Sobre la droga

Iniciado por No-soy-Gilles, Mayo 04, 2007, 02:31:11 PM

Tema anterior - Siguiente tema

laura_m

Cita de: Bobby Beausoleil en Mayo 07, 2007, 12:45:59 AM
Soy de los que piensan que cuando eres adicto, ambas dependencias se dan (existen) y estan relacionadas.

Los cambios neurológicos que provoca el alcohol en tu cuerpo, Gilles, se producen con independencia de que te emborraches solo o acompañado. El hecho de llegar a beber solo suele ser un indicio de mayor adicción, pero también puede ocurrir que simplemente tus circunstancias cambien, que salgas menos, pero que sigas emborrachándote con la misma frecuencia que antes. Es decir, puedes abandonar el hábito de ir a bares, pero eso no significa necesariamente que abandones el hábito de beber. Y tan borracho eras antes como en la nueva situación. Lo que ocurre es que beber en bares se acepta socialmente, y beber solo en tu casa está mal visto.

Dionisio Aerofagita

En cuanto a las pautas actuales de consumo de drogas, yo no le darí­a poca importancia a los factores puramente económicos. Con eso me refiero, en primer lugar a lo que ya se ha mencionado: la disponibilidad de una mayor cantidad y variedad de sustancias y en muchos casos, la "prosperidad" que permite su consumo; ganas de pasarlo bien, hedonismo, necesidad de evasión... y muchos más de los factores que pueden intervenir en la repetición del consumo los ha habido toda la vida de Dios, y la prueba es que alcohólicos ha habido por todas partes. En segundo lugar, llamarí­a la atención sobre el hecho de que las instituciones económicas, una vez constituidas también orientan pautas de consumo (crean necesidades, vamos); esto es, ciertamente, la producción y el comercio de drogas surgen porque las personas las consumimos, pero una vez surgen, van formando sus propias estructuras que para sobrevivir y prosperar van creando su propio mercado. Respecto a un campesino del siglo XIII somos consumistas porque podemos, y también porque todas las instituciones que hemos creado para poder consumir continúan retroalimentando nuestras exigencias de consumo.

Dicho esto, cabe plantearse, al margen de los factores económicos de fondo (que a mí­ me parecen muy importantes en este caso) o de los factores biológicos, relativamente constantes (mayor dependencia fí­sica de algunas sustancias, mayor deterioro para la salud de algunas sustancias, mayor predisposición a la adicción de algunos sujetos), hasta qué punto inciden los factores culturales. Escuché a Escohotado decir una vez (no sé si con fundamento o no) que en el Imperio Romano se consumí­a mucho opio y sin embargo no habí­a ninguna palabra para "opiómano"; ¿por qué no implicaba conflicto social? O podemos pensar en todas las drogas que diversas culturas han usado en contexto ritual, sin generar disfunciones sociales. En parte puede ser porque cosas que hoy nos escandalizan o que llaman la atención de nuestro sistema de salud entonces no eran muy importantes, pero yo creo que sólo en una parte pequeña.

Ahora bien, en este contexto, creo que habrí­a que huir de la simpleza etnocéntrica. Aunque sea etnocentrismo acomplejado, a la inversa. Yo no veo, por ejemplo, que tengamos menos tolerancia a la frustración que en otro tiempo y no sé cómo ese concepto se puede precisar más para ver cómo incide.

Más bien yo dirí­a que lo que genera la adicción es la costumbre, la reiteración. Los primeros consumos tienen un carácter excepcional, iniciático o casi, dramático. Posteriormente, si se va repitiendo, lo más habitual es que el consumo de la sustancia que sea se integre en la vida del sujeto por medio de pautas estandarizadas, reglas no escritas, que terminan incluso por determinar su identidad, como sabiamente señalaba Zruspa. Y los hábitos que rodean al consumo de drogas pueden ser enormemente variados, diversos, en función del contexto (cultural, social, económico...) En último término, son los hábitos los que generan la adicción (desde la perspectiva psicosocial). Para mí­ hay adicción cuando la conciencia del individuo quiere abandonar una costumbre pero no puede (muy acertada me parece otra vez esa configuración de la identidad, de la permanencia del sujeto a lo largo del tiempo en relación con la costumbre o con la identidad que señalaba Zruspa, aunque, como habla mi conciencia y no mi costumbre, yo estoy de parte de la primera); hasta entonces la adicción no existe, la costumbre en sí­ misma considerada no implica ningún conflicto (sí­ lo podí­an implicar las consecuencias fí­sicas o psicosociales del consumo). El sujeto puede llegar a la conclusión de que su costumbre no le compensa (por razones sociales o fí­sicas), pero no puede dejarla. Normalmente, sólo experimentamos incomodidad al abandonar una costumbre: por ejemplo, el abstemio puede salir por la noche y no le entran ganas de beber, pero quienes beben siempre cuando salen por la noche se sentirán incómodos si no lo hacen; si su hí­gado les ha obligado a dejar el alcohol, tienen que hacer un esfuerzo para modificar su costumbre (salir y no beber) o bien para sustituirla por otra (no salir para no beber). Lo mismo sucede por ejemplo cuando alguien quiere dejar el tabaco, pero no el alcohol o el café y los tiene integrados en los mismos rituales.

