Música clásica

Iniciado por Ignacio, Mayo 21, 2007, 10:18:04 PM

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ENNAS

Rienzi está basada en la vida del condottiere romano del quatroccento Nicola Gabrini, un plebeyo que se atrevió a enfrentarse a las nobles familias de los Colonna y los Orsini, dueños y señores de la Roma mediaval (y a poco que el Sacro Emperador se descuidaba, del Papado).

Pagó con su vida por éllo, pero a su manera posibilitó la decadencia de estas dos célebres familias propiciando el ascenso de los Della Rovere. Se le conoce -exageradamente- como el último tribuno de Roma.

Un joven y desconocido Richard Wagner, director de la ópera de Riga (¡¡¡en la actual Estonia!!!), acuciado por las deudas, huyendo desde el Imperio Ruso al Británico y de ahí­ al Francés, encontró en Parí­s el apoyo de entonces célebre autor Meyerbeer, que le ayudó y sufragó el exitoso estreno de una ópera basada en este personaje.

Con el tiempo, Wagner despotricarí­a de la ópera y de su muñidor, de hecho todas las invectivas antijudí­as que se le atribuyen con razón, estaban dirigidas contra el hoy desconocido Meyerbeer.

¿Y que tiene de malo la ópera en sí­?

Pues desde un punto de vista wagneriano que incluye arias para tenor y soprano, cosa que él detestaba, pues odiaba los divismos. O mejor dicho a su alrededor no querí­a más figuras que la suya propia.

Que el aria para tenor siendo de lo mejorcito de la ópera rompe totalmente con el personaje, que pasa de ser un servidor de la ley algo engreí­do a un mí­stico que hace las cosas porque oye voces.

Que de las dos sopranos la que hace el papel de Adriano Colonna cumple y tiene también un aria para lucirse, pero la que carga con la partitura de la hermana de Rienzi, chilla, literalmente.

Que la orquestación en ocasiones, con tanto himno y composiciones corales de esas que dan ganas de invadir Allenstein y Marienbad, sólo oyes los metales y la percusión pero no los numerosí­sismos instrumentos de cuerda.

¿Y lo bueno?

Con todo tiene partes que prefiguran al Wagner famoso, sus coros tristes, sus marchas triunfales y sobre todo una overtura1 -una especialidad de la casa- que quizá no reconozcáis al lado de otras piezas célebres del compositor hasta que la oí­gais enterita:

http://www.youtube.com/watch?v=d9CQXMNko8Q

Es una de las pequeñas maravillas que esconde esta obra de un entonces bisoño Wagner, que se mortificó en exceso con los evidentes defectos mostrados en élla.

Ofrece ya fragmentos de todas las melodí­as que surgirán en escena, sus posteriormente célebres leit motiv: la marcha de Rienzi, el himno de combate romano "santo spirito cavaliere", la posterior marcha fúnebre, las tristes y similares arias de Adriano Colonna debatiéndose entre la fidelidad a la República o a la familia y Rienzi volviéndose un megalómano enamorado de si mismo y renegando del pueblo.

Y si, dan ganas de invadir Europa.

Pero es que las oberturas1 de Wagner son grandiosas, de las veinte piezas más célebres de la música clásica, casi fijo que ocho o nueve son de él.



1 ¿Va con v ó con b? ¿Es obertura u overtura?

Quercus Cistensis

Cita de: ENNAS en Junio 03, 2012, 09:01:18 PM
Pero es que las oberturas1 de Wagner son grandiosas, de las veinte piezas más célebres de la música clásica, casi fijo que ocho o nueve son de él.


Se nota que te gusta sobre todo la ópera, bandido  ;D........
A bote pronto:
-Mozart (ponle un par de conciertos para piano, la pequeña serenata nocturna, el Requiem, la flauta mágica). Tchaikovski (el lago de los cisnes, el cascanueces, el concierto para piano), la sinfoní­a del nuevo mundo, de Beethoven que menos que coger al menos 4 sinfoní­as (3,5,6,9), el paraelisa, un par de sonatas de piano. De los franceses (así­ en su conjunto) el bolegó, la mar, la pavana, el requiem. Coño, pongamosle al menos una a Malher, Chopin, Schubert...y espera, que me dejo las óperas: solo Rossini, Verdi y Puccini dan unas cuantas piezas conocidas.

De todas éstas (que son unas treinta) Wagner puede competir (ojo, en popularidad, la calidad depende tanto de los gustos que no tiene sentido la comparación) con la cabalgata de las valquirias y poco más....

Cita de: ENNAS en Junio 03, 2012, 09:01:18 PM

1 ¿Va con v ó con b? ¿Es obertura u overtura?

