Sobre certezas: del fanático al "veleta"

Iniciado por Bic, Marzo 13, 2006, 11:59:06 AM

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Bic

En el Paleoareópago abrí­ un hilo hace tiempo preguntando cuántas veces la lectura del foro os habí­a hecho cambiar de opinión en algo. Entre las respuestas que se dieron antes de que el hilo la diñara recuerdo cambios de opinión respecto al sexo anal ;D , el problema de la vivienda (ese era yo), la energí­a y alguna otra cosa, pero también una mayorí­a de gente que sólo habí­a visto, como mucho, levemente matizadas sus teorí­as.

Esto me llevó a pensar sobre las certezas que mantenemos, y sobre cómo definen nuestra personalidad y comportamiento. ¿Hasta qué punto somos conscientes de que a veces manejamos simples opiniones como si fueran verdades absolutas? ¿Sirven esas certezas de "muletas"
para facilitar la vida cotidiana, para evitar que "un mar de dudas"
nos paralice no permitiéndonos actuar? ¿Pero eso cómo se hace? ¿Y vale realmente la pena?

A mí­ me cuesta muchí­simo estar seguro de algo. Puedo pensar de alguien que "es un hijo de puta", pero soy consciente de que es posible que haya información que no poseo que pueda cambiar mi opinión de él. Y por tanto, me abstendré probablemente de partirle las piernas con una barra de hierro. ;D

Se dice de las personas con certezas que son "de fuertes convicciones". ¿De veras es eso bueno? ¿Es tan malo decir "donde dije digo digo diego"
si ha habido realmente una evolución ideológica o de opinión? (Aunque cuidado: si me jode Pí­o Moa no es porque haya "cambiado de bando"
, sino porque tanto cuando era izquierdoso como ahora que es posfranquista siempre defiende su opinión como verdad revelada: tanto como para matar en su primera fase, por cierto).

No es que defienda no tener opinión sobre nada, o plantarse en el relativismo o en una insostenible equidistancia en todos los asuntos... Es más bien el tener la elasticidad suficiente como para, si se recibe información nueva sobre un tema, saber reconocer que se estaba equivocado o que, al menos, la "verdad"
no estaba tan clara como parecí­a antes. Casi todo es lo suficientemente matizable como para tener que pensarlo mucho antes de tomar una decisión irreversible. Quizá por eso me cae bien Enrique V disfrazándose de soldado y paseando entre sus tropas la noche antes de la batalla, pensando "¿habré tomado la decisión correcta?", "¿de verdad voy a llevar a mis hombres a la batalla por una causa justa?".

No me imagino matando por una idea, y menos aún muriendo por ella. Los ejemplos extremos son obvios: ¿cómo se puede estar tan convencido de la necesidad de la independencia de un paí­s a cualquier precio como para poner una bomba? ¿De dónde sale la certeza de un paraí­so tan sólida como para que un terrorista suicida se inmole? ¿Cómo es posible que los miembros de un jurado que condena a muerte a un reo estén "más allá de cualquier duda razonable"? ¿Cómo se puede estar tan seguro de la "necesidad histórica"
de la eliminación de tal o cual pueblo como para comenzar un genocidio? 


Pero ejemplos menos extremos de certezas inamovibles los tenemos mucho más cerca. Cada vez que visito la página de HazteOir me llevo la sensación de que viven en un mundo de certezas: "el matrimonio ES esto, y punto", "no hay duda de que Zapatero es imbécil"
(o, por poner otro ejemplo distante ideológicamente: "está muy claro que Bush es tonto"). ¿De veras está todo tan claro?

En fin: ¿cómo tenéis vuestro cargamento de certezas? ¿Os resultan útiles? ¿Qué necesitáis para cambiar de opinión?

P &
L;

 
Bic
Los libros son finitos, los encuentros sexuales son finitos, pero el deseo de leer y de follar es infinito, sobrepasa nuestra propia muerte, nuestros miedos, nuestras esperanzas de paz.

Kamarasa GregorioSamsa

Cita de: nihil desperandum en Marzo 13, 2006, 12:39:09 PM
Las certezas son algo bastante chungo. Se da uno cuenta cuando pasan a llamarse "prejuicios", que es como las califican los que no las comparten, con bastante más razón.

