Hilo sesudo de economí­a polí­tica, anarquismo y empresarios hijosdeputa

Iniciado por Lacenaire, Octubre 27, 2010, 11:30:15 AM

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yo

Noticias que no leeras en una página dedicada a la energí­a, si esa página es del tipo agorero:

Nuevos máximos de producción eólica instantánea, horaria y diaria


La producción eólica alcanzó en el dí­a de ayer 14.962 megavatios (MW), a las 14.46 horas, un 13,5% más que el anterior récord alcanzado el dí­a anterior, 8 de noviembre, con 13.177 MW a las 13.29 horas.

Asimismo, en la jornada de ayer se consiguió un nuevo máximo de producción horaria, con 14.752 MWh entre las 14 y 15 horas. Este nuevo récord supone un incremento del 13,5% respecto al máximo también conseguido el dí­a anterior, 8 de noviembre, con 12.995 MWh, entre las 13 y 14 horas. También se alcanzó ayer el máximo de energí­a eólica diaria, llegando a los 315.258 MWh, un 13,2% superior al récord anterior de 278.507 MWh, registrado el pasado 4 de mayo.

Ayer, a las 14.46 horas, momento de máxima producción eólica, y para integrar en la red toda la energí­a eólica generada, se exportaron 1.498 MW y se activó el consumo de bombeo, absorbiendo este sistema 1.951 MW. Estos datos manifiestan la importancia de contar con interconexiones internacionales robustas y de ampliar la capacidad de centrales de bombeo, que colaboren en la integración segura de la energí­a eólica.

Entre las 3.39 y 5.41 de la madrugada del martes, 9 de noviembre, horas de menor demanda, el Centro de Control de Energí­as Renovables (Cecre) tuvo que emitir órdenes de reducción de generación eólica, medida adoptada para garantizar la seguridad del sistema.






problemaS

Cita de: Baku en Noviembre 10, 2010, 01:06:24 PM
Cita de: Mode problemaS en Noviembre 10, 2010, 12:11:17 PM
Cita de: Baku en Noviembre 10, 2010, 11:31:16 AM
Cita de: Mode problemaS en Noviembre 10, 2010, 11:13:45 AM
Cita de: Baku en Noviembre 10, 2010, 10:05:16 AM
Bueno, todos esos eruditos decí­an en los 70 que a estas alturas del XXI í­bamos a tener que tirar todos de bici.  Y aquí­ estamos, con más coches que nunca.

Quién dijo qué?



Pues no lo recuerdo exáctamente, era aun muy pequeño en aquellas fechas, pero sí­ recuerdo claramente que se hablaba constantemente del fin del petroleo para unas fechas tal que estas.


Igual lo decí­a la prensa deportiva, o Jesulí­n. Me jode sobremanera lo desinformada que está la peña en un tema tan importante como este.

Yo estoy hablando de lo que se comentaba hace  30 años o más,  y que que no recuerde exactamente quien lo decí­a ni las fuentes, pero sí­ que era un tema recurrente en lo medios de información, no invalida que eso era así­.

Tú estarás muy informado, pero solo cuentas la parte que conviene a tus teorí­as. Por cierto ¿cuántas veces ha acertado y cuántas ha fallado vuestra famosa curva?
A ver si va a ser que esas predicciones son una puta mierda.

Lo que comentas de hace 30 años es demasiado vago para que lo conteste, no sé que decirte, la verdad.

La "famosa curva" no es mí­a, ni la he inventado yo, ni la venero ni la tengo en un pedestal, es conocida porque fue el primer geólogo que hizo de cientí­fico y no de esbirro de la compañí­a que le pagaba (Shell), y tuvo los cojones de decir lo que nadie querí­a decir: que todo lo que sube, baja, y que el petróleo no es una excepción. Yo no tengo la culpa de que lo que dijese fuese una obviedad, pero es precisamente la obstinación de los que no creen en las obviedades lo que hace que aún se hable del Sr. Hubbert y su famosa curva.

