Hilo para escritos extremadamente otoñales

Iniciado por Lapi_0, Octubre 18, 2006, 10:11:56 AM

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Y lloré por algo que yo no entendí­a.
Y lloré con ella.
Y el viento golpeó la puerta.
Y protesté "¡Qué elemental es el viento!"
Y Dios -que por entonces
           era ayudante de cocina- dijo:
"Ya está bien. Acompañar la comida con lágrimas
hincha la panza".
Y ella dejó de llorar.
Y yo dejé de llorar con ella.

Rogelio Ramos Signes.

California



¿Es una daga, lo que veo frente a mí­,
con el mango hacia mi mano? Ven,
déjame agarrarte:
No puedo tenerte pero te veo ahí­.
Fatal visión, ¿no eres sensible al tacto
como lo eres a la vista?, ¿o sólo eres
un cuchillo de la mente, una falsa creación
de un cerebro consumido por la fiebre?

Macbeth, Acto I, Escena i

California

#47

Ya se está acabando el otoño... y qué guapa estabas anoche, cabrona, te miraba, y te miraba, y cada vez me sentí­a más como una pieza perdida de un puzzle...



(se acabó el otoño)

California



así­ que acabó el otoño
y llegó el invierno
...
y
llega la hora de las caricias
y de los besos
y
sientes
que lo único que puedes hacer
es seguir bebiendo
y
adviertes
que estás solo

                     de pronto
lo adviertes

te rodea una soledad
insobornable
y lo único que puedes hacer es
seguir bebiendo
y
piensas
de pronto
que es dificil morir
cuando morir ya no te importa
y
   sigues
             bebiendo

hasta
que entiendes

de pronto

que eres casi un puto inmortal
que bebes hasta reventar

y

   no
       
         te

               mueres

que ha pasado la hora de las caricias
                                                    y de los besos

y que sigues estando solo
en medio de un tumulto de seres extraños

solo

como la muerte

sin besos

                sin caricias

                                   sin nada






California

Cita de: delta en Enero 18, 2007, 09:07:35 PM
¿Es tuyo?


Si te refieres al anterior, tengo la excusa de que estaba totalmente bebido... Pero sí­, vamos... cuando algo no es mí­o, es decir, cuando es bueno, pongo de quién es.

Dionisio Aerofagita

Cita de: California en Enero 19, 2007, 09:01:53 PM
Si te refieres al anterior, tengo la excusa de que estaba totalmente bebido... Pero sí­, vamos... cuando algo no es mí­o, es decir, cuando es bueno, pongo de quién es.

A mí­ me parece muy bueno, aunque algunos versos me chirrí­an.
Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.

California

#52

... y llega la hora de los besos tras los besos
de morder talones
de clavar las uñas sobre la grupa enfebrecida
y abandonarse tristemente
al deseo
             tras
                    el deseo
porque a esta hora
el amor
            no es
                      suficiente
tristemente
me abandono
al sueño de quererte y no quererte
saciarme y no saciarme
y salto de rama en rama
como un pájaro
porque el amor
                      no es
                               suficiente
a esta hora en que Hamlet toca el violí­n
con el organista de la santa tragedia
y Orfeo abandona el muelle de las sombras
a esta hora
en que amarte ni siquiera es suficiente
porque se agotaron todos los deseos
y los cuerpos
                   se desvanecieron
                                             como hojas muertas



(joder qué pedo llevo...)


Vitesse

Visto lo visto, yo que tú me pasaba el dí­a borracho.

pescadilla

Cita de: delta en Febrero 03, 2007, 05:44:38 PM
Visto lo visto, yo que tú me pasaba el dí­a borracho.

¿quién te dice que no lo hace?

JINKS

Empecé la carrera sin prisas
distrayéndome con tus cabellos
tantas asignaturas por delante
y tanto afán por aprenderlas
ni un dí­a haciendo novillos
todos los dí­as en primera fila
detesto los apuntes prestados
que mi cabeza y mi corazón
sepan lo que hace mi mano derecha
y que mi  mano izquierda sepa
lo que pasa en tu cabeza y tu corazón

si pasa por tu frente y tus sienes
sí­ empiezo a entender y sentir
lo que hay ahí­ debajo
me deslizo a tus cejas tus ojos
y aprendo a saborear y desear el aprendizaje
reconozco lo difí­cil que será
intuyo cuánto me va a gustar
y que no habrá en mi expediente un no presentado

me entretengo en la tibieza larga de tu cuello
en el algodón sensible de tu lóbulo
y soy más aplicado que nunca
en las axilas está la marí­a
vamos a tomarlo con buen humor
nos relajamos que ésta es fácil
que no se diga que no somos humanos
aunque no dejemos de sentir como animales

en tus pechos quiero demostrar que soy buen estudiante
buscaré bibliografí­a aprovecharé las tutorí­as
me apetece impresionar al docente
dejar algo bonito en mi curriculum
también quiero explayarme en los seminarios de tus dedos
descubrir en tus manos la materia ampliada del conocimiento
los temblores primitivos ante lo ignorado

ya se sienten cerca los calores del verano
se aproxima el paso del ecuador
caramelizado entre los pliegues de tu ombligo
disfrutemos la alegrí­a del momento
iré asumiendo esa tí­pica tensión ante la inminencia
de la asignatura insoslayable
del examen definitivo
ahí­ quisiera suspender
y quedarme a repetir una y otra vez.