Pienso que el "prejuicio"
tiene más que ver con una creencia que con una certeza. Se convertirí­a en certeza cuando el prejuicio toma forma de "juicio firme".

Kamarasa GregorioSamsa

Cita de: Bic Cristal en Marzo 13, 2006, 11:59:06 AM
En el Paleoareópago abrí­ un hilo hace tiempo preguntando cuántas veces la lectura del foro os habí­a hecho cambiar de opinión en algo. Entre las respuestas que se dieron antes de que el hilo la diñara recuerdo cambios de opinión respecto al sexo anal ;D , el problema de la vivienda (ese era yo), la energí­a y alguna otra cosa, pero también una mayorí­a de gente que sólo habí­a visto, como mucho, levemente matizadas sus teorí­as.

Esto me llevó a pensar sobre las certezas que mantenemos, y sobre cómo definen nuestra personalidad y comportamiento. ¿Hasta qué punto somos conscientes de que a veces manejamos simples opiniones como si fueran verdades absolutas? ¿Sirven esas certezas de "muletas"
para facilitar la vida cotidiana, para evitar que "un mar de dudas"
nos paralice no permitiéndonos actuar? ¿Pero eso cómo se hace? ¿Y vale realmente la pena?

A mí­ me cuesta muchí­simo estar seguro de algo. Puedo pensar de alguien que "es un hijo de puta", pero soy consciente de que es posible que haya información que no poseo que pueda cambiar mi opinión de él. Y por tanto, me abstendré probablemente de partirle las piernas con una barra de hierro. ;D

Se dice de las personas con certezas que son "de fuertes convicciones". ¿De veras es eso bueno? ¿Es tan malo decir "donde dije digo digo diego"
si ha habido realmente una evolución ideológica o de opinión? (Aunque cuidado: si me jode Pí­o Moa no es porque haya "cambiado de bando"
, sino porque tanto cuando era izquierdoso como ahora que es posfranquista siempre defiende su opinión como verdad revelada: tanto como para matar en su primera fase, por cierto).

No es que defienda no tener opinión sobre nada, o plantarse en el relativismo o en una insostenible equidistancia en todos los asuntos... Es más bien el tener la elasticidad suficiente como para, si se recibe información nueva sobre un tema, saber reconocer que se estaba equivocado o que, al menos, la "verdad"
no estaba tan clara como parecí­a antes. Casi todo es lo suficientemente matizable como para tener que pensarlo mucho antes de tomar una decisión irreversible. Quizá por eso me cae bien Enrique V disfrazándose de soldado y paseando entre sus tropas la noche antes de la batalla, pensando "¿habré tomado la decisión correcta?", "¿de verdad voy a llevar a mis hombres a la batalla por una causa justa?".

No me imagino matando por una idea, y menos aún muriendo por ella. Los ejemplos extremos son obvios: ¿cómo se puede estar tan convencido de la necesidad de la independencia de un paí­s a cualquier precio como para poner una bomba? ¿De dónde sale la certeza de un paraí­so tan sólida como para que un terrorista suicida se inmole? ¿Cómo es posible que los miembros de un jurado que condena a muerte a un reo estén "más allá de cualquier duda razonable"? ¿Cómo se puede estar tan seguro de la "necesidad histórica"
de la eliminación de tal o cual pueblo como para comenzar un genocidio? 


Pero ejemplos menos extremos de certezas inamovibles los tenemos mucho más cerca. Cada vez que visito la página de HazteOir me llevo la sensación de que viven en un mundo de certezas: "el matrimonio ES esto, y punto", "no hay duda de que Zapatero es imbécil"
(o, por poner otro ejemplo distante ideológicamente: "está muy claro que Bush es tonto"). ¿De veras está todo tan claro?

En fin: ¿cómo tenéis vuestro cargamento de certezas? ¿Os resultan útiles? ¿Qué necesitáis para cambiar de opinión?

P &
L;

 
Bic

Interesante tema el que propones.

