Tampoco ayuda, por ejemplo (o sí, dependiendo el bando en que se sitúe cada uno), que se haga público el coste anual de mantener a cada menor no acompañado y salga una cifra con cuatro ceros, que después pasa uno por la carretera de Amore a Durango y se pregunta qué leches hacen ahí una cincuentena de menores magrebíes dando patadas a un balón, más la decena larga que van de paseo por el arcén