La necesidad de encontrar a un asesino negro para evitar un descalabro social. Al margen del interés político por que así fuera, cierto que una persona negra se desenvolvería mejor en su propia comunidad.
La sospecha de que haya más de un asesino. No cuadran las edades. Al principio los fallecidos son menores, atribuibles a un pedófilo; a partir de marzo de 1981, jóvenes pero mayores de edad.
Las pruebas condenatorias de Wayne Williams, una vez examinadas con mayor detenimiento, ofrecen muchas dudas. Informes remitidos anónimamente y tachados.
La invitación a abandonar la investigación contra los otros dos sospechosos, los hermanos Sanders, supremacistas, por temor a disturbios raciales. En el documental se sugiere que fue el propio vicepresidente en ese momento, George Bush padre, quien hizo la recomendación. Lo que plantea el tema de fin y medio: si todo apunta a que Williams cometió al menos alguno de los asesinatos, ¿merecería la pena condenar a dos más y empezar una revuelta sangrienta? No lo sé. Supongo que sí.
Las madres, o algunas, siguen sin creerse la versión oficial.