La elegancia del erizo, de Muriel Barbery.

Iniciado por ENNAS, Diciembre 18, 2010, 04:53:45 PM

Tema anterior - Siguiente tema

ENNAS

Bueno, me estoy leyendo "La elegancia del erizo" de Muriel Barbery y me ha proporcionado unas cuantas cosas interesantes. Ideas para comentar.

Me he encontrado con esta crí­tica que hace nuestro Bic Cristal con su habitual bonhomí­a, y os la pongo para que os entretengáis y abráis boca en lo que yo transcribo uno de sus capí­tulos más redondos, siquiera sea porque serí­a el argumento deshuesado del libro:

Cita de: Bic Cristal en Junio 01, 2008, 02:59:49 PM
A recomendación Bette-shizukiana, he estado leyendo estos dí­as "La elegancia del erizo", de Muriel Barbery. Sí­, el mismo libro que hace unas pocas páginas despertó los recelos del Califa por su portada, digamos, Ameliesca:



Una quincuagenaria portera de finca urbana de alto standing se esfuerza por pasar desapercibida amoldándose a los estereotipos porteriles (mandil, olor a col, antipatí­a, televisión siempre encendida), escondiendo una inteligencia afilada y una enorme cultura. En el mismo edificio, una niña de doce años superdotada, hastiada del mundo e infeliz planea prender fuego a la casa y luego suicidarse. Y cuando un respetable caballero japonés se muda a la finca, surge una oportunidad de ponerlas en contacto...

Antes que nada, diré que me ha gustado este libro, pongamos *** que se convierten en **** sobre cinco, siendo la cuarta estrella asignable a la niponofilia de la que ahora comentaré alguna cosa. Hay una fina lí­nea entre los libros elegantes "con mensaje" y los "autoayuda a lo Coelho", y gracias a Dios esta novela consigue ser lo primero y no lo segundo. Los personajes principales están muy bien caracterizados: la santí­sima trinidad Paloma-Manuela-Renée, con Kakuro como catalizador, queda retratada tanto por lo que ellos cuentan de sí­ mismos como por la forma en que les ven los demás. No intentan parecer tiernos (de hecho la primera reacción al leer las entradas del diario de la niña puede ser estrangularla), dejan bien claras sus filias y fobias y en algún momento en inevitable pensar que si se muerden la lengua se envenenan. Y sin embargo acaban resultando personajes cercanos, cálidos y... Sí­, conmovedores. Y al final, ay, al final...

Las reflexiones filosóficas de Paloma y Renée no caen en la pedanterí­a (aparecen Tolstoi, Vermeer o Husserl, pero sin pretender escribir un ensayo), y son especialmente interesantes algunas entradas del "diario del movimiento del mundo" de la niña. La niponofilia tiene un papel secundario pero bien ajustado: no es la tí­pica boberí­a de "todo lo japonés es mejor porque sí­", sino que las referencias que aparecen (las puertas correderas, Yasujiro Ozu, el minimalismo) están bien traí­das y justificadas.

He estado curioseando crí­ticas escritas por ahí­, y me ha hecho gracia ver cómo el libro produce opiniones encontradas: hay gente que lo odia a muerte y para otros es poco menos que la Biblia. Es curioso, porque hay gente que parece sentirse atacada por esta novela tras haberla leí­do...

P & L

En una horita estoy acá.

ENNAS

"Idea profunda n.º 3

Los más fuertes
entre los hombres
no hacen nada
hablan
y hablan sin parar

Ésta es una idea profunda mí­a, pero nació a su vez de otra idea profunda. Lo dijo un invitado de papá que vino ayer a cenar: «Los que saben hacer las cosas, las hacen; los que no saben, enseñan a hacerlas; los que no saben enseñar, enseñan a los que enseñan y los que no saben enseñar a los que enseñan, se meten en polí­tica.» Todo el mundo pareció encontrar aquello muy inspirado, pero no por los motivos adecuados. «Cuánta razón tiene», dijo Colombe, que es especialista en falsa autocrí­tica. Forma parte de aquellos que piensan que el saber vale por el poder y el perdón. Si sé que formo parte de una élite autosatisfecha que sacrifica el bien común por exceso de arrogancia, me libro de la crí­tica y consigo con ello el doble de prestigio. Papá también tiende a pensar así­, aunque es menos cretino que mi hermana. Él todaví­a cree que existe algo llamado «deber» y, aunque sea a mi juicio quimérico, ello lo protege de la idiotez del cinismo. Me explico: no hay mayor frivolidad que ser cí­nico. Si adopta una actitud contraria es porque todaví­a cree a pies juntillas que el mundo tiene sentido y porque no acierta a renunciar a las pamplinas de la infancia. «La vida es una golfa, ya no creo en nada y gozaré hasta la náusea» es el lema del ingenuo contrariado. O sea, mi hermana, vamos. Por mucho que estudie en una de las universidades más prestigiosas de Francia, todaví­a cree en Papa Noel, no porque tenga un buen corazón, sino porque es totalmente pueril. Se reí­a como una tonta cuando el colega de papá soltó su ingeniosa frase, como si pensara «qué lista soy, domino la meta-referencia», y eso me confirmó lo que opino desde hace tiempo, Colombe es un cero a la izquierda.

