Historias del fútbol más allá de la Premier League

Iniciado por Vinatea, Diciembre 22, 2008, 02:50:13 PM

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ENNAS

600.000 km2, un territorio casi igual pero mayor que España y Portugal juntas ocupan las praderas de la Pampa Húmeda, que abarca las regiones de La Pampa, Córdoba, Entrerrí­os y Buenos Aires en Argentina, el estado de Rio Grande do Sul en Brasil y el paí­sito rebelde del Uruguay.

Allá llegaron los conquistadores españoles desde el Cerro Rico del Potosí­ buscando una salida a la mar océana que les permitiera sacar la plata cuanto antes y, accesoriamente, encontrar la mí­tica Enlil La Ciudad Encantada de los Césares. Para su alborozo creyeron verse recompensados cuando en bajado de las sierras toparon con Mar Chiquita. Es ésta una laguna salada de 996.000 hectáreas (ha subido su nivel 9 metros como consecuencia de las inundaciones de finales del siglo XX) que se supone que es uno de los últimos vestigios del pasado remoto de Sudamérica bajo las aguas de Pantalassa.



Si bien pronto los españoles descubrieron que Mar Chiquita no daba al océano, no por éllo dejaron de fundar la ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucí­a, que para alegrí­a -espero- de los cordobeses españoles, a dí­a de hoy la conocen los argentinos como Córdoba la Docta. Es la segunda ciudad del paí­s con millón y cuarto de habitantes y capital de la provincia del mismo nombre.

Unos doscientos quilómetros más al este, se encontraban los pueblos llamados comechingones, que no fue un mote puesto por los españoles para aludir a una supuesta antropofagí­a, sino que era el nombre en lenguas vernáculas con el que les designaban sus vecinos. Allá, sobre el viejo territorio de los comechingones, se fueron estableciendo a lo largo del siglo XIX colonos europeos, muchos de éllos procedentes de las Islas Británicas, a cambio de lotes de tierras por instancias de los distintos gobiernos argentinos, en un intento de repetir en el sur la epopeya estadounidense de la Conquista del Oeste.

Como quiera que el siglo decimonónico fue también la centuria del ferrocarril, construyose una lí­nea de trocha ancha que uní­a las dos grandes ciudades argentinas, el puerto de Buenos Aires con Córdoba. Iba el Presidente de la Républica Domingo Faustino Sarmiento inaugurando la lí­nea cuando llegaron al apeadero llamado Fraile Muerto. Mucho amostazó al prócer tan irreverente nombre, decidió cambiar el nombre de la población y en homenaje a los hermanos ingenieros escoceses Bell, que tanto habí­an contribuido a la construcción de la lí­nea férrea y para solaz de los colonos angloparlantes, la población pasó a llamarse Bell Ville.

Siguieron cada cual por su lado, el Padre de la Patria inaugurando estaciones y los ya bellvillenses cultivando cereales y explotando reses vacunas, tí­pica estampa de la Pampa, con su gauchitos, sus boleadoras y todo. Más quiso la historia dar oportunidad a nuestra humilde población de poco más de veinte mil personas de aparecer en sus anales, siendo así­ que en 1931 tres ciudadanos de Bell Ville, Luis Polo, Antonio Tossolini y Juan Valbonesi, inventaran el primer balón de fútbol moderno con una cámara interior que se rellenaba una válvula de aire, recubierta por cuero de costuras "invisibles" (al contrario de las pelotas usadas hasta la fecha que se cerraban a cordón).



He acá pues otro invento argentino, a parte del bolí­grafo, el balón hinchable. Tal fue su éxito, que a dí­a de hoy la principal fuente de ingresos de Bell Ville es la industria que cuenta con una decena de manufacturas dedicadas a la confección de pelotas, no sólo de fútbol, también de rugby o baloncesto.

Y claro, con tanta bola suelta, normal que allí­ surjan jugadores de fútbol; siendo pueblo chico, no les da para tener un equipo importante, pero si varios equipos barriales que juegan entre sí­ la liga bellvillense. Uno de estos discretos jugadores aficionados, un tal Mario Kempes, se vió agraciado por el nacimiento de su promogénito el 15 de julio de 1954, a quien dió por nombre Mario Alberto. Recién ingresado en la escuela el pibe a sus siete años, también llevó papá Kempes a su vástago Marito a jugar para su equipo, los azulgrana de Talleres. Pero serí­a a los catorce años, con los blanquinegros del Club de la Biblioteca Bell, cuando Mario Alberto ganara la liga bellvillense destacándose como prolí­fico goleador que corrí­a como un gamo y la reventaba a cañonazos, llamando así­ la atención de los clubes de la capital provincial.

