Hilo apasionante sobre serpientes y dragones mitológicos

Iniciado por Dionisio Aerofagita, Octubre 08, 2007, 09:25:00 PM

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Dionisio Aerofagita

Si a estas alturas de la pelí­cula estáis completamente perdidos, recordad todo eso de la serpiente como sí­mbolo del caos originario y luego las luchas del rey o del héroe contra la serpiente como parte de los ritos de paso, que cristalizan en historias donde suelen repetirse las mismas imágenes

LADRILLO 5. LA SERPIENTE QUE NOS PRIVÓ DEL PARAíSO


Estos hamigos son tan conocidos que no necesitan presentación

Como hemos visto, en Oriente Medio (y luego en Europa), la serpiente era una de las formas preferidas que paradójicamente asumí­a el Caos informe y primordial que existí­a antes de que el dios civilizador pusiera un poco de orden en el universo. Como la serpiente (muerte y vida, enemigo y mistagogo), ese Caos es ambivalente: encarna las fuerzas destructivas que constantemente amenazan la Creación y por tanto el miedo a que se destruya nuestra frágil armoní­a; pero, al mismo tiempo, el caos puede contemplarse desde nuestro mundo estructurado y limitado con nostalgia. No todo nuestro corazón pertenece a los dioses legisladores; algo nos queda para los Gigantes, Titanes y Asuras, para esa Edad de Oro, ese tiempo del exceso, de las potencialidades puras, cuando todo está por hacer y los dioses aún no han puesto los lí­mites de la lógica. Es posible que sea una experiencia universal sentir que las piezas de la vida no encajan, que alguna vez, in illo tempore, en algún momento que no somos capaces de recordar, todo tení­a sentido, pero que luego alguna entidad cósmica rompió la baraja y nos sacó de las profundidades de la existencia hacia la superficie prosaica y gris de la vida estructurada y predecible donde nos tropezamos diariamente con nuestras limitaciones. Alguien tiene que tener la culpa.

A los mitos que nos hablan de esta añoranza trascendental del caos acuático, de la placenta de la vida, podemos llamarlos “mitos del Paraí­so Perdido”. Para nosotros, el más conocido es el que da nombre a la tipologí­a: el que aparece en el Génesis. La serpiente de este cuento es la más famosa de todos los cuentos de nuestro imaginario colectivo heredado del cristianismo, la Serpiente por excelencia. Esta actriz hizo una actuación tan buena en el Génesis que a veces ya nos cuesta verla en otra pelí­cula interpretando un papel distinto.

Quizás lo que más me guste de este mito es que contiene todos los elementos de la historia ancestral que vimos anteriormente, pero todos están puestos del revés. Como si un escritor dedicado a plagiar a varios autores hubiera hecho la mezcla ciego y borracho, o como si se tratara de una parodia. Creo que aquí­ la historia (o quizás una representación gráfica o ritual de la historia) se reestructuró al cambiar su finalidad.

En la historia â€"tantas veces repetida- que hemos visto en los ladrillos anteriores, el héroe masculino llega al jardí­n o al bosque y se planta frente al árbol que es el centro del mundo, donde el fruto de la inmortalidad está protegido por la serpiente; se liga a la guapa que domina los secretos de la serpiente â€"cuando hay simbologí­a sexual- y la guapa le ayuda a engañar a la bicha. Así­, derrota al malo, se lleva el tesoro, que es el fruto de la vida y se queda con la chica. Vivieron felices y comieron perdices.

En cambio, en la historia del Génesis, para empezar, Adán se ha equivocado de árbol. El bueno era el írbol de la Vida; el malo era el de la Ciencia del Bien y del Mal “si lo comes, morirás”; o al menos te das cuenta de que estás desnudo y dejas de vivir eternamente: la inocencia inicial se sustituye por la conciencia de las propias limitaciones. Hoy todaví­a pensamos en “manzanas”, aunque el Génesis no habla de manzanas; esto es una “contaminación” de los otros mitos similares: las manzanas de oro del jardí­n de las guapas Hespérides, custodiadas por el dragón, la manzana de Paris y sus guapas particulares, las manzanas doradas que daban la inmortalidad a los dioses nórdicos. ¿Por qué se equivocó Adán? Porque le engañó la guapa Eva, que a su vez fue engañada por la Serpiente. Todo de al revés. El mito patas arriba.