El tinte emocional es fundamental para entender cómo funciona una certeza. Cuánta más elevada sea la carga emocional, con mayor dificultad 'diluiremos'
la certeza en creencia o la 'sublimaremos'
en duda. Por ejemplo, tengo la certeza de que donde estoy golpeando levemente con los dedos es un teclado, pero lo más probable es que no tuviera ningún problema a la hora de cambiar esa certeza si veo claro que no es adecuada a la realidad. En cambio, si mi certeza alcanza una creencia consolidada (v.gr. un dogma de fe o ideológico), imbricada hasta las trancas en mi emocionalidad más profunda, por mejores argumentos que vea expuestos en su contra -que no los veré, claro- jamás me bajaré del burro porque en ese caso el "Rincón de Seguridad"* actúa de barrera infranqueable. Sólo un suceso traumático, cuya fuerza emocional supere nuestras más firmes barreras, puede destrozar una certeza "cargada"
emocionalmente.

*No recuerdo si hablé en el otro foro de este mecanismo de defensa.

ENNAS

Salud,

Yo que también soy inseguro considero que lo que no hay (o no tengo) es certezas, todo lo más aproximaciones. Nadie tiene un tratado de comportamiento grabado por su educación, o por mejor decir, dicho código le solemos emplear muy poco en la vida cotidiana donde funcionamos con bastante inconsciencia y sólo a toro pasado reflexionamos sobre lo hecho y racionalizamos nuestros errores de comportamiento.

Esta falta de criterios fijos se nos nota en nuestras posiciones sobre cualquier tema, donde bajo la aparente etiqueta inicial (ser de izquierdas, o del Barí§a, o católico, o madrileño) surge la distorsión de no considerarnos representados por la oferta general de la categorí­a que se nos adjudica. A nivel personal, el barullo surge de nuestra capacidad de adoptar puntos de vista ajenos como propios y por tanto, de parecer erráticos en nuestras opiniones sobre temas concretos (educación, crisis, sexualidad).

Nuestras certezas son cortezas con las que ensamblamos un traje-armadura que nos haga reconocibles ante nosotros mismos y ante los demás. Un traje que constantemente remendamos y reparamos sin pararnos a pensar mucho en ello. El golpe viene cuando te miras en el espejo y no logras reconocerte. No sabes cuando has renunciado a tus principios (y es que a lo mejor nunca te los creí­ste) ni como rectificar y volver a ser el que fuiste en el pasado (aunque estés idealizándolo). Y decides seguir adelante con esa armadura dispareja, con elementos tomados de acá y allá, de la que lo más positivo serí­a que te da la sensación de no ser invulnerable al no estar completa.

A pesar de esta fragilidad, te sientes más auténtico, pues te das cuenta de que muchas de tus opiniones son solo poses de cara a la galerí­a que quedan desmentidas por tus sentimientos (decir que no eres celoso cuando te pone malo ver a tu chica riéndose con otro hombre, pensar que un gobierno de derechas tiene mejor criterio en materia económica pese al desastroso mandato de Bush II). Es desde nuestra emotividad desde donde sacamos las impresiones que racionalizaremos, nunca debemos perder esa emotividad, ni siquiera cuando cambiemos de opinión, lo que debemos perder es esos trozos irremisiblemente desgastados y enmohecidos de nuestro traje social.

Gracias por vuestra atención.

Kamarasa GregorioSamsa

Esto es sacar a flote los muertos... Marzo de 2006.

Rufo

Yo antes era muy inseguro. Ahora ya no lo tengo tan claro.
"Ser tonto, egoísta y tener buena salud, son las tres condiciones requeridas para ser feliz; más si la primera nos falta, todo está perdido"

Kamarasa GregorioSamsa


Dan

No sabrí­a decir. Como siempre tengo razón...

Porfirio

El transcurrir de los años en vez de afianzarme en mis posiciones, radicalizarme y dogmatizarme me ha producido el efecto contrario.

Las certezas se convierten en incertidumbres y el "y si..." gobierna mi pensamiento cotidiano.


Kamarasa GregorioSamsa

¿Sabes a qué se debió o simplemente fue un proceso progresivo sin causa determinada o conocida?

Porfirio

Ni idea.  Fue algo progresivo.

Una va perdiendo vehemencia conforme va descubriendo que todo es relativo y aprende a ponerse en el pellejo del de enfrente.

Es curioso pero quizás la treintena fue un punto de inflexión.  Quizás también la experiencia.  Experimentar el dolor de los demás, además del propio, te enseña a comprender que en esta vida no es todo blanco ni negro.  Que los grises que tanto odiaba en mi juventud están ahí­ para matizar posiciones. 

Todo tiene su cara oscura.  El relativismo conlleva tibieza si no andas con cuidado.

antibalas