La docta Córdoba, no tení­a equipos jugando en primera debido a las inmensas distancias, pero si tení­a cuatro equipos de nivel. Los celestes de Belgrano y los blanquiazules de Talleres tení­an la rivalidad más feroz y prolongada, además estaban los albicelestes de Racing, una sucursal del grande de Avellaneda, y los rojiblancos de Instituto -instiputo para todos los demás-. Justamente en este último club se interesaron por nuestro Mario Alberto Kempes, que allá se fue ha realizar unas pruebas sin tenerlas todas consigo, de hecho en un principio se inscribió con el falso nombre de Aguilera.

Infundados eran sus temores pues gustó a la dirigencia técnica de Instituto que, una vez desvelada su identidad, soltaron tres millones de pesos viejos el 10 de marzo de 1972, para hacarse con sus servicios. Era la época dorada del fútbol gaucho. Disputábanse dos torneos, el de liga llamado Metropolitano y un torneo Nacional de impreciso y variable formato, que además de los mejores equipos del Metropolitano incluí­a modestos equipos de provincias. Justamente Talleres de Córdoba era el gran campeón del fútbol del interior, el único equipo capaz de batirse de tú a tú con los profesionales. Instituto querí­a sumarse a esa dinámica, y lo consiguió de la mano de estos pibes:


El tipo que se parece a Messi y está en pie es Osvaldo Ardiles,
agachados Kempes y Beltrán.

Edad de Oro, dije. ¿Y en qué me baso? Pues en que el periodo en que Argentina tuvo dos campeonatos, 1967-1985, coincide con el auge de los equipos argentinos en la Libertadores y la Intercontinental (Si bien Independiente de Avellaneda ya habí­a ganado dos libertadores en 1964 y 1965, Rácing de Avellaneda resultó el primero en ganar ambas en 1967, le siguieron Estudiantes de La Plata, 68-69-70; Independiente Avellaneda 72-73-74-75; Boca Juniors, 77-78; Argentinos Juniors 1985 y hasta me atreverí­a a incluir a River Plate en 1986). ¿La selección?., Naaa... apenas un par de mundiales, ese torneo veraniego.


Volvamos a Intituto de Córdoba: Campeones zonales de la liga de interior, obtuvieron plaza para jugar en el Nacional del 73 donde quedaron octavos de grupo sobre quince. Más allá de la humildad del resultado, destaquemos que Mario Alberto fué convocado para el prestigioso torneo de selecciones juveniles de Cannes, Argentina no pasó de primera ronda pese a los cuatro goles en tres partidos de Kempes que le valieron para ser llamado a filas por la absoluta que se jugaba la clasificación para el mundial de Alemania 74 frente a Bolivia y Paraguay.

En un esperpéntico episodio, varios jugadores argentinos fueron convocados para concentrarse en altura de cara al compromiso contra Bolivia en La Paz, capital del paí­s andino sita a 3.000 metros de altura. Entre éllos habí­a glorias como el gran í­dolo Roberto Bochini, Aldo Poy, Marcelo Trobbiani... y nuestro Kempes, que al respecto de la aventura dijo en su biografí­a:

“La AFA se olvidó de nosotros y la pasamos realmente mal. Estábamos en un hotel de mala muerte y no tení­amos ni para comer. Tení­amos pactados dos amistosos y terminamos haciendo seis o siete a cambio de dinero. Así­ comprábamos las cosas en un supermercado y alguno hací­a la comida. Volví­ con 7 u 8 kilos menos”.

En fin, la tí­pica argentinada de siempre, en principio se las dan de europeos y planificadores, y luego se olvidan de seguirla y terminas asistiendo a escenas tercermundistas. La Selección Fantasma, nombre con el que aún hoy se les conoce, cumplió su cometido venciendo 0-1 a los bolivianos y clasificando para el mundial.