Si decí­amos que la historia anterior se conectaba con los ritos de paso, con la inmersión en el caos originario para provocar una transformación o una renovación del mundo (ritos anuales dirigidos por el rey o paso a la pubertad por ejemplo), el mito del Génesis, que no nos habla de las bondades del orden creado sino de la nostalgia de lo que no pudo ser, se convirtió en un rito de iniciación fallido. Prueba no superada.

Hay otros ejemplos. El más poderoso de los héroes babilónicos, Gilgamesh se esfuerza al final de su epopeya en conseguir la inmortalidad; tras superar todo tipo de pruebas heroicas, alcanza por fin el fruto de la vida: una planta que ahora no está en un árbol sino en otro de los lugares tí­picos (el fondo del océano). El rey Gilgamesh tiene que morir simbólicamente, esto es, tiene que “bautizarse” sumergiéndose en las profundidades del caos acuático. Cuando ha logrado ya la planta, el malvado guionista, de modo aparentemente anticlimático, se la arrebata a través de una serpiente. La serpiente le roba la juventud y, la muy chaquetera, se cambia inmediatamente la camisa. La historia termina con Gilgamesh contemplando y admirando las murallas de la ciudad: ha renunciado ya al Paraí­so Perdido e informe del caos acuático y se contenta por tanto con el mundo estructurado, construido sobre los cimientos del caos.

Por otra parte, son muy numerosas y muy variadas las historias africanas que explican la mortalidad humana a través del arquetipo de los mensajeros. Dios (o en otros cuentos la Luna, que muere y resucita al tercer dí­a, según las escrituras) enví­a un mensajero a la humanidad para comunicarles cómo pueden ser eternamente jóvenes o cómo pueden “cambiar su piel” para renovar su vida. Pero algo sale mal: o bien el mensajero (como la serpiente bí­blica) da el mensaje equivocado, por malicia o negligencia, o bien los hombres incurren en un fallo ritual, o bien el risueño Creador enví­a dos mensajeros con mensajes contradictorios y llega primero el cenizo. Otras veces, en ífrica, pero también por ejemplo en la Polinesia, la pérdida de la oportunidad de ser inmortal se explica en razón de una habilidad de “cambiar de piel”, robada o usurpada por algún otro animal, generalmente la serpiente, pero también el camaleón o el lagarto (animales que mudan la piel). Algunas veces, las dos explicaciones se mezclan: en una versión, que recuerda a la historia de Gilgamesh y a la del Génesis, el camaleón es el mensajero de Dios para entregarles a los hombres el secreto de la inmortalidad

A veces la serpiente se alí­a directamente con Dios para traer la mortalidad a los hombres; según un mito maya, Hunab Ku, el Dios invisible creador del universo, hizo un mundo y lo pobló de algunas personas, pero, descontento con el resultado, lo destruyó a través de un Diluvio, ayudado por una enorme serpiente que arrojaba agua de la boca, matando a todos los habitantes. No olvidemos que Gilgamesh aprendió el secreto de su “bautismo” personal, su inmersión en la inmortalidad, del Noé babilónico, Utnapitship, superviviente del diluvio. Claro que, todo eso del bautismo y del pecado original de Adán y Eva nos invita a examinar qué fue lo que hizo la mitologí­a cristiana con la serpiente...
Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.

Dionisio Aerofagita

Cita de: yonnondio en Noviembre 14, 2007, 01:06:10 PM
Bibliografia sobre el tema?

Yo no estoy mirando nada especí­fico, sino entresacando del acervo mitológico las historias donde aparecen serpientes y dragones.
Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.