Yo no encuentro demasiado interesante a un bebé.
Porque tú vas por el mundo sin darte cuenta, melón.
El tomar a un bebé en brazos, olerle su olor tan rico, darle besos despacito despacito, rozar su nariz, poner caras para que reaccione y se sonría o ría de ti directamente...
ah,
qué agradable, qué paz.