Putin: de espía a presidente
No me cabía la menor duda de que Vladimir Putin es un personaje siniestro. Recuerdo las imágenes de portada de Litvinenko y cómo tuvo que ser enterrado en un ataúd blindado por la radioactividad que emitía el cuerpo. O los balazos a Anna Politkóvskaia, una periodista valiente. O la desfachatez con que se llevó el hundimiento del submarino Kursk. O cómo acribillaron a Nemtsov, opositor a Putin.
Pero es que hay más, muchísimo más. Y ahí sigue él, tan campante.