Me insinuas tu entretela...

Iniciado por Cocó, Abril 23, 2007, 10:41:57 AM

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Cocó

Cita de: Basho en Abril 23, 2007, 12:32:00 AM
Escrí­beme.

El cuento empieza así­:

-   Has estado con ella- dijo la mujer expulsando una densa bocanada de humo
El hombre no contestó. Estaba boca arriba, desnudo y atado de pies y manos a las cuatro esquinas de la cama, y de su cuello salí­an dos nudos corredizos en dirección opuesta  que le inmovilizaban SU cabeza
-   Te gusta esa puta- añadió
Después de atarle con ejercitada destreza, la mujer fue hacia la silla del tocador, la giró hacia él, se sentó, cogió  el encendedor y el paquete de cigarrillos que habí­a sobre el mueble, lo abrió con detenimiento y encendió un cigarrillo tras quince dí­as de abstinencia.
-   ¿Folla bien?
Segura de sí­ misma y de su cuerpo cincelado con voluntad, la mujer fumó apoyada de medio lado en el respaldo del asiento con la pierna derecha sobre el reposabrazos, ajena en esos momentos a su desnudez. El hombre, incorporado sobre uno de los almohadones , podrí­a haber observado con carnal fruición de no estar en la postrada situación  en que se hallaba, el sexo de ella marcado en la fina ropa de prenda interior


......


Corso


- ¿Alguna vez te mostré este encendedor?

Lo dijo sin mirarle, como si se lo dijera a sí­ misma.

Era un encendedor de gasolina, hecho en platino y con la inscripción De Valeria. Saboreó el carmí­n que aun daba color a sus labios pasando por ellos la lengua, muy despacio, recordando como se habí­a hecho con este capricho, como lo deseó nada más verlo y como lo ajustó a la cintura de su liguero aquel dí­a, hace ya mucho tiempo, dejando atrás sólo grasa en llamas y alaridos de cerdo. Aquel gordo idiota no merecí­a tener en sus manos semejante joya, hizo bien en prenderle fuego y quedarse con lo único que tení­a valor de esa putrefacta y condescendiente existencia.

Exhaló humo y dolor desde lo más profundo de sus pulmones y miró al cuerpo tendido en el catre. Habí­a un punto de despecho y de reproche en su mirada. Ella no iba a caer, no, se lo decí­a una y otra vez, nunca habí­a caí­do y nunca caerí­a, pero... esta vez no era como las demás, aun quedaba algo, algo que le impedí­a convetirlo todo en llamas y empezar de nuevo.



Basho

-   Afloja... las cuerdas, apenas... puedo respirar. â€" acertó a expresar el hombre
La  mujer aspiró humo de nuevo, lo retuvo largamente, y luego lo expulsó hasta extenuar sus pulmones.  Un leve y agradable vahí­do producido por la nicotina  meció su cuerpo
-   No-  dijo con rotundidad sin mirar al hombre
Se llevó las yemas de dos dedos a la boca y se desprendió de una brizna de tabaco que se habí­a adherido a su lengua. Dijo:
-   Procura relajarte.
Luego siguió fumando regodeándose en el silencio
-   Esta semana he aprendido a hacer nudos.- dijo al cabo con incuria-  Hay libros sobre ellos...
Tení­a una expresión evocadora en el rostro. De una evocación hastiada y severa.
-   No debes moverte. Las cuerdas están justamente tensadas para que permanezcas inmóvil 
La  mujer apuró el cigarrillo y lo apagó  en el cenicero. Apoyó el codo en la rodilla y la cabeza sobre la mano. Luego miró al hombre.

