Últimamente ando pensando a ratos perdidos en la Guerra Civil española y en el daño que ha infligido el felipismo en la Sociedad española tergiversando la historia. No me extraña que aflore un sentimiento hondo en el republicanismo de recobrar su memoria histórica, no en vano le ha sido robado, por el Socialismo, el protagonismo histórico en relación a la Democracia, desde que detenta, el Socialismo, el poder desde el fin del franquismo (con breves intervalos de centro y derecha política)
El Socialismo político, que todo lo ha imbuido en la Sociedad española, se ha arrogado un protagonismo histórico de defensor de libertades y de lucha por la Democracia actual, que no le corresponde. Y los propios libros de forma directa o indirecta así lo ponen de manifiesto, no en vano el Socialismo detenta el poder
El Socialismo no renunció al marxismo hasta el momento de la transición hacia la democracia tras la muerte de Franco. Durante la Guerra Civil española fue una fuerza revolucionaria, junto con comunistas y anarquistas, que lejos de luchar por la Democracia y la libertad, se levantó en armas contra ella, en ese momento contra la República (Revolución de 1934). Esta izquierda iba a lo suyo, la Revolución, y utilizó a la república de igual forma que con anterioridad apoyó la Dictadura de Miguel Primo de Rivera.
El felipismo imbuyó a la sociedad española de un sentimiento visceral a favor del Socialismo, apropiándose indebidamente del papel de grandes defensores de la Democracia y las libertades durante la Guerra Civil. Afirmaron durante veinte años que los buenos eran ellos, los socialistas, y los malos los fascistas (totalitarios y dictadores), esto es la derecha, que luchaba contra las libertades y la Democracia.
Nada más lejos de la realidad. Los fascistas (totalitarios y dictadores) fueron los socialistas tanto como la extrema derecha (solo que a la izquierda en vez de fascista se le denomina revolucionaria, tanto da) De hecho la Guerra Civil española ha de entenderse desde la perspectiva de tres elementos en confrontación: Totalitarismo de izquierdas (anarquismo, comunismo y socialismo, que era todo él marxista en esta época) que pretendían alcanzar la Dictadura (del proletariado); Totalitarismo de derechas (extrema derecha, conservadores, antigua oligarquía liberal) y Democracia (Republicanos centro-izquierda) y, además, sin ser compartimentos estanco.
Desde esta perspectiva los recuerdos de las familias, que han pasado de padres a hijos, tienen sentido todas y no solo algunas.
Son los propios protagonistas de la Historia quienes habitualmente ponen nombre a los sucesos y a los procesos. Y quienes participaron en esa guerra pusieron nombre a lo que ocurría: nacionales y rojos. No pusieron republicanos ni demócratas. No. Afirman, a través del tiempo, que lucharon nacionales y rojos. No era una lucha contra las libertades ni contra la Democracia ni contra la República. Ni era una lucha de los rojos a favor de libertades, democracia y república. La República y la Democracia estaba en medio de otra lucha: la Revolución (extrema izquierda) totalitarismo de izquierda (al estilo ruso) y la Contrarrevolución (derecha) Totalitarismo de derechas (al estilo fascista italiano) Y todo ello sin ser compartimentos estanco de nuevo.
Los vencedores de esta guerra, a largo plazo, fueron los socialistas, esto es, los revolucionarios que traicionaron primero a la Democracia (República) y después a la revolución marxista para introducirse en el sistema democrático de transición hasta alcanzar el poder. Como así ha ocurrido, de forma predominante, en los últimos cuarenta y cinco años en España hasta alcanzar mayor aburguesamiento que aquel contra el que supuestamente lucharon.
En cualquier caso, la clase política se han constituido en una élite de poder corrupta y parasitaria del mismo Estado y/o de los ciudadanos, que han convertido una Democracia en una pantomima.
Democracia no es una palabra sagrada. Se debe cuestionar y cambiar, si así es necesario. Nos encontramos como en tiempos de Joaquín Costa, como en tiempos de Unamuno, con necesidad de una regeneración de España, de su sistema político, de sus gobernantes, de sus instituciones, de la cultura y sociedad e incluso de su economía.
Y no hay que perder de vista que predominan en las mentes los valores actuales que no han de ser los más correctos. Por ejemplo, es mayor el contenido de respeto que el de tolerancia. Pero la tolerancia es un valor de moda.
Hay otro elemento importante que quisiera destacar, en relación a la Guerra Civil y al Felipismo, y que ha generado profundos conflictos en la ciudadanía. La Sociedad española -se olvida siempre- en el momento del estallido de la Guerra Civil es hondamente cristina (católica) por fe, por enseñanza, por imposición, por costumbre. En este contexto se debe ubicar a la izquierda revolucionaria con un sentimiento anticlerical profundo y una animadversión visceral hacia la Iglesia. Este sentimiento anticlerical procede, larvado, del s.XIX y fue recogido y alimentado por la izquierda revolucionaria y estalla en la Guerra Civil, ya en los preliminares. Así pues, el lugar de la Iglesia y de los creyentes quedó marcado por esta realidad anticlerical y se posicionó en el lugar en el que no se hallaba presente el anticlericalismo. De ahí la asociación Iglesia-derecha-ricos. Esta asociación la alimentó el felipismo y todo se reducía a que en la guerra, la Iglesia estaba con Franco y lo estuvo durante la Dictadura. Y así es, estuvo en el lugar frente al anticlericalismo (izquierda revolucionaria) en la derecha.
En la actualidad, se sigue asociando Iglesia-derecha-riqueza. Convendréis conmigo en que ni todos los socialistas son pobres ni todos los cristianos ricos; ni todos los socialistas son de izquierdas ni todos católicos de derechas. Pero en todo caso, sería alentador que se superase el anticlericalismo en la Sociedad española. Laicismo no es anticlericalismo. El laicismo se halla exento de sentimiento: no está a favor ni en contra de un ateo ni de un católico. Si a una persona le enferma un católico, no es laico, es anticlerical. Ni fomenta la libertad ni es tolerante. Así pues, no es quien para defender ni libertades ni tolerancia. Lo valores no se hablan, se concretan en gesto y acto. Se aprende lo que se vive, no lo que se dice.