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El Nabo (1)

Iniciado por Don Pésimo, Abril 02, 2006, 08:45:53 PM

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Don Pésimo

 
 (De Jacob y Wilhelm Grimm)

 
 
 
 Érase una vez dos hermanos que habí­an sentado plaza de soldados, y si el uno era rico, el otro era pobre. Entonces el pobre quiso salir de la miseria, colgó la casaca y se hizo campesino. Así­ que labró una parcelita y la sembró de nabos. De una de las semillas germinó y fue creciendo un nabo, grande y fuerte y gordo a ojos vistas, y que no cesaba de aumentar de tamaño;
así­ que podí­a habérsele llamado el rey de los nabos, pues ni se vio antes ni después volverá a verse cosa igual. Finalmente se hizo tan grande que él solo llenaba toda una carreta tirada por dos bueyes;
el campesino no sabí­a qué hacer con él ni si era su suerte o su desgracia. Al fin se dijo:
 
 -Si lo vendes, ¿cuánto te darán por él?;
y para comer igual te servirán los nabos pequeños;
lo mejor es que se lo lleves al rey y le tributes así­ un homenaje.
 
 Lo cargó, pues, en su carreta, enganchó los dos bueyes, se fue a la corte y se lo regaló al rey.
 
 -¿Qué extraña cosa es esta? -dijo el rey-;
muchas maravillas he visto durante mi vida, pero nunca un monstruo así­. ¿De qué semillas proviene? ¿O es que te salen así­ por las buenas y eres un niño mimado por la fortuna?
 
 -¡Oh, no! -respondió el campesino-;
no soy un niño mimado por la fortuna, sino un pobre soldado que, como nada tení­a para su sustento, colgó la casaca y se puso a labrar. Tengo también un hermano que es rico, y de vos, Vuestra Alteza, bien conocido;
pero yo, como nada tengo, vivo olvidado por todo el mundo.
 
 Entonces el rey sintió compasión y dijo:
 
 -Saldrás de la pobreza y recibirás tanto de mí­ que serás tan rico como tu hermano.
 
 Y le regaló oro, ampos de labranza, prados y ganado, hasta hacerle tan rico que la fortuna de su hermano no era nada junto a la suya. Cuando éste se enteró de lo que habí­a conseguido su hermano con un solo nabo, sintió envidia y se puso a pensar en cómo alcanzar igual suerte.

(continuará)


Me cago en el Sistema Solar

Glategoja

Este nabo promete. Prosiga, prosiga.

Dark Chaves

El sueño de todo republicano;
enseñarle su enorme nabo al monarca.



Greñas

Cita de: Dark Chaves en Abril 02, 2006, 09:08:20 PM
El sueño de todo republicano;
enseñarle su enorme nabo al monarca.

HAHAHAHAHAHAHAHAAAAA :D :D :D :D :D :D :D :D :D :D :D :D :D :D :D :D ;D ;D ;D ;DA
Las abejas no pierden un segundo de su existencia mostrando a las moscas que la miel es mejor que la mierda.

Don Pésimo

El Nabo (2)

Pero, queriendo hacerlo de manera más habilidosa, juntó dinero y caballos y se los llevó al rey, creyendo que éste le harí­a un regalo mucho mayor, pues si su hermano habí­a recibido tanto por un nabo, ¡qué no le reportarí­an sus hermosos presentes! El rey aceptó los regalos y dijo que no se le ocurrí­a otra cosa más rara y mejor para darle que el gran nabo. Así­ que tuvo el rico que mandar cargar en un carro el nabo de su hermano para llevárselo a su casa. Cuando regresó a su hogar no sabí­a en quién descargar su ira y malhumor;
hasta que le asaltaron malos pensamientos y decidió matar a su hermano. Contrató a unos asesinos para que le tendiesen una emboscada, y mientras tanto fue a verlo y le dijo:
 
 -Querido hermano, sé dónde se oculta un tesoro;
iremos juntos a por él y nos lo repartiremos.
 