Me parece que con b en castellano y con v en el resto de lenguas decentes europeas.
Pelazo nivel Boris Johnson

ENNAS

Hubiera debido precisar que sólo principios de óperas, que era con lo que Wagner es reconocible. Ahí­ sólo le discute Rossini. (Últimamente es que me aturullo al escribir).

https://www.youtube.com/watch?v=qdm8IfInaJg

Bueno en lo que la escuchamos dando botes en el asiento y palmadas con las orejas, os cuento que vengo de ver Moisés y Aaron de Arnold Schí¶nberg. Es éste un autor moderno que creó un nuevo lenguaje de notación y experimento con la música a partir de él.

Para echarse a temblar, ¿verdad? Así­ como el surgimiento de la fotografí­a llevó a los pintores al arte abstracto, la popularización de tonadillas reconocibles en la radio trajo como reacción una profundización en los aspectos técnicos de la música.

Ya no se trataba de que la gente aprendiera tu canción, de transmitir el saber al acervo colectivo; sino antes bien que la gente admirara tu destreza, hacerlo lo más complicado posible para que la gente te recuerde a tí­ aunque no a tu música. Entenderéis que una cosa es que virtuosos como Paganini o Chopin compongan páginas de extrema dificultad para su lucimiento y otra que un compositor de grandes obras busque el más difí­cil todaví­a.

Ojo que hay compositores del siglo XX que son clásicos en la acepción más popular de la palabra, Puccini, Sibelius, Ravel, Prokofiev y suma y sigue. Pero no es el caso de Schí¶nberg. Su orquestación necesita "verse", parece la música incidental de una pelí­cula de suspense. No hay "frases" que recordar ni estribillos que tararear. Suena discorde.

Fijáos como serí­a que en el descanso solo un tipo aplaudió mientras los demás nos rebullí­amos y alguno emití­a un bufido socarrón al incauto. Y al final sinceramente nos estuvimos unos diez o quince segundos (hasta que el director dejó la batuta en el atril) pensado si habí­a terminado y debí­amos proceder a aplaudir el esfuerzo interpretativo.

Esta ópera además pretendí­a ser su respuesta al antisemitismo y, la verdad, pocas diferencias hay entre la actitud y la letra de Moisés y las arengas nazis: Fidelidad al ideal y correlativo desprecio a las personas. Aaron es más abierto y moderno, escucha al pueblo bien que lo haga ante el temor a la revuelta y procura satisfacer sus modestas aspiraciones.

Moisés obviamente recrimina a Aaron, y éste le replica que cediendo en lo inmanente conseguirá adoctrinarles sobre la idea transcendente. Moisés se declara derrotado al no poder imponer su ideal puro y por ende fanático e intransigente.

Quizá no deba interpretarse esta obra como una metáfora de la evolución de la historia en los siglos XIX y XX con respecto al problema judí­o. Quizá sea preciso ceñirse a una discusión ontológica judaica sobre la representación de la divinidad en abstracto.

Es lo que tiene por desgracia el arte contemporáneo. Tienes que mentalizarte para sufrirlo.

ENNAS

MacBeth fué un noble señor del sur de Escocia vagamente emparentado con la dinastí­a Alpin que se remontaba a la época en que los setenta reinos pictos hací­an lo que podí­an frente al Imperio Romano. Obtuvo el trono en batalla y en batalla lo perdió junto con la vida, dándose por concluido el linaje céltico en favor de los nuevos monarcas de la dinastí­a Dunkeld.

Fue un rey aceptable cuyo mandato unificador abarcó del 1040 al 1057 mientras los vecinos del sur estaban divididos en distintos reinos sajones y daneses a cual más bárbaro. Faltaban nueve años para que los normandos invadieran Inglaterra y fundaran un reino que pese a poner en serios apuros y estrecheces a sus vecinos del norte, tendrí­a que ver como a la final una dinastí­a escocesa, los Estuardo, terminaba unificando la isla de Gran Bretaña bajo una sola corona.

MacBeth es una de las más célebres obras teatrales de William Shakespeare. Si el bardo de Avon hubiera vivido en nuestros dí­as, dado su estilo taquillero, habrí­a filmado una pelí­cula de acción con muchas batallitas y efectos especiales a lo Paul Verhoeven o Ridley Scott. Pero escribí­a para las corralas que hací­an la vez de teatros en el siglo XVII, ergo "retocó" la realidad para ajustarla a un drama cortesano en donde lo importante es el progresivo remordimiento de Lord y Lady MacBeth.

MacBeth el de Shakespeare, no el real, es la particular interpretación que otro genio universal, Guiseppe Verdi, convirtió en ópera trescientos años después.

https://www.youtube.com/watch?v=NSfhS0Vg7yQ

No tiene fragmentos tarareables como otras obras del compositor parmesano. Es seriota como todas las composiciones operí­sticas desde que él y Wagner se empeñaran en dotarle de profundidad al bel canto a costa de castrar el divertimento y la risa. La música es a base de madera -cuerda y viento- con el metal marcando el ritmo, ésa que cuando la oyes dices que es de Verdi, aunque sea de otro italiano; o música italiana aunque la escriba un vietnamita. La contraria al chunda-chunda de instrumentos de viento metálicos más percusión de las bandas municipales.

