Verde oscuro (extracto)

Iniciado por Carson_, Octubre 08, 2010, 10:53:20 PM

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Szalai

Cita de: Carson_ en Octubre 16, 2010, 08:43:35 PM
Cita de: Szalai en Octubre 16, 2010, 05:51:16 PM
Cita de: Dolordebarriga en Octubre 14, 2010, 07:46:44 PM
Está bien escrito, Carson. Es difí­cil valorarlo más allá de eso porque al ser sólo un pedacito nos das muy poco para poder emitir voto. Pero se lee bonito, a veces, sobre todo los primeros párrafos, un poco confuso, pero después se clarifica. A mí­ me ha gustado, por si te sirve de algo.

+1. Gusta, pero despista empezando por la canción en cursiva porque falta el contexto que vendrá después, con las páginas. Me parece que vas fuerte con los personajes (la presentación, la descripción), si éstos van a ser realmente secundarios y se trata de un relato corto, pero esto es avanzarse. A ver cómo sigue ...

Szalai, en el esbozo  que tengo en mente â€"o batiburrillo mental, como prefieras- pensaba iniciar cada capí­tulo con una frase o anécdota reales, absurdas la mayorí­a, pero que me gustaron. La de la canción me pasó con una crí­a enfurruñada, encerrada en sí­ misma, a la que intentaba cambiarle el estado de malhumor, llevármela a mi terreno por la ví­a emocional, cuando de golpe se me echó a cantar, supongo que por asociación de palabras, lo que me dejó descolocadí­sima. Resultarán incomprensibles, pero qué más da, son preciosas y eso nadie puede discutí­rmelo. Como cuando llevaba de paseo a otra crí­a, una anoxia, ahogo en una piscina â€"los que sois padres, ATENTíSIMOS al agua-, ella en silla de ruedas, con una atrofia muscular bestial, capacidad de comprensión intacta, pero nula expresión verbal. Eso sí­, te abrí­a los ojos como el lenguaje de los abanicos. De paseo le dije: “Qué aburrimiento, eh”. Ella agachó la cabeza en señal de asentimiento. Se me ocurrió soltarle: “¿Rezamos?”.  Y en estas que veo que su cuerpecillo empezó a sacudirse, reí­a a carcajadas, como diciendo: vaya ocurrencia ha tenido la tonta esta.

De momento voy recopilando en un bloc material. Mira que te dije que sobre el “tema” no querí­a leer literatura, ya ves… 

Gracias por tomaros la molestia de contestar, en serio.

(Ahora en plan cotilleo: ¿quién es el de tu avatar?).


Pues ánimo valiente.

El avatar es un fotograma de la pelí­cula “All that jazz”. De ahí­ sale también lo de “It’s showtime, folks”. Nunca antes habí­a tenido avatar. Cuando empecé a postear con más o menos regularidad quise actualizarme el perfil, por aquello de la integración, de ser uno más. Primero vino la frase, que repite Joe Gideon una y otra vez a lo largo de toda la pelí­cula, y luego la foto. Buscaba una de Ben Vereen, pero luego vi ésta y me quedé con ella. Es Eugene Troobnick, un secundario profesional, que en la peli no tiene ni frase (creo recordar que sólo tose). Es el médico de la aseguradora que ausculta al prota en el reconocimiento médico que precede al seguro de vida y ambos están con el cigarrillo en la boca. Me hizo gracia. La peli la he visto muchas veces, unas por gusto (soy fan irracional de Fosse) y otras porque Alsa Enatcar, con los que durante cuatro años hice Barcelona / Madrid ida y vuelta de forma casi semanal, hubo una temporada que parecí­a que no tení­a otra pelí­cula.

Y sí­, atentí­simos al agua que yo tuve un susto con el mí­o mayor (cinco años) en la piscina municipal estando a escasos tres metros. Quiso ir a la piscina donde hacen aquagym, que me cubre hasta el pecho, y allí­ fuimos los dos, él con una plancha de esas que flotan. Total, que durante unos segundos, no más de quince o veinte,  me puse a hacer el muerto y coincidió que se le escapó la plancha. Yo no me di cuenta de nada porque tení­a los oí­dos bajo el agua. Cuando me incorporé el pobre habí­a llegado por sus propios medios a una barra y estaba llorando con desesperación. El socorrista estaba pelando la pava con unas chicas y ni se enteró. No hay que bajar la guardia nunca.