Pero yo en cambio pienso que la frase es una auténtica idea profunda, precisamente porque no es verdad, por lo menos no del todo. No significa lo que uno cree que significa. Si uno ascendiera en la escala social de manera proporcional a su incompetencia, os puedo asegurar que el mundo no marcharí­a como marcha. Pero el problema no es ése. Lo que esta frase quiere decir no es que los incompetentes tengan un lugar bajo el sol, sino que no hay nada más difí­cil e injusto que la realidad humana: los hombres viven en un mundo donde lo que tiene poder son las palabras y no los actos, donde la competencia esencial es el dominio del lenguaje. Eso es terrible porque, en el fondo, somos primates programados para comer, dormir, reproducirnos, conquistar y asegurar nuestro territorio, y aquellos más hábiles para todas estas tareas, aquellos entre nosotros que son más animales, ésos siempre se dejan engañar por los otros, los que tienen labia pero serí­an incapaces de defender su huerto, de traer un conejo para la cena y de procrear como es debido. Es un terrible agravio a nuestra naturaleza animal, una suerte de perversión, de contradicción profunda."


Editorial Seix Barral, 2009. Páginas 56-57. Los subrayados son mí­os.

Clarificador ¿verdad? todo lo que ahí­ se insinúa (y en otras partes del libro se afirma). Parece tan rompedor. Parece.

Ésa es la ambivalencia que me produce esta novelita -aún no la he terminado-; excita la mente con postulados atractivos y referencias culturales menos eruditas de lo que parecerí­a. ¡Pero atractivos sólo para un tipo de lector! íquel que, amurallado tras sus libros, ve la vida pasar sin atreverse a disfrutar (y sufrir) de élla.

Más y mejor crí­tica, en próximos post.

Lacenaire

No he leí­do la novela ni visto la pelí­cula, así­ que no puedo pronunciarme sobre si el libro mola, pero como observación sociológica (perdón, Ennis) es una abracadabrante soplapollez.

ENNAS

Tercera entrega.

Muriel Barbery es una joven y rompedora novelista francófona. Como Nothomb, como Houllebecq. Dan ganas de pensar que se pican mandándose IM para ver quién la suelta más gorda.

Hasta ahora llevo leí­do hasta el instante en el que llega el señor Miyagui, con su patentado método de "dar cera, pulir cera", y según la contraportada les lleva a un nuevo mundo de luz y de color (la vida es una tom-tom-tómbola).

La obra es sustanciosa. Tiene varias ocurrecias geniales, de las que te hacen pensar. Una de éllas que la voy a poner en mayúsculas, no la expresa la novela, la he inferido yo por el tono de lo leí­do. Pontifico y os digo que...

Guardaos de aquellos que muestran una exquisita sensibilidad por la belleza de las cosas, pues no suelen tener piedad alguna hacia los seres humanos.

En efecto, las dos protas, una anciana autodidacta y una niña prodigio, coinciden en despreciar al género humano. Se atrincheran en sus vastos conocimientos, literarios la una e intelectuales la otra, para colegir que las demás personas y el universo mundo no valen la pena. ¿Acaso han tratado con esas otras personas? No, al parecer no les hace falta. Las etiquetan porque sí­, y se refocilan en su para éllas, y sólo para éllas, superioridad intelectual.

Es la parte que más me desagrada de la novela. Si la autora pretendí­a obtener la complicidad con el lector, ha sido muy burda. Cuántos no habréis estudiado para veros trabajando en puestos que no tienen nada que ver con lo que estudiastéis. O que incluso, siendo de la misma materia que vuestros estudios, no os reconocen el valor de lo hecho.