Es una música reconocible, que incluso aunque no puedas silbarla después, mientras la escuchas inconscientemente le vas siguiendo el ritmo. Siendo Verdi un best-seller musical, al igual que Mozart compuso un dueto al final del segundo acto impresionante para dejarte con las ganas de más. (En el ví­deo a partir de la hora y siete minutos).

Otrosí­ el cuarto acto lo trufó de coros marca de la casa que hablaban de la patria oprimida, del venid hermanos alcémonos, apenas punteados por un sólo del tenor, el héroe MacDuff, lamentando la ruina de la patria por la guerra total. Un duetto con la soprano Lady Macbeth totalmente ida por sus remordimientos. Y al final, y sólo al final del acto aparece el protagonista, MacBeth.

Compuso esta obra para estrenarla un poco antes de la primera guerra de independencia italiana; en 1947. Y la retocó en 1865 durante las tercera guerra que culminarí­a con la creación del paí­s, escuchad el coro final (a partir de las dos horas quince minutos) alabando al héroe nacional que mata al usurpador y coloca al rey legí­timo en el trono. Si de allí­ no salieron gritando Viva Garibaldi y la Alta Venta Carbonaria, debió de faltar poco.

MacBeth es la actual obra en cartel en el Teatro Real. Su escenógrafo, Dmitri Tcherniakov coloca una pantalla transparente delante del escenario en la que se emite una falsa imágen satélite de un pueblo. Hace bien porque cuando se abre al final para los aplausos el humo que hace de neblina sube hasta el gallinero; ni me imagino como pueden cantar allá abajo.

Durante la representación esta proyección oscila entre la plaza con una farola (que simboliza el bosque) y una casona de la que te ofrece un recuadro en mitad de un escenario opaco como si estuvieras fisgando desde el exterior a través de la ventana. Tiene su punto de diversión.

Me ha gustado mucho que en el dueto final del segundo acto, antes de que a Macbeth le traicione el inconsciente, mientras la reina está haciendo el brindis vaya haciendo diversos números de magia con pañuelos y cintas. La soprano con habilidades prestidigitadoras, Violeta Urmana, a punto estuvo de no salir por un resfriado.

Me ha sorprendido que todos vistieran de calle (moda principios del siglo XX) que el coro fuera las tres brujas, y que saliera hasta el perro, ahí­ todo ufano para simbolizar las desgracias de la guerra en el cuarto acto. También que destrozaran el pequeño decorardo-salón a mazazos al final durante el coro triunfal.

Máxime cuando el crí­tico-locutor de Radio Clásica en la planta tres (servidor tiene que ir hasta la planta 7) en la charla explicativa previa estaba conferenciando sobre el mucho interés que puso Verdi en hacer una adaptación de época realista.

Al margen, no sé por qué de un tiempo a esta parte a todos los autores reputados -sea ópera, danza, cine o teatro- se les da en describir en los términos "tirano", "dictador", "explotador" y "opresor" cuando sólo pretendí­an que su obra se hiciera conforme a sus planes. Cosas de la crí­tica.

Quercus Cistensis

http://www.youtube.com/watch?v=9XLK64vWH6M

Sinfoní­a 1 de Joly Santos, compositor brasileño desconocido por moi hasta ayer que lo echaron anoche en RNE2.

Es muy fácil de oir, muy BSO, pero tiene calidad. Un poco de Shostakovich y un poco de Morricone, como si dijéramos.
Pelazo nivel Boris Johnson

ENNAS

Tal y como nos la enseñan la filosofí­a fue un constante debate entre platónicos y aristotélicos incluso antes de que ateniense y macedonio nacieran (Sócrates vs Heráclito). Siempre se subsume todo a la dicotomí­a entre idealismo (estoicismo, tomismo, racionalismo) frente a materialismo (epicureismo, humanismo, empirismo). Cupo al prusiano Kant el ser la sí­nstesis y epí­tome de este debate inmortal tras lo cual los filósofos, aburridos, decidieron escoger al sureño wurtemburgués Hegel para montar una nueva discusión que sólo a éllos interesa.

