalo a unos amigos y que tú estuviste allí­ para ayudarme a darle vida. Recuerdo que ese regalo tardó poco en convertirse en un pozo de angustias para mí­. Recuerdo que me aferré a ti a la desesperada porque necesitaba escuchar palabras de aliento nacidas de tus labios. Recuerdo que fui indiscreta hasta lo imperdonable porque ya no tení­a control alguno sobre mis emociones. Recuerdo que decidiste que lo mejor que podí­as hacer por mí­ era dejar de hablarme. Recuerdo que te echo de menos hasta el dolor de sentirte perdido para siempre.

Recuerdo que estoy triste y que las tardes de lluvia me hacen sentirme cansada de seguir viva.


Auleen

Es demasiado triste incluso para una tarde tonta de viernes como hoy.

Mon

Si la descompones, puedes sacarle una versión jocosa.  Esa era la propuesta, coger ese texto u otro y alterarlo para ver qué efectos se producen, como Quenau, vamos.

ENNAS

Barman: - “¡Hombre, cuánto tiempo¡ ¿Qué, lo de siempre?”
Yo: -“Si.”
B: -“¿Y tu novia?”
Y: -“La dejé.”
B: -¿Por qué? ¿Qué ha pasado?”
Y: -“Nada.”
B: -“Hombre, algo habrá pasado. Vamos, digo yo.”
Y: -“Nada… Es que iba por ahí­ contando cosas nuestras a los demás.”
B: - “Ya. ¿Y?”
Y: -“Y… Que no tiene que ir por ahí­ hablando a espaldas mí­as. Que es una bocas.”
B: -“¡Bueh! ¿Y por eso la has dejado?”
Y: -“Pues si.”
B: -“¡Bueh…!”
Cliente: - “¡Hombre, cuánto tiempo¡ ¿Qué haces por aquí­?”
Y: -“Nada.”
B: -“Que su novia lo ha dejado.”
Y: -“La he dejado yo.”
C: -“No. ¿Por qué? Con lo maja que era.”
B: -“Dice que hablaba mucho.”
C: -“¡No! ¿Una mujer? Qué raro.”
B: -“Lo nunca visto.”
Y: -“Vale ya ¿no?”
C: -“A ver, que no lo entiendo ¿La has dejado porque habla mucho?”
B: -“Figúrate si todos hiciéramos lo mismo.”
Y: -“Qué vale ya. La he dejado porque es una chismosa y no tiene que ir por ahí­ contando cosas nuestras a los demás. Ya está.”
C: -“¿Y por eso la has dejado?”
B: -“Lo que te digo.”
Y: -“¡Pues si, pues si! ¿Qué pasa?”
C: -“Nada, oye. Tú sabrás.”
B: -“Pero vamos a ver… ¿Tu qué estás haciendo ahora?”
Y: -“¿Quién, yo? Nada; bueno, beber.”
B: -“Aparte de beber. ¿Tu no estás hablando ahora de ella?”
C: -“¡Eso, eso! Exacto.”
Y: -“No es lo mismo.”
C: -“¡No! Lo mismito es. ¿Quién es el chismoso ahora, hombre?”
Y: -“Qué no es igual.”
B: -“Vale, lo que tu digas. ¿Te parece que se puede dejar a alguien por esa chorrada?"
Y: -“¡Ffff!"
C: -“Que te quedas para vestir santos.”
Y: -“Que si; que vale.”
C: -“Yo que tu la llamaba.”
B: -"Qué ya tienes una edad. Que no puedes ser tan crí­o."
Y: -"Qué no. ¡Qué no! Qué no pienso llamarla. Y punto."

Dolordebarriga

"Yo siempre documento lo que digo"