Fantasmas

Iniciado por Basho, Enero 26, 2007, 08:39:30 PM

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Basho

A la madrugada, felicitaciones y llamada.
Risas, muchas risas
-   Te quiero
-   Y yo a ti. Como a nadie
Un nudo ahogado en la garganta.
-   Duerme
-   Llámame


Buen dormir y buen despertar.
Sevilla.
Pero antes, café, mucho café.
Llamadas perdidas.
     -Ahora no


Hace sol.
Los olivos se extienden sobre la loma como un ejercito en formación.
El cielo, profundo y marino.
A lo lejos el  pueblo blanco con su torre, como en un pesebre.
El aire huele atierra removida
El coche.
Todo se presenta perfecto.
Temperatura ideal
Buena música.
Ciento cincuenta kilómetros por delante.
Y los fantasmas  ansiosos por aparecer en el escenario
No se puede pedir más.
Es mi tiempo.
Ni velas, ni invitados, ni mensajes, ni llamadas.


En el camino, un alto
Más café y manteca colorá
Móvil. Excepción.
Nuevas risas frescas como agua de  botijo de olivar.
-   Te quiero
-   Y yo a ti


Sevilla
¿Naranjitas?
Sí­, naranjitas y reina mora
¡Ay qué guapa se pone la reina mora cuando sabe que voy a buscar sus naranjitas!
Con su pelo negro heredado de la noche en que nació.
Con sus ojos grades color canela
Y su sonrisa que deja ver su alma encarcelada.
     -¿Cuándo volverás?
Qué más da




Sevilla
Cliente Quijote y jefa Sancho Panza
Homenaje.
Leo. Escribo. Leo


Más tarde, mujer de luto.
Hay dí­as que uno no comprende la pena
Hombre que le canta el aliento y le bailan los dientes


Coche, música, suspiros del dí­a que termina
Y ciento cincuenta kilómetros por delante.
Todo es perfecto
Laberinto de carreteras.
Pueblos inventados al pasar.
Campos palaciegos
Y luna engalanada

Todo se apaga y se difumina, hasta los fantasmas.
Ha sido un buen dí­a.
Sí­, un buen dí­a


Buenas noches





malika

Cita de: Basho en Febrero 01, 2007, 10:27:06 PM

Ni velas, ni invitados, ni mensajes, ni llamadas.



La tarta no puede faltar en ningún cumpleaños que se precie....






