El joven aliento de dragón

Iniciado por Lacenaire, Diciembre 20, 2008, 04:17:48 PM

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Lacenaire

-No parece que el estado de las cosas vaya a cambiar a corto plazo.
Andrés Tortosa rebuscaba en los cajones bajo la mirada de su hijo Pavel.Natasha,su esposa , escuchaba distraí­damente al otro lado del salón.Habí­a tenido la oportunidad de presenciar monólogos como aquél bastante a menudo durante los últimos dos años.Un ascenso inapropiado, o así­ lo veí­a ella,para alguien tan sumamente irritable y nervioso. Nunca terminarí­a de acostumbrarse a aquellos vaivenes, pese a su constante presencia, ni de observar con cierta increudilidad sus habituales desenlaces en forma de propósitos de enmienda y disculpas entre dientes. Desde el momento en que su marido entró en la casa supo que tendrí­an una discusión,aunque sin poder precisar su alcance, segura como tal, en algún momento entre la cena y la hora de acostarse. No tení­a nada en contra de la rutina ,ni siquiera cuando en la propia rutina se incluyesen las amenazas de divorcio,los insultos groseros y reproches indiscriminados hacia su gestión doméstica. Nunca pensó encontrar nada mejor, al menos pasada esa adolescencia ucraniana, la pubertad que despierta cuando los sueños románticos en decorados de cartón piedra se convierten en fábulas edí­picas , recuerdos prematuros de revolcones en la hierba,callejones oscuros y edredones con sabor a fluí­dos corporales. Tampoco estuvo nunca en su naturaleza el exceso en los sueños eróticos.Todo en ella parecí­a diseñado para adaptarse al mundo real; desde su capacidad de adaptación a las circunstancias hasta el comedimiento en la cama.Fue prudente domesticando sus fantasí­as , y acertó de lleno.Conviene limitar las expectativas cuando se tiene un mecanismo interno que detecta los fallos de guión y los gazapos en la puesta en escena.Todo sin música, claro.Nunca le gustó la música.

Andrés viví­a ajeno a estas meditaciones, si podemos otorgarles tal estatus,como viví­a prácticamente ajeno a nada que no desgravase impuestos,ofreciese imagen corporativa,implementase las actuaciones proactivas no remuneradas o funcionase en descargo de la empresa. Responsabilidad y observancia fiscal eran las brújulas de su mecanismo interno. Nadie supo jamás qué clase de educación recibió Andres, salvo quienes se la dieron,que le hiciese apto para navegar siempre por encima del nivel de las aguas.En su caso este "sacar la cabeza" del agua era una metáfora apropiada a su situación y a su personalidad.Era un hombre acostumbrado a tratar la vida en términos náuticos.Existí­a una lí­nea de flotación por encima de la cual se recibí­an bendiciones y rayos solares,uno tení­a la posibilidad de atrapar presas que rozasen la superficie en vuelo rasante y tenderse de vez en cuando de espaldas contemplando el pasar de las nubes.Todo lo que quedase por debajo de esa lí­nea de flotación era vil,sucio y horripilante.Así­ su vida quedó confinada en ese lado del espejo ,el lí­quido elemento del que poco se podí­a extraer salvo disgustos y ahogamientos, en el reino de la más absoluta superficialidad.
De vez en cuando se sorpendí­a espantado espiando a hurtadillas las conversaciones telefónicas de su esposa.No porque lo que en ellas se dijese entrañase algún pelí­gro para su vida doméstica ni, Dios no podí­a ni tan siquiera pensar en esa posibilidad, su estabilidad familiar,sino por tener lugar en otra lengua. Escuchar a la madre de sus hijos expresarse en una oscura y misteriora sucesión de siseos y chasquidos le hací­a pensar en profundidades abisales habitadas por exóticos y terrorí­ficos aliení­genas bioluminiscentes.
Nada más lógico que en este ambiente de absoluta y deliberada normalidad sugiese alguien tan extraordinario como el pequeño Pavel.Como lógico era también que a ojos de los demás Pavel fuese absoluta y deliberadamente vulgar.

-Mamá,la boca me sabe raro.
El niño fruncí­a los labios y seguí­a a su madre con la mirada mientras ésta iba y vení­a por la cocina.
-Lávate las manos.
-Me sabe rara, mamá.
-A saber lo que habrás metido dentro.Lávate las manos.

La cena tuvo lugar más o menos como siempre.

***

Habí­a niños en el colegio a los que Pavel no caí­a bien,era algo evidente.Nunca habí­an llegado a atacarle de manera demasiado violenta,a decir verdad nunca le habí­an agredido en el sentido que suele darse a la expresión.Quizás algún que otro empujón de camino al servicio,algún un intento de zancadilla sorteado a tiempo...eso es todo.Sin embargo la hostilidad hacia él era manifiesta en R.Morten.Era un chico alto y desgarbado,con el pelo pajizo,demasiado grande para su edad y con un pésimo carácter.Tampoco esta hostilidad tení­a consecuencias en la vida de Pavel,pero no se puede pasar por alto que se trataba de una animadversión especí­fica hacia él y que como tal resultaba llamativa.La cosa era así­.
Hací­a ya varios meses que Pavel habí­a desarrollado la extraña costumbre de mover los labios de un lugar a otro,mordiéndose el interior de las mejillas,de manera que era rara la ocasión en la que podí­a uno observarle con gesto tranquilo.Esta costumbre no pasó desapercibida para Morten, quien si bien no era lo que podrí­amos describir como una persona observadora al menos sí­ que tení­a ese tipo de inteligencia algo torva y desenfocada que tienen todos los matones juveniles, y que emplean habitualmente en atormentar a los demás niños.Fue así­ como Morten descubrió que, desde un punto de vista algo trágico,cómplice dirí­an algunos,podrí­a decirse que la boca de Pavel no paraba de girar sobre sí­ misma como una peonza.Evidentemente Morten no era capaz de desentrañar el sentido último de esta metáfora,aunque sí­ fue capaz de elaborar a partir de esta imagen una comparación lo suficientemente explí­cita y procaz como para resultar molesta a oí­dos de Pavel:una cisterna,un retrete,un sumidero,el agujero por el que se va la mierda...

De este "boca de wáter" no tardó de desprenderse el apodo, algo más sencillo y ajustado a los propósitos de Morten,de comemierda.
No creo necesario decir que a Pavel le mortificaba este sobrenombre,sobre todo por lo que  significaba ante los demás; alguien que se metí­a excrementos en la boca.Especialmente cuando el propio Pavel era consciente de que algo ocurrí­a en su boca.Algo que no podí­a definir, pero que realmente estaba relacionado con cierto regusto salado que no se explicaba por su dieta,ni por ningún otro hábito adquirido durante su primera infancia.Es cierto que Pavel no terminaba de encontrar ese sabor desagradable,aunque pudise suponer un constante recordatorio del humillante apodo que Morten le habí­a adjudicado.Sea como sea,la cosa acabó cuando R.Louis,de 12 años de edad,encontrándose en el interior de los servicios de la segunda planta del Colegio público P.D.S ,encontró apoyado contra el embaldosado de la pared el cadáver calcinado de Ricardo Morten,el 12 de octubre de 1973.

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