Crónicas desde la Convención Nacional del Partido Popular

Iniciado por Al Russafi, Marzo 05, 2006, 09:39:47 PM

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Al Russafi

Crónica Primera (copy&paste desde el antiguo foro)

Hola, os escribo desde la convención del Partido Popular, que no sé si estáis siguiendo. Acaba de hablar Luis Marqués, del PSD portugués, que es un buen hombre pero tiene ese caracterí­stico bagaje polí­tico de los aparatchik de la derecha portuguesa (tan dieferentes a los lí­deres fuertes, que como Cavaco o Durao suelen venir de fuera de los cuadros del partidos). Charlando con él te das cuenta de que la derecha portuguesa es muy diferente a la española, pero que se sienten comodí­simos con el discurso del PP en materia de valores. Ha sido interesante comprobar quiénes han venido y quiénes no a la juerga. Los alemanes, por ejemplo, no han enviado a nadie de peso. Y es que la CDU difí­cilmente se encuentra cómoda con gran parte del discurso del PP. El gran valor, el gran apoyo, que empezará a hablar ahora, es Sarkozy. O sea, lo más extremo de la derecha francesa fuera del Frente Nacional. A Sarkozy lo conocí­ hace ya diez años, cuando era un emergente joven valor que seguí­a la estela de Madelin para reformar la derecha francesa. Es muy ambicioso y un tipo que gusta de la demagogia porque descubrió que fuera de los ricachones de Neully tení­a poco que hacer si decí­a la verdad. Es la tí­pica persona en la que, en el fondo, no es recomendable echarse en sus brazos. Me niego siquiera a escucharle.

El akelarre se ha basado, una vez más, en tratar de "rendir justice"
a Aznar. Es una desgracia para el PP. Un año más perdido, dedicado a tratar de curarle las heridas en el orgullo a Aznar. Aunque hay diferencias. Estas convenciones, de hecho, son cada vez más interesantes, y no sólo por su proyección mediática. Más allá de la estética, muy conseguida, incluyendo un moderador-presentador de talk-show con una estética a lo Manu Carreño pero con toques gays, el PP tendrí­a que profundizar en esa ví­a. Por ejemplo, siguiendo con lo de poner a jóvenes y jóvenas tras los oradoras y oradores. Pero, por favor, seleccionándolos mejor. A dí­a de hoy sólo logran conformar en el tópico de cómo son los cachorros populares. ¡Más estética gay y más estética siglo XXI para los del atrezzo! ¡Y que metan uno o dos que no vengan de la clase de religión de refuerzo de alguí­n cole del Opus!

Esta convención se ha montado para cohesionar y engrasar. Y eso ha ido bien. Y va a haber un giro. Entre la mayor parte de responsables regionales ha calado un mensaje: sálvese quien pueda. Es decir, que Aznar va a dar pocos mí­tines en pueblos y provincias en las próximas elecciones. Sólo allí­ donde lo impongan y poco más. La idea es dejarse de homenajes y de rendirle tributo para desagraviarle por la feloní­a de los españoles y tratar de ganar cuantas más alcaldí­as mejor. 
También la gente de la dirección del PP nacional empieza desesperarse. No quieren salir del abrazo del oso, tampoco saben cómo, pero empiezan a darse cuenta de que es urgente transmitir a la población la idea de que no están ahí­ totalmente encadenados. A Aznar se le acercan más militantes de base para hacerse fotos con el móvil que gentes de la dirección.

Me largo a escuchar a Rajoy en el fin de fiesta. Supongo que pretenderá, en plan light, anunciar una nueva era.

...

(cuando tenga un rato voy ampliando)

Dan

Todo sigue igual, vamos.
Una cita para el autobombo.
Y hay que ver qué distintas son estas citas de las de verdad, cuando se quiere plantear algo.

Fiesta

¿Y de eso que se dice ahora de que Aznar no hablo con ETA mas que para decirles que se rindieran no se comento nada? Porque manda cojones la cosa...

javi

Para compensar a Cacho, está el humorista residente del mismo El Confidencial, Federico Quevedo, que se dejarí­a las gafas en casa, porque no me lo explico.

"Acebes y Aznar, protagonistas de una Convención que debí­a dar un salto a la modernidad"

Running is life. Anything before or after is just waiting

Al Russafi

Pues ahí­ va la Crónica Tercera, con origen en el antiguo Areópago, algo ampliada y más pausada.