Carson_

#31
Así­ como en el hilo de libros encuentro que hay intervenciones buení­simas, en el de pelis, la cosa flaquea. O sea que All that jazz, nunca lo habrí­a adivinado. Bob Fosse, no te hací­a fan irracional suyo.

Mañana te respondo con más calma. Es tarde.

Carson_

Ejem, lo de responderte “mañana” con más calma lo he retardado un poco. En tu avatar veí­a a un cientí­fico en un congreso internacional que en lugar de un fonendo llevaba puestos unos auriculares para la traducción simultánea. Imagí­nate.

Para ser fan de Bob Fosse no hace falta ser irracional, aunque bien pensando el fan admira a pies juntillas. De su escasa filmografí­a, All that jazz no es de mis favoritas. Supongo que sabrás que la rodó como una especie de testimonio vital, con un Roy Scheider ejerciendo de alter ego. Aunque vivió algunos años más, estaba ya bastante tocado del corazón. En ese sentido me gustó, es decir, en el mensaje final de arriba el telón y que siga el espectáculo. Sin embargo, el retrato que de sí­ mismo hace me rechinó bastante. De él me quedo, cómo no, con Cabaret. También Lenny.

Ah, y que me has recordado a un amigo mí­o, no porque te parezcas a él, pero sí­ por la sorpresa que me dio cuando me confesó que era un entusiasta incondicional de los musicales de Minnelli padre. El tipo es serio a más no poder, trajeado, con voz grave a lo Constantino Romero y aspecto de neurocirujano. Me dio por imaginármelo en su casa emulando pasos de Cyd Charisse en Melodí­as de Broadway.


Szalai

El primer club del libro que fui llevé una biografí­a de Bob Fosse muy detallada y llena de curiosidades (aunque pocas fotos)



La tiene Bic como documentación de una fiesta ambientada en la pelí­cula Cabaret. No sé si al final la han hecho o no. Ten a mano tu vestido más charlestonero, por si acaso.

Sí­ que me gusta Minnelli, aunque no soy un gran conocedor. Las encuentro divertidas.

Yo he sido de la escuela de ‘los hombres duros no bailan’ y eso que me perdí­. Hará seis años comencé a hacer baile de salón con mi mujer partiendo de lo más básico y fue muy divertido. Luego vinieron los niños y se acabó el dancin’. Se nos ha olvidado prácticamente todo. Tenemos que volver.

Yo me llevé una sorpresa parecida a la tuya cuando un buen dí­a en la tele, en una de estas retransmisiones que hace TV3 de competiciones de baile de salón apareció compitiendo el portero de uno de los equipos de fútbol sala en los que jugué al que no le conocí­a ni el gusto ni las dotes. Indagando me he enterado de que ha montado una escuela, pero de nivelazo, de las que preparan a las parejas para competir.

shizuka


Carson_

He dado con una frase propia que me gusta (vale, tanta pintura me tiene atolondrada):

No hay peor intención que la venganza, ni buen libro que se sustraiga de ella.

Carson_

Qué leches, nadie escribe para sí­ mismo.

Sigo muy de uvas a peras con la historia, ¿o era de churras a meninas?

He releí­do la anterior versión y no está tan mal, casi la prefiero. Bueno, ahí­ va parte de la actual, por si queda algún masoca activo.


«El paisaje era de cuento. En las afueras del pueblo, en lo alto del bosque, un edificio enladrillado de rojo chocolate que evocaba el refugio de un misántropo de fin de semana o de una bruja de toda la vida. El entorno mantení­a el idí­lico toque Rousseau: ardillas que ascendí­an rápidas a los robles, silenciosas como el roce del papel de seda. La niebla condensaba las gotas de humedad en la punta de las hojas: de las hojas a la tierra, y a vueltas con lo mismo. Entre la hojarasca roja, las primeras  setas barrigudas; de caqui la madrastra naturaleza. Un espacio donde habitaban gnomos, preciosas criaturas de orejas dobladas, cabezones asimétricos, duendes de cinco kilos con piernas de ruedas, pies de bailarina adosados a un tronco, princesas de rosa plástico.  Erase una vez.