Cada asociación nacional de ASPO tiene sus propias polí­ticas dentro de sus posibilidades, aunque todos nos adherimos a un charter mí­nimo, que es el siguiente:

   1. Define and evaluate the world's endowment of oil and gas;
   2. Model depletion, taking due account of demand, economics, technology and politics;
   3. Raise awareness of the serious consequences for Mankind.

Cada uno elige cómo hacerlo. Nosotros no utilizamos la curva Hubbert, porque no es muy buena para las predicciones si no se tienen en cuenta otros factores más allá de los geológicos, sino que preferimos un estudio del balance entre capacidad de producción y posible demanda. Es lo que ha hecho la AIE desde 2008 y otras organizaciones. De hecho desde hace dos años casi no publicamos nada de lo que hace ASPO (Campbell está retirado y los únicos que hacen algo son los suecos de Uppsala, que tienen el control de la organización ahora) y preferimos citar a las organizaciones oficiales, que son las que se están acercando finalmente a nuestro discurso.
No vemos las cosas como son, sino como somos.

ENNAS

"...whose main tenet is that imposing suffering on other people is how you show leadership in tough times."

Así­, con esta descorazonadora sentencia del Nobel de economí­a Paul Krugman en un artí­culo de opinión en el New York Times (¿mal? traducido acá por El Paí­s), empiezo a hablaros de las coincidencias que hubo entre la Gran Depresion (actualmente conocida como la Larga Depresión o Depresión de 1873) y nuestras actuales circunstancias.

Según el historiador especializado en finales del XIX Scott Reynolds Nelson en ambos casos se ha dado una burbuja hipotecaria y crediticia que empezó, en 1873, con el colapso de la Bolsa de Viena, capital del Imperio Austrohúngaro y de rebote afectó a los bancos británicos y los valores colocados en Wall Street.

Tal fue la debacle, que la bolsa neoyorquina cerró sus puertas durante veinte dí­as. Cien mil bancos y empresas estadounidenses quebraron y se sabe que en New York en ese invierno uno de cada cuatro trabajadores se quedó sin empleo. Todo eso en medio de un clima de corrupción galopante del gobierno presidido por el legendario ex-general nordista Ulysses Samuel Unconditional Surrender Grant.

Pero esta situación que llevó a los trabajadores norteamericanos a ver menguados sus salarios en un cuarto o incluso reducidos a la mitad, no devino en una disminución de la producción sino al contrario, en un aumento de la productividad y las exportaciones.

En efecto, al igual que en nuestros dí­as las potencias europeas se vieron asoladas por las copiosas importaciones de un paí­s oriental con mano de obra baratí­sisma, solo que hace 130 años, esa nueva potencia oriental no era China, sino los EE. UU. De una parte éllo produjo el fin del dominio británico y la pujanza francesa, pues las importaciones de queroseno estadounidense para iluminación (quinques, farolas, cocinas de combustible oleaginoso) minaron el mercado de las velas, el aceite de ballena o él de colza).

En zonas más atrasadas, Rusia y su recientemente emancipada servidumbre, las importaciones de trigo nortamericano llevaron al campesinado ruso a un estado de postración lastimosa que los vacunó para siempre contra la bienintecionada burguesí­a liberal; que no habí­a hecho mal alguno con sus reformas, pero se encontró con la brutal caí­da de los precios y se llevó las culpas tanto de la vieja aristocracia rural, como de los depauperados trabajadores rusos que trocaron los zemtsvos en cooperativas autogestionadas de democracia directa, los célebres soviet.

No obstante, EE. UU. no era China y esto se tradujo en la primera huelga general en 1877, surgida a partir del baqueteado sector ferroviario (quiebra fraudulenta de la Union Pacific) que habí­a iniciado una huelga por ver sus salarios recortados dos veces en un año. Hubo disturbios y fue tan brutal la represión que todos los trabajadores estadounidenses, conmocionados, se lanzaron a la huelga general.

Eran los albores de la Segunda Revolución Industrial. El petróleo sustituyó al carbón, la electricidad al vapor. Pero fue un parto doloroso. Con amarga ironí­a el escritor Mark Twain la definió como "Edad Dorada" -no "Golden Age", ojo, sino "Guilded Age" del verbo to guild: dorar un objeto para hacerlo pasar por oro-. El desempleo fue crónico, la explotación laboral horripilante, surgieron los célebres 'barones ladrones' que monopolizaban un sector de la producción.

