Entre sus muchas producciones, National Geographic tiene pseudo-documentales que tratan de la vida en el futuro de la Tierra. Desde un punto pausible presentan un planeta donde la raza humana no es más y paleontólogos del futuro "investigan" como colapsó la civilización y que rastros dejó tras de sí y lo hacen en base al trabajo de los actuales arqueólogos y geólogos humanos investigando sobre pasadas edades.
Al parecer coinciden en que la tectónica de placas que hasta ahora nos ha sido favorable conduce inexorablemente hacia la formación de un segundo Pangea, un megacontinente único, convertido en un gran desierto central rodeado de montañas donde a duras penas sobreviviría la hierba y un océano inmenso y desprovisto de vida aeróbica circundando la tierra emergida.
En suma, que la vida aeróbica es un fenómeno muy raro y ni siquiera nuestro planeta garantiza su existencia. Es un consuelo "saber" que no nos exterminaremos nosotros, sino que estamos sentenciados por la Madre Tierra.
Para éllo se valen de nuestros conocimientos del pasado. El Pangea real, cuando existió, fue testigo de la
mayor extinción planetaria.
Uno a uno, van desarrollando los factores que coludieron en aquella masacre. Sacando en varias ocasiones los fastuosos paisajes islandeses o el inquietante
Valle del Rift que se extiende por el Mar Rojo hasta la Depresión del Jordán. Mostrando el Mar Tirreno desde la bahía de Nápoles hasta Cerdeña y Sicilia como el cráter inundado de un inmenso megavolcán donde el Vesubio, el Strómboli e incluso el gigantesco Etna con sus más de cinco mil metros, no serían sino tres pequeñas chimeneas del coloso submarino.
Hablan vagamente del ciclo del metano apuntado un peligro real pero poco conocido, el deshielo masivo de la tundra canadiense y siberiana están poniendo al descubierto grandes bolsas de metano encastradas dentro de turbas bajo la superficie.
Hasta ahora el hielo las recubría protegiéndolas y protegiéndonos.. Ahora la codicia de las petroleras ansiosas por explotar esas excelentes reservas de gas y carbón podrían llevar a un proceso de combustión interna que dañaría irrevocablemente la atmósfera.
Y por supuesto sale Colorado ese inmenso laboratorio al aire libre que tanto nos ha aportado, por formaciones impresionantes como su célebre Gran Cañón, como por los depósitos fósiles de la edad de hielo de Snowmass o la cultura Anasazi.