El carácter adictivo de una costumbre depende de muchas cosas. La recompensa extática de muchas drogas, la dependencia fí­sica, pero también su frecuencia, y muchos factores puramente sociales sirven de refuerzo del proceso, convirtiendo la costumbre en difí­cilmente renunciable. En la adolescencia uno es más proclive a adquirir costumbres de consumo claramente perniciosas para la salud (más que por rebeldí­a, creo que por una forma de "imprudencia", es decir, eres consciente mentalmente de los riesgos pero no te identificas con ellos); luego, muchas personas quieren abandonar estos hábitos: lo que yo he visto es que lo tienen más fácil las personas que tienen posibilidades alternativas, que tienen otros hábitos igualmente importantes, otras costumbres que puedan sustituir las anteriores. Aquellas personas que, por unas razones u otras, giraban en todo caso en torno a la droga que fuera (por ejemplo, la costumbre es compartida por la mayor parte de sus relaciones, no trabajan ni estudian, no tienen muchas interacciones fuera de esa zona de experiencia, etc.) se veí­an con más fuerza absorbidas por la droga. Hoy en dí­a no creo que sea tan simple como decir que las personas frustradas pueden ser más drogadictas: uno puede empezar como un joven pandillero y terminar arrastrado a una vida estándar que lo hace infeliz y lo deja terriblemente frustrado y descontento, pero ser incapaz de romper con esa vida porque todas esas pequeñas cosas conforman su identidad (sus esclavitudes, sus adicciones, las costumbres que lo esclavizan serí­an otras, aunque llevara una vida "sana").

En este contexto, distintas pautas estandarizadas de consumo provocan diversos problemas o diversos grados en lo que refiere a a) el deterioro de la salud, b) el deterioro de la "integración" social o c) lo difí­cil que es dejar "el vicio". Hacer generalizaciones aquí­ me parece extremadamente difí­cil y algo frí­volo: serí­a quizás más provechoso mirar cosas más concretas como distintas pautas de consumo de la misma droga a lo largo del tiempo y en distintos contextos en la misma época.

Como una generalización un poco frí­vola, aparte de la ya mencionada de la centralidad de la costumbre que se pretende abandonar podrí­a añadir que el prohibicionismo, entre sus muchos efectos secundarios perversos, implica que las pautas y costumbres asociadas al consumo de drogas ilegales se vinculan a menudo con la marginalidad, con lo rechazado, con lo ilegal, con el delito. Así­ pues, creo que la prohibición incide en que las pautas asociadas al consumo de drogas vinculen al sujeto a la marginación y provoquen disfunciones en la cohesión social.


Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.

California


Puede que tengas parte de razón en tu análisis, Dionisio, pero no estoy de acuerdo del todo en que los rituales de repetición generen adicción. Puede ser cierto en sustancias como el alcohol cuando el individuo llega a lo que solemos denominar como "alcoholizado"; o en el caso de la heroí­na. En cualquier caso éste serí­a un tema a resolver por la medicina. La repetición del uso de drogas la veo efectivamente asociada a la sacralización de ciertos valores, y en la sociedad contemporánea no hay nada más sacralizado que la idea de diversión. Y me parece, o sospecho simplemente, que son los valores asociados y sacralizados los que generan la adicción. Si desmontas el elemento sacralizado te quedas simplemente con una costumbre ritualizada, y puedes acabar fácilmente con ella. Y es posible, vaya, que la intolerancia a la frustración genere una adicción al consumo, pero también veo que en ese caso el elemento sacralizado es por ejemplo "la felicidad" o la "no infelicidad"; y esto del mismo modo que el tí­pico individuo que adora la estética del "perdedor", cuyo elemento sacralizado es "la infelicidad". Y es que, tú, todaví­a no hemos abandonado el platonismo...

