Camino del agua

Iniciado por Mon, Marzo 21, 2009, 07:15:56 PM

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Mon

CAMINO DEL AGUA


      Aquellos veinticuatro años habí­an arrinconado su libido contra las cuerdas.  Gloria descubrió que Eduardo, el poeta de la calle, ya no era el mismo, mientras ella hací­a su consabido paseo ritual para conjurar  su último desamor.  Gloria, que habí­a recibido una insinuación galante de Eduardo cuando ella vestí­a de corto sus dieciocho recién estrenados.

      La falda de Gloria se habí­a ido alargando conforme aumentaba su edad, pero ella seguí­a sintiéndose atractiva, después de todo  continuaba usando la misma talla que a los dieciocho, ahora, que ya pasaba dos de los cuarenta.  Y, sobre todo, conservaba el mismo ánimo.   Gloria se sentí­a feliz de vivir en una ciudad que posee un paseo mágico, porque mágicas tení­an que ser Las Ramblas cuando uno se puede sentir turista por el precio de un billete de metro.  Sí­, incluso en sus purificaciones contra el desamor, Gloria se dejaba embobar mirando periquitos y peces de colores; lanzaba guiños a las “esculturas” vivientes por ver si perdí­an su concentración, esa tarde misma habí­a arrancado una media sonrisa a una “estatua de la libertad”; perdí­a la mirada en los puestos de flores eligiendo mentalmente el ramo que le agradarí­a recibir por sorpresa; y seguí­a empeñada en contar los cristales de colores del rótulo de la Boquerí­a y en contar las teselas del mosaico de Miró.   Eduardo ya no  veí­a  aquello, simplemente se habí­a resignado a ser parte de ese paisaje urbano.

       Eduardo se sentí­a cansado, siempre era lo mismo: transeúntes ociosos se detení­an ante su tenderete, leí­an un poco y dejaban sus libros para irse a comprar un ramo en la Rambla de las Flores o unas barritas de sándalo en los puestos de la Rambla de Santa Mónica.  Estaba también cansado de las celebraciones en su tramo, la Rambla de Canaletas, casi lamentaba haber bebido de esa fuente porque quizás de no haberlo hecho ya habrí­a regresado a su Buenos Aires natal en vez de soportar frí­o y calor entre la algarabí­a de festejantes.  Eduardo ya no tení­a equipo ni militancia y aquellas manifestaciones le dejaban una impresión de ridí­culo y vací­o.
     Gloria tampoco habí­a celebrado la última liga, a ella ya no le interesaba el fútbol, ni siquiera habí­a visto las imágenes de los destrozos en los telediarios.   Seguí­a sus propios ritos, ajena a sus conciudadanos.  Eduardo también era ajeno a las celebraciones, pero ya ni siquiera creí­a en rutas propias, se limitaba a caminar los pocos metros desde la calle Hospital hasta la calle Tallers para plantar su puesto con más pena que gloria.   Gloria descubrí­a novedades en sus miradas a lugares antiguos, era miope, pero sostení­a la idea romántica de que su visión borrosa convertí­a el mundo en pinturas propias del pincel de Leonardo.   Eduardo también era miope, pero no habí­a hecho de su deficiencia visual un algo poético, incapaz de ver a lo lejos, su mirada se habí­a vuelto hacia adentro, por eso sólo daba conversación por rutina; cargaba con su cortedad de vista y sus charlas ocasionales con la misma paciencia con la que cargaba con sus paquetes de libros y sus bártulos para apenas vender nada.  Las mágicas ramblas de Gloria no existí­an para Eduardo.

      Hací­a veinticuatro años que las miradas de Gloria y Eduardo no se cruzaban, aunque él no habí­a faltado a su puesto ni en los dí­as de lluvia y ella habí­a perdido la cuenta de los desamores vividos y conjurados en aquel paseo. A Gloria le asustó lo que vio en los ojos de Eduardo: una vida rota en su perderse en sueños no cumplidos, una mirada anciana que ya no respondí­a a la sonrisa de ella, simplemente ni la veí­a aunque posase los ojos en ella.  Se asustó porque Gloria no querí­a marchitarse en una acera por especial que ésta fuese; mecánicamente buscó esas gafas que siempre llevaba en su bolso por si se terciaba ver una pelí­cula subtitulada y se las puso.  Se andarí­a con vista desde ahora, no fuese que también los sueños rotos marchitasen su sensibilidad antes de tiempo.

lunes, 08 de mayo de 2006

Por este churro figuro en Google como escritora barcelonesa, lo único que tiene de bueno es que lo emitieron en Ib-3 justo el dí­a en que enterraron a mi padre y pude dedicarle aquella entrevista, la única que me han hecho, a su memoria.

ENNAS

Salud, Mon.

Que conste que a mi me gustan tus escritos melancólicos, siempre tengo la esperanza de que sean el inicio de una historia más larga y no un esbozo.

Y si es verdad que sales en las primeras búsquedas de Google, me gusta ésta.

Entre vos y Dolordebarriga y su 'Joí­a vanidad' me animásteis a empezar un hilo y lo que es mejor a continuarlo. Os lo agradezco mucho a los dos, figuráis ente mis foreros predilectos, pero yo no soy un escritor de verdad.

Le doy al botón respuesta y empiezo a escribir hasta un cierto momento en el que como dijo Nietzsche 'cualquier tensión, la más mí­nima dureza en el cuello, son motivos suficientes para desautorizar a un autor; cuanto más, la obra que está haciendo'.

Así­ pues pregunto: ¿Escribo durante tres o cuatro horas hasta que me duelan las uñas -y me muera de ganas por encender un cigarrillo- como hasta ahora? ¿Mejor voy escribiendo en Word hasta que tenga una historia digna de ser contada y entonces la publico y corrigo y añado sobre la marcha? Es que he leí­do que das talleres de escritura y he pensado: - "A ver si me sale la consulta gratis".

Es broma, me gusta mucho lo que escribes. No me dejes acá solo, en este subforo abandonado de todos.

Gracias por estar ahí­.

Mon

Ennas, me has sacado los colores y mira que mi piel es cetrina y nunca toma tono sonrosado.  Sobre todo por compararme a Dolorcí­n que está claro que juega en otra liga.

El único consejo que puedo darte es que fumes mientras escribes, hombre de Dios, que el humo es fundamntal para la inspiración.  Los talleres que he impratido sólo son de escritura creativa, el primer contacto con las letras, nunca lo darí­a de relato que ahí­ soy yo la que necesita clases y no tengo tanto morro.

Procuraré no dejarte solo en este subforo, pero hace mucho que no escribo, las tramas de las que tengo borradores  se han vuelto demasiado complejas y me siento falta de recursos para desarrollarlas sin asfixiarlas.  Yo es que me he cansado del tonito melancólico y necesito madurar.

Sobre el abandono de este suforo, habrí­a que hacer algo, Teje propuso organizar un concursito interno, pero la iniciativa no cuajó, habrá que pedirle al cordobés que se ponga a ello.

Dolordebarriga

A mí­ no me molesta que el déjame esté medio abandonado, hay otros lugares donde leer. Eso sí­, como Bic lo ajunte con el foro principal va a saber de verdad lo que es el dolor. Y sí­, amigo Bic, es una amenaza en toda regla.

Y en cuanto a mí­, yo tampoco escribo bien, he tenido 4 o 5 relatos pasables en casi diez años de foros, esto es: puta mierda.


"Yo siempre documento lo que digo"