A.  Sobre la sensación general tras el discurso de Rajoy, en plan fin de fiesta: pues como si acabas de echar un polvo pero, a pesar de eso, te quedas con la impresión de que no lo has acabado, por culpa de lo inadvertido y mecanicista que ha sido la cosa. Que sí­, que se ha acabado, pero más por obligación que por gusto. Se llega el final casi porque toca, pero sin un éxtasis especial ni excesivas ganas. No se recuerda. Y luego llega FJL a la mañana siguiente y te pone a parir. Mari Complejines por aquí­, Maricón Plejines por allá. Eso pasa por no rematar la faena de forma acorde a los preparativos. Si pones velitas aromáticas, invitas a cenar, la música que suena es de vergí¼enza ajena y la luz tenue no vale luego, cuando la cosa se pone caliente, hacer la "espantá".

B. Mar de fondo anti-dirección, todaví­a soterrado. La gente que tiene que tratar de conservar alcaldí­as y comunidades autónomas está un poco mosca, porque no se siente respaldada por la labor del PP a nivel nacional. Menos en Madrid, donde parece que esta estrategia coincide con las necesidades del PP local (yo tampoco lo veo claro, pero sí­ que es común esa impresión), el resto está preocupado y tiene más o menos claro que las elecciones de 2007 se juegan en poder "vender gestión"
salpimentada con algún agravio comparativo en materia de infraestructuras (PHN o AVE a Valencia, por ejemplo, en la Comunidad Valenciana) a ver si cuela. Allí­ donde la base del PP es sólida tampoco es que haya gran preocupación, pero incluso en los más sólidos bastiones no se tienen todas consigo. Me ha sorprendido la moderada prudencia del sector zaplanista respecto de las opciones de Camps de retener la Generalitat. No exenta esta prudencia de cierto deseo soterrado de que la cosa se tuerza del todo, quizás, pero significativa.

C. De la continuidad. El PP parece que opta por seguir con la misma estrategia. O sea, que Rajoy acepta quemar las naves en la lí­nea marcada por la tradición reciente y de aquí­ a 2008 seguiremos con el Aznar y cierra España de leit motiv electoral. En el fondo es una elección no reprochable, dado que una alternativa más pausada y de construcción de otra derecha requerirí­a del colchón de seguridad de saber que, si pierdes en 2008, tienes otra oportunidad. Rajoy sabe que es bastante difí­cil que se la den, de modo que su apuesta actual es menos irracional de lo que pudiera parecer. Además, para una persona con su carácter siempre será un consuelo poder sentir que no ha perdido él, en el fondo, sino que han perdido todos. O Aznar. Otra vez. Lo que ocurre es que una cosa es que eso fuera verdad en 2004 y otra que la máxima responsabilidad respecto a lo que hace el PP ahora y desde hace un par de años es de Rajoy.

Rajoy podrí­a haber optado por sintetizar lo mejor de Acebes y de Zaplana. De hecho, era una buena sí­ntesis de las dos almas dominantes del PP actual, del PP-Zaplana y del PP-Acebes. O podrí­a haberlo sido. El PP-Zaplana es el PP de la gente más maniobrera y poco ideologizada pero también de gente con ganas de cambiar cosas, de acercarse a las necesidades de la sociedad y de replantear la forma de darles respuesta desde la derecha. El PP-Acebes es el clásico PP de nenes bien formados en la mojigaterí­a, muy inmovilistas, muy apegados a la doctrina moral de la Iglesia y a la defensa del status quo económico, que es el que cren que funciona mejor para todos porque a ellos les ha funcionado muy bien, pero es también un PP de buena gente, incluso ingenuamente cándida, con una sincera preocupación por la sociedad, por cómo organizarla para que sea más justa. Pueden gustarte más o menos sus planteamientos, tanto los del PP-Zaplana como los del PP-Acebes, pero es de justicia reconocer algunas cosas. Una sí­ntesis, como la que podrí­a haber sido Rajoy, con la actitud de los Acebes y la flexibilidad y ganas de transformación de los Zaplanas, habrí­a sido una lí­nea muy interesante para el PP. Lamentablemente, se ha optado, al perder las elecciones, por una lí­nea que aúna lo peor de cada casa: estilo barriobajero e inmovilismo a espuertas.