   




        Me llamo Alicia, tengo cincuenta años. A diferencia de compañeras de edad no he sufrido sofocos ni alteraciones de humor, ni me siento menos mujer por dejar de sangrar cinco dí­as al mes. Más feúcha y más vieja sí­. En el espejo del baño, en el reflejo  del ascensor o en los cristales de un escaparate donde me planteo si esa blusa hace Alicia o no, a veces, fugazmente, acude un pensamiento descorazonador, se me ocurre que es la mejor cara de que dispondré, no hoy, sino de ahora en adelante, siempre. Admito que me asusta la decadencia fí­sica, la decrepitud, un cuerpo que en vida ya va cadaverizándose. Te coges a la vida como a la barandilla de un tobogán, con la certeza de que no hay otro pasillo que el descenso. Pretensiones, las justas. La perspectiva de un crucero de ocio donde un neil diamond cualquiera ameniza un catering de copa de gambas con salsa rosa, ni me parece tan lejano, ni motivo de escarnio. Un sí­ntoma fastidioso, el clic en la claví­cula al alzar el brazo, sea para atusarme el cabello o meterme por el cuello un jersey encogido (la lavadora, que no dispone de programa de lavado en frí­o). Me duele al contener a un chaval, o cuando Marieta se prende a él, a mi brazo, como al asidero inseguro de la bañera. La libido ha disminuido; considerando que nunca fui una mujer fogosa, supongo que la menopausia me ha convertido en una persona atemperada. De hecho es lo que busco, serenidad de ánimo. 
   
   ¿O no es lo que buscamos todos? Cuento cuentos o canto con voz impostada  porque la voz calma a criaturas que chillan como si el cerebro los apedreara. (A veces desearí­a zambullirme en el otro, permanecer unos minutos, luego despojarme de cables, de electrodos, como en una peli naif de los 50, y volver a mi consciencia.) O masajeo el cuerpo eléctrico del chaval impelido a la actividad inútil, que se resiste al relajo, como una sabandija sajada en dos. 

   ¿Qué te llevarí­as a una isla desierta? Qué tres deseos le pedirí­as al genio de la lámpara. Si pudieras retroceder, ¿cambarí­as algunas decisiones de tu vida? Nunca pensé en llevarme un libro o un espejo a una isla desierta, siquiera se me ocurrió la idea de traerme a un amigo. Un barco, un barco de regreso a casa. Esta contestación desbarata cualquier atisbo de asociabilidad, aunque, siguiendo el sí­mil acuático, el hábitat natural de cualquiera es su propio charco mental. La soledad es la arenosa. A un hipotético dador de tres deseos, de niña, a riesgo de malgastarlos, pedí­a en el primero que me concediera una infinidad más. No me impulsaba la ambición, más bien lo contrario, la prudencia de saberme enmendadora de un segundo o tercero solicitados con prisas, la insensatez de proveerme de golosinas de por vida. Llego a la pregunta adulta: ¿qué cambiarí­as de tu pasado o presente? Pregunta muy femenina que suele funcionar como animador social en cenas alicaí­das, después del café, cuando se sirven las últimas copas acompañadas de cerebros tendidos al sol. Paula habrí­a deseado tener más hijos. Inmediatamente advierto en su mirada un pesar, el arrepentimiento del suntuoso que teme herir al despojado. Entre los anhelos, la maternidad o extensión de uno mismo, no forma parte de mis anhelos. Una ameba. Da para el estribillo tonto de una canción: soy una ameba, soy una ameba, quién eres tú. He levantado el labio superior por si el llanto irritante se debí­a a un diente de leche del bebé de una amiga. He presenciado la fascinación por meter los dos dedillos en el enchufe más recóndito. He asistido a los progresos en el orinal coronado por una cabeza de tortuga. He respondido un «porque sí­Â» autoritario a la fase de los porqués curiosos. He comprado ropa cara para bautizos y comuniones que no he vuelto a usar, que acabé donando a Caritas, como quien invita a la indigencia a una cena a lo Viridiana. También he escuchado las preocupaciones por el mal estudiante faltón que llega a las tantas los fines de semana y que, tras las pupilas dilatadas, dirige una mirada desafiante a la extraña que le vela en camisón. Después del desahogo, la pregunta de cortesí­a: «Bueno, ¿y tú qué, Alicia?»

   Eso me pregunto, y yo qué.