Pues ésta es la inmensa mentira de este libro. Esta escrito para satisfacer las í­nfulas de un determinado público lector. Como los directores de cine buscan el taquillazo, los creadores de programas de televisión la máxima audiencia, o los cantantes el número uno del top cuarenta. Por suerte, no es un entretenimiento comercial puro y duro al estilo (literario) de un Michael Crichton o un Dan Brown. Muriel Barbery es más inteligente y profunda.

Lo que no quita para que su obra, falsamente rebelde y alternativa, este destinada a un público que se cree por encima de los demás porque lee libros y en la base está tan adocenado como éllos. Agrada, como no va a agradar al ego, que cite libros y grandes obras de arte clásico, a la par de pelí­culas contemporáneas u obras de la "desconocida" (¿?) cultura japonesa. Muy cultureta todo. Ya te lo sabes. Qué a gusto te quedas creyéndote tan enterado ¿de la vida?

Continuaré porque muchas de sus reflexiones lo merecen, porque desde que llegó el madurito japonés que-todo-lo-sabe-y-todo-lo-hace-correctamente las dos gafapastas se humanizan; pues aunque no lo parezca por lo que llevo escrito, es una novela que te incita a pensar por ti mismo.

Por cierto, ¿álguien ha visto "Humor Amarillo"?; porque a mi eso de que los nipones son pluscuamperfectos, nunca tropiezan, jamás hacen el ridí­culo, siempre tienen la actitud justa y tal me suena a endiosamiento.




Hola, Doppelgí¤nger. Que yo sepa no hay pelí­cula. Pero te voy a poner un ejemplo que te va a encantar. Primer capí­tulo, primera página. La portera de finca urbana despacha a Marx -que faltarí­a más, está equivocado- en cuatro lí­neas. Según élla, para ver lo errado del marxismo, te basta con leer "La ideologí­a alemana".

ívido de conocimientos, me busqué la obra y encontré un PDF de apenas veintiuna páginas:



No estoy seguro de que sea la obra original, de hecho, hay distintas versiones que ni se parecen, pero... ¿dónde está el error de planteamiento ahí­?

_Amazonia_


Yo tengo el libro, empece a leerlo, pero no me engancho, asi que lo deje a medias.

Por lo que lei no es realista con la excepcion de la portera que no se corresponde a lo que deberia pero hace como que si, es decir....hace exactamente lo que se espera de una portera.

Bestiajez

Yo coincido plenamente con ENNAS en su último post.

Y añado que ninguno de los personajes me resultaron ni creí­bles ni conseguidos. Lo cual no quita que entrasen ganas de tirar la niña resabiada y subnormal por las escaleras de una patada. Y lo de la protagonista convencida de que si exhibiese su supuesta erudicción todo el mundo le prestarí­a una atención que no desea, supongo que debe ser algo hasta cierto punto posible en Francia.

al bundy


Pues a mí­ me encantó el libro y seguramente se llevará cinco estrellas en el resumen anual. Por cierto, que podrí­amos puntuar del uno al diez, porque si no, me queda este igual que Las Uvas de la Ira, Dinero o La Isla del tesoro y tampoco es eso.

Y hay peli, que también me gustó bastante, todo sea dicho.

i s'ha demostrat, s'ha demostrat, que mai ningú no ens podrà  tòrcer

ENNAS

A mi que conste que también me está gustando el libro, en parte por algunas observaciones que hace la autora y por otro lado por detalles pequeños incluí­dos para hacerte reflexionar.

Del personaje de la portera lo principal es su condición de autodidacta, élla misma explica la inseguridad que le produce no poder contrastar su información, no poseer un baremo consensuado con los demás que la permita tener certeza de su saber (en el capí­tulo "4 Rechazo al combate", primer párrafo).

Pero hay detalles más evanescentes. La misma que se ensaña en despedazar las malas prácticas gramaticales del vecindario, la que se envanece junto al lector machacando los errores ortográficos ajenos, incurre élla misma en falencias groseras de las que no se da ni cuenta. Ejemplo en la página 30: "...y luego distinguimos con nitidez el sonido sibilino de la mano del hombre sobre el botón de llamada del ascensor... ¿Sonido sibilino? Éso qué significa. ¿No habrá querido decir sigiloso o sordo (por sibilino)?