El más legendario de esos empresarios que se enriquecieron hasta lo indecible en medio de la crisis, la depauperación y el paro, fue John D. Rockefeller, propietario de la Standard Oil que tení­a la exclusiva de la explotación y distribución petrolifera. Una minucia cuando solo proporcionaban aceite para las lámparas en forma de queroseno. Pero la Segunda Revolución Industrial tajo una caida de los bienes de equipo y los ferrocarriles en favor de los bienes de consumo y los automóviles. Cuando los barcos trocaron el carbón por el gasóleo se cerró el cí­rculo.

Las leyes anti-trust se crearon principalmente para obligar a Rockefeller a fragmentar su compañí­a, que ahora proporcionaba queroseno, fuel, gasóleo, gasolina y plásticos. Cosa que hizo en las no menos conocidas siete grandes petrolí­feras (Mobil, Gulf, Texaco, Exxon, Chevron, Shell y BP).

En el plano polí­tico los liberales fueron barridos para siempre. Las sociedades se radicalizaron: al mando, patronos conservadores que a la vieja polí­tica liberal del palo y la zanahoria, decidieron quitarle la zanahoria y dejar solamente el palo, "...whose main tenet is that imposing suffering on other people is how you show leadership in tough times"; al otro lado -y esta si que es una gran diferencia con respecto a nuestros dí­as- una clase trabajadora cada vez más concienciada y revolucionaria.

Como el que manda, manda, la Segunda Revolución Industrial trajo consigo un Nuevo Imperialismo, brutal y terrateniente. En una auténtica huida hacia ninguna parte, se procedió al Saqueo de ífrica por las potencias europeas que hasta entonces solo se ubicaban en factorias costeras. El Imperio Británico decidió que ya no le valí­a negociar con los dirigentes hindí­s y sus métodos pre-industriales y se lanzó a la explotación directa del subcontinente indio; trocó el "Britannia rules the waves" por un Britannia rules the world.

Ni siquiera el Nuevo Mundo se libró de este expansionismo militar, que buscaba nuevos mercados a cañonazos. Bajo el mandato de U.S. Grant, EE.UU. sopesó muy seriamente invadir La Española, islita repartida entre la República Dominicana y Haiti, para recolocar a sus afroamericanos, finalmente, exigieron en trozo de la tarta africana: Liberia.

Más grave fue el incidente del "Virginius" en pleno octubre de 1873, un carguero estadounidense repleto de armas para los insurgentes cubanos fue interceptado por la Marina Española y sus cincuenta y tres tripulantes fusilados, incluidos los ocho miembros estadounidenses de la oficialidad. Acuciados por la crisis y la corrupción, muchos miembros del Gobierno estadounidense llamaron a la guerra contra España. La Primera República se deshizo en excusas, devolvió el mercante y se comprometió a idemnizar economicamente a las familias de los ocho norteamericanos ejecutados. Su escasa credibilidad se fue a pique y apenas un año después llegó la Primera Restauración.

Pese a que de un modo oficial los historiadores situan la la Larga Depresión en los sesenta y cinco meses que van de octubre de 1873 a marzo de 1879, la verdad es que empezó antes (he hablado del pánico de la Bolsa de Viena en mayo de 1873 y la quiebra de Union Pacific en 1869) y se prolongó hasta mucho después. Un nuevo batacazo norteamericano en 1893, llevó al presidente McKinley a intentar ganar popularidad mediante la búsqueda de un espantajo extranjero: Rusia España es culpable.

Para saber mas:

http://en.wikipedia.org/wiki/Long_Depression
http://www.mybudget360.com/finance-investing-the-long-depression-of-1873-parallels-and-comparisons-are-we-missing-economic-information-from-an-important-piece-of-american-financial-history/


yo

Muy interesante todo lo que cuentas. Y en 1873 habí­a patrón oro, bueno y en 1929 también. Y hubo 'corridas' bancarias que de nada sirvieron mas que empeorar las cosas. El artí­culo de Krugman creo que merece mucho la pena y lo voy a copiar: hagamos algo para que haya inflación de una vez y no limitemos el gasto de los estados.