Tanto Acebes como Zaplana, cuando he tenido ocasión (breví­sima) de charlar con ellos han estado correctos. Te preguntan por tus cosas y van a la suya. Son profesionales de la polí­tica. Pero creo sinceramente que Acebes tendrá que acabar desapareciendo del primer plano polí­tico durante, al menos, una temporada. Por él mismo y por su partido. No me ha parecido nunca un mal tipo, ni creo que tenga la más mí­nima responsabilidad en nada de lo que se hizo del 11-M al 14-M. Como Ministro del Interior, suficiente debió de tener con aguantar el tirón como pudo y estar las 24 horas del dí­a despierto y dedicado a recibir miles de llamadas y a reunirse con muchí­sima gente, uno tras otro. Tiempo para conspirar o para desinformar o mentir, el pobre, ni tuvo. Pero da igual. Precisamente por pasar lo que pasó tiene un sentimiento de injusticia que desde el PP es lógico que le intenten compensar, pero no es razonable hacerlo dándole peso en el partido. Necesita distancia y sosiego, pasar a segundo plano. Rajoy harí­a bien en contar en el futuro más con Zaplana que con él. Que Rajoy ponga los ideales y deje a Zaplana encargado de maniobrar y flexibilizar posturas.

D. Cambios respecto del pasado, a partir de lo visto en la convención del PP. Sólo puede señalarse uno: Rajoy se ha comprometido, y así­ acabó su discurso, a no mentir. Es un contraste, eso hay que reconocerlo, respecto a la postura del aznarismo en el 11-M o respecto a la demostración que protagonizó el mismo Aznar dos dí­as antes, cuando se empeñó en convencernos de que no negoció con ETA. Lo que no está claro es si el juramento de Rajoy fue una ruptura voluntaria o un acto fallido. Matar al padre, de todas formas, parece que irá para largo.

Rajoy podrí­a articular una alternativa conservadora en torno a su figura que no tendrí­a, en el peor de los casos, a lo mejor grandes posibilidades de ganar las próximas elecciones pero sí­ dejarí­a al PP muy bien posicionado. Parece definitivo que no lo intentará. Y en lo personal no es una elección irracional, como decí­a antes, dada la noche de los cuchillos largos que se avecina en el PP. De momento, eso sí­, nos ha jurado que será bueno y benéfico y que no mentirá. Algo es algo.

E. ¿Qué Partido Popular? No soy votante ni simpatizante del Partido Popular. Dudo, además, que pueda serlo a corto o medio plazo nunca. Y eso aunque el PP se pareciera más a lo que a mí­ me gustarí­a. No sé si eso me quita legitimidad para reflexionar sobre qué deberí­a hacer el Partido Popular, pero sí­ sé qué tipo de PP preferirí­a yo para mi paí­s (porque creo que serí­a bueno que la derecha española abandonara algunas banderas, tanto cuando gobierna como en la oposición) y qué tipo de PP preferirí­an la mayor parte de mis amigos conservadores:
- Polí­tica antiterrorista. No hay polí­tica antiterrorista de derechas o de izqueirdas. La utilización partidista de estos asuntos de forma desleal y ventajista es sencillamente inaceptable
- Debate territorial. La historia polí­tica de España ha alterado los términos habituales en que se plantea el debate territorial por ahí­. Pero, al margen de esa anomalí­a, me parece perfecto que el PP defienda un modelo territorial diferente al del PSOE. Extremo, incluso. Lo que es inaceptable es que lo haga atacando a una seried e Comunidades Autónomas. En este sentido, por ejemplo, es de saludar el giro que se puede detectar en el discurso de Rajoy, que buscaba convencer a los catalanes de la conveniencia de otro modelo en aras de mayor bienestar común. Habrí­a que desterrar la lí­nea hasta ahora dominante de España vs Cataluña.
- Polí­ticas sociales y de igualdad. Me parece perfecto y absolutamente legí­timo que toda una serie de polí­ticas se traten de orientar desde la derecha de modo diferente. Estarí­a bien que se basara esa diferencia en una lógica de fondo coherente, como podrí­a ser la potenciación de las opciones individuales y la libertad. Darí­a lugar a un interesante debate sobre hacia dónde ha de ir dirigida la intervención pública. También la polí­tica educativa del PP podrí­a perfectamente estar orientada por lí­neas de esta í­ndole y ahí­ sí­ tendrí­amos un verdadero debate de ideas. Lo que no puede ser es tener un PP que todaví­a vive la extensión de derechos sociales y las polí­ticas de igualación, también las educativas, en clave de lucha de los que tienen derecho a todo y los que no.
- Economí­a. Potenciación de la libre creación de riqueza e intervención pública mí­nima, ampliando en lo posible la esfera de libertad de los ciudadanos, ha sido el credo tradicional del liberalismo económico. Estarí­a bien que la adaptación de tan nobles ideas a la realidad actual de limitara a discutir sobre, justamente, cuáles han de ser esos lí­mites de la actuación pública. Yo estoy dispuesto a dejarme convencer en favor de la libertad cuantas veces sea necesario. Pero para eso, y para que socialmente la discusión se plantee en esos términos, también es necesario que desde el PP, desde la derecha económica, se haga una actuación coherente y se eviten las contradicciones interesadas, las excepciones a la regla interesadas, basadas en la perpetuación de ciertos privilegios.