Es una muestra, quiero creer que deliberadamente creada por la autora, que ha sacrificado su ego (voy a demostrar lo bien que escribo) en aras de construir un personaje creible por lo endeble de su formación. Me explico, el problema de los autodidactas es que, inseguros de su saber, faltos de referencias, soportan mal la crí­tica ajena. Esto es lo que lleva al personaje a retraerse y no compartir sus conocimientos con los demás. Tiene un mal trabajo, porque con esa actitud avariciosa con el saber, no puede aspirar legitimamente a otra cosa mejor. ¿Cómo van a saber los demás lo que vales si no te das a valer? No somos telépatas.

No podrí­a con sus conocimientos ni tan siquiera ser maestra. Carece de objetividad para explicar hechos (el marxismo o la fenomenologí­a), en su lugar emite juicios de valor (está equivocado o es una tonterí­a).

En suma, mediante el personaje podemos discernir el problema del home-schooling. Es difí­cil incluso para las personas generosas, compartir un tesoro y nuestra prota nos muestra la cerrada defensa que hace de su saber, tan celosa que los demás ni sospechan que lo tiene. En cambio los niños educados en común, al recibir los conocimientos al mismo tiempo, no creen estar ante un tesoro que deban ocultar a la vista, sino que usan ese saber como herramienta para compartirlo o para competir entre ellos, propiciando así­ la continuidad de la cadena de transmisión de la cultura.

En ese sentido podrí­amos decir que nuestra portera autodidacta es un eunuco intelectual, un ser estéril incapaz de legar un saber que es un acervo común y no -cómo élla equivocadamente cree- un tesoro al que sepultar en las entrañas de la tierra para que nadie lo encuentre.


ENNAS

Y acá sigo, sin pasar del momento en que llega el nuevo inquilino japonés, dado que lo leí­do hasta ahora, más o menos, la mitad, es bastante más denso de lo que parece.

Resulta que así­ como que no quiere la cosa, la autora planta una idea fragmentada a través de las dos protagonistas; cada una por su lado y sin coincidir ni en las premisas ni en las conclusiones, van llevando al lector a una idea genial: La conciencia es un rasgo animal.

Es decir, que al igual que ahora aceptamos que no fuimos creados a imagen y semejanza de un dios, sino que descendemos de formas de vida anteriores, Muriel Barbery apuesta por desacralizar la conciencia como potencia superior que distingue al ser humano y admitir que otros grandes mamí­feros también muestran rasgos de tenerla: Algunos cetáceos son capaces de reconocerse en un espejo, los grandes simios saben finjir sentimientos, hay clanes de chimpancés con distintas habilidades manuales e incluso perros a los que solo les falta hablar. Ésto, lejos de ser una antropomorfización de la vida animal, deberí­a indicarnos que nuestro tan sobreelevado concepto de conciencia deberí­a ser severamente "rebajado" a su animalesco origen.

Y fijémonos en el tremendo mentí­s que supone para toda la filosofí­a del siglo XX, cuando los filósofos decidideron hacerse de letras, traicionando la propia definición de filosofí­a y, visto que no podí­an seguir el ritmo de los avances cientí­ficos, optaron por ningunearlos como la zorra a las uvas.

Así­ la Fenomenologí­a -contra la que Barbery se despacha a gusto- elevó la conciencia hasta el absurdo de de que, en el lí­mite, todo es un soliloquio de la conciencia consigo misma y por consiguiente nuestros experimentos cientí­ficos no pasan de ser ilusiones de la conciencia.

Su sucesor y heredero el Existencialismo, no mejora mucho la situación limitándose a divagar sobre el Ser, cualquier cosa que éllo signifique, pues es un concepto que lo dice todo y no dice nada, por ser algo que cambia de posición y proposición conforme guste el pensador de turno que, como nene con juguete nuevo, te lo muestra pero no te lo deja tocar.

Y si en entrambas corrientes podrí­amos hablar de una necrosis del idealismo alemán, no mejora mucho la cosa con el batallón austrí­aco y su aparente pragmatismo. El Neopositivismo pretende encajonar a la ciencia en un espacio tan reducido, que termina diciendo que la historia, la economí­a o la psicologí­a no son ciencias, aduciendo que el comportamiento humano es impredecible. También son impredecibles las variaciones del fenotipo de la mosca de la fruta y no por éllo dejamos de considerar la genética como ciencia. O sea, en el fondo, lo único que pretenden es endiosar la conciencia humana.