Mientras el mundial se acercaba, Kempes habí­a cambiado de equipo fichando por el vigente campeón del Nacional, los auriazules de Rosario Central, el primer equipo de fuera de Buenos Aires (capital y provincia) en conseguirlo. Otros auriazules más famosos, los de Boca Juniors, se habí­an acercado ofertando quince millones de pesos a Instituto por comprar el pase, no convencieron a la dirigencia cordobesa ni al jugador, que por ciento treinta millones de pesos pasó a ser jugador rosarino el 22 de febrero de 1974:



Finalizo la primera parte hablando de la trayectoria de Kempes en la albiceleste mundialista. Pese a estar a punto de cumplir los veinte años, Mario Alberto no fué un convidado de piedra, por el contrario jugó los seis partidos que disputaron los sudamericanos. La derrota incial 3-2 ante Polonia, el empate a 1 contra Italia y la goleada a Haití­ 4-1, en donde perdió la titularidad por no haber marcado ningún tanto.

En segunda fase, salió de suplente ante los Paises Bajos para nada, salvo para compartir la que para muchos es la mayor humillación que haya sufrido Argentina en un mundial. Perdieron 4-0 y aún les dieron las gracias a los neerlandeses por no cebarse más. Ahí­ se ganó el puesto para jugar contra Brasil, y ser sustituido en el entretiempo para una nueva derrota albiceleste, 2-1. Y a modo de castigo alineáronle en el empate a 1 final contra la Alemania comunista. Sorprendentemente, el prolí­fico Kempes fue incapaz de anotar un gol en 412 minutos jugados.

Acá lo dejo. A lo largo de la semana, más maravillas, enlaces, fotos y ví­deos. Es que me da para más de dos post, y quiero contestar otras cosas.

ENNAS

Qué iba a seguirla entre semana. ¡Ja! Qué poca vergí¼enza disciplina.

No es por dinero, es por la gloria. Me hubiera gustado deciros que es una cita del homenajeado Mario Alberto Kempes, pero desgraciadamente es una frase mí­a, que a mi entender, explica en parte la curiosa trayectoria profesional del delantero argentino.

Habí­ame quedado en 1974 cuando Kempes abandonó "la Gloria" -tal es el mote por el que los sufridos hinchas de Instituto de Córdoba conocen a su equipo- para irse a "los Canallas" de Rosario Central. Se iba a un club de primera, con plaza en la Libertadores (equivalente sudamericano de la copa de Europa) por ser vigente campeón. En fin, no era sólo la cuestión económica, aunque curiosamente Kempes en su biografí­a autorizada, sólo menciona éso.

A estas alturas, definir al veinteañero delantero recién fichado se hace harto difí­cil. Los propios argentinos dicen que no era un nueve, que gustaba de retrasarse y aprovechar su potencia y sus zancadas (mide más de metro ochenta) para traspasar defensas. Me extraña que "olviden" que el nueve que se viene al centro del campo para deshacerse de su marcador o bien atraerle y superarle por velocidad es un invento argentino de los años cuarenta: ahí­ está Di Stéfano, por citar uno conocido en España.

Justamente con Don Alfredo comparte Kempes otra caracterí­stica: más que hablar, farfullan. Este demérito, lo salva la leyenda madridista echándole la tí­pica chulerí­a capitalina, pero Kempes era un chico de pueblo, prueba de éllo es que todos le tienen por buena persona y te señalan que nunca fue expulsado en toda su dilatada carrera como evidencia. Pillad este primer dato que luego nos hara falta.

¿Era pues Kempes un enganche, un mediapunta, un segundo delantero? Yo dirí­a que no, pero en la época esa figura en Argentina el puesto estaba en el candelero: 'el Beto' Alonso, Bochini, Brindisi, Doval, Zanabria e incluso un incipiente D10s Maradona, así­ que no es de extrañar que, incluso a dí­a de hoy, nadie tenga muy claro de que jugaba.

Allá en Central coincidió con otras grandes glorias de la institución, entre las que no se cuenta el entonces arquero suplente Ramón Quiroga (quedáos con su nombre), pero sí­ los zurdos hermanos Killer -buen nombre para un defensa- el mayor de los cuales, el lateral Mario, pasó por el gran Spórting de Gijón de finales de los setenta y el menor, el central Daniel, fue campeón del mundo; Carlos Aimar, futuro entrenador del Logroñés; Aldo Poy; o el menor de los Solari, Eduardo; cuyos tres vástagos varones también se dedicaron al fútbol, el más conocido Hernán, llegó a jugar en los dos grandes madrileños y en el Inter de Milán; la benjamina de Eduardo Solari, Liz, que la usaban de arquerita papá y los tres hermanitos en las prácticas caseras, nos salió así­ de esbelta:



Por seguir con el chismorreo, os diré que la mocita es sobrina del más famoso Jorge "Indio" Solari, que por estas cosas de la vida era una de las estrellas del acérrimo rival de Central, el Newell's Old Boys de Rosario, luego fue entrenador y su única hija, primita de Liz Solari, casó con un futbolista muy conocido, el madridista Fernando Redondo.

