Flores que esconden lodo

Iniciado por Recolectando, Febrero 27, 2007, 10:41:34 PM

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Recolectando

Te extrañará recibir noticias mí­as.  También a mí­ se me hace extraño estar escribiéndote.  Cuánto cuesta volver a entrenar los dedos sobre el teclado para llegar a hablarte. Tanto, que he vuelto a fumar.   El cursor parpadea intermitente tras la última palabra.   Enciende un cigarrillo y mira la pantalla entre toses y humo.    Un sol de tarde de marzo entra por la ventana, sus rayos llegan hasta el parque donde juega el bebé.  Meli apaga el cigarrillo a medias  y se levanta a correr la cortina para que la luz no alcance los ojos del pequeño.   Toma al bebé en brazos.  Le arregla la ropa y vuelve a dejarle con sus juguetes.    Saca de un cajón su cámara de video y vuelve a sentarse frente al ordenador.  Seguro que no puedes imaginarme sin un cigarrillo en los labios.     ¿Me imaginas?   Yo te olvidé, quise olvidarte, te recuerdo.  Sí­, te recuerdo fragmentado como una pintura cubista.  Y me da rabia.    Con la mano derecha agita el ratón formando cí­rculos.  Un golpe con el corazón sobre el botón izquierdo y minimiza la pantalla del correo.  En la minicadena suena en repeat la misma canción del CD.   Toma su cámara y se acerca al niño.   La sostiene con la derecha mientras mueve los dedos de la izquierda.  El bebé la mira agitando sus bracitos, toma un peluche tuerto y lo lanza contra la joven madre.   Meli oprime el zoom para tomar un primer plano de las pequeñas manos que mueven sus deditos como lo hace ella.  Corta la toma.  Se arrodilla para apretar sus manitas y las retiene unos minutos meciéndole los brazos.  Vuelve a su mesa.   Vací­a el cenicero repleto de colillas y vuelve a maximizar la pantalla.   No, no, ya no es rabia, la sentí­, me ahogué en ella, y hubiese deseado ahogarte conmigo.   Te despreciaba, te seguí­a amando.    Lo peor era esa sensación de que todos me miraban como si supieran, como si se alegrarán, como si te aprobarán.   Todas las jodidas cuarentonas eran tu esposa echándome en cara su victoria, su victoria cargada de razón.  Todo parecí­a una mala pelí­cula con moralina para consuelo de marujas.  No podí­a pensar, toda yo era herida y ganas de arañar.  La fascinación, la admiración, la voluntad de ser tú para ser más tuya, más mí­a, más amada, dio paso a una nausea, al vértigo de odiarte.  Y entonces pasó, una simple manchita rosada fue un clavo ardiente al que agarrase para devolverte todo el dolor, todo el daño.   La ceniza cae desde sus labios sobre el teclado.  Meli sopla con rabia, echa atrás su silla basculante y apura la última calada antes de estrellar la colilla en el cenicero.  Golpea la mesa con el puño cerrado y se levanta.  Deja la habitación.  El bebé gatea dentro de su parque en dirección a la puerta por la que ha salido su madre y lanza pequeños grititos.   Se escucha ruido de agua saliendo por un grifo.    Al entrar enciende ya la luz, trae en la mano una toalla con ositos, la deja caer con suavidad sobre el niño.  El bebé rí­e.  Meli vuelve a filmarlo antes de regresar a su silla.   Ella jamás te lo darí­a, esa vieja ya no puede, y yo... yo podí­a negártelo.  Pensé educarle en el odio.  No querí­a que tuviese nada tuyo.  Ni tus ideas.  Ni tus gestos.  Ni el color de tu piel.   No tuve en cuenta que algo tan pequeñito pudiera tener tanta fuerza.  Y volví­ a sentirte, mierda.  Mierda.   Le querí­a sólo mí­o pero es nuestro.    Minimiza.   Sale de la habitación.  Regresa con la pequeña bañera llena de agua.  La deja al pie del calefactor encendido.  Desnuda al niño que enreda sus deditos en la cabellera de ella.   Lo sienta con cuidado dentro de la bañera.  Le tira dentro sus muñecos de goma.  El niño aplaude sobre el agua.  Meli toma la cámara.  Plano corto del niño jugando con el agua.  Primeros planos de sus sonrisas y muecas.  Plano medio enfocando también el calefactor.   Se agacha.  Toma el calefactor con la mano libre.  Lo deja caer dentro del agua.  Plano corto del niño contrayéndose por la descarga. Funde en negro.   Meli se levanta despacio, conecta la cámara al ordenador y copia la grabación, después selecciona con el ratón adjuntar archivo.  Tienes derecho a saber que existe.  No, no, no es sólo eso.   Quiero que te veas en sus ojitos que son como los tuyos.  Quiero que le quieras.  Y que después me perdones.