 Al otro le pareció bien y lo acompaó sin recelar nada malo. Pero cuando salieron a campo raso lo asaltaron los bandidos y, después de atarlo, se dispusieron a colgarlo de un árbol. Estando en esto oyeron a lo lejos un fuerte cantar y pisadas de caballos, de modo que se asustaron y huyeron como alma que lleva el diablo, dejando a su prisionero metido en un saco y colgando de la rama de un árbol. A costa de muchos esfuerzos consiguió abrir un agujero en el saco y asomar por él la cabeza.
 
 Resultó que quien vení­a por el camino era un peregrino, un joven menestral aprendiz de artesaní­a que, cantando alegremente una canción, cabalgaba por el bosque camino de la carretera. Al observar el de arriba que alguien pasaba por abajo, gritó:
 
 -¡Salud al que en buena hora llega!
 
 El aprendiz miró a todas partes y, no sabiendo de dónde vení­a la voz, preguntó:
 
 -¿Quién me llama?
 
 -Levanta la vista -respondió el otro desde la copa-;
aquí­ estoy metido en el saco de la sabidurí­a;
en poco tiempo he aprendido grandes cosas. Al lado de esto nada valen todas las escuelas. Un poco más y lo habré aprendido todo;
bajaré entonces y seré el más sabio de los hombres. Sé de las estrellas y de los sí­mbolos celestes, entiendo el soplar de los vientos, conozco las arenas del mar, el modo de curar enfermedades y las fuerzas de las hierbas, comprendo a las piedras y el canto de los pájaros. Si te metieses aquí­, sentirí­as qué de maravillas fluyen del saco de la sabidurí­a.

(continuará)
Me cago en el Sistema Solar

Dark Chaves

Cita de: llllllllll en Abril 02, 2006, 10:49:22 PM
Cita de: Dark Chaves en Abril 02, 2006, 09:08:20 PM
El sueño de todo republicano;
enseñarle su enorme nabo al monarca.

HAHAHAHAHAHAHAHAAAAA :D :D :D :D :D :D :D :D :D :D :D :D :D :D :D :D ;D ;D ;D ;DA



Esemismo

Eh ¿y la tercera entrega? Que me tengo que ir y estoy enganchado a la historia.... ¿D.P. está usted ahí­?...

Don Pésimo

El Nabo (y 3)

 
 Admiróse el aprendiz al oí­r todo esto y dijo:
 
 -Alabada sea la hora en que te encontré. ¿No podrí­a yo también subir un ratito al saco?
 
 -Sólo te dejaré un ratito -contestó el de arriba, como si no accediese de buen grado-, y haciéndote un gran favor;
pero habrás de esperar una hora, pues todaví­a me queda algo por aprender.
 
 Cuando el estudiante hubo esperado un rato el tiempo empezó a hacérsele largo, y rogó que se le permitiese subir, pues su sed de sabidurí­a era inmensa. Y el de arriba, como si accediese al fin, dijo:
 
 -Para que pueda salir del templo de la sabidurí­a tendrás que bajar el saco que cuelga de la cuerda;
entonces entrarás tú.
 
 Así­ que el aprendiz bajó y desató el saco y lo liberó.
 
 -Ahora súbeme deprisa -dijo, y quiso ponerse de pie en el saco.
 
 -¡Alto! -gritó el otro-;
así­ no.
 
 Y, agarrándole por la cabeza, lo metió patas arriba en el saco, lo ató, tiró de la cuerda, izó hasta lo alto del árbol al discí­pulo de la sabidurí­a, y lo dejó allí­, columpiándose y a merced del viento. Luego dijo:
 
 -¿Qué tal, mi querido aprendiz? Fí­jate y sentirás cómo te entra la sabidurí­a y adquieres buena experiencia. Quédate ahí­ tranquilo hasta que te hagas más listo.
 
 Y diciendo esto, se montó en el caballo del aprendiz y se alejó a galope tendido;
pero una hora después envió a uno con el encargo de que lo bajase.
 
 

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