Centrémonos. El paso por Rosario Central le trajo al bellvillense reconocimiento personal y poco más. En veintiseí­s meses de estadí­a, los rosarinos no ganaron tí­tulo alguno. Éso si, anoto la friolera de 85 goles en 105 partidos, máximo goleador del club en la actualidad, ganador del galardón de máximo artillero en dos ocasiones (Nacional del 74 y Metropolitano del 76), origen de su apodo "el matador" y causa de que un equipo extranjero se interesara por sus servicios, el Valencia C.F.

Inmensas eran las trabas, la negativa de la afición a perder a su í­dolo, hasta un referéndum convocaron; la reconveción expresa del seleccionador argentino Menotti, que aseguró taxativamente que ningún futbolista que se fuera a jugar al extranjero serí­a convocado para el mundial de Argentina'78. Nada detuvo a Kempes que el 1 de agosto de 1976, con apenas veintidós años y por 600.000 dólares se vino a la ribera del Turia.


A pesar de que en Internet se dice que ésta era la delantera ché,
el oriundo paraguayo Lobo Diarte, Kempes y el neerlandés Rep;
el de la izquierda es el argentino Darí­o Luis Felman, de exitoso paso en Boca Juniors y el propio Valencia.
Johnny Rep es este tipo con pintas de Robert Redford


¿Por qué se fué Kempes al Valencia, pese al interdicto de Menotti (que mira tú por dónde era un chaval surgido en la cantera de Rosario Central)? De nuevo la gloria, esa mala mujer, es la mejor explicación; se fué buscando experiencia internacional. No quiso ser una estrellita local más que luego acudiese un mundial a andar llorando su fracaso por las esquinas. Y la casquivana gloria le fue esquiva a Mario Alberto al otro lado del charco a nivel de equipo: el Valencia no ganó nada en sus dos primeros años; pero, la muy perra, le concedió sus favores a nivel individual: Mario Alberto Kempes se proclamó máximo goleador de la liga española en 1977 y 1978.



Fin de la segunda parte, fin de la segunda parte y ahora viene la tercera que es la más interesante.

De verdad que sí­, no me os aburráis que voy a hablar de la más alta ocasión que vieron los tiempos, el mundial de Argentina 1978.

ENNAS



"... Sabí­a de la represión, de la persecución a compañeros... La desaparición de militantes siempre existió. Lo que desconocí­a de la dictadura ejercida por la Junta Militar era la magnitud y la locura de la represión. Esto lo supe después, cuando se terminó de descubrir todo el desastre ..." César Luis Menotti.
"... El Mundial del '78 sostuvo el régimen, tapó todo ..." Daniel Passarella.
"Ayudamos, porque gracias a que ganamos, ellos siguieron un poquito más en el poder" Daniel Bertoni.
"... Duele saber que fuimos un elemento de distracción para el pueblo mientras se cometí­an atrocidades, fuimos utilizados como propaganda por parte de los militares... Osvaldo Ardiles.
"... Asumo mi responsabilidad individual, era un boludo que no veí­a nada más allá de la pelota. Lamentablemente, uno se acostumbra a todo. En la concentración tení­amos que dejar el auto a cien metros y después nos encontrábamos con dos controles del Ejército que nos palpaban y revisaban los bolsos. A la noche, veí­amos a los centinelas y escuchábamos tiros. Nos usaron para tapar las desapariciones de personas que pensaban distinto. Me siento engañado..." Ricardo Villa.

El 24 de marzo de 1976 los militares arrebataron el poder a la presidenta Marí­a Estela Martí­nez, la viuda de Perón. Ese dí­a la selección estaba de gira en Polonia y la noticia del golpe causó impacto. "Al volver presenté mi renuncia â€"cuenta Menottiâ€" pero los militares no quisieron echarlo ni a Cantilo (NDLR: presidente de la AFA) ni a mi, porque tení­an miedo. Se jugaban mucho con el mundial y no sabí­an cómo manejar el fútbol, porque eso no se arregla con armas. Se lo dejaron a los clubes, que eran quienes sabí­an organizar la Copa. Ellos me apoyaron". France Football, 25º aniversario del mundial 78.