(Por si es necesario el disclaimer, ahí­ va: aquí­ se ha hablado del PP, el hecho de que no se mencione a otras formaciones polí­ticas no significa, ni mucho menos, que sean perfectas)

zruspa

Russafi, ¿alguna nota sobre el hecho de que Rato no estuviera invitado y ni se le mentara?

Al Russafi

Rato no está ni se le espera. Carece del más mí­nimo peso orgánico. Siempre se apoyó en sus amiguetes ricachones, que son gente poco dada al compromiso polí­tico más allá de apoyar al que gane. Y menos amiga todaví­a de arremangarse a jugar dentro del Partido. Con su exilio dorado sólo se acuerdan de él los del PFFR, que siempre lo han tenido como el verdadero candidato que vender como derecha civilizada, por delante de Gallardón. Supongo que cuando Rajoy se pegue la hostia reaparecerá pero dudo que batalle con Zaplana por el poder orgánico, dado que todaví­a le quedará un mandato para agotar esa cojonuda canonjí­a que es el FMI.

Casio

Al Rus, curiosa la buena imagen que tienes del dúo A-Z . 
La imagen que yo tengo, muy personal por supuesto, el de un segundón opusino y el de un carterista venido a más.

Por otro lado la estrategia personal de Rajoy es pusilánime, luego destinada a perder. Un lí­der fuerte se la juega para imponer la estrategia que considera mejor, no contemporiza con la situación a ver si los daños son menos de lo que se 
teme.
Aunque lo más probable es que 
se haya auto-convencido , muchas horas ante el espejo , de que con esta estrategia pueden ganar. 
Veremos



Al Russafi

Está bien el método Manolete aplicado a la polí­tica. Esto se largan, porque les apetece, en hispanidad.com. Por lo visto el PP quiere hacer a Zerolo alcalde de Madrid:

Rajoy quiere que Gallardón se convierta en su número dos, como secretario general del PP
Esperanza repetirí­a en Madrid y Ana Botella aspirarí­a a la Alcaldí­a de la capital

La reciente Convención del Partido Popular no sirvió para renovar ideas, más que nada porque no se ofreció ninguna. Quizás por ello, Mariano Rajoy ha decidido que es el momento de volver a ocupar el proscenio de la actividad polí­tica a costa de inclinarse por alguno de los bandos que libran batalla en el seno del Partido Popular. Él ya no lo tiene claro : ha optado por los centro reformistas, y desechado a los conservadores. Para ser más exactos, ha optado por los “progres” del Partido Popular, aquellos que se definen a sí­ mismos como polí­ticos de “alma laica”, para distinguirse de los democristianos, que nadie está muy seguro de saber quiénes son. Los polí­ticos de alma laica son aquellos que en su momento estuvieron a punto de romper el grupo parlamentario del Partido Popular al apoyar la reforma del Código Civil que introdujo el matrimonio gay en España. Entre ellos se cuentan Gabriel Elorriaga, Celia Villalobos, Soraya Sáenz de Santamarí­a, José Marí­a Lasalle, Eduardo Zaplana, Núñez Feijóo, Josep Piqué o Ana Pastor.

Con ello, Rajoy responde a quienes en su formación temen que la táctica del PSOE, de aislar al PP e incluso hacerle parecer un partido de extrema derecha, tenga éxito. Por ello, la idea de Rajoy es asegurar Madrid, con Esperanza Aguirre que se presentarí­a a la reelección en la comunidad autónoma, en las autonómicas de 2007, y con Ana Botella, esposa de Aznar, de candidata a la alcaldí­a, en sustitución de Alberto Ruiz Gallardón.

¿Y dónde irí­a a parar el alcalde de Madrid? Pues nada menos que a la Secretarí­a General del Partido, en sustitución de íngel Acebes. Sí­, Rajoy quiere a Gallardón, el más “progre” de todo el PP, como número dos del partido. Lógico desde su punto de vista: los madrileños cada vez tienen peor opinión del alcalde de Madrid pero no ocurre así­ en el resto de España (quizás porque no le sufren) donde las encuestas le dan más popularidad que al propio Rajoy e incluso, a veces, más que al propio Presidente del Gobierno.

Eso sí­, Rajoy cometió un gran error: se lo comunicó a Gallardón antes de poder acallar las voces crí­ticas. En estos momentos, Gallardón ya se ha encargado de romper la confidencialidad.