No se trata de que estés obligado a vivir a cualquier país cuyo régimen defiendas. Sino si estarías dispuesto a ello.
Yo si creo (y no se si lo que dice Ignacio va por el mismo sitio) que cualquier hintelektual de hizkierdas, siempre que sea un tipo honesto, no aguanta ni un año viviendo en los regímenes con los que de puertas para afuera simpatiza.
Y dicho sea de paso que Saramago ya se desmarcó del régimen cubano en su momento.
Lo que digo es que es una absurdez de trazo grueso, poner a alguien en la etiquetita de intelectual de izquierdas para luego suponer dónde se tendría que haber ido a vivir.
Cuando se analiza la coherencia entre lo que una persona dice y lo que hace (cuestión espinosa, profunda e incómoda si nos ponemos a ello con honestidad y capacidad de autocrítica), pienso que hay que juzgar a la gente por lo que realmente dice y por lo que realmente hace, no por las etiquetitas que se le ponen y los estereotipos que se asocian a esas etiquetitas. Hay que estar al contenido concreto de lo que se dice. Y cuando se piensa en lo que se hace, tampoco es muy apropiado hacer suposiciones o elucubraciones imaginativas acerca de los motivos que rigen sus decisiones vitales, seguro que blablabla o blababla.
No, es mucho más fácil. Si un sindicato dice que hay que eliminar la contratación temporal y luego tiene un montón de trabajadores temporales, o si un cura dice que hay que mantenerse en castidad y luego se va de putas, ahí si se ve claro y sin gilipolleces ni elucubraciones que hay una contradicción entre lo que se dice y lo que se hace. Lo demás son ganas de juzgar a la gente -cosa que a mí me suele resultar incómoda, creo que generalmente basta con juzgar los actos-, sin elementos de juicio.