Y que decir de cuando el idealismo alemán se apropió del pragmatismo austrí­aco por medio de dos discí­pulos de Popper, Kuhn y Feyerabend. Ahí­ es cuando se entra de pleno en el relativismo fuerte, la irracionalidad como principio y fin de todas las cosas y los juegos de palabras como experiencia de conocimiento máximo al que puede aspirar un ser humano. Vamos, que si los motores de los coches andan es por casualidad debido a un misterio insondable que hace que en los miles de factorí­as automovilí­sticas miriadas de operarios construyan una máquinaria que funciona y la construyan por millones, sin que nadie sepa ni cómo ni por qué.

En puridad, igual que los sacerdotes se esmeran por hacer un huequecito a Dios en las modernas teorí­as cientí­ficas, los filósofos tratan de salvar dos mil quinientos años de tradición retórica sobre el qué podemos conocer del mundo real, infatuando el término conciencia.



zruspa


ENNAS

¡Ostras!



Que es lo que me dije cuando terminé de leer el libro.

Lindo cuadro, ¿verdad?. Es del pintor del siglo XVIII Pieter Claesz, especialista en lo que los flamencos llaman ontjbijt, que supongo que querrá decir bodegones.

Os dirí­a que es el cuadro descrito en el capí­tulo "9 De oro mate", como propiedad del señor Miyagi, de no ser por el pequeño detalle de que no hay un limón mondado, como en esta otra naturaleza muerta del mismo pintor:



En fin, que la pobre Muriel Ribery se ha hecho las trompas un lí­o con dos cuadros muy parecidos. Y ese es el primer desdoro en que quedan tanto el exquisito japonés como la sentenciosa portera, cuando se dedican a pontificar sobre la magnificencia de la escuela de pintura holandesa. El segundo, a nada que indaguéis, es que no habí­a una sola escuela, que en el siglo de oro de la pintura flamenca habí­a "italianistas" y "reaccionarios".

Para los que les gusten los cuadros, se exponen en la pinacoteca de Amsterdamn, el Rijksmuseum: http://www.rijksmuseum.nl/?lang=en.

Ya sólo con abrir la página os toparéis con este cuadro de un tal Gabrií«l Metsu:



Y sus páginas interiores son increí­bles, todos autores flamencos, creo. Me ha gustado en particular este cuadro de un impresionista contemporáneo de Sorolla llamado Jozef Israí«ls:



En fin, que gracias al libro por descubrirme cosas. Si váis a Amsterdamn, entre porro y cerveza y paseo por el barrio rojo para echarse unas risas, acordaos de su pinacoteca.

Por otra parte, hace mención en el capí­tulo "8 A sorbitos felices" del aria para soparano "When I'm laid in earth" de la ópera "Dido y Eneas" de Henry Purcell. Exagera muchí­simo su orquestación y la tilda de la mejor pieza cantada de la historia, lo cual es excederse mayúsculamente.

Cierto que es bonita de oí­r, aunque lógicamente es una pieza muy triste, pues Dido se lamenta de que Eneas la abandone en Cartago para irse a fundar Roma. El autor inglés era un compositor barroco, es decir que trabajaba a ritmos que hoy dirí­amos vietnamitas, y se le tiene incluso hoy en dí­a por el mejor de las Islas, pese a morir muy joven con apenas treinta y cinco años por problemas respiratorios:



Y por ahora, nada más.

Don Pésimo

Pero es que cuando alguien califica una obra como "la mejor pieza cantada de la Historia", "la mejor canción de la Historia del Ruokanrró" o "el mejor solo de guitarra de la segunda época del tercer cantante de Los Tigres del Metal en Tanga de Cuero" suele basarse en criterios escrotales personales e intransferibles más que en apreciaciones objetivas. Yo por ejemplo no cambiarí­a una cancioncilla de Dido y Eneas por la obra completa de Donizzeti y sus concursos de a ver qué gorda rompe más piezas de la cristalerí­a a chillidos a base de pillarse la pepitilla con la tapa del piano para estimular la potencia de sus berridos como si de un concierto de heavy metal se tratara.
Me cago en el Sistema Solar

Bestiajez

#14
Los posts de ENNAS son siempre un gustazo, pero permí­tanme algunos apuntes parasitarios.

Ontbijt a dí­a de hoy significa literalmente "desayuno". No descarto que en el siglo XVIII tuviera alguna otra acepción.

Para disfrutar de la pintura holandesa en vuestra futura visita a los Paí­ses Bajos, complementad el raquí­tico Rijksmuseum en Amsterdam con el Mauritshuis de La Haya.