Basho

En primer lugar, agradecer y dar las gracias...
-   Así­ me gusta, don Basho, cumplido y educado, como debe ser.
-   La educación no debe perderse nunca, amigo mí­o, bajo ninguna circunstancia.
-   Veo con agrado que la edad le está cambiando para bien ahorcándole los  malos hábitos
-   Buenas, don Obdón. Me alegra verle de nuevo. Así­ es, auque no confí­e demasiado. Primero porque no estoy seguro de haberme conducido siempre mal, que esto del proceder es como la mentira, que a veces la decimos sin más por qué que por ignorar  la verdad, y decimos y nos comportamos por ello al buen tuntún. Y en segundo lugar, no quisiera que se llevara a engaño, pues los añejos hábitos no se erradican de la noche a la mañana.
-   No me desilusione, don Basho, que le noto buenas intenciones,
Pues como decí­a, gracias malika por su felicitación y tarta de cumpleaños. Un detalle por su parte en un mundo tan endogámico como éste.
-   Ea, don Basho, ya ha tenido que meter usted la cuñita. ¿ No ve que puede haber gente por aquí­  que se ofenda por ser llamado endogámico?
-   Ver, la verdad, no veo. Ni razones elucubro. El problema no es ser endogámico, el problema es ser producto de la endogamia. Ya me entiende. Y allá cada uno
-   ¿ No se estará usted metiendo ahora mismo en lí­os de once varas?
-   Lí­os ninguno. ¡Hasta ahí­ podí­amos llegar! Si esto es puro divertimento
-    A ver si diciendo lo que dice, le sale a usted respondón otra vez el forero de los pitufos. ¿Se acuerda? Un tal Scandaneli o algo, así­
-   Hombre, cómo no voy a acordarme. Tiempo llevo en esto de los foros, pero nunca habí­a oí­do tan graves martingalas. Lo peor del caso es que nadie puso reparo u objeción alguna. Que digo yo que el tal  Scandanelli   deber ser una de las vacas sagradas ( o machito tieso) que el mismo menciona. Que diga que aquí­ un nuevo forero debe luchar contra recelos me parece del genero absurdo, por decir algo y ser comedido.
-   ¡Ay don Basho que le veo venir!
-   No, hombre, no. No se preocupe. Pero usted, dí­game, qué clase de opinión tiene el tal Scandanelli, el  del rollito de los pitufos, cuando dice de los demás foreros, que  con la presencia de un nuevo colaborador, ven peligrar su statu quo, o que les pueda robar el protagonismo. Y yo me digo ¡ Pero de qué coño habla!
-   Sin comentario, don Basho, que sabe usted que no soy de polemizar.
-   Ese muchacho debe vivir aquí­, de lo contrario no se comprende. Pero lo más grave del caso...
-   ¡Ay Dios, que hay más!
-   ...es que va, y espeta que, -en este caso refiriéndose a mi- que aquí­  ocuparé el espacio que ellos me dejen libre.  ¿Acaso ha escuchado usted más reaccionarias palabras en un foro? Pero lo peor es que, como ya dije, nadie ni siquiera dijo: ¡Beeeeeeee!
-   Si no supiera que se está riendo le dirí­a que no  se sulfure, don Basho
-   Es que, hombre, como bien sabe, estoy harto de que cada vez que entro en un foro, el machito resabiado de turno me salpique los zapatos con su meada al marcar lo que considera él su territorio.
-   Se está ganando usted otro rollito de Tele tubis. Que aquí­ imaginación no falta
-   En fin, que esto no pasa de ser, como he dicho, un divertimento, y quien no lo vea a sí­, que abra un hilo con el tí­tulo: A los que nos da porculo que entre un nuevo forero a robarnos el estatus. ( prometo colaboración)
-   No tiente usted cura.
-   El hombre quiere hallar la felicidad a través de la inteligencia, o que le venga de fuera de sí­ mismo, cuando creo que debemos buscarla  por la imaginación. El conocimiento, el saber, es siempre limitado, mientras  que la imaginación casi infinita. ¿Verdad, usted, don Obdón?
-   ¿Eh?
-   ¿Que si se percata de lo que acabo de decir?
-   Claro, claro. ¡y tan percatao que estoy!
-   Anda usted despistado.
-   Es que verá, don Basho, a mi esa teorí­a suya sobre la imaginación infinita y la felicidad, aún siendo hermana de la teorí­a de la relatividad, qué quiere que le diga. Yo pienso que si uno tiene ante sí­, es decir, ante sus sentidos, o debajo de sí­, y perdone la irónica picardí­a, la realidad,  para qué imaginarla. Todo tiene su tiempo, ¿no le parece?
-   Mirado así­ tampoco le falta razón. 
-   Y cambiando de tema que la noche palidece de vieja. Qué decí­a de esa chica... Cómo  era su nick...
-   ¿Qué chica?
-   Sí­, esa que tiene nick de maña....malika. Sí­, eso es, malika
-   Ah, sí­, que le daba las gracias por haber respondido a mi escrito.
-   Pues continúe
-   Pues..., la verdad, ahora mismo no sé cómo continuar. Se me ha ido el santo al cielo.
-   Es que me sorprende que le de usted los parabienes. No es precisamente su costumbre.
-   Que digo yo que debe ser porque, de momento, encuentro que es la forera menos endogámica del lugar. Vamos, que me cae bien  Perdóname por ir así­      buscándote / tan torpemente, dentro / de ti...
-   ¿Decí­a?
-   Nada, que he salido por Salinas
-   ¡Ah!
-   Perdóname el dolor, alguna vez...
-   Oiga, si va a seguir recitando, yo me voy. Además, a mi esa chica ...como que no me parece de fiar. Yo que usted andarí­a con cuidado.
-   ...Es que quiero sacar / de ti tu mejor tú / Ese que no te viste y que yo veo...
-   ¡Ea!
-   ¿Y por qué dice que no le parece de fiar?
-   ¿Acaso no ha leí­do usted  su mensaje?
-   Pues...
-   Ese que habla de cuchillas y gaznates abiertos. Eso por no mencionar el dibujo de sus textos. De  color rojo intenso tachonado de verdes, cual serpiente venenosa y mortí­fera. Fí­jese que todo en esa mujer acaba en punta cual violenta flecha. Sus zapatos verdes de tacón parecen saetas  dispuestas a clavarse en confiadas espaldas, el cierre de sus rodillas dibuja  un afilado triangulo como letrero que dijera: Hasta aquí­;  su regazo cerrado como a cal y canto por tres lí­neas que recuerdan lo vidrios rotos que se colocan en lo alto de los muros para prevenir su asalto. Y así­, hasta el asiento en el que reposa, que parece amenazar a quien mira la fotografí­a. Y si bien ésta oculta su busto y su cabeza, es fácil imaginar  dos pechos tiesos y encolerizados, unos ojos hipnóticos, y una  lengua bí­fida
-   Me está usted asustando, don Obdón.
-   Cuidadito, cuidadito, don Basho. No quiero ser ave de mal agí¼ero, pero...temo las intenciones subconscientes. Tampoco comprendo en demasí­a sus gracias hacia ella. Observe que el pastel  que dibuja y con el que le felicita, está empezado en su mayo parte. Tan sólo muestra los pies....¿Quién se ha comido el resto?
-   Ay, don Obdón, qué gurrumino está usted.
-   Disculpe,  don Basho. No querí­a aguarle la fiesta
-   Nada hombre, nada
-   Y ya me despido
-   Y yo también, que ya va siendo hora.
-   Buenas noches, don Obdón
-   Buenas noches, don  Basho
....Y cogerlo
Y tenerlo yo en alto como tiene
El árbol la luz última
Que le ha encontrado el sol
Y entonces tú....