Así­ como en la filosofí­a hubo una izquierda y derecha hegeliana, la música alemana del XIX, sacralizando a Mozart como el summum de la música "antigua" (y, phinos, phinos, como son, despreciando la música italiana) escogió la figura de Beethoven como base para establecer la querella entre los conservadores de Leipzig, Sajonia y los innovadores de la cercana Weimar, Turingia. Dos ciudades de extraordinaria riqueza cultural, según podéis ver en la Wiki:

http://en.wikipedia.org/wiki/Leipzig
http://en.wikipedia.org/wiki/Weimar

El conservatorio sajón, fundado por Félix Mendelssohn y su talentosa hermana Fanny, estaba en manos del matrimonio Schumann, Robert y Clara, ambos músicos de reconocido prestigio. Fue élla precisamente la que atrajo a través de algo que todos definen como amistad fuerte (cof, cof) o amor platónico (más cof, cof, de ese), al homenajeado de hoy Johannes Brahms, que murió sin haberse casado, habiéndose dedicado en vida a ayudar al depresivo Robert -que no obstante se terminarí­a suicidando- y sobre todo a Clara a superar el mal trago.

Por contra los turingios de Weimar, capitaneados por Franz Lizst, mentor y suegro del archiconocido Richard Wagner -que curiosamente habí­a nacido en Leipzig-, en los ratos libres que les quedaban de componer obras geniales, dedicaban su tiempo a rabiar contra las dulzonerí­as conservadoras de los de la Alta Sajonia.

Brahms fué el que pagó el pato, sus estrenos eran sistemáticamente saboteados por los wagnerianos. Si bien su vida no fue una tragedia a nivel personal más allá de las rechiflas del populacho por ser el pagafantas de Clara Schumann, tuvo que soportar siempre el ninguneo a su obra; pero no a través de crí­ticas periodí­sticas, sino de silbatinas, pataleos y enfrentamientos a mamporro limpio en cada representación.

Luego vendrán los finolis como Javier Marí­as, Fernando Savater o Vicent Molina Foix y hablarán de la elegancia de la música clásica frente a la basta ceporrez de los aficionados al júrgol. Es posible que la mayor satisfacción de Brahms en vida supusiera que Hans von Bí¼low -el eterno director de orquesta de Wagner y primer marido de la hija de Lizst, la cual le cornearí­a para irse con el Richard- le considerara parte de la santí­sima trinidad musical alemana, al lado de las otras dos grandes B: Bach y Beethoven.

Mucho decir es éso. Brahms es correcto, intenso... pero ni de lejos se le puede comparar con tan formidables compositores. No obstante tiene piezas bellí­simas. Y siendo que era básicamente un pianista que le sacaba todo el jugo a su intrumento favorito, se atrevió a componer uno de los más célebres conciertos para violí­n, su Opus nº 77 concierto en Re mayor para violí­n y orquesta (en homenaje al concierto para violí­n y orquesta en la misma tonalidad de Beethoven). Precisamente su talento como pianista-compositor fué lo que forjó esa intensa relación (y ahora siento haber hecho coñas marineras al respecto como si fuera un vulgar periolistillo del coraí§í£o) con la también niña prodigio del piano que fue Clara Schumann.

Fijáos en la mano izquierda de la violinista. Pero por si la cosa os aburre, en el minuto 37 empieza la parte "ganas de invadir Polonia":

https://www.youtube.com/watch?v=0zlPe9g1Fvw

Me he pasado con la parrafada, pero bueno, tiene cotilleos aunque sean de época. Próximamente la vida de otro célebre pianista-compositor. Intentaré meter más fotos y ví­deos.

§


¡Santiago Segura toca la flauta!

Rufo

Yo lo hací­a más de zambomba.
"Ser tonto, egoísta y tener buena salud, son las tres condiciones requeridas para ser feliz; más si la primera nos falta, todo está perdido"

Quercus Cistensis

Esta escena es lo mejor (la verdad es que no recuerdo mucho más) de Amadeus:

Señores, recreación del parimiento del "Confutatis":

http://www.youtube.com/watch?v=tlPQD04tn88

Para el que sepa algo de música (no mucho), sonido del anterior ví­deo con infografí­a partiturí­stica:

http://www.youtube.com/watch?v=UMwaiA581AQ

Desde el 85, esta escena me ha estado viniendo años a la mente cada vez que oigo el Requiem, con erizamiento de vello included. Así­, con Amadeus canturreando las voces por separado y tal.

PS: Como este hilo lo leen 3 cada vez que alguien lo sube (1 si lo subo yo (gracias, mamá)) ahora luego pegaré los ví­deos en el feisbuk con idénticos resultados.
Pelazo nivel Boris Johnson

Warm



Quercus Cistensis

Pelazo nivel Boris Johnson

Warm

https://www.youtube.com/watch?v=y4UYX-Zp4sY

Otra de regalo para ti pues de este violí­n fantástico.

Paquito Comocho


Szalai



Lawrence Dillon - Violin Music

http://www.youtube.com/watch?v=nIWzXqG6rIo

Bacchus Chaconne

Un poco de contemporánea interpretada por jaca y chulazo. El CD mola