Y, bueno, quizá todo esto sea estúpido, pero así­ es como lo veo ahora, a la vuelta de los años. Más o menos he podido ir venciendo todas mis adicciones; y desde luego todas las que tení­an que ver con la repetición: el alcohol, la cocaí­na, las afentaminas...

Me he quedado con las adicciones de las cuales no puedo prescindir, el cannabis, vaya, por voluntad y decisión propia. Mi elemento sacralizador es el "placer" visual/intelectual/fí­sico, y la búsqueda de las "epifaní­as", que son determinados gestos, escenas, situaciones que quedan congelados en el tiempo, fotografí­as mentales que capturan la aparición de un milagro...


------

Y queda la cuestión de por qué algunas personas tenemos un carácter propenso a las adicciones... No lo sé, y quizá me da lo mismo. Pero si alguien tiene una explicación, la leeré atentamente.

Dionisio Aerofagita

Cita de: California en Mayo 07, 2007, 04:11:33 PM
La repetición del uso de drogas la veo efectivamente asociada a la sacralización de ciertos valores, y en la sociedad contemporánea no hay nada más sacralizado que la idea de diversión. Y me parece, o sospecho simplemente, que son los valores asociados y sacralizados los que generan la adicción.

Me llama mucho la atención tu postura, porque yo casi que pienso lo contrario, sólo que no lo he puesto expresamente, así­ que pensaré sobre ello, porque me da bastante la vuelta a lo que pienso.

Entretanto lo pienso, yo me figuraba que una de las razones por las que el uso ritual de la droga aparenta al menos crear menos "adicción" es su conexión con las hierofaní­as, o epifaní­as, o sea, con la experiencia de lo "sagrado". Desde el punto de vista de la experiencia del sujeto, la hierofaní­a es un momento único y por tanto irrepetible, que se resiste a ser estructurado; digamos que la adicción no habita nunca en ese momento, sino antes o después, que vive en el mundo "real". Hay una cierta dificultad para atraparla en los lazos de la rutina, los dioses son escurridizos, pero claro, su fuerza misma para remover la conciencia hace que la tensión por dominarla sea muy fuerte. Ahí­ tenemos, por ejemplo, las religiones estructurando y cristalizando las experiencias mí­sticas. En principio, si Julio consume algún psicotrópico en su iniciación a los misterios Eleusinos (oh, momento mágico) y se emborracha en la taberna por mera diversión, tiene más papeletas para volverse alcohólico, porque lo otro es un momento excepcional: si se repite, se repite excepcionalmente en otro momento excepcional, in illo tempore, fuera del tiempo y del espacio mundanos, hace mucho tiempo en una galaxia muy lejana. De la misma manera en un contexto secular hay quien se fuma un cigarro, o un canuto, o se toma medio tripi, etc. en un momento especial, digamos, cuando los astros están alineados, pero no lo rutiniza, y luego repite en otro momento, pero es una circunstancia especí­fica en la que la "alineación de los astros" es especí­fica pero diferente, etc., etc., tiene menos papeletas para rutinizarlo. Y si cae en el "vicio", cuando lo haga, habrá rutinizado su conducta, la habrá incorporado a su vida cotidiana. Es la epifaní­a nuestra de cada dí­a y, aunque la experiencia pueda seguir siendo vigorosa, está mucho más cargada de estructura. Digamos, volviendo a lo sagrado, no es un rito de paso, no es un momento de transformación, es la vida cotidiana que fluye entre los ritos de paso.

