Por cierto, ayer primera gran victoria sobre el enemigo a las puertas.
A la una y media, a comer. El so cabrón dice que puré de verduras no. Le digo que si prefiere puré verde. Me dice que verde sí, que eso es distinto. Se lo pongo. Se pispa de la situación. Dice que los cojones. Le digo que si quiere pasar a las albóndigas, tendrá que comer eso, o si no, no hay merienda, y de cena volverá el puré. A partir de este punto, hora y media de berrinches, amagos de amor ablandante, abrázame, papá, más berrinches, una visita al trastero para ver la bici, berrinche... y a las tres de la tarde, con un hambre que no veía, me dice que le ponga el puré, que se lo come él solo.
Los secretos para ganar una guerra son dos: no tener italianos en tu ejército, y tampoco madres y abuelas.