Basho

Acabo de ver nuevamente, Crash. ¡Dios!, hay obras que me reconfortan con el ser humano, y ésta es una de ellas. Cómo se entrecruzan las historias, qué fotografí­a, qué música, qué montaje. Todo encaja tan perfecto como sólo puede  en la obra maestra. Pero sobre todo, qué sutileza

Por obras así­, uno lamenta haber nacido tan pronto

Basho

La vida en sí­ misma es una carrera de fondo. Y hay dos cosas que me encantan, una, jugar con la vanidad de los demás, y dos, hacer clara y patente la estupidez al propio estúpido

malika

Cita de: Basho en Febrero 18, 2007, 12:03:03 AM
La vida en sí­ misma es una carrera de fondo. Y hay dos cosas que me encantan, una, jugar con la vanidad de los demás, y dos, hacer clara y patente la estupidez al propio estúpido

Entonces, ¿no cree que no es estúpido?

A no ser que se utilice el mismo lenguaje, lo que me lleva a pensar que quien hace clara y patente la estupidez a ese estúpido, también lo sea.

(Elucubraciones, no más)

Basho

Cierto. Acierta absolutamente. Sólo un estúpido puede darse cuenta de que otro estúpido ha conmprendido su estupidez. ¡Chapó!  Me acabas de revatir mi teorí­a. No, si por algo te....

Basho

...lo que me extraña es que no hayas hecho ninguna mención a lo de la vanidad

malika

Cita de: Basho en Febrero 18, 2007, 12:24:54 AM
...lo que me extraña es que no hayas hecho ninguna mención a lo de la vanidad

Porque vanidad somos todos.

(Una obviedad)

Basho



Porque vanidad somos todos.

(Una obviedad)


Sí­, pero eso es muy fácil y genérico, efectí­vamente una obviedad...es,  que respondas que es una obviedad.

¡Ya me liáo!

Casio

#25
 No hay que confundir  el expuesto a la ilusión con el tramposo que fracasa. No están al mismo nivel el circunstancialmente iluso, con el necesariamente gilipollas,  siempre ha habido clases.


la clave, que además de rápido, soy generoso: demasiadas notas falsas.

eso y que los cretinos  gustan repetir.

Basho

Con  las palabras: ilusos, gilipollas, fracasados y generosos, se podrí­an componer   sesudas frases comparativas. No las voy a componer en este momento, tal vez en otro, pero es tentador: Me  encantan los sinónimos que llevan a confusión.