Eso sí­, por el otro lado la epifaní­a, o, hablando en materialista, el estado de conciencia alterado tiene una potencia absorbente muy fuerte. Quizás el objeto de nuestros anhelos no sea más que -desde cierto punto de vista- precisamente estados de conciencia y estos, tan dramáticos pueden desearse con mucha fuerza, tanto más cuanto tu reino no sea de este mundo (por una razón o por otra, o porque te apartas del mundo o porque el mundo te ha pegado la patada en el culo o ambas). Pero insisto en que creo la adicción vive en el antes y en el después, como el yonqui que roba porque sabe que va a tener mono, adelantándose de manera estandarizada a lo que va a suceder. Así­ pues, la dependencia fí­sica, o la intensidad de la experiencia son como atractores que te impulsan a reiterar la conducta. Y después a reiterar, y a reiterar otra vez. Y cuando reiteras, terminas por reglamentar inconscientemente la conducta. Sabes cuál es el momento de la epifaní­a: ya no los domingos en misa, pero sí­ los sábados por la noche o cada vez que te vas de acampada, o sin marcar el tiempo, cuando te reúnes con Fulanito o cuando te rompen el corazón o lo que sea. Cuando se dan las circunstancias y no aplacas a los dioses, entonces se te genera ansiedad. Pero creo que en gran parte no es una ansiedad generada por el anhelo de la epifaní­a (aunque concedo que eso es lo que refuerza todo el mecanismo haciendo que el castigo por el incumplimiento sea llanto y crujir de dientes y no una mera incomodidad); lo que llama poderosamente es la estructura de tu propia personalidad "mundana", forjada ya alrededor de la rutinización o al menos adaptada a ella (mira si no lo que pasa con los videojuegos o el areópago, que no nos dan éxtasis mí­sticos pero pueden enviciarnos). Cuando el ex-toxicómano pasa la abstinencia fí­sica, la reincorporación a las viejas rutinas puede ser "fatal" para su interés de dejar la adicción. Y no es la droga lo que te llama, sino una vida construida a su alrededor (y cuanto más dominante sea su presencia, más difí­cil librarse de ella): a qué dedicas el tiempo, cuáles son tus intereses, qué hace la gente que conoces, de qué hablas con ellos, etc.

Ciertamente, lo que pasa es que en las sociedades tradicionales, el consumo ritual de droga estaba altamente reglamentado. Esto es, existí­a una rutina muy fuerte, sancionada por la tradición y que difí­cilmente alguien puede reinventar: el cura devoto no se toma la hostia consagrada para desayunar el martes por la mañana porque necesita de Jesucristo, no se le pasa por la cabeza. La rutina entonces juega en contra del anhelo. Si en un festival dionisí­aco te intoxicaste de hongos y bailaste con los faunos alrededor del fuego, puedes anhelar esa experiencia; su rememoración te puede generar cierta ansiedad; pero en la mayorí­a de los casos no te da por ir a buscar los hongos al campo y tragártelos en casa con tu mujer a la semana siguiente. El conjunto de la experiencia divina se da en un contexto determinado, altamente ritualizado y los hongos son un elemento más de ella: esta experiencia se produce sólo en los festivales dionisí­acos, que seguramente puedes anhelar, pero ya está estructurada. ¿Eres adicto? Bueno, quizás no, porque no te planteas siquiera dejar de acudir a los festivales.

Efectivamente, la sociedad moderna, con el reforzamiento del papel de los mercados y las tendencias "individualistas" (esto es, la persona puede asumir tantos roles que se percibe como una entidad separable de sus roles sociales) puede cambiar esto. Pueden surgir reglas espontáneas para el consumo de drogas, más moldeables, más dinámicas, que por unas circunstancias u otras incluyan una frecuencia mayor, una dosis mayor. Paradójicamente, aunque las reglas sean menos "estrictas" pueden provocar mayor adicción, porque el sujeto tiende a crear sus propias rutinas individuales o microgrupales sin otro condicionamiento que el anhelo. Si tomas setas y te gusta y hay más setas al dí­a siguiente más, y al siguiente más, etc., etc. Sí­ que hay reglas, pero son las que tú has construido en base a tu anhelo y a tu disponibilidad de recursos.
Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.

Imparsifal 2.0

No se esto lo habeis comentado ya pero ayer en CNN+ entrevistaron a un neurosicólogo español de reconocido prestigio internacional (ahora no recuerdo el nombre) que decí­a que el tabaco estaba demonizado pero que en su justa medida era menos perjudicial que el alcohol, sobre todo el cigarro puro ya que la Nicotina era un estimulante beneficioso para el cerebro y sobre todo para algunas enfermedades. Lo extendí­a a la marihuana y tal.

El tí­o que me pareció muy coherente resumió todo en que cualquier exceso es malo.

