Las limitaciones tienen solución

[a priori]

Oh, si, la comida china es horrible. Es mejor la cara...

Qué previsible.  Un gazpacho o un pincho de tortilla tienen más matices de sabor y textura que cualquier engendro salido de esos templos dorados ubicados en los barrios obreros.  

(Pero comed lo que queráis. Faltarí­a más.)

A mí­ me gusta Camela y me gusta Beethoven. Soy un tí­o con gustos diversos.

Eso es como ser del Sevilla y del betis.  Imposible.

[a priori]

No metas a Alaska ahora. Estábamos con Camela. Tramposo.

[patillotes]

Qué previsible.  Un gazpacho o un pincho de tortilla tienen más matices de sabor y textura que cualquier engendro salido de esos templos dorados ubicados en los barrios obreros. 

(Pero comed lo que queráis. Faltarí­a más.)

Que tendra que ver comer cojones con el trigo. Quien dice que la tortilla no mole. Y que la tortilla ahora debe de ser un invento de alta cocina o algo.

Ahhhhhhhhh, misterios.

[Dark Destiny]

Tambien cabe la posibilidad de que a alguien le guste la comida china, aunque sea barata y tal. Pero me imagino que ni se contempla.

A determinados perros que gustan del canibalismo.

[a priori]

Que tendra que ver comer cojones con el trigo. Quien dice que la tortilla no mole. Y que la tortilla ahora debe de ser un invento de alta cocina o algo.

Ahhhhhhhhh, misterios.

A ver, Patillotes. Te lo explico con diapositivas:

Oh, si, la comida china es horrible. Es mejor la cara...

Has aludido a la comida cara en contraposición a la china en un ejercicio demagógico.  Te he puesto un ejemplo de comida barata maravillosa para explicar que no van por ahí­ los tiros.

(¿Ahora sí­?)

[patillotes]

Has empezado tu diciendo que la gente va a los chinos, por cutres, debido a lo barato de su precio.

Si ahora te buscas tu mismo el contraejemplo y me dices que yo me contradigo... Pues bien, diapositivas, alegria, alegria.

[patillotes]

Yo al de la plaza de Xuquer les robe monedas del estanque. Podemos hacer un cambio de cromos.

[Dan]

El más tonto de aquí­ le da muchas vueltas a cierta cúpula laboral, de modo que me doy con un canto en los dientes con lo que hay.
Gracias a todos.
Hasta al Prior, que viene con ganas de tonterí­a. Pero, cuando se le pase, mejor todo.

[Dan]

Es que tú formas parte de una cúpula laboral, y de ahí­ los problemas de riego. Y eréctiles.

[Dan]

Ya, pero escuchas a Beethoven. Un indeciso social. Localiza tu clase, coño.

Y qué hambre me está entrando, con la tonterí­a del chino.

[Zimm...]

Este hilo está lleno de inexactitudes:

- En la Moraleja hay restaurantes chinos. Se llaman Wok y Silk, ponen la misma mierda que estáis describiendo, un poco más cara.

- La tortilla de patata algún dí­a fue alta cocina, podéis estar seguros. Estoy viebndo a los garrulen de aquella época comentando algo así­ "eso ni es huevos ni patatas ni ná".

[Dan]

Es por participar en algún hilo. Hoy estoy apatico.

[Kamarasa GregorioSamsa]

Me limito a recordar que no todas tienen solución.

[a priori]

El más tonto de aquí­ le da muchas vueltas a cierta cúpula laboral, de modo que me doy con un canto en los dientes con lo que hay.
Gracias a todos.
Hasta al Prior, que viene con ganas de tonterí­a. Pero, cuando se le pase, mejor todo.

Disculpa neopater, pero este Hilo tení­a un interés enorme que se ha ido disipando ante la apologí­a de los chinos que han desencadenado dos analfabetos del paladar.

(Incluso tení­a la participación de San Daniel para demostrar que aquí­ habí­a un debate complejo.)

[a priori]

Existen dos maneras de afrontar el hecho de estar limitado económicamente.  Una es reducir las actividades de pago que uno realiza; la otra es continuar con ellas pero consiguiendo que la cifra de esos gastos sea inferior.