-   Sé que te gusta este juego. Cuando lo practicamos la otra vez, fui yo la atada. ¿Recuerdas? Tú lo propusiste, y yo acepté encantada.
-   ¡De...sátame¡
-   Las ataduras resultaron demasiado improvisadas y livianas. La cama no se prestaba a ello. Ni nada en aquella cutre habitación de hotel a la que me llevaste. Pero lo peor de todo fue que te limitaste a hacer lo convencional. No sabes cómo me hubiera gustado que me hicieras todo lo que nunca te has atrevido a hacer a una mujer. Todo.
-   Te juro que la próxima vez no será así­.
-   La próxima vez... No.  Hubiera soportado el dolor, incluso la repugnancia sin recriminártelo. Pero te faltó valor o imaginación. Creo que fue esto último, si bien... estoy segura de que, de no ser así­, te hubiera faltado lo primero.  Y el juego, claro, resultó una parodia absurda. Esta  vez será distinto- añadió la mujer mientras el hombre retorcí­a los músculos de su  cuerpo tratando inútilmente de aflojar las cuerdas - Te desollarás si sigues moviéndote. Aunque por mi puedes continuar, no sabes hasta qué punto me excita verte ahí­ desnudo con la musculatura en tensión. - El hombre obedeció, cansado y jadeante- Así­ está mejor: hoy va a ser un dí­a duro para ti. Primero la “otra”, ahora esto, y después yo. Puede ser demasiado esfuerzo para una sola noche.
La mujer calló unos segundos y paseó su mirada por la habitación.
-   ¿Te gusta?- dijo
-   ¿Qué?
-   Esta casa
-   Sí­, es muy bonita.- dijo el hombre con desgana
-   La heredé a la muerte de mis padres. No quise venderla. Es...mi infancia. Vetusta, pero sobria como corresponde a un viejo y obeso notario. Sólo una casa como esta puede tener una cama como esta: de hierro forjado para soportar peso, con pie y cabecera. Muy idónea para este juego
-   Preciosa
-   La mantengo exactamente como ellos la dejaron. De mis padres sólo heredé esta casa y una pequeña fortuna bien invertida. Y como toda familia, un grupo de buenos e influyentes amigos: notarios, abogados, jueces...
-   Interesante. Por favor...
-   Sí­, muy interesante. Nunca se sabe cuando una va a necesitar la ayuda de esos amigos. Nunca. Aunque a veces sí­: a veces una puede hacer cosas que no harí­a de no contar con esa fiel ayuda. No sé si me entiendes. ¿Sabes?, desde que mis padres murieron, nadie, excepto yo, ha entrado nunca en esta casa, ni siquiera mi bondadoso e inteligentí­simo marido.
-   Qué...privilegio, pues, el mí­o- dijo el hombre en un tono de voz que a la mujer se le antojó insoportablemente frí­volo.
-   Sí­- dijo- lo es, un verdadero privilegio. Pero..., cielo, ¿crees que te he traí­do aquí­ sólo para echar un polvo?
-   Qué insinúas.
-   Nada...
-   Desátame, quiero que me desates ahora mismo.
-   No, no lo haré hasta que esto no acabe. Y te juro que no sé cómo va a acabar. Ya te he dicho que esta vez el juego será distinto.
-   Pero... qué coño te pasa hoy
-    Ya te lo he dicho: estoy celosa. 
El hombre serpenteó de nuevo en lo poco que le permití­an las tensas ataduras con movimientos que a la mujer le parecieron voluptuosos.
-   Tienes  un cuerpo exuberante.  Verte a ahí­..., maniatado, sumiso, entregado... con toda  la musculatura prominente por el esfuerzo... henchida...Dios... Mí­rame â€" dijo la mujer echando al punto su cuerpo hacia atrás en el asiento- Voy a masturbarme pensando en ti y en esa puta follando sobre la mesa de su despacho. Mí­rame- repitió. se abrió entonces de piernas, metió una mano por dentro de  las bragas y empezó a acariciarse con largos movimientos verticales- Mí­rame- dijo, e inclinó su cabeza hacia atrás describiendo pequeños cí­rculos sobre su clí­toris- ¿Te gusta?- añadió extasiándose. Ahora las caricias eran cortas y rápidas y de vez en cuando  insertaba dos dedos en la cavidad del resbaladizo coño mientras con la otra mano se pellizcaba suavemente los pezones. Al aproximarse el clí­max, el hombre vio como los muslos de la mujer se separaban y su pelvis se inclinaba hacia arriba. ¡Joder!- exclamó por fin en pleno orgasmo llevándose ambas manos a la entrepierna
-   





Don Pésimo

Me cago en el Sistema Solar

Nicotin

CitarPitita Ridruejo dice:
el otro dí­a ví­ a un tipo con un perro, y lo vi 5 minutos escasos, y dijo lo mí­nimo, pero yo digo: chalao.

