Syriana no compite en Bahréin

Iniciado por Opio, Marzo 12, 2006, 02:21:03 PM

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Opio

Casi todo el mundo sabe a esta alturas, que la Fórmula I se inventó como alternativa para los amantes del tiovivo, concretamente para aquéllos que se acostaban con la cabeza dando vueltas como la niña del exorcista y soñando, tal vez, con que el coche de bomberos adelantara algún dí­a a la ballena. No pudo ser;
anclajes los hay de muchos tipos, tantos, que hace pensar si es que los pilotos de Minardi serán también amantes de los Tiovivos y por más que participen coches en una carrera, la partida no pase de ser un tute a cuatro, donde hasta los mecánicos de las otras escuderí­as hagan apuestas por señalar quien tiene las cuarenta.

Un deporte, lo llaman así­, al parecer, porque se pierden muchos kilos durante la competición, aunque uno no se mueva del sitio y rompa por tanto con el concepto de trabajo o vuelva, después de n vueltas, al mismo lugar de partida, rompiendo igualmente con el concepto fí­sico de trabajo. Alguno pensará que podrí­a hacer lo mismo sin salir de casa y habrá incluso, quien consiga mejores marcas con la Play Station, llegando nada menos que a triunfar con Minardi;
invirtiendo el proceso y ganando kilos en proporción inversa. Tampoco se conocen competiciones de sauna ni tiene sentido tener una en el desierto, lugar cuyo nombre lleva a engaño. El mismo engaño que hace pensar que Parí­s no es uno y haya que desplazarse por tanto hasta Dakar para llegar a estar en medio de la nada;
no puede ser una cuestión de números.

Aquí­ hablar de la diversión del espectador, es por tanto, dejar en agua de borrajas las excursiones del IMSERSO. Quedando claro que lo verdaderamente interesante está en las gradas, pasando de las lipotimias a la estupefacción, o a las masturbaciones soterradas, única alternativa sana al sopor. Algunos asistentes llevan transistores y si no, televisores en miniatura o portátiles, para seguir el tema por Internet, por obtener más que un poco de información, algo en claro. Cuando después de asistir durante tres horas al espectáculo de ver zumbar a coches con forma de maquinilla de afeitar, a 40 grados de temperatura, uno empieza a preguntarse si lo suyo es o no es un deporte de élite: luego de sumar el importe de las facturas, hotel, restaurantes y desplazamiento.

Syriana no es otra escuderí­a, aunque para algunos sea lo mismo: si lo dijera el Marca debido a una errata, lo serí­a. 
Como para otros es cierto todo lo que dice su diario de cabecera, si al final lo lee lo mismito que si fuera el Marca, es decir, en clave de forofismo (no confundir con el escribir aquí­). También durante muchos 
siglos se tuvo por cierto lo traducido a la Biblia cristiana y todo por el mero hecho de estar escrito en la misma letra que la letra pequeña de los créditos y los contratos de las entidades bancarias. No en vano Ley y leer tienen el mismo origen y para el ser humano, la escritura está impregnada de una mí­stica indescriptible, bastando muchas veces para dar fe con que esté escrito, por más que la escritura sea un medio y no un fin.

Syriana es cualquier cosa menos una vuelta a un circuito, o si lo es, dicho circuito es mucho mayor que la suma de espectadores y realizadores (sentido amplio) de la pelí­cula. No es probable que durante el visionado de Syriana se pierdan kilos, tal vez taras morales, ni se espera de ella que sea un deporte, como tampoco se puede concebir que sea real, pero en el sentido en que no son reales las metáforas como tales. Si es posible que la realidad sea mucho peor de cara a los lí­mites de la moral occidental (si es que ésta existe más allá del plano teórico). El desierto que cubre con dorado resplandor y toneladas incalculables de arena incandescente, de dí­a, serenos mantos de yacimiento de petróleo, es también una metáfora del destino de la tierra que antes fue vergel y del natural carroñero del ser humano. Cabe añadir, que algún dí­a el desierto lo estará de verdad, tanto en Parí­s, como en Dakar, si no es ya hoy ese momento.

No va más, Clooney gana el Oscar al mejor secundario y no deja de ser otra ironí­a. Decí­an de Marlon Brando, que nunca supo realmente de qué iba el último Tango en Parí­s, que no en Dakar, seguramente porque a él no le pagaban por comprender los guiones, faltarí­a más que los actores supieran leer o tuvieran ideas propias. Tal vez él lo quiso así­, ser feo y gordo como la isla del doctor de marras, harto de llevar el sambenito de su indiscutible belleza. Clooney, al parecer, también ha disfrutado siendo "feo"
por un rato, pensado que con ello se ganaba la intelectualidad. Seguimos dentro de las confusiones occidentales habituales. Pero Syriana está ahí­ y hasta Dick Cheney dice que le ha gustado, seguramente porque no le quedaba otro remedio. Syriana tiene estampas bellí­simas y una trama que se asemeja sospechosamente a la vida, por qué no iba a gustar.

Yo propongo un circuito enorme y laberí­ntico de Fórmula 1, a lo largo de cuanto abarcan los desiertos. Con las vueltas que lleve dar toda una vida y con coches atados a mangueras como el ovillo de Ariadna, inyectados en los mayores pozos de petróleo. Se llamarí­a algo así­ como circuito de ítaka. Con los años, los espectadores habrí­an olvidado el espectáculo y los corredores sus nombres, su destino y vagarí­an perdidos y enredados con sus mangueras. Conectados a emisoras retransmitiendo cantos de sirenas de coches de pista y el calor, dibujando temblorosos charcos en el asfalto.

Bambi

comparto las ideas y admiro la exposición

45rpm

por lo menos en el tiovivo hay igualdad mecánica, prima el factor humano, todo depende de la habilidad del piloto al elegir el bólido. Joder, a buena hora entiendo esas prisas por hacerse con el auto de bomberos cuando entraba en boxes.

zruspa

Esa pelí­cula es coral, así­ que hay una mayor facilidad (¿libertad?) para la mí­mesis o identificación del espectador. Me preocupa mi sintoní­a con el joven paki y su papá.