Meli

Golpea con el í­ndice sobre enviar.   La mano cae lánguida al soltar el ratón .










Sí­


Ahora está completo

Cruda y terrorí­ficamente completo

Basho

Excelente, Mon, tu escrito, aunque pases de puntilla, con timidez  dirí­a, por alguna parte del relato, pero, repito, excelente de todas formas.

Recolectando

Muchas gracias, don Basho.  Es curioso esto de la Interné, oye, nos da la posibilidad de publicar nuestras cosillas a los pobres mortales que nunca coronaremos las cimas del Parnaso, pero es que además permite el contacto casi directo con el lector y nos permite observar como cada uno lo lee de distinto modo.  Me gusta este texto, Basho, ¿me podrí­as indicar por dónde paso de puntillas?  Te lo agradecerí­a mucho, porque con cada observación tengo más opciones para retocarlo y mejorarlo.


Besos,

Mon

Dionisio Aerofagita

A mí­ también me ha gustado (brrr) el relato. Por si te sirve (creo que no), desde un punto de vista de su estructura formal me produce una sensación ambivalente: efectivamente, plantearlo como una especie de chorizo sin párrafos y formado por frases telegráficas con puntos y seguido consigue un efecto determinado interesante; no sé, es como si se estuviera desmadejando un hilo, el hilo del pensamiento y se fuera viendo como poco a poco el hilo va arrastrando al final funesto, que es previsible pero en el buen sentido de la palabra. Sin embargo, puede ser que como efecto secundario cueste leerlo; si lo hubiera hecho yo, seguramente probarí­a (aunque fuera para quedarme finalmente con la primera) una versión con párrafos separados, a dos voces (con lo que se perderí­a la hilazón, claro, pero se podrí­a montar una letaní­a distinta), buscando algún otro artificio con signos de puntuación y poniendo normal los espacios. Por ejemplo:

"Te extrañará recibir noticias mí­as. También a mí­ se me hace extraño estar escribiéndote. Cuánto cuesta volver a entrenar los dedos sobre el teclado para llegar a hablarte. Tanto, que he vuelto a fumar.

El cursor parpadea intermitente tras la última palabra. Enciende un cigarrillo y mira la pantalla entre toses y humo. Un sol de tarde de marzo entra por la ventana, sus rayos llegan hasta el parque donde juega el bebé. Meli apaga el cigarrillo a medias y se levanta a correr la cortina para que la luz no alcance los ojos del pequeño; toma al bebé en brazos; le arregla la ropa y vuelve a dejarle con sus juguetes; saca de un cajón su cámara de video y vuelve a sentarse frente al ordenador.

Seguro que no puedes imaginarme sin un cigarrillo en los labios. ¿Me imaginas? Yo te olvidé, quise olvidarte, te recuerdo.  Sí­, te recuerdo fragmentado como una pintura cubista. Y me da rabia.
[...]"
Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.

Recolectando

Sí­, Dionisio, tus apreciaciones son acertadas: la separación por párrafos harí­a más fácil su lectura, pero la que facilitarí­a es la lectura en este soporte, me explico.  Del mismo modo que la duración de los planos se "lee" de forma distinta en la pantalla grande que en televisión, la primera permite planos largos y montajes lentos, en televisión los planos han de ser más cortos y el montaje más ágil; del mismo modo, repito, lo que sobre el papel no presenta dificultad, sí­ la presenta sobre la pantalla.  Es el editor de cualquier formato de foro el que convierte el texto en amasijo, sobre el papel el interlineado es mayor, la diferencia entre itálicas y "normales" es menor, aunque suficientemente marcada, y se sigue mejor el ritmo interno de la narración.

Los puntos y aparte suponen pausas dilatadas, pausas que romperí­an el continuo y mermarí­an el golpe de efecto al ralentizar en exceso la acción.

Tu apreciación es interesante, sobre todo, porque da pistas sobre los condicionantes que pesan en la comunicación internauta.  Sobre ello hablaré (cuando tenga un hueco) en otro hilo que anda por ahí­.