        La imagen especular en el ascensor. Pulso el -2 que matutinamente me conduce al parking. La luz de la barra fluorescente destaca las ojeras. Llevo el bolso cruzado al pecho y la bolsa de tuppers al hombro, a veces también trajino la bata azul recién lavada y planchada, y unos zuecos cómodos estilo enfermera. Parezco una sherpa, soy una sherpa. Incorporo una novela a la bolsa; una hora libre para el almuerzo en una jornada laboral que consume un tercio de dí­a, de vida… A poco que uno reuniera minutos perdidos le darí­a para un año. Al reloj digital del coche, adelantado expresamente diez minutos para crearme la trampa de que llego tarde al trabajo y que por tanto debo aligerar, mentalmente le resto los diez minutos desde el preciso momento en que me abrocho el cinturón de seguridad y le doy a la llave de contacto, con lo cual ha perdido la finalidad inicial. Absurdo. El mismo procedimiento utilizo para los dos despertadores. Llegados al punto en que el autoengaño es ineficaz, lo lógico serí­a que ajustara todos los relojes, los sincronizara a la hora exacta; sin embargo, temo que la mente acomodaticia, perezosa, en estado de somnolencia, recurra al mecanismo interiorizado durante años de que todaví­a restan diez minutos antes del respingo definitivo de la cama. Una cosa. Habituados al cálculo del tiempo escenificado en forma esférica, a menudo olvidamos que el concepto de  cí­rculo es extremadamente abstracto: empieza y acaba en sí­ mismo. Recuerdo que coloqué un reloj de arena en una repisa para ofrecerles a los chavales un referente visual, una medición temporal tangible. Ramiro me desmontó el invento en un pis pas: al mí­nimo descuido sacudí­a el artilugio transparente, se lo acercaba al oí­do por si emití­a algún sonido, o lo invertí­a, a la espera de que adoptara colores vistosos, lo que me recuerda otra anécdota, cuando en el centro instalaron una especie de ahuyenta insectos en formato achicharrador, un artefacto que todaví­a se cuelga en algunas terrazas de bares o restaurantes al aire libre. Los aparatos, que desprendí­an una luz azul futurista causaron furor: los insectos seguramente huyeron, pero fue un atrapa crí­os. O extasiados o lanza artefactos. Lo que me sugiere que a algunos nos motiva más la  plástica y a otros la ingenierí­a.

        La funcionalidad. Los aprendizajes deben cumplir el objetivo de ser útiles. Lo que olvidan los manuales es que el proceso exige reversibilidad: no hay color entre cargarse un ordenador o una mini cadena, que rebotar contra el suelo una bola didáctica de mentirijilla de la que obtienen una sintoní­a infantil sosa. No es lo mismo tirarle del pelo a la compañera llorona (con la consiguiente movida estimulante y social: ruido, ajetreo, nervios) que arrancarle el cabello  o descabezar a una muñeca. No aporta nada. La excitación que sobreviene al esturreo de cientos de tornillos, ruedecillas, cables y una barriga metálica desparramada, suele provocar respuestas fí­sicas: aleteo de brazos, saltillos eufóricos, o una mirada arrobada, como se representa a los mí­sticos en estado de éxtasis. Los que concentran la atención en los añicos del suelo entrarí­an en la categorí­a de los piagetianos; a los vygotskianos el subidón les viene por el follón montado, llámese Rita o Alicia, o ambas mujeres a la vez con la expresión desencajada. Gritan simultáneamente que se aparten del revoltillo. A veces pienso que son ellos quienes dirigen el cotarro, quienes experimentan con nuestras conductas.

        A Rita, la mujer de la limpieza gallega, no le gustan los crí­os, o para ser más exactos, le dan susto: barre y friega con dos ojos pegados a la nuca. «Los viejos son otra cosa», dice arrastrando las esses con un acento gracioso que impide que me tome en serio sus angustias. No se retira mecánicamente un mechón de flequillo con el revés de la mano como en las pelí­culas los actores representan la explotación obrera. El expresionismo a lo Griffith, sobreviene sólo cuando Kenneth, que le tiene el pulso tomado, le vací­a al menor descuido el cubo de agua. 

   Tampoco yo soy una obrera al uso. A las nueve de la mañana ya no ficho a través de una tarjeta de cartón, ahora presiono el í­ndice derecho, previamente digitalizado, en un cuadrado de más o menos  3x3 centí­metros. No me disgusta, quiero decir que de un modo u otro el control es necesario. Ahora bien, me divierte que la modernidad flojee en pequeñí­simos guiños a nuestra cultura reciente del cántaro: la noche anterior pegué una taza artesanal con Loctite, el fichero no identificó el í­ndice plastificado.»