La tercera depresión.


"PAUL KRUGMAN 04/07/2010

Las recesiones son habituales; las depresiones son raras. Que yo sepa, solo ha habido dos épocas de la historia de la economí­a que en su dí­a se describieron de forma generalizada como depresiones: los años de deflación e inestabilidad que llegaron tras El Pánico de 1873 y los años de paro masivo que siguieron a la crisis financiera de 1929-1931.

Ni la Larga Depresión del siglo XIX ni la Gran Depresión del XX fueron épocas de declive ininterrumpido sino que, por el contrario, en ambas hubo periodos en los que creció la economí­a. Pero estos episodios de mejorí­a nunca bastaban para compensar el daño causado por la crisis inicial, e iban seguidos de recaí­das.

Me temo que ahora estamos en las fases iniciales de una tercera depresión. Es probable que esta acabe pareciéndose más a la Larga Depresión que a la mucho más grave Gran Depresión. Pero el coste -para la economí­a mundial y, sobre todo, para los millones de vidas arruinadas por la falta de puestos de trabajo- será inmenso de todos modos.

Y esta tercera depresión será, por encima de todo, un fracaso polí­tico. En todo el mundo -hace muy poco en la profundamente desalentadora reunión del G-20 del fin de semana pasado- los Gobiernos están obsesionados con la inflación, cuando la verdadera amenaza es la deflación, e insisten en la necesidad de apretarse el cinturón cuando el problema real es el gasto insuficiente.

En 2008 y 2009 daba la impresión de que a lo mejor habí­amos aprendido de la historia. A diferencia de sus predecesores, que subieron los tipos de interés para afrontar la crisis financiera, los actuales dirigentes de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo han recortado drásticamente los tipos e intervenido para apoyar los mercados del crédito. A diferencia de los Gobiernos del pasado, que trataron de equilibrar los presupuestos ante una economí­a que se hundí­a, los Gobiernos actuales han permitido que los déficits aumenten. Y unas polí­ticas mejores han ayudado al mundo a evitar una debacle absoluta: se puede afirmar que la recesión que trajo la crisis financiera terminó el verano pasado.

Pero los historiadores futuros nos dirán que esto no era el fin de la tercera depresión, del mismo modo que la recuperación comercial que se inició en 1933 no fue el fin de la Gran Depresión. Después de todo, el paro -especialmente el paro de larga duración- sigue a unos niveles que se habrí­an considerado catastróficos no hace mucho, y no hay indicios de que vaya a bajar rápidamente. Y tanto EE UU como Europa van claramente encaminados hacia unas trampas deflacionistas similares a la de Japón.

Ante este sombrí­o panorama, uno esperarí­a que los responsables polí­ticos se dieran cuenta de que todaví­a no han hecho lo suficiente para propiciar una recuperación. Pero no: durante los últimos meses ha habido un asombroso resurgimiento de la ortodoxia del dinero contante y sonante y los presupuestos equilibrados.

En lo que se refiere a la retórica, el regreso de la religión de los viejos tiempos resulta más evidente en Europa, donde las autoridades parecen estar extrayendo sus argumentos de la colección de discursos de Herbert Hoover, hasta llegar a afirmar que subir los impuestos y recortar el gasto realmente harán crecer la economí­a al mejorar la confianza empresarial. A efectos prácticos, sin embargo, a EE UU no le va mucho mejor. La Reserva Federal parece ser consciente de los peligros deflacionistas, pero lo que propone hacer al respecto es, bueno, nada. La Administración de Obama comprende los riesgos de una austeridad fiscal prematura, pero como los republicanos y los demócratas conservadores del Congreso no van a autorizar ayudas adicionales para los Gobiernos estatales, esa austeridad se está imponiendo de todos modos, en forma de recortes presupuestarios a escala estatal y local.