Las certezas acerca de cómo sucedieron las cosas en Polonia llegan hasta ese instante. Se sabe quién fue el portavoz, pero hay distintas versiones respecto de cuándo los jugadores se enteraron de lo ocurrido, y de cómo reaccionó el grupo ante la noticia. Marcelo Trobbiani, volante de aquel equipo, manifestó hace unos años: "Recuerdo que estábamos en el hotel y faltaban tres o cuatro horas para el partido amistoso contra Polonia. (Mario) Kempes nos contó que en la Argentina habí­a un golpe. Enseguida fue el desconcierto general. No podí­amos creer lo que estaba pasando. Analizamos la posibilidad de no jugar pero faltaba muy poco para empezar el partido y ya habí­a gente en la cancha. Después, el Flaco (Menotti) nos reunió y nos pidió que nos tranquilizáramos.
Además de la preocupación por el golpe militar también temí­amos que hubiera sido violento y que corriera sangre (...) El sentimiento fue horrible durante el trayecto en micro y en el vestuario. Después empezó el partido y hasta que terminó nos olvidamos un poco. Recuerdo que ganamos y que jugamos bien, pero no importaba nada. Ni bien el árbitro pitó el final les preguntamos a los periodistas si tení­an alguna novedad y yo pude comunicarme con mi familia".
Uno de los delanteros de aquella Selección, Leopoldo Jacinto Luque, reveló tiempo atrás: "Nos enteramos del golpe recién a la noche, después del partido. Me acuerdo que el Gordo Muñoz nos dio la noticia a la hora de los postres, cuando estábamos todos festejando el triunfo a los gritos.
Ganar dos partidos seguidos en Europa para nosotros era algo totalmente inusual (...) La mayorí­a no estábamos tan metidos en el tema. Yo no soy hipócrita y digo lo que nos pasaba a casi todos ahí­: cuando uno es exitoso y le va bien, no mira mucho para los costados".
Hay una imagen que coincide tanto en el recuerdo de Trobbiani como en el de Luque: el llanto desconsolado de Mario Alberto Kempes, quien serí­a la gran figura del Mundial 1978.
Cuando la pelota se manchó de sangre.


En 1966 la FIFA acordó conceder tres mundiales de una tacada, el de 1974 a Alemania Occidental, el de 1978 a Argentina y el de 1982 a España.

Por aquel entonces Perón ya llevaba once largos años exiliado en Madrid en una elegante finca en Puerta de Hierro que tuvo un curioso destino, y Argentina ya era un baile de sables al son del conocido motto "quí­tate tú que me pongo yo". No digamos que fue el fútbol, pero en ese año subió al poder el General Alejandro Lanusse, que entre la inestabilidad de las camarillas dirigentes surgidas al calor del golpe de estado antiperonista de 1955 y la hiperactividad de los grupos armados pro-peronistas (los más célebres, los montoneros) decidió volver a instaurar una democracia en 1973.

Así­ fué como regresó el veterano caudillo a la Argentina, y colocó a sus secretario personal José López Rega al frente del Ministerio de Bienestar Social con el encargo de organizar el mundial. En el plano polí­tico, pronto los montoneros se dieron cuenta que el mito que volví­a de España se habí­a vuelto digamos, neoliberal, y más peronistas que Perón, decidieron continuar la lucha armada. Desde el Ministerio de Bienestar Social se implementaron medidas sociales tales como crear la Asociación Anticomunista Argentina, la llamada Triple A, dedicada a perpetrar asesinatos, atentados y ejecuciones de izquierdistas. Veo en esto lo mucho que ha cambiado el mundo, hoy en dí­a se hubieran dedicado a perseguir a los maltratadores o hacer campañas por un consumo responsable.

En el plano futbolero, la organización del mundial avanzaba de la mano de una comisión compuesta por el capitán de naví­o Carlos Alberto Lacoste -quedáos con su nombre-, el sindicalista Paulino Niembro, el comisario de policí­a Domingo Tesone y el secretario de las 62 organizacones peronistas Lorenzo Miguel.