Amazonia


Querida Carson, despues de leerte no he podido evitar mi registro (si, existen otras causas, pero no vienen a cuento, aparte de la excepcion de que voy a Barcelona proximamente y me encantaria invitaros a ti y a Jaume a tomar un cafe).

No, nadie escribe para si mismo, uno escribe esperando...llegar al mayor numero de seres humanos, aunque mientras te leo, tus pretensiones parecen que seas las contrarias o que esperes que un mundo subnormal se sienta tentado a coger un diccionario para descifrar tu extenso vocabulario y se zambulla en tu mar de cultura. A mi, como escribes me parece perfecto, pero no del todo cercano. Claro, que tu ya sabes como soy (si, si, yo formo parte de los millones de subnormales que pueblan el planeta tierra).


Ya nada es tan idilico, no importa si el lugar de trabajo de Alicia es un terreno protegido, un bosque encantado por el que cruza un rio de aguas plateadas, en realidad describes una perfeccion que hoy dia no es ni real ni apreciada, por mucho que asi sea, suena a paisaje de cuento de hadas, y creo que eso, no es demasiado contemporaneo y yo creo, que deberias incluir alguna imperfeccion, como por ejemplo una bolsa sucia del mercadona cerca del roble podrido. En Gerona hay ardillas¿?¿.

Si hablas de gnomos, le das a tu escrito un aire puritano que puede derivar en infantilismo, yo los hubiera descrito como errores de Dios, y aunque a ti pueda parecerte la descripcion repugnante de un ser cruel, yo...no lo veo asi ni mi descripcion pretende hacer daño alguno, en realidad son errores, aunque no son los unicos errores que Dios ha cometido respecto a los seres humanos, en realidad...creo que Dios nunca ha dado pie con bola.

No quiero decirlo, pero mis pensamientos inevitables van por su cuenta, claro, ellos brotan, se hacen visibles, no les importa una mierda lo que me pase porque soy yo y no ellos los que pagan las consecuencias, asi que por mucho que intente luchar contra su visibilidad, es imposible, asi que ahi van:

A estas alturas, creo que todos piensan que mucha parte de tu escrito es autobiografico, y aun conociendote mas profundamente que los demas Areopagistas, me sorprendo de ese auto retrato.

Hablas de tu falta de menstruacion como si se tratara de algo negativo mientras dejas caer a la vez, que no te importa, y que el lector traduciria como que te importa mas de lo que quisieras confesar. Es una pena que no le encuentres el lado positivo a tu decadencia, a la iberacion que tiene que suponer, no vivir, dominada por unas hormonas que hacen que un caracter encantador, quede anulado y sea sustituido por una mala leche continua, una rabia...que produce una combustion expontanea de la amabilidad que se le supone de serie a toda femina, y te dota de una crueldad que fluye facilmente dirigida por una marea roja que no se termina.

No valoras la libertad que te da la escasez de necesidades, cualquiera con dos dedos de frente preferiria no necesitar, ni siquiera de la necesidad del un placer que para que engañarnos...requiere de mucho esfuerzo para tan escasos segundos de recompensa, un fogonazo, un flas de placer que una misma puede proporcionarse sin tantos preliminares y que resulta sin lugar a dudas, mucho mas placentero. Que bien poder vivir al imite de la necesidad de comer, o dormir, sin la necersidad de relacionarse o morirse en brazos de otro, de sentirte un especimen completo y sentarse a esperar el final sin mas.

Claro, por supuesto que estoy mintiendo o falseando la verdad, en realidad la necesidad de necesitar es la que nos hace felices, asi que imagino...que a mayor edad mas jodida estas.

Yo cambiaria casi todo mi pasado, no porque no tenga un pasado normal, pero no estyoy satisfecha con mis equivocaciones de las que no he aprendido nada, ni con mis aciertos, que parecen pasar inadvertidos para el resto de los mortales. Con mis errores no pasa lo mismo, asi que presupongo que mis errores siempre han sido mas sobresalientes que mis aciertos. Eso les pasara a todos.



Continuare mas tarde, o quizas mañana. Intento sin exito engancharme a esa serie con tan buena critica: El tiempo entre costuras. Mi intento de enganche tiene que ver mas con la siciabilizacion en el entorno mas cercano, que con un interes real, de momento la serie me parece un truño, pero quizas, si me sacrifico un poco terminare enganchada.


PD: seguramente tendre que modificar esta respuesta que estara plagada de errores por el apresuramiento, pero ahora no.