California


una confesión insondablemente ebria, que tal vez explique ciertas cosas,
o tal vez no, tal vez no existen explicaciones




hablo de un hombre, de un cierto tipo de hombre
que a veces en el océano de la noche
despierta alucinado
y como un asesino de rostro levemente humano
echa mano a su pobre faltriquera
y rasga
           la cortina
                          del sueño
con el filo de su hierro sombrí­o
es entonces cuando ese tipo de hombre
siente el coraje mudo del espanto
el mundo es una isla
y el tiempo
                 duele
                          como una mortaja de hielo
y aunque al lado descansa un cálido cuerpo amado
el mundo ha llegado a ser una isla donde arriban los fantasmas
y es entonces cuando este hombre
este tipo de hombre del que estoy hablando
siente el zarpazo del espanto en su frente alucinada
allí­ está aquella mujer que amó
alzándose tras la guadaña del tiempo en su lecho de tempestades
era el tumulto del deseo apretado en colmenas
erupción de abejas en un cáliz de rosas
era tan bella y tan amada que el amor le empapaba el alma
como una exudación de reptiles, porque este hombre era muy joven
y ya no sabí­a cómo amarla,
y a veces
              algunas veces
despertaba en medio de la noche asaltado por un miedo incontenible
y la veí­a morir
                      morir eternamente
y en ese momento de oro
alumbrado por un dios de negra incertidumbre
ya habí­a comprendido que su vida estaba maldita
porque ya no sabí­a cómo amarla
                                              ni cómo amarse a sí­ mismo
y este hombre
este hombre del que estoy hablando
se volvió irrazonable y sutil y vagamente sarcástico
un candidato al asilo de los condenados
o de los estúpidos
y este hombre, que tal vez era bueno
o pretendí­a serlo
afiló la infausta hoja de la traición en la piedra de heliogábalo
y tal vez siendo en esencia bueno o pretendiendo serlo
llenó su vida de descuidos y conciliábulos herméticos
como si hubiera nacido para arder en un fuego indomable
perpetuamente alejado de la luz
perpetuamente maldito
sin razón aparente
y al pasar los años
vuelve al punto de partida
el mundo es una isla
cada vez más pequeña
pero ahora es demasiado tarde
porque tu tiempo ya no es el mí­o
y el aire ha cavado una tumba
entre tu alma y la mí­a


Dionisio Aerofagita

Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.

California


crónica de un instante,
o apagas la vela con un soplo




no hubo tiempo de nada. he pasado fugaz
como un soplo pasé como un soplo
brillando ordenado y seguro caliente animal     (1)
sin más juventud que el sonido de la demencia (2)
bebí­ en las dulces heridas de la noche       (3)
                           nadie
recuerda nada aquí­. todo está aislado en su inseguridad;
la luz es un naufragio de hogueras apagadas      (4)
somos ya como el fuego, tendemos al reposo de lo que está quemado    (5)
todo es recuerdo ya. la piel. los ojos.
la noche está conmigo, sus corceles,
la terrible pureza de la nada             (6)

sólo quedan tus labios
(y el recuerdo de tus labios)
que soplaron y apagaron la llama
donde ardimos
                      un instante







1. Félix de Azúa, “Pasar”, de Pasar y siete canciones. Poesí­a 1968-1988, Hiperión, 1989

2. Juan Carlos Mestre, “El sonido de la demencia”, de La Poesí­a ha caí­do en desgracia, Visor, 1992

3. Juan Carlos Mestre, “La copa del deseo”, de obra citada.

4. Diego Jesús Jiménez, “Homenaje a Federico Garcí­a Lorca”, de Itinerario para náufragos, Visor, 1996

5. Francisco Brines, “Escrito en el humo”, de Palabras a la oscuridad. Poesí­a completa 1960-1997, Tusquets editores, 1997

6. Persio, “Crepúsculo”

L´imperatrice

California , se te da bien el lenguaje poético ,me gusta lo que escribes .

(esas citas ¿son un trabajo de intertexto?  ;) )

Alcanzaremos  la orilla en nuestra barca de sueños. Plantaremos la semilla por una tierra sin dueño ( Radio futura; semilla negra)