Besos,

Mon

Dionisio Aerofagita

Cita de: Mon en Marzo 10, 2007, 12:32:00 PM
Es el editor de cualquier formato de foro el que convierte el texto en amasijo, sobre el papel el interlineado es mayor, la diferencia entre itálicas y "normales" es menor, aunque suficientemente marcada, y se sigue mejor el ritmo interno de la narración.

Puede ser; precisamente pensaba que, sin embargo, habí­a leí­do relatos más largos y con más amasijo que no se me habí­an hecho difí­ciles de leer. Pero los habí­a leí­do en papel, claro.
Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.

Basho






En primer lugar, querida Mon, te ruego me apees del tratamiento de don. Don  sólo me lo llama don Obdón, hombre de vieja amistad,  educación exquisita y ya entrado en años.  Tú, por el contrario, puedes llamarme excelentí­simo señor.
En segundo lugar, me parece una ingenuidad tratar de coronar la cima del Parnaso, entre otras cosas porque en su cumbre, me han contado,  no hay más que  etéreas musas y muertos ilustres.
Y en tercer lugar, me molesta enormemente que te hagas la listilla presumida. Pues sabes muy bien que si en mi contestación a tu escrito dije que pasabas de puntilla por alguna parte de la narración, lo dije para darme un cierto tono de entendido, es decir, para darme importancia, como si yo supiera de qué va esto. Con lo cual y tu pregunta, me acabas de meter en un lí­o, porque no tengo ni puta idea. Es decir, no sé lo es  una estructura formal, ni una sensación ambivalente, y mucho me temo que ni puñetera falta que me hace. Por lo demás...bien   
Pero en fin, ya metidos en el asunto, decirte que, donde me hubiera gustado que insistieras es cuando dices:      Lo peor era esa sensación de que todos me miraban como si supieran....   Todas las jodidas cuarentonas eran tu esposa echándome en cara su victoria.

Aquí­, a mi, particularmente, subjetivamente, me hubiera gustado que prolongases esa sensación de culpa
De todos modos tu cuento está muy bien como está.  Y mi opinión no es más que la de un individuo, relativa, intrí­nseca, que no obedece a academia alguna, y sí­ a gustos particulares e ignorancia infinita.

Y si la próxima vez que te conteste, esgrimes mi contestación para ponerme en semejante brete, no te volveré a contestar más, doña Mon. ( extensa sonrisa sonrisa para ti)

Un saludo.

Recolectando

Infinitas gracias, excelentí­simo señor Basho.  Apenada me siento de haberle puesto en tamaño brete (obsérvese  aquí­ que a-penada, así­, con su alfa privativa significa sin pene), pero celebro que haya salido de él como el gran maestro del arte de la lidia que es usted, (mis sonrisas para ti siempre verticales, of course).

Besos,

Mon

Basho


Francamente, Mon, me alegra saber que se siente usted apenada con alfa primitiva, tanto o más como me entristecerí­a que se sintiera usted alegre con otro tipo de alfa. Porque esto de sexo es muy curioso. Yo soy penado, es decir, tengo...tengo..., caramba, casi no me atrevo a decirlo, pene, sí­, lo tengo, sí­, sí­, se puede decir que lo tengo.... Sin embargo....Bien es cierto que es como un bonsái minimalista, un llaverito, pero ahí­ está y no me avergí¼enzo. Dáse el caso que aún así­, es el organ...¿órgano?, no, mejor, organillo, que más placer me produce de mi cuerpo, y que por lo tanto, le tengo en gran aprecio,  pero ocurre que, no sé por qué, ese amor hacia mi organillo es excluyente, es decir, hace que deteste a todos lo demás penes, no sé por qué, los aborrezco. Así­ que, me alegra enormemente  que sea usted a-penada en alfa primitiva, y aún en la moderna. 

En cuanto a lo de maestro en  el arte de la lidia...., no es por presumir pero....tuve mis momentos de gloria. Ya estoy casi retirado de los toros. Alguna  vaquilla de vez en cuando, pero casi nada. De todos modos si vuelvo a los ruedos, me encantarí­a invitarla a tendido en mi próxima corrida, si se celebra, claro, que no es seguro.

( y sonrisas miles para ti, que me encanta que muestres tu buen humor , aunque sea de vez en cuando, ¡quesque cuando te pones académica, hija....!)