Basho

-   Buenas, don Basho
-   Buenas, don Obdón. ¿Usted por aquí­?
-   Estaba echando una ojeada al foro.
-   Yo lo hice anoche y esta mañana
-   ¿Y leyó algo a considerar?
-   Pues si le digo la verdad, don Obdón, ya hace tiempo que no leo nada de consideración, ni aquí­, ni fuera de aquí­. De todos modos, si usted tiene algún libro que recomendarme..., no deje de hacerlo.
-   Qué exigente se está volviendo usted en esto de la lectura
-   Debe ser. La verdad es que de unos años a esta parte, salvo contadas excepciones, la única lectura que me interesa es , o bien la que me hace reí­r, o bien la que me la pone tiesa. Y siento ser tremendista
-   ¿Ha leí­do  el escrito de Bick Cristal titulado: Himno al escroto?
-   Si he de serle sincero, no. Pero prometo hacerlo. El caso es que desde que leí­ su sugerente tí­tulo: Himno al escroto, no dejo de darle  vueltas a una réplica
-   ¿Una continuación?
-   No, no, qué va. A mi los himnos no se me dan bien. Habí­a pensado mejor en una oda. Como versión femenina a semejante parte. Ya sabe... .
-   Una oda...
-   Sí­, señor
-   Versión femenina...
-   Le noto usted reticente, don Obdón
-   ¿Tiene usted ya pensado algo?
-   Pues sí­, el tí­tulo y dos primeros versos.
-   ¿Cómo la titulará?
-    <<Oda al papo>>
-   Al papo... Versión femenina...
-   No la tengo acabada, pero si lo desea, le puedo recitar el primer verso.
-   Si le hace ilusión
-   Que conste que no es definitivo. Ya sabe usted la importancia del primer verso. Permí­tame que carraspee levemente  para aclarar la voz, don Obdón
-   Carraspee, carraspee.
-    Ejem. Inspiro, expiro, inspiro...
-   ¿Pero qué hace ahora? ¿ Se arranca o no se arranca usted, don Basho?
-   Es que estoy tomando fuelle.
-   Ya.
-   Ahí­ va, a ver qué le parece: ¡Oh, papo, papo, mi papo, papo...
-   Disculpe que le interrumpa, don Basho, pero...¿no le parece a usted que ese primer verso de su oda se parece mucho a una canción de Encarnita Polo?
-   Pues no, no caigo
-   Siento desilusionarle, pero así­ es.
-   Y si empezase así­: ¡Oh, tú, papo, también llamado... Qué le parece, don Obdón.
-   Que...con todo el cariño del mundo, don Basho,  pero creo que no es usted un Rabindranath
-   ¡Hombre, don Obdón, eso ni se dice!
-   Pero criatura de Dios, antes de componer una oda hay que ensayar la métrica.... Si la va a escribir en endecasí­labos o...
-   ¡En endecasí­labos, en endecasí­labos! Perdone la impetuosa interrupción, don Obdón, pero es que me chiflan los endecasí­labos. Siga
-   Pues en endecasí­labos. Además hay que documentarse. No todo lo debemos dejar al magí­n y la  improvisación. Las musas a veces son tercas ¿ Usted se ha documentado primero?
-   ¿Sobre los papos?
-   Naturalmente.
-   Enmmmmm...., no, no..., qué va..., en absoluto...  Pero en cuanto acabemos esta charla, me voy a documentar seriamente, se lo prometo. Lo primero que haré será Cliquear USUARIOS, la G, gaz y los últimos mensajes del éste. Este forero parece saber del asunto. Siempre será utilidad  saber cuántas razas de papos hay,  papos  históricos de la humanidad, o simplemente cuántos papos puede llegar a tener  una mujer... , ¿verdad, usted?
-   Le encuentro don Basho algo verde en el tema, sin ánimo de menosprecio.
-   Pues no crea, también tengo mi experiencia... en papos, traumática, bien es verdad, pero ahí­ está, en mis vivencias.
-   ¿Traumática?
-   Hace ya veinte años cuando esto que le voy a contar ocurrió. Ella era  la condesita de Miramar. Tan  bella que no habí­a voluntad de hombre que  no doblegase, ni deseo que no encendiese
-   ¡Corcho!
-   Nos enamoramos al instante. Recuerdo la gracia y el cariño con que ella me decí­a:
Te quiero, memo, memo mí­o. ¿Me quieres, tú?.
Y yo, dulcemente, respondí­a:
Claro que sí­, cacho boba.
Todo en nosotros eran arrumacos y bellas palabras
¿De verdad me quieres tanto como yo a ti, asno mí­o?
Más, mi bella  mula parda.
Un dí­a que sus padres no estaban me invitó a su palacete.  Era un palacete de unos sesenta metros cuadrados, con living-comedor- dormitorio- sala de estar y  vater empotrado. Pequeño, sí­, pero muy coqueto y lleno de espejos que le daban una gran amplitud. Recuerdo que me llevó a su dormitorio. Allí­ nos besamos como dos  hambrientos. Luego, me desnudé henchido de sangre hasta la última cavidad de mi cuerpo. Ella me dijo: Cierra los ojos. Los cerré, y oí­ cómo se desnudaba. Al cabo, dijo: Ya puedes abrirlos. No cabí­a de gozo en mi. Abrí­ los ojos, y allí­ estaba ella, más bella que nunca, desnuda, deseosa y sentada en la cama tí­midamente apoyada en el respaldo de la misma con las piernas dobladas. Ven, dijo. Y entonces, de pronto, mientras iba hacia ella, abrió la piernas cuanto pudo.  Quedé paralizado.. Asustado. Mire usted que, atónito, con la mirada clavada, exclamé:
-   ¡Menudo papo, condesa!
Al momento, una voz retumbó en mi cabeza. Me dijo:
-   ¡Hosti, tú, quin papu, nem!
Era mi enhiesto pene, que a veces me habla con acento catalán. E instantes después, cayó desmayado como calcetí­n usado. 
Qué haces, le dije. No irás a dejarme  en mal lugar ante condesa.
Usentu noy, no puc parlá, estic mort. ( advierto que el catalán no lo domino) Déjate de bromas, le impelí­. ¡ Yérguete ahora mismo!.
Ah, no, me respondió mi flácido miembro, Yo no entro ahí­. Eso..., eso puede tener dientes
Cobarde miedica, dije tratando de herirle en su amor propio.
Já, y no quiero ni pensar qué dimensiones adquirirá el papo de la condesa cuando se dilate por la excitación. No, no...yo no entro ahí­, y mucho menos solo.  ¿No querrás, le argumenté, entrar acompañado?.
Pues solo no entro. Así­ que ya  puedes estar llamando a alguien tamaño Nacho Vidad. 
Total, don Obdón, que como no tení­a  a mano el número del tal Nacho, un tanto avergonzado, me disculpé de la bella condesa de Miramar y nunca más supe de ella.
Como bien podrá usted imaginar, a partir de ese dí­a, cada vez que mi pene y yo vemos desnudarse a una mujer, un sudor frí­o nos recorre el lomo.
-   Bueno, don Basho, que tengo que irme y  ya sabemos que usted no tiene el don del haikú, que con tres medias frases bastan. Hasta otra, y si acaba usted la oda, será un placer leerla
-   Hasta otra, don Obdón. Y gracias por la charla. Yo también me voy a dar una vueltecita

Patricia


Basho



-   Oiga, disculpe, ¿ es usted el hombre inconfundible?
-   No señora, no. En absoluto. Me ha confundido usted.
-   ¿Está usted seguro? Es que..., por más que le miro...
-   Mire, mire cuanto quiera...
-   Pues..., para mi que es el inconfundible. Vamos, es que si no, ustedes son como dos gotas de agua.
-   Que le digo que no, señora. A mi siempre me confunden con otra persona que no viene al caso, pero nunca  con el inconfundible. ¿Quiere que hagamos una prueba para que se quede usted más tranquila?
-   Si no le es mucha molestia...
-   Le preguntaremos a cualquiera de estas personas que pasan por nuestro lado, ¿de acuerdo?
-   De acuerdo
-   ¡Eh, usted, caballero!...
-   Vaya, qué prisas...
-    .......¡Señora!....
-   No le ha oí­do. Pruebe con ese señor que viene hacia nosotros
-   Oiga, buen hombre, serí­a usted tan amable....
-   Nada.  Qué apresuramiento. Es que la gente no se detiene por nada.
-   No, no. No es eso.
-   ¿Ah, no? ¿Entonces?
-   Es que me confunden con el hombre invisible.
-   ¿Decí­a?
-   Nada...