Amazonia


Pensaba corregir los errores, pero al volver a leerme y desde la distancia que te proporcionan una hora u hora y media, yo solo he podido llegar a una conclusion logica sobre esta forera que te contesta y que soy yo misma: Chica...tu estas fumada, o sea, yo lo estoy. Se pueden decir mas gilipolleces en tan corto espacio de tiempo?¿, si, se puede, solo tienes que leer a karraspito (hay, si, me rio sola, definitivamente mis hormonas ahora mismo me dominan, los estrogenos son mayoria y..., vale, mañana sera otro dia).

Hola Che

Amazonia

Cita de: CHE en Noviembre 19, 2013, 10:52:19 AM
Hola, amasuan. Welcome back. Pórtate bien y no la vuelvas a liar, eh?
Creo que estoy mejorando, la ultima vez que estuve aqui, no me expulsaron.
Sobre si me porto bien o mal, no depende de mi.

Carson_

Amazonia, qué, ¿tú también de vuelta al redil?

Mujer, si lo colgué no fue para que nadie hiciera un examen exhaustivo â€"“fumado” o noâ€", simplemente voy perdiendo pudor. Este tipo de textos, en un foro, resultan aburridí­simos, lo sé. Y más si lo que cuentas importa un carajo (a mí­ sí­ me interesa, claro, me da juego para interpretar el imaginario de los cuentos clásicos).

Si consideras que hay un extenso vocabulario, malo. ¿Errores de Dios?, qué chorrada es ésa.

Avisa si vienes a Barna. Hoy tengo la espalda jodida. 

Amazonia

Cita de: Carson_ en Noviembre 19, 2013, 08:23:52 PM
Amazonia, qué, ¿tú también de vuelta al redil?

Mujer, si lo colgué no fue para que nadie hiciera un examen exhaustivo â€"“fumado” o noâ€", simplemente voy perdiendo pudor. Este tipo de textos, en un foro, resultan aburridí­simos, lo sé. Y más si lo que cuentas importa un carajo (a mí­ sí­ me interesa, claro, me da juego para interpretar el imaginario de los cuentos clásicos).

Si consideras que hay un extenso vocabulario, malo. ¿Errores de Dios?, qué chorrada es ésa.

Avisa si vienes a Barna. Hoy tengo la espalda jodida. 


El aburrimiento Carson, que es muy malo.

No se si resultan aburridos, yo los leo y esta historia me gusta (una pena que se te este eternizando). Creo....que buscas una perfeccion que a poco que te descuides terminara resultando fria, te entiendo, tu haces las cosas bien, yo soy mas impulsiva y me cuesta creer que puedas tirarte un monton de tiempo contestando, pensando cada palabra. Escribes muy bien (y si lo digo es porque asi me lo parece), pero....a veces creo que le das una importancia mayuscula a las cosas, imagino que eres detallista.

Perder el pudor esta bien, para mi es facil perderlo, yo no pienso casi nunca en la montaña de mortales que existen mejor que yo, pienso en la otra montaña que son aun mas zoquetes que yo, eso me deja un punto comparativo bastante aceptable.

Si voy a Barcelona, creo que para el puente, sobre el dia 3 llego y me vuelvo el 8, lo de vernos no se, tengo comprometidos viernes, sabado y el domingo vuelvo pronto, e imagino que los demas dias trabajas, ademas, para ti es un palizon bajar a barcelona, pero si pudiera ser yo estaria encantada, hace un monton de tiempo que no nos vemos, me gustaria que pudieras observar que ya soy una mujer, mas tranquila, mas sosegada, mas....vamos, yo espero haber mejorado.

poshol na

Cita de: Amazonia en Noviembre 20, 2013, 11:22:56 PM
me gustaria que pudieras observar que ya soy una mujer
¡Amazonia, como Bea de Verano Azul, ya es mujer!

Sergiostropovich

Cita de: Amazonia en Noviembre 18, 2013, 10:49:58 PM
Querida Carson...

Coño, Cruasán, qué nivel. Pues que te lo he entendido todo y además no me parece nada disparatado, eh. Joder, que ahora vas de tí­a seria o qué.

Carson_

Amazonia y yo parecemos un tándem imposible. Sin embargo funciona. Ella es la  multicolor, la gamberra, la atrevida, con quien todos se atreven; yo la blanca, la sosa, la estirada. A veces me sitúa, cuando la punta de los zapatos apenas rozan el suelo y empiezo a levitar.

Suele bajarme de la lámpara del techo.