Mi discurso del odio (primera parte)

Iniciado por Greñas, Julio 15, 2006, 12:48:15 PM

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Greñas

Quizás sea este el foro mas adecuado para colgar este mensaje.

PAZ.
Esa es la palabra mágica. Es el vocablo que todo lo cura, es el remedio al mal del espí­ritu. Esas tres letras retumban en el alma de las buenas gentes que a diario trabajan, aman sufren y se alimentan, fornican, se miran a los ojos, dan de comer a sus hijos o mueren placidamente en la cama.
PAZ
Tras oí­rla, nuestro imaginario se abre como las puertas de un enorme centro comercial en el que podemos contemplar, elegir, caricias y anhelos, suspiros, placidez por arrobas, tamaños, colores, sabores... podemos elegir los momentos en los que oiremos solo amor, solo las lágrimas protestonas de nuestros bebes, los besos de nuestros amantes, solo las risas de los vecinos cuando bajamos a tomarnos algo en nuestro bar habitual o a comprar el periódico en el quiosco. solo tenemos que recorrer los estantes, mirar a maravillosos polí­ticos que nos ofrecen, encorbatados, sus productos indispensables para una vida mejor. Embobados, limpiamos nuestras babas contemplando las posibilidades que se nos ofertan: palabras limpias de sarcasmo, de enjundia, de dolor, de agresividad, de muerte, de envidia, de resentimiento, de amargor y hiel, de inmoralidad, de duelo. Si compramos, ya no habrá esfuerzo, ni penalidad. Solo PAZ, calma, sosiego. Blancura.
TENEMOS ANSIA DE PAZ.
Efectivamente: se nos vende (que exacto es el lenguaje a veces: "vender") paz como bálsamo a nuestro dolor, a nuestros problemas.
Sin embargo, algunos de nosotros somos inquietos de espí­ritu. nunca nos relajamos. Somos incansables, contingentes, curiosos, paranoicos, intrí­nsecamente dinámicos, coléricos, inasequibles, inconsecuentes. Por definición, no podemos PACIFICARNOS. Nunca estaremos en paz, por ello buscamos motivos para no estarlo. Causas, conspiraciones, paranoias, obsesiones.
Quizá nosotros seamos el problema. Quizá lo que impide la paz, sea yo y mi inquietud innata. Niego mi propia paz interior, así­ como la exterior. Hago lo posible por que la paz de los demás no exista para así­ poder existir yo, que me nutro del desazón ajeno, de la irregularidad. De modo que, para incidir en ella, hablo de su ausencia.
¿Paz? De entrada, no la necesito. No la ansí­o. Vivo en la turbulencia vital, impulsado por la propia existencia de mi voluntad: el hecho de saberla independiente y capaz me incita a utilizarla, me impulsa. ¿Qué es la potencialidad, sino la nada? ¿Qué es el poder, si no se utiliza? Ver lo posible en 
mi derredor y no dar paso a lo probable es tan lacerante para mi alma como un látigo en la espalda que me azote con cada latido de sangre de mi corazón.
La paz es imposible en el interior, por tanto. El ejercicio de la voluntad implica acción, la acción elimina, por definición, la quietud, esto es, la no acción. La paz es calma. La acción es contraria a la paz. La paz, como concepto, solo puede ser la muerte: la inanidad.

Pero dejémonos de lí­rica.

EL PAíS, 7-8-2006. Un ser humano (es todo lo que puedo decir de él) llamado Luis Miguel Izpizua escribe esto;

“¿Cabe considerar, de entrada que las victimas de ETA murieron para algo? Sí­ fueron asesinadas para algo, pero la intencionalidad o la finalidad no la poní­an ellas, la pusieron sus asesinos. ETA, en el fondo, las asesinaba para algo, aunque sus victimas no dieron su vida porque la hubieran puesto al servicio de algún objetivo determinado. Viví­an cumpliendo tareas ordinarias â€"como usted y 
como yo- las mismas que habrí­an desempeñado de no haber existido el grupo terrorista que les segó la vida. Pensar lo contrario supondrí­a asumir la existencia de un conflicto militar en el que ambos bandos lucharan por criterios bien definidos.”.