Basho

Reanimada, la mujer se levantó del asiento  y se acercó a un lado de la cama, junto a él. Se acabó de desnudar y permaneció de pie, desnuda, con sus largas piernas y su esbelto cuerpo bronceado,  mirando la complexión firme y bien formada del hombre
-   Eres  un adonis.- dijo. Luego, con cuidado,  apoyó una rodilla sobre el borde de la cama y  subió a horcajadas sobre el regazo del hombre.
-   Debemos tener cuidado. El colchón es viejo y blando y su balanceo podrí­a ahogarte. Así­ que lo haremos todo muy despacio
-   Me asfixio...
La mujer se inclinó entonces sobre él y  le besó en la boca taponándole la fosas nasales. El hombre, sin poder apartar su cabeza por las cuerdas que lo ceñí­an, sacudió el cuerpo. Se ahogaba
-  No te preocupes. â€" dijo la mujer separándose de él- Puedo respirar por ti
El hombre repuso sobresaltado la respiración.
- Qué pretendes...- dijo dócil
- Nada...
El hombre iba a decir: ¿Matarme?, pero no se atrevió. No obstante, dijo:
     - Quiero que acabe este juego- suplicó
     - Acabará- dijo la mujer- Aunque no sé como... Dime- añadió a pocos centí­metros de la cara de él- ¿esta noche habéis cenado juntos o has venido directamente desde su cama?- la mujer esperó inútilmente una respuesta. Se incorporó y bajó por el cuerpo del hombre hasta colocarse entre sus piernas. Luego le tomó por las caderas y le besó por encima de los muslos- ¿No quieres contestar?- dijo- Creo que no es necesario- Y pegó su nariz al lacio pene y dio una fuerte aspiración- Aún huele a su coño- dijo.
Seguidamente desnudó el glande del prepucio y empezó a lamerlo. Lo ceñí­a con los labios, muy despacio, con fruición, mirándolo cada vez que salí­a de  su boca.
-   Se muy bien el sabor que tiene una polla cuando acaba de follar.- dijo sin dejar de saborear el capullo del hombre.- ¿Notas el calor de mi boca?- dijo. Y añadió alzando ahora la cabeza-  En el fondo me alegro que hayas venido después de dejarla. No es la primera vez que llegas después de dejar a otra mujer en la cama. Lo sé. Me excita el sabor de sus coños en... ti.
Dicho esto, la mujer se incorporó y subió a cuatro patas.
-   No me extraña que gustes tanto a las mujeres, eres... tan hermoso. Pero ahora quiero que me hables de ella.- dijo besándole la nariz. ¿Cómo es en la cama?
-   Desátame y te lo diré
-   No.
-   Entonces...
-   Oh, sí­, lo harás, claro que sí­...
-   Por favor...Así­... no puedo excitarme
-   Sí­. Te diré lo que voy a hacer para excitarte. Me deslizaré de nuevo entre tus piernas y después de acariciarte, te  meteré suavemente un dedo en el... “culo”, eso sé que te gusta, y luego  te “mamaré” la “polla” hasta que esté a punto de reventar, instante en que me la hincaré dentro, muy dentro de mi, y cabalgaré sobre ella hasta que me inundes de tu...calido semen ¿Crees que no lo conseguiré? Sí­ ¿Alguna vez te ha hablado ella así­; tan impúdica? No. No debes ser tí­mido. Después de los primeros besos, a las mujeres, lo que nos gusta es follar, follar salvajemente, sentir vuestra lengua y vuestra tiesa polla hurgando en nuestro lindo y chorreante coño. Decir obscenidades. ¿Te dice ella obscenidades en la cama?
-   Ella no es de esa clase de mujeres. â€" dijo el hombre con seriedad afectada. La mujer retuvo la respiración y rió con desprecio, si no con tedio
-   Para haber estado con tantas mujeres eres un estúpido. Qué fáciles sois de engañar los hombres. Basta un silencio cómplice y una sonrisa cándida para creer que en nuestras cabecitas no caben pensamientos impuros.  Me decepcionas.







Nicotin

CitarPitita Ridruejo dice:
el otro dí­a ví­ a un tipo con un perro, y lo vi 5 minutos escasos, y dijo lo mí­nimo, pero yo digo: chalao.

Basho

Nicotin, me puedes dar, o no, tu opinión como tú quieras, con, o sin cera

Don Pésimo

Se acabó de desnudar y permaneció de pie, desnuda, con sus largas piernas y su esbelto cuerpo bronceado,  mirando la complexión firme y bien formada del hombre
-   Eres  un adonis.- dijo.



Esto está derivando entre lo apocalí­ptico y lo descacharrante.
Me cago en el Sistema Solar

Nicotin

Cita de: Basho en Abril 30, 2007, 07:24:32 PM
Nicotin, me puedes dar, o no, tu opinión como tú quieras, con, o sin cera

Muy agradecido por el detalle.

