"El desarrollo de una estrategia de la CRISPACIÓN {entendemos por estrategia de la CRISPACIÓN un desacuerdo PERMANENTE y SISTEMÁTICO sobre algunas iniciativas del antagonista político, presentadas desde la otra parte como un signo de cambio espurio de las reglas del juego y, en última instancia, como una amenaza a la convivencia o al consenso democrático} es el rasgo más destacado de la situación política del estado español. Ella se refiere tanto a la aspereza de las formas utilizadas como a la concentración de la agenda en torno a unos temas sobre los que, habitualmente, ha existido algún tipo de consenso para dejarlos al margen de la competición electoral. Esta CRISPACIÓN está afectando (...) a la vida cotidiana de algunas instituciones centrales y a la convivencia entre los ciudadanos, generando una división entre los mismos. La existencia de una estrategia de la CRISPACIÓN es un fenómeno anómalo en las democracias maduras. No la tendencia al conflicto, que está inscrita en el sistema ya que existen grupos, con y sin poder, que persiguen objetivos diversos. Pero, para obtener este poder no vale todo y, sobre todo, NO vale la deslegitimación PERMANENTE y SISTEMÁTICA del adversario (...). Este tipo de estrategia se contrapone a otro esquema de relación más fluida en el que se suceden o coexisten momentos de tirantez y de relajación, y en el que predomina la negociación y el intercambio por grandes que sean las diferencias. Mientras en esta última situación la CRISPACIÓN ocupa un momento ocasional y pasajero, en el caso de la estrategia de la CRISPACIÓN la TENSIÓN opera de forma sistemática, incluso sobre cuestiones de mínima significación. ¿Por qué se pone en marcha deliberadamente una estrategia de la CRISPACIÓN (...)?; hay (...) elementos al análisis. Por lo menos, dos, estrechamente vinculados entre sí: los denominaremos el elemento ideológico y el elemento instrumental. El elemento ideológico se refiere al grado de legitimidad que la oposición reconoce al Gobierno y viceversa. El funcionamiento normal de la democracia requiere la aceptación y el respeto por parte de los actores de algunas reglas no escritas (...). Esa forma de normalidad se hace prácticamente imposible si algunos de los principales actores se NIEGAN a reconocer el veredicto de las urnas (...). Por ejemplo: bajo el liderazgo de Aznar, el PP disputó en 1989 la mayoría absoluta del PSOE impugnando los resultados en varias circunscripciones y la regularidad del recuento porque los resultados del escrutinio desmentían los pronósticos de las encuestas y, por la misma razón, en 2004 discutió el triunfo de sus adversarios atribuyéndolo a sus supuestas maniobras para capitalizar el impacto del atentado del 11-M. El elemento instrumental para propiciar la estrategia de la CRISPACIÓN constituye la otra cara del ideológico. Si uno de los grandes partidos que compiten por el Gobierno subordina CUALQUIER consideración a ese objetivo y entiende que una atmósfera de CRISPACIÓN le favorece en mayor medida que a su adversario, es MUY probable que la promueva. La explicación, que casi siempre es la misma, se puede resumir así: a) las elecciones no se ganan, sino que se pierden y por consiguiente es inútil competir desde la oposición con el Gobierno; b) es más difícil atraer a los sectores identificados con el Gobierno que desmovilizar a una parte de ellos; c) en consecuencia, la estrategia para ganar consiste en movilizar a los nuestros, RADICALIZANDO las posiciones para asegurarnos su lealtad, y en atribuir la RADICALIZACIÓN al adversario para desmovilizarlo en lo que se pueda (...). En esta teoría de la estrategia de la CRISPACIÓN hay algunos rasgos que se repiten de modo sistemático y que generan ese clima enrarecido y angustioso en que se viene desenvolviendo la vida política en los últimos tiempos: a) la deslocalización de la crítica política trasladándola de la arena parlamentaria a los medios de comunicación, de modo que el discurso parlamentario busca menos el intercambio de opiniones y propuestas que su eco mediático; b) la desmesura en la crítica al adversario sin respeto a las reglas que exigen la cortesía parlamentaria; c) la magnificación de los errores de los demás, así como de las más mínimas discrepancias con ellos; d) la distorsión de los hechos, negando haber realizado lo que consta en TODAS las hemerotecas y desautorizando las iniciativas del adversario no en función de sus resultados, sino de las perversas intenciones que se le atribuyen. ¿En qué modo se ha instalado la estrategia de la CRISPACIÓN en el estado español? En nuestra opinión, el PP ha elegido la estrategia de la CRISPACIÓN para intentar perpetuarse en el poder. Ello se manifiesta mediante tres características: a) es una estrategia deliberada (porque cree que le beneficia para sus intereses); b) se implanta mediante la ausencia TOTAL de real y auténtica voluntad de colaboración o, al menos, de diálogo razonable con el resto del espectro político nacional (...), dando lugar a un enfrentamiento COMPLETO; y c) tono durísimo en la crítica, que degenera en muchas ocasiones en insultos. Ello conduce a una sensación de estar permanentemente al borde del abismo, como si el país se encontrase en una encrucijada en la que se jugara su propia supervivencia. En definitiva, una percepción ARTIFICIAL de alarma social (...). Naturalmente, el ambiente que genera un enfrentamiento continuo NO es agradable y nadie quiere hacerse responsable del mismo. Por ello, el PP niega la utilización de la CRISPACIÓN como estrategia deliberada para quebrar el voto socialista (...) acusando, a su vez, al PSOE de practicar otra estrategia alternativa, ésta sí, deliberada: poner patas arriba la situación, y aislar a su partido del resto de las formaciones políticas, impidiendo la posibilidad al PP de gobernar si no es mediante una mayoría absoluta. Los socialistas acusando al PP de una deliberada estrategia de la CRISPACIÓN, y los populares señalando críticamente a los socialistas por poner patas arriba los consensos básicos de la transición, son dos vectores tirando en direcciones opuestas, ambos imputando al otro bando querer iniciar una "segunda transición" (título de un libro de Aznar) que no ha sido planteada en los programas electorales con los que se presentaron a las elecciones y, por consiguiente, sería una especie de agenda oculta..." {don Joaquín Estefanía Moreira, director del Informe sobre la Democracia en el estado español de la Fundación Alternativas, dixit -El País, 19/04/2017-}
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Jaume de Ponts i Mateu