Lí­neas después, continúa diciendo:

“Las ví­ctimas â€"y he ahí­ el escándalo- murieron para nada. Y si fueron asesinadas para algo, fue para algo que era un objetivo exclusivo de sus asesinos, el grupo terrorista ETA. A los vivos nos ha correspondido honrar la memoria de las victimas y oponernos al escándalo, y, aunque nos hubieran asesinado por ello, no se podrí­a decir que hubiéramos dado nuestra vida por un objetivo determinado.”

Antes de considerar siquiera comentar este discurso, un apunte.
“Morir”-1
y “matar”-2.
1 no implica agente, 2 sí­. No es lo mismo morir que ser muerto. La muerte se da, al igual que la vida. Pero 1 no es algo que se reciba. Es algo que (por llamarlo de algún modo) se hace, y que solo afecta a uno mismo. 2 es algo que se le hace a otra persona.
Ahora, el comentario:
Estos dos textos anteriores son extractos de un texto, titulado PARA NADA, situado en el puesto preferente de las columnas de opinión de EL PAIS. http://www.elpais.es/articulo/opinion/nada/elpporopi/20060707elpepiopi_6/Tes/

En el se atribuye a Jose Marí­a Aznar el hecho de que el quisiera 
hacer esto:

"Al giro radical de Aznar consiste en convertir esa negación en una afirmación, es decir, asume de forma implí­cita el frente creado por ETA y convierte a quienes se oponen a ella en defensores de la democracia, si bien con métodos incruentos. Quienes en principio se limitaban a denunciar la barbarie se convierten de facto en defensores de algo, de algo a cuyo frente se coloca el propio Aznar y a lo que trata de dar un contenido preciso. Ese algo es la democracia -tal como la entiende José Marí­a Aznar-, objetivada en la Constitución de 1978. A partir de ya, y con efectos retroactivos, se muere para algo, se muere por la Constitución. No voy a negar los efectos beneficiosos que esa carga de sentido ha podido tener en la lucha contra ETA, aunque tampoco se pueden obviar sus efectos perversos, el peor de los cuales -la militarización del frente- afortunadamente no se ha producido."

Contemplemos como unos cadáveres adquieren sentido. La paz, la inanidad, la no acción, se convierte en potencialidad. Adquiere sentido, dirección. Es asombroso como el poder, la potestad, otorga sentido a las cosas. Observemos. Los mil muertos que ETA lleva en su haber a lo largo de treinta años no son demasiados. Muere más gente en un año en las carreteras. Esas personas que mueren en las carreteras han muerto “¿para algo?”. Depende. La causalidad o la intencionalidad de una muerte es otorgada a posteriori, y es una acción acometida por aquel que no está muerto, que no está en paz. Es curioso como unos simples cadáveres se muestran tan poderosos. Y no por si mismos, sino por el poder que nosotros deseamos otorgarles. ETA aporta un doble significado a cada asesinato: el primero (y aquí­ me remito a la aclaración que he hecho al principio de este comentario) está implí­cito en la acción de dar muerte. Mediante la imposición del cese de toda actividad vital, “Matar” vamos, ETA comete el acto de poder más definitorio y definitivo. “ETA dice: mediante mi acción, yo anulo tu capacidad de actuar. Poseo el poder y la potencialidad de ese poder. Y dentro de ella, la capacidad de quitársela a mi victima. Además, yo me defino a mi mismo como agente poderoso”. Esto es, ETA CONFIERE PROPÓSITO A LA ACCIÓN DE MATAR, NO AL CADAVER EN SI. 
El segundo significado es el más terrible ejercicio de poder posible: mediante mi acción, aparte de definirme a mi mismo, te defino a ti, que eres al que mato. Te doy un sentido. Y tu sentido es ser una amenaza, la amenaza de la presencia de la fatalidad (doom) para otros como tu. Te convierto en un activo en mi propia definición: tu, cadáver, eres el resultado de mi amenaza, tu eres mi amenaza, tu, cadáver, me defines, dado que yo amenazo. Es un castigo aún mayor que el simple arrebato de la vida: al arrebatártela, te despojo al tiempo de tu personalidad. Ya no eres nada, solo un saco con el que yo atraigo el platillo de la balanza hacia mi lado
Todo esto consigue un asesino con un disparo. Mi pregunta es: ¿es esto legí­timo?
Además, tenemos a Aznar. Aznar otorga a ese cadáver inane un sentido distinto. Cada uno de esos cadáveres era un ciudadano que desempeñaba sus funciones polí­ticas en virtud de y en base a la constitución de 1978, o simplemente 
vive y se desarrolla en el ámbito, en el ecosistema articulado por ese documento. El hecho de que alguien asesine es una fractura de la constitución, de hecho el artí­culo 10.2. Lo curioso es que la existencia de ETA 
y de Batasuna, su “apéndice polí­tico”, rompe, desvirtúa o quebranta, prácticamente, casi todos los artí­culos del tí­tulo uno de ese mismo documento, y al mismo tiempo, basa su existencia en esos mismos artí­culos. Es el máximo de la perversión. De ahí­ que la amenaza es doble: por un lado, la existencia de ETA Y batasuna quebranta los artí­culos de la constitución que se aplican para salvaguardar el bienestar ciudadano, pero al mismo tiempo los desvirtúa al basar su existencia en ellos. Es solo cuestión de tiempo que mediante este procedimiento esos artí­culos pierdan su significado, su sentido, y por tanto su validez. Aznar, al atribuir a esos cadáveres de sentido, los convierte en sacos de nuevo, sacos con los que defender la trinchera que protege a la constitución, el ordenamiento en el que, mediante la actividad, se protegen nuestras vidas, nuestras personalidades y nuestras actividades.