No-soy-Gilles

yo no le darí­a poca importancia a los factores puramente económicos. Con eso me refiero, en primer lugar a lo que ya se ha mencionado: la disponibilidad de una mayor cantidad y variedad de sustancias y en muchos casos

Insisto, forma mas barata, mas facil, menos marginal, que comprar la droga en una farmacia, no hay. Los mods ingleses bajaban a saco a España a comprar anfetas a kilos. ¿Porque se consume mas si es mas dificil y mas caro?


Yo no veo, por ejemplo, que tengamos menos tolerancia a la frustración que en otro tiempo y no sé cómo ese concepto se puede precisar más para ver cómo incide.


No lo veo asi. Al contrario, creo que cada vez es mas acusada la tendencia a "tengo derecho a todo, pero ningun deber". Las generaciones anteriores o bien asumian con mas tranquilidad su "destino" o el que prosperaba lo hacia a base de esfuerzo.
Me vuelvo a remitir al libro de "Juleve": el vacio espiritual que han dejado la muerte de las religiones que prevenian al individuo de la posibilidad de no satisfacer sus anhelos (aunque tambien por otra parte, fueran tergiversadas para reprimir)


Escuché a Escohotado decir una vez (no sé si con fundamento o no) que en el Imperio Romano se consumí­a mucho opio y sin embargo no habí­a ninguna palabra para "opiómano"

Esto que comentas creo que lo decia en relacion a China.

California


Creo, Dionisio, que te estás moviendo todo el tiempo en torno a la experiencia mí­stica de las drogas, en contextos donde las hierofaní­as eran posibles. En un mundo donde los dioses han muerto sólo quedan sagrados los conceptos y las ideas, a los que la humanidad se entrega con una osadí­a propia de psicóticos. El Templo es hoy dí­a el Bar de Copas, y el recinto del fauno el parque donde se celebra el botellón. No hay estructura ni contexto. La rutina no es ritualización. La ritualización da lugar a la rutina de repetición de una cierta experiencia compartida: la diversión. No veo allí­ ninguna hierofaní­a, pero tal vez sí­ la epifaní­a de la manada: monos berreando a la luna. Sigo sospechando que la adicción es ese hilo que conduce a esta especie de epifaní­a light que hace ser al mono momentáneamente menos detestable. Pero ese tipo de epifaní­a es la misma que se produce en el momento del gol en el estadio de fútbol. No sé si me estoy explicando, pero donde antes habí­a dioses ahora ponemos conceptos: el amor, la diversión, el fracaso, y quedan sacralizados por mera cinesis platónica.

La búsqueda de estados alterados (o alternativos) de conciencia es otra cosa. Y algunos buscamos este tipo de experiencia. Pero no es la razón por la cual está tan extendida la droga en estos tiempos. Y, es cierto, podemos compartir la hierofaní­a. Es casi seguro que dos fumetas que se entiendan mí­nimamente encerrados en la misma habitación llegarán a la hierofaní­a. Pero la epifaní­a yo la veo especialmente subjetiva y difí­cilmente comunicable. Si uso el cannabis es porque me hace más receptivo a reconocer las epifaní­as. Pero son y serán mis epifaní­as, reconocibles sólo por mí­, y veo difí­cil que yo pueda llegar a comunicarte, por poner un ejemplo (que Imparable estimará singularmente maricón), la intensidad de un instante en que unos labios soplan una vela mientras te ves reflejado un segundo en sus pupilas, pero un segundo en el que estás todo tú entero allí­; y no es más que eso, la irrupción de un milagro en la trama de la vida, un instante ya para siempre detenido en el tiempo.

En cuanto a lo que comenta Imparsifal, no he visto el reportaje, pero sé que hay algunos investigadores, creo que en la Universidad Autónoma, que están estudiando lo del Tabaco.


No-soy-Gilles

#37
No me atreveria a afirmar rotundamente que antes las drogas solo tenian uso ceremonial, iniciatico y/o religioso, concepto que me parece excesivamente romantico, por varias razones:

-El hombre es un animal de costumbres, cierto. Tambien ahora mismo existen drogas que uno puede comprar muy libremente en la farmacia, a las que solemos dar un uso medico y no para colocarnos (sobretodo las personas que como yo, no tienen ni idea de medicina ni quimica y creen en la medicina tradicional casera)

-Pero tambien en la naturaleza del hombre esta en atiborrarse de todo aquello que le produce placer, ¿quien nos asegura que los sacerdotes, druidas, chamanes...en fin todas esas personas en contacto con drogas, no las usasen para ponerse hasta el culo, aparte de sus ritos religiosos? ¿Acaso no corria el vino en las bacanales romanas? podemos hablar de desconocimiento del uso de ciertas sustancias, de una quimica en pañales, de sustancias asociadas a otros usos (mismamente, por poner un ejemplo actual, en los paises del este de Europa !se pillan curdas con liquido limpiacristales! y evidentemente, no es un producto destinado a ese fin), pero no a ciencia cierta que solo lo utilizasen con fines "productivos".