¿A qué se debe este giro polí­tico equivocado? Para justificar sus acciones, los partidarios de la lí­nea dura suelen mencionar los problemas a los que se enfrentan Grecia y otros paí­ses de la periferia europea. Y es verdad que quienes invierten en bonos se han vuelto contra los Gobiernos con déficits inmanejables. Pero no hay pruebas de que, ante una economí­a deprimida, la austeridad fiscal a corto plazo vaya a tranquilizar a los inversores. Por el contrario, Grecia ha acordado un durí­simo plan de austeridad, para luego encontrarse con que sus diferenciales de riesgo crecen todaví­a más; Irlanda ha impuesto unos recortes radicales al gasto público, y después los mercados han actuado como si su riesgo fuese mayor que el de España, que se ha mostrado mucho más reacia a tragar la medicina de los partidarios de la lí­nea dura.

Es casi como si los mercados financieros comprendiesen lo que los responsables polí­ticos parecen no entender: que aunque la responsabilidad fiscal a largo plazo es importante, recortar drásticamente el gasto en mitad de una depresión, lo cual empeora esa depresión y allana el camino hacia la deflación, es realmente autodestructivo.

Así­ que no creo que la cuestión sea realmente Grecia, y ni siquiera cualquier valoración realista del equilibrio entre déficit y empleo. En lugar de eso, es el triunfo de una ortodoxia que tiene poco que ver con el análisis racional, y cuyo principal dogma es que imponer sufrimiento a otras personas es el modo de demostrar liderazgo en épocas difí­ciles.

¿Y quién pagará el precio de esta victoria de la ortodoxia? La respuesta es decenas de millones de trabajadores desempleados, muchos de los cuales seguirán en paro durante años, y algunos de los cuales no volverán a trabajar nunca más.

Paul Krugman es profesor de Economí­a en Princeton y premio Nobel de Economí­a 2008. © 2010 New York Times News Service. Traducción de News Clips."

Baku

Krugman no tiene ni puta idea, aun no se ha enterado de que Rajoy tiene una varita mágica, menudo gilipollas.
It's very difficult todo esto.

Bestiajez

Vuelvo a sacar por tanto el tema de la inflación.

¿Serí­a buena en general para todo el mundo, especialmente los hipotecaditos, pero muy mala para los que están forrados?

yo

Que buena idea Gonzo, haz la misma pregunta y haber si ahora surge la respuesta que quieres oir.

Si no lo consigues puedes tratar una vez mas y sino otra.

La inflación es mala para el que compra y es buena para el que vende. Es mala para el que no tiene y es buena para el que tiene. Todo el mundo tiene dedos metido en mas de un pastel: compra algo y vende algo, tiene algo y necesita algo, de manera que para unas cosas le viene bien la inflación para otras le viene fatal. Los hipotecaditos están comprando un crédito, por un lado, y por el otro son "dueños" de un tí­tulo de propiedad a un precio del pasado, eso que tienen. Para una cosa les viene mal la inflación para la otra les viene bien. Los alquiladitos están comprando el uso de un piso, la inflación les viene fatal, no tienen nada en propiedad, nada hay que se pueda revalorizar.

La inflación hace que la gente quiera cambiar el dinero por cosas, antes de que estas suban de precio. El dinero pierde valor/atractivo y las cosas lo ganan. Esto hace que aumente la producción de cosas, lo cual crea trabajo, eso es bueno. La deflación por el contrario hace que el dinero sea mas atractivo porque las cosas valdrán menos en el futuro, la gente no gasta, no hace falta producir aumenta el paro.

Bestiajez

Cita de: Felipillo en Noviembre 22, 2010, 12:26:58 AM
La inflación hace que la gente quiera cambiar el dinero por cosas, antes de que estas suban de precio. El dinero pierde valor/atractivo y las cosas lo ganan. Esto hace que aumente la producción de cosas, lo cual crea trabajo, eso es bueno. La deflación por el contrario hace que el dinero sea mas atractivo porque las cosas valdrán menos en el futuro, la gente no gasta, no hace falta producir aumenta el paro.

Cita de: Bestiajez en Noviembre 22, 2010, 12:14:55 AM
Vuelvo a sacar por tanto el tema de la inflación.

¿Serí­a buena en general para todo el mundo, especialmente los hipotecaditos, pero muy mala para los que están forrados?