¿Es esto legí­timo?

Continuemos con el comentario al texto de Izpizua:

“Con esas premisas, es natural que José Marí­a Aznar y su partido acusen a Zapatero de convertir a las ví­ctimas en muertos para nada, de vaciarlas de sentido. El sentido se lo otorga una finalidad de la que él se ha erigido en rector. Y esa pretensión exige la descalificación de Zapatero más allá, mucho más allá, del acierto o desacierto con el que esté llevando a cabo su gestión. ¿Defiende Zapatero la finalidad, es decir, la democracia, objetivada en la Constitución de 1978 y, dando un paso más, a España, de la que aquella es metonimia? Todos los esfuerzos de Aznar se centran en demostrar que no.”

Aquí­ reside la clave de todo este despliegue de sentidos, de guerra de sentidos. La frase subrayada es la importante. Aznar otorga sentido a los cadáveres. Y más importante: ese sentido llega a una finalidad de la que el, AZNAR, se ha erigido en rector, que es la democracia corporeizada en la constitución.La pregunta a plantearse aquí­ es: ¿Desvirtuar a Aznar es desvirtuar lo que el representa?
Creo firmemente que acierto a la hora de decir que estos párrafos citados del artí­culo Azpizua son total y completamente ciertos.
Los muertos murieron para nada.
Las ví­ctimas no tení­an ninguna intención, ni propósito, al 
morir. Son los polí­ticos y los etarras, ¿nosotros? en realidad, los que otorgamos sentido a las muertes. Y al otorgarlas de sentido, caminamos en dirección opuesta a la paz. Al otorgarlas de sentido, convertimos los cadáveres en acción. Y la acción es contraria a la paz. ¿Conviene preguntarnos entonces si debemos otorgar sentido a los cadáveres? Es cierta la máxima pacifista: ninguna muerte tiene sentido. Ninguna muerte tiene dirección. Solo los vivos podemos otorgarsela.

http://www.areopago.es/index.php/topic,2277.msg91701.html#msg91701

Las abejas no pierden un segundo de su existencia mostrando a las moscas que la miel es mejor que la mierda.

Dan

Ciertamente, es más adecuado.
Velaremos por los intereses de este debate.