Y entonces llegó Junta Militar cuyo primer triunvirato fue formado por los tres altos mandos, el Teniente General Jorge Videla por el Ejército de Tierra, el Almirante Emilio Massera por la Armada y el Brigadier Orlando Agosti por las Fuerzas Aéreas. Nada más llegar al poder decidieron crear un engendro llamado Ente Autárquico Mundial 78 (en adelante EAM'78), al frente del proyecto se colocarí­a el General de tierra Omar Actis, pero el ya Vicealmirante Carlos Lacoste se mantení­a como segundo al mando. El EAM'78 contó desde el principio con una dotación de 70 millones de dólares que se pretendí­an emplear con austeridad, en contra de la opinión de Lacoste.

Nada pudo realizar el general Actis pues fue asesinado en agosto de 1976, en un atentado atribuido a los montoneros, pero que en realidad fue obra de la ESMA (la tristemente célebre Escuela de Mecánica de la Armanda Argentina), deseoso como estaba el almirante Massera de colocar a su subordinado Lacoste al frente del cotarro. Como quiera que Lacoste tení­a relaciones de parentesco familiar con Videla y Galtieri, se le dejó hacer.

Lacoste tiró por la senda del faraonismo, presidente del Banco Hipotecario y Secretario de la Vivienda, hizo una limpia de todas las villas miseria de la capital, realojando a los desahuciados en horrendos monobloques de hormigón en el conurbano. Hizo dimitir a la presidencia de la AFA bloqueándoles las cuentas y puso al frente a su abogado Adolfo Cantilo.

En la propia Buenos Aires remozó el Monumental, donde juegan River Plate -equipo del que era fanático- y la selección y el Amalfitani, estadio del Vélez Sarsfield, el equipo de la gente bien. También reformó el Gigante de Arroyito -dóde juega Rosario Central-, pero no quiso saber nada de los populares estadios de la Boca o Avellaneda.  En su lugar hizó construir estadios en Córdoba (el llamado Olí­mpico por su pista de atletismo), Mar del Plata (el llamado Mundialista) y Mendoza (el rebautizado Malvinas Argentinas). En todos estos proyectos grandiosos se presentaron unas extrañas facturas por semillas de hierba pagadas a precio de uranio enriquecido. No serí­a la primera ni la única cosa rara de su gestión.

Pues se calcula a ojo de buen cubero que el gasto se disparó hasta los 520 millones de dólares, en comparación cuatro años después España empleó en remozar diecisiete estadios en catorce ciudades 120 millones de dólares. Se sabe también que ante las quejas del secretario de Hacienda Juan Alemann(sic) por el desorbitado aumento, desestimadas por Videla, Lacoste amenazó a Alemann con un "luego no se queje si le ponen bombas". Curiosamente la casa de Alemann voló por los aires durante el mundial, por suerte pudo salir ileso. Nunca, lo que se dice nunca salieron a la luz las cuentas de aquel mundial.

Si se sabe que Lacoste fue pasó a ser un alto cargo de la FIFA, a supervisar la organización del mundial de España, a colocar al actual presidente de la AFA Julio Grondona en el cargo y, por fin un poco de justicia, fue encausado por administración fraudulenta como funcionario público en 1984 ante su negativa a explicar a la cámara federal de Buenos Aires como su patrimonio personal habí­a aumentado un 443% entre 1977 y 1979.

A nivel de imagen, un sólo periodista Aldo Proietto fue autorizado a informar de lo que se cocí­a en la EAM’78, se contrató a la empresa de asesoramiento presidencial estadounidense Burston-Masteller y asociados, se inauguró las transmisiones en color a cargo del Canal 7 (la tele pública argentina) y se mantuvo un estricto control sobre la prensa, que colaboró hasta más allá del deber en dar una buena imagen, como muestra esta í­dem:



Sí­ que da de si el tema, sí­. Aún no he empezado a hablar de fútbol y ya he escrito un ladrillazo. Próximamente más.

ENNAS

Por tercera vez en lo que va de año Socrátes Brasileiro ha sido internado en estado grave. Sólo tiene cincuenta y siete años aunque en cualquer foto reciente más parece un anciano de ochenta. Hay que dejar de beber.

Recientemente en el blog de La Redó, le dedicaron un largo y lindo artí­culo a la Democracia Corintiana:

Todo el poder para los jugadores.

Hay que dejar de beber.

Ví­deo brasileño, casi como despidiendo al jugador.

A ver que tal sale de ésta.





Dan


Barry

De aquel Brasil del 82 a mi el que me llamaba mas la atencion era Eder. Yo creo que no se ha vuelto a ver a nadie chutar asi hasta la llegada de Roberto Carlos.