SI. Es buena.




yo


Bestiajez


yo

He usado el mismo texto para defender lo mismo.

Lo que puedes tú hacer es darte por satisfecho un dí­a y el otro querer oir lo contrario.

Bestiajez

Cita de: Felipillo en Noviembre 22, 2010, 12:42:26 AM
He usado el mismo texto para defender lo mismo.

Lo que puedes tú hacer es darte por satisfecho un dí­a y el otro querer oir lo contrario.

Hace dos minutos

Cita de: Felipillo en Noviembre 22, 2010, 12:26:58 AM
Que buena idea Gonzo, haz la misma pregunta y haber si ahora surge la respuesta que quieres oir.

Si no lo consigues puedes tratar una vez mas y sino otra.


La respuesta que querí­a y quiero oir era y es, obviamente, que SI.

Pero parece que antes era no y desde hace unos minutos es si otra vez.

A ver mañana que tal.



yo

Cita de: Bestiajez en Noviembre 22, 2010, 12:49:34 AM
Cita de: Felipillo en Noviembre 22, 2010, 12:42:26 AM
He usado el mismo texto para defender lo mismo.

Lo que puedes tú hacer es darte por satisfecho un dí­a y el otro querer oir lo contrario.

Hace dos minutos

Cita de: Felipillo en Noviembre 22, 2010, 12:26:58 AM
Que buena idea Gonzo, haz la misma pregunta y haber si ahora surge la respuesta que quieres oir.

Si no lo consigues puedes tratar una vez mas y sino otra.


La respuesta que querí­a y quiero oir era y es, obviamente, que SI.

Pero parece que antes era no y desde hace unos minutos es si otra vez.

A ver mañana que tal.



La respuesta que te di la otra vez es la misma que te he dado ahora. Lo que ha cambiado es que antes no te gustó y ahora sí­.


Antes de saber si te iba a gustar esta vez solo recordé que en otra ocasión no te gustó y luego procedí­ a responder lo mismo.

Bestiajez

No, no respondiste. Nunca te defines. Sueltas un rollo pero no respondes a las preguntas claramente.

Ya sabemos que si el dinero vale menos mañana, lo suyo es tener cosas y no dinero, es la definición de inflación, no una respuesta.

Yo siempre he buscado la misma respuesta: SI. En las actuales circunstancias la inflación es buena para casi todo el mundo porque está endeudado pero mucho menos para los que acumulan capital. A esos los jodes. Es una respuesta clara.

Ahora te alineas mas claramente con la afirmación de que la inflación es buena. Lo tuyo es nadar y guardar la ropa y apoyarte en argumentaciones polivalentes de perogrullo.

Así­ que mañana lo mismo dices que es mala y dices que tu no has cambiado de opinión y que argumentas lo mismo, no se qué del comprador y no se qué del vendedor.








yo

Jo macho, sabí­a que no me habí­as entendido.

Jamas me he alineado con que la inflación sea buena porque, o cuando, la gente está endeudada. Jamás de los jamases.

Ni el otro dí­a ni hoy. La inflación NO es buena por estar endeudado. Es buena por otra cosa que nada tiene que ver con la deuda.

La inflación Sí es buena porque favorece el consumo y por tanto la producción y por tanto el empleo. Con eso es con lo que me alineo.

Que eso sea bueno para los endeudados? Pues no creo pero me es indiferente. La bondad o maldad de la inflación no está en lo endeudado que uno esté sino en si uno es comprador o si uno es vendedor. Los endeudados son compradores de crédito, por lo tanto en eso la inflación no les favorece nada,... los tipos de interés subirán y tendrán que pagar más por su crédito. Lo mismo les pasará a cualquier otro que tenga que comprar algo, el uso de un piso en forma de alquiler, por ejemplo. Como dije el otro dí­a y digo ahora también, estas desventajas se desvanecen frente a las ventajas de una sociedad con mayor actividad.


Así­ es que me haces el favor de tachar eso de que "me alineo" con que la inflación es buena para los endeudados y lo apuntas en la columna de malas interpretaciones tuyas a mis palabras. La inflación es buena para el que vende y mala para el que compra.