Un poco Crocop sí que es. El otro día me lanzó las manos inocentemente hasta agarrarme el labio y, una vez allí, clavó las uñas y dejó caer su peso a saco. Madre, qué daño. Y la arbitresa, como si no pasara nada. Tuve que golpear el suelo, pero voy a protestar a la federación.
Por cierto, sobre lo del pico ése. El otro día nos soltó una chapa tremenda una china sobre que eso daba buena suerte porque indicaba, o eso entendí yo, haber nacido en el momento adecuado. Que, además, es el mejor año del cerdo de los últimos sesenta años (hay uno cada doce). Pasta, pasta. Voy pensando en el retiro.