Respecto al mensaje, pasas a filosofar en exceso sobre la paz, por ejemplo. La voluntad, y su ejercicio, también requieren, y merecen, un descanso. Para poder ejercer la voluntad necesitas de la paz, recargar sus pilas. Por otro lado, esa paz puede ayudarte a que la voluntad se dedique a cosas más constructivas que el tema tratado. Porque lo que es construir, lo que es construir, el enfrentamiento este, en sí­ mismo, no construye nada. Es más bien destructivo, tanto en la polí­tica con las regiones implicadas, como en la polí­tica nacional de los grandes partidos.

No es que la paz disponga de un número ilimitado de opciones que consigan embobarnos debido a su brillo goloso.. es que en sí­ misma es una opción apetecible, no le des tantas vueltas. Demasiado dinamismo intrí­nseco no, pero quizá sí­ enfocado de modo poco creativo.

En cuanto al apartado poco lí­rico, he de decir que a mí­ también me asombró que Aznar tirara, una vez más, por el recurso facilón y simple con lo de los muertos que no mueren "para nada". Es algo como lo de declarar "héroe", en su momento, a Miguel ángel Blanco, tema ampliamente debatido en este foro antaño de los antañones. Ni los muertos por ETA morí­an y mueren para algo, y menos para ser utilizados por los polí­ticos como maza, ni el pobre concejal tení­a vocación de heroicidad a base de recibir proyectiles a traición en su cabeza.

Y es que ETA da mucho asco. Pero la polí­tica de este paí­s no es un refugio seguro contra ese asco.

Greñas

par seguir con tu tema:

es asombroso como los etarras han convencido al mundo de que vive asediados y en guerra. De hecho, se lo creen hasta los polí­ticos.
te lo crees tu.

la paz YA EXISTE es el pais vasco.
NO HAY NECESIDAD DE UN PROCESO DE PAZ.

Ya se hacen cosas constructivas. Ya se ejerce la voluntad. Ya tienes capacidad para votar. Puedes hacerlo.

Tu vas por la calle por bilbao, incluso por el casco viejo etarra, y no te pasa nada, no hay balas silbando, no hay gente llorando, no hay cráteres de misiles. No hay edificios en ruinas.

hay unos tipos que matan a alguien de vez en cuando, como pueden hacerlo unos putos narcotraficantes.

La diferencia es que estos narcotraficantes tienen un partido polí­tico y ¿creen? que luchan por la patria.
Las abejas no pierden un segundo de su existencia mostrando a las moscas que la miel es mejor que la mierda.

Imparable

Cita de: llllllllll en Julio 16, 2006, 11:32:20 AM
par seguir con tu tema:

es asombroso como los etarras han convencido al mundo de que vive asediados y en guerra. De hecho, se lo creen hasta los polí­ticos.
te lo crees tu.

la paz YA EXISTE es el pais vasco.
NO HAY NECESIDAD DE UN PROCESO DE PAZ.

Ya se hacen cosas constructivas. Ya se ejerce la voluntad. Ya tienes capacidad para votar. Puedes hacerlo.

Tu vas por la calle por bilbao, incluso por el casco viejo etarra, y no te pasa nada, no hay balas silbando, no hay gente llorando, no hay cráteres de misiles. No hay edificios en ruinas.

hay unos tipos que matan a alguien de vez en cuando, como pueden hacerlo unos putos narcotraficantes.

La diferencia es que estos narcotraficantes tienen un partido polí­tico y ¿creen? que luchan por la patria.


Esto mismo lo estuve yo argumentando, explicando y defendiendo durante todo un curso en la cantina universitaria, y los estudiantes fruto de este último bachillerato no lo consiguen entender, porque por un lado tienen metido en la cabeza lo de que existe un conflicto (a lo que yo pregunto ¿para que haya conflicto no se necesitan al menos dos facciones?) y por otro que si muere alguien violentamente es que no hay paz, por lo que en tu propio ejemplo, en las rias gallegas tendrí­a que empezar a hacerse un proceso de paz de esos porque los intercambios de ráfagas entre lanchas, los ajustes de cuentas, y los muertos en "accidentes"
contra bateas no son poco frecuentes. Pero en fin, esto es la batalla del lenguaje: no existen cédulas etarras, sino "comandos";
no existen asesinos, sino "aparato militar";
ni secesión sino "autogobierno"
etc.