¿Sabí­as que en Softonic hay un amplio abanico de utilidades que puedes descargar gratuitamente, y que la página está organizada de un modo intuitivo y sencillo, con un interface similar al de Windows, que facilita las búsquedas y permite una navegación cómoda y fluida?

CitarPitita Ridruejo dice:
el otro dí­a ví­ a un tipo con un perro, y lo vi 5 minutos escasos, y dijo lo mí­nimo, pero yo digo: chalao.

Barbie

Cita de: Cocó en Abril 23, 2007, 07:50:51 PM

- ¿Alguna vez te mostré este encendedor?

Lo dijo sin mirarle, como si se lo dijera a sí­ misma.

Era un encendedor de gasolina, hecho en platino y con la inscripción De Valeria. Saboreó el carmí­n que aun daba color a sus labios pasando por ellos la lengua, muy despacio, recordando como se habí­a hecho con este capricho, como lo deseó nada más verlo y como lo ajustó a la cintura de su liguero aquel dí­a, hace ya mucho tiempo, dejando atrás sólo grasa en llamas y alaridos de cerdo. Aquel gordo idiota no merecí­a tener en sus manos semejante joya, hizo bien en prenderle fuego y quedarse con lo único que tení­a valor de esa putrefacta y condescendiente existencia.

Exhaló humo y dolor desde lo más profundo de sus pulmones y miró al cuerpo tendido en el catre. Habí­a un punto de despecho y de reproche en su mirada. Ella no iba a caer, no, se lo decí­a una y otra vez, nunca habí­a caí­do y nunca caerí­a, pero... esta vez no era como las demás, aun quedaba algo, algo que le impedí­a convetirlo todo en llamas y empezar de nuevo.




Confieso que tengo pérdidas, lo he notado leyendo este hilo. Gracias no sólo a la literatura que nos ofrencen estos dos en su mano a mano delirante sino también, como no, a las oportunas injerencias de Don Pésimo y el otro.
Nostante, quisiera recalcar, remachar y rechapar este sublime cacho de Pozí­, con pasajes que rozan lo sublime hasta dejarlo escocido. ¿Ande podrí­amos encontrar un vocabulario tan cacofónicamente onomatopéyico que en "una mirada con un punto de despecho y reproche"? ¿Se puede expresar más mejor una mirada atravesada? NO.
¿Y qué me dicen, si es que pueden decir algo, de esa incertidumbre final?
"No iba a caer, no caí­a nunca, no es de las que caen, ahora mismo no caigo, pero esta vez no era como las demás, queno queno, iba a caer con todo el equipo..."  que susssspenseeeee, cuñaaaaaao.

Nicotin

#12
Cita de: Barbie en Mayo 02, 2007, 09:05:54 PM
"No iba a caer, no caí­a nunca, no es de las que caen, ahora mismo no caigo, pero esta vez no era como las demás, queno queno, iba a caer con todo el equipo..."  que susssspenseeeee, cuñaaaaaao.

"Qué pena.
Qué lasssstima."



Veo que no se puede escribir un texto culto ahí­to de obvias referencias culturales sin que una pueblerina desleí­da venga a reí­rse de lo que es, con prí­stina claridad, un homenaje a ineludibles referentes culturales de Occidente.


CitarPitita Ridruejo dice:
el otro dí­a ví­ a un tipo con un perro, y lo vi 5 minutos escasos, y dijo lo mí­nimo, pero yo digo: chalao.

Corso



Empezaba a sentirse nerviosa, estúpida por sentir algo por semejante puerco, por semejante idota, engañada... contrariada.

Y odiaba perder el tiempo.

Se levantó y meneó con cadencia las caderas en dirección a su fetiche de platino, sobre la mesa testigo del escenario macabro. Lo tomó entre los dedos y prendí­o un cigarro. Sin separar el gas incandescente de su cara se giró hací­a su juguete. Le gustaba deleitarse mirando brillar el sudor de su piel a través de la luz roja. Manteniendo entre ambos y muy cerca de su aliento esta suerte de antifaz en llamas comenzó a acercarse.

Siguió acercándose.




Nicotin

#14
CitarPitita Ridruejo dice:
el otro dí­a ví­ a un tipo con un perro, y lo vi 5 minutos escasos, y dijo lo mí­nimo, pero yo digo: chalao.