Mira, Bakú, es como si uno de los árbitros que dirigen los partidos de tu hijo le sacara amarilla al chiquillo, injusta, además; y luego se tirara el resto del partido comentando con los jugadores rivales lo mamón que es el chaval, lo mal que juega, lo mucho que se merece una segunda amarilla, y lo muy frito que estás por sacarle la roja y meterle cinco partidos de suspensión.
E.M.
Es muy bonito esto, y sería muy cierto si mi chaval estuviera todos los partidos dando patadas e insultando y protestando al árbitro.
Para tu desgracia, ni la amarilla es injusta, tú lo sabes, ya te ha pasado en otros sitios, ni dos días has durado; ni mi chico juega sucio, por la cuenta que le trae.
Por cierto, campeón de liga, máximo goleador del equipo y máximo asistente (aunque no sé desde cuando se cuentan las asistencias en el fumbol).