Yo mas bien hablaria de que hemos cambiado unos rituales por otros, por cierto, con una liturgia infinitamente menos conseguida. La unica vez que estuve en una disco mascachapas, a mi me asusto. No por el ambiente de drogas o la canallesca. Es que vi el fin de la civilizacion. Multitud de anormales agitandose como monos ante una musica infernal como eslabones perdidos ante el fuego de la caverna.

Kamarasa GregorioSamsa


Dionisio Aerofagita

Cita de: Bobby Beausoleil en Mayo 07, 2007, 06:37:47 PM
Insisto, forma mas barata, mas facil, menos marginal, que comprar la droga en una farmacia, no hay. Los mods ingleses bajaban a saco a España a comprar anfetas a kilos. ¿Porque se consume mas si es mas dificil y mas caro?

Sólo digo que es enormemente importante, no que sea definitivo. En todo caso, la segunda parte del tema económico es la construcción de necesidades que hace la estructura del mercado ¿por qué se escucha la basura de música que se escucha hoy en dí­a? En último término, los hábitos adquiridos importan un montón, pero las causas de esos hábitos son muy variadas. No creo, por ejemplo, que los mods ingleses vinieran a comprar anfetas a kilos porque estaban frustrados y tení­an más intolerancia a la frustración que los españoles.

Citar
No lo veo asi. Al contrario, creo que cada vez es mas acusada la tendencia a "tengo derecho a todo, pero ningun deber". Las generaciones anteriores o bien asumian con mas tranquilidad su "destino" o el que prosperaba lo hacia a base de esfuerzo.
Me vuelvo a remitir al libro de "Juleve": el vacio espiritual que han dejado la muerte de las religiones que prevenian al individuo de la posibilidad de no satisfacer sus anhelos (aunque tambien por otra parte, fueran tergiversadas para reprimir)

Yo estoy más o menos de acuerdo con el diagnóstico de la "irresponsabilidad", en el sentido "alguien tiene que tener la culpa de lo que me pasa a mí­; nunca soy yo mismo, o simplemente la fatalidad". Sobre la responsabilidad siempre procrastino un hilo. Pero no creo que sea tan determinante en los hábitos de consumo de drogas. Mi intuición me dice que quizás sean consecuencias de causas parecidas, pero epifenómenos.

Citar
Esto que comentas creo que lo decia en relacion a China.

No conozco la situación de China, pero Escohotado se referí­a al Imperio Romano. Decí­a que habí­a mucha recaudación de impuestos de opio y muchas tiendas que lo suministraban y que en latí­n no habí­a palabra para opiómano. Fue hace tiempo, pero estoy seguro.

Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.

California

CitarYo mas bien hablaria de que hemos cambiado unos rituales por otros, por cierto, con una liturgia infinitamente menos conseguida. La unica vez que estuve en una disco mascachapas, a mi me asusto. No por el ambiente de drogas o la canallesca. Es que vi el fin de la civilizacion. Multitud de anormales agitandose como monos ante una musica infernal como eslabones perdidos ante el fuego de la caverna.

Y no te meterí­as, así­, de sopetón, en un cuento de H.P. Lovecraft?

Bueno, a mí­ también me espanta eso. La multitud me causa desasosiego, y ya no te digo una multitud danzando al ritmo de una música (?) insoportablemente repetitiva. Una pesadilla.

De lo que estoy en contra es del uso exclusivamente recreativo de las drogas. Que la gente haga lo que quiera, a mí­ me la suda. Pero es esa idea de la diversión, y la diversión, y la diversión... (como si no hubiera otras) lo que me revienta.

Es decir, que no soporto a la gente.


Bambi

CitarMe he quedado con las adicciones de las cuales no puedo prescindir, el cannabis, vaya, por voluntad y decisión propia. Mi elemento sacralizador es el "placer" visual/intelectual/fí­sico, y la búsqueda de las "epifaní­as", que son determinados gestos, escenas, situaciones que quedan congelados en el tiempo, fotografí­as mentales que capturan la aparición de un milagro...

Ahí­.

Dionisio Aerofagita

Cita de: California en Mayo 07, 2007, 07:04:38 PM
Creo, Dionisio, que te estás moviendo todo el tiempo en torno a la experiencia mí­stica de las drogas, en contextos donde las hierofaní­as eran posibles [...] Pero ese tipo de epifaní­a es la misma que se produce en el momento del gol en el estadio de fútbol. No sé si me estoy explicando, pero donde antes habí­a dioses ahora ponemos conceptos: el amor, la diversión, el fracaso, y quedan sacralizados por mera cinesis platónica.

Bueno, no me quiero ir mucho del hilo, pero cuando yo digo una palabra significa exactamente lo que quiero que diga (Humpty Dumpty) y hierofaní­a es sinónimo de epifaní­a. No puedo enladrillar la disgresión, que irí­a a otro sitio, pero yo creo que la progresiva especialización de las sociedades a llevado a meter las cosas en paquetes y hemos tenido que crear un paquete para la religión; la crisis -relativa- de las religiones afecta a lo que arbitrariamente hemos metido en ese paquete, pero las experiencias esenciales, nucleares, son las mismas (no lo puedo argumentar mucho). Me apasiona el empeño de la antropologí­a: a través del extrañamiento, de la conciencia de la diversidad, se consigue atisbar la unidad psí­quica, el hecho de que todos estamos hechos de la misma pasta. Porque, cuando nos miramos el ombligo nos parece, por ejemplo, que los borregos siempre son los otros: nuestras experiencias con las drogas fueron otra cosa, no tienen nada que ver con los ladridos de la masa. Pero cuando nos asomamos sin tapujos, tenemos que terminar reconociendo que la masa está hecha de personas tan interesantes (y tan banales) como nostros. El fondo es el mismo, varí­a el contexto. Sobre la muerte de los dioses, aquí­ está mi opinión:
http://www.areopago.eu/index.php?topic=3253.msg129749#msg129749

Volviendo al tema, para no tener que borrar el mensaje, la distinción que me parece interesante no es la de religioso/no religioso  sino la que distingue entre la sociedad tradicional y la moderna (si me apuras, la postmoderna); de hecho, como apunta Gilles, el uso de las drogas en la antigí¼edad no era sólo "religioso" (sea lo que sea eso), nunca he querido sugerir otra cosa. Cuando las rutinas de consumo de drogas están marcadas por la tradición, a largo plazo tienden a ser funcionales; es decir, tienden a no producir desequilibrios sociales, porque va cristalizando lo que va funcionando. Ciertamente, suele haber un lugar para rutinas autodestructivas, pero esta es la etiqueta de los desviados, de los marginados: a través de la conducta desviada, podemos etiquetar a los Otros y ellos pueden etiquetarse.

En nuestro mundo todo sucede más rápido. No hay espacio para la "selección cultural" (por hacer una metáfora con la evolución). El mundo es poliédrico, los grupos sociales son muy diversos, las rutinas, las reglas, las leyes también. Ciertamente, la sociedad biempensante arremete contra el consumo de las drogas que -con relativa arbitrariedad- ha considerado impuras y castiga por tanto a la marginalidad a sus consumidores; pero ciertamente, la realidad termina superándola porque es más grande y más compleja: grupos enteros de población, incluso sectores de edad, por ejemplo, tienen otras reglas; no son desviados sociales los adolescentes que fuman porros, ni los bakalas que toman pastillas en la discoteca. Y son reglas muy laxas, muy fluidas, muy dinámicas, que se van generando y destruyendo rápidamente, no se consolidan ni se estabilizan, en todo caso se acumulan incrementando la complejidad y multiplicando los hábitos posibles y los contextos. Miremos con perspectiva de los hippies hasta hoy. En ese conjunto complicado de ensayos, de pruebas y errores, de experimentos, de iniciaciones, de aullidos con la manada a la luz de la luna hay numerosas bajas, porque las prácticas no se estabilizan. Yo dirí­a que el único elemento que funcionarí­a adecuadamente como regulador para la lógica moderna serí­a simplemente la racionalidad: esto es, máxima información y actuación conforme a fines.

Podemos utilizar como metáfora de esa anomia moderna el ejemplo del indí­gena emigrado a la gran ciudad, donde hay otros elementos y por tanto pueden sacarse otras causas. Pero fijémonos, es tí­pico que el indio que abandona el mundo tradicional y se traslada a los suburbios de las grandes ciudades o a la vida moderna (en toda América, de arriba a abajo) termine alcohólico perdido. No vamos a decir que es una ley determinista sin más elementos, que no tiene salvación, pero se produce con una frecuencia entre gente que jamás se ha visto que podemos ver ahí­ una conexión causal.

Puede ser que nos pase como a ese indio (o como al musulmán que pasa de la religión y en Europa se vuelve de un fundamentalismo disfuncional en cualquiera de sus dos paí­ses). De repente, se derrumban los valores y el mundo y nos encontramos corriendo en una carrera no sabemos hacia dónde ni por qué y todo el mundo lleva máscaras. Las reglas de la carrera están por hacer y hay que elegir máscara y tenemos la sensación de que cuando se hagan las reglas, la máscara que llevemos será importante para cumplir un objetivo que desonocemos. Cogeremos la máscara que podamos, o más seguramente la que nos dejen y nos aferraremos brutalmente a ella. Y si donde estamos situados no hay más máscaras a mano, entonces muertos de miedo la apretaremos tan fuerte que se quedará pegada a nuestra piel y no podremos cambiar de rol en la carrera cuando nos enteremos de las reglas y podamos ver otras máscaras.

¿Es eso lo que querí­a decir aquella señora de la resistencia a la frustración? A lo mejor resulta que estamos de acuerdo, pero a mí­ me da la sensación de que habí­a cogido una de las consecuencias posibles y la habí­a convertido en la causa.
Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.

California

#43

En todo lo demás que has dicho, vale, no me meto. Me parece un análisis meritorio y con muchos puntos de interés. Pero permí­teme que didienta disienta contundentemente en el primer párrafo:

CitarBueno, no me quiero ir mucho del hilo, pero cuando yo digo una palabra significa exactamente lo que quiero que diga (Humpty Dumpty) y hierofaní­a es sinónimo de epifaní­a. No puedo enladrillar la disgresión, que irí­a a otro sitio, pero yo creo que la progresiva especialización de las sociedades a llevado a meter las cosas en paquetes y hemos tenido que crear un paquete para la religión; la crisis -relativa- de las religiones afecta a lo que arbitrariamente hemos metido en ese paquete, pero las experiencias esenciales, nucleares, son las mismas (no lo puedo argumentar mucho). Me apasiona el empeño de la antropologí­a: a través del extrañamiento, de la conciencia de la diversidad, se consigue atisbar la unidad psí­quica, el hecho de que todos estamos hechos de la misma pasta. Porque, cuando nos miramos el ombligo nos parece, por ejemplo, que los borregos siempre son los otros: nuestras experiencias con las drogas fueron otra cosa, no tienen nada que ver con los ladridos de la masa. Pero cuando nos asomamos sin tapujos, tenemos que terminar reconociendo que la masa está hecha de personas tan interesantes (y tan banales) como nostros.

Dile a Humpty Dumpty que ha dicho el Sombrerero Loco que no, que hierofaní­a y epifaní­a no son exactamente sinónimos.

No puedo estar de acuerdo, soy espantosamente singular y cualquier cosa menos un borrego, no me reconozco ni me reconoceré en la masa, no sigo los comportamientos ajenos. No me interesa asomarme sin tapujos a nada. No utilizo ninguna máscara, y tampoco me interesa conocer el dictámen del oráculo de Delfos. La masa es socrática.


Dionisio Aerofagita

Cita de: California en Mayo 07, 2007, 11:05:52 PM
Dile a Humpty Dumpty que ha dicho el Sombrerero Loco que no, que hierofaní­a y epifaní­a no son exactamente sinónimos.
No puedo estar de acuerdo, soy espantosamente singular y cualquier cosa menos un borrego, no me reconozco ni me reconoceré en la masa, no sigo los comportamientos ajenos. No me interesa asomarme sin tapujos a nada. No utilizo ninguna máscara, y tampoco me interesa conocer el dictámen del oráculo de Delfos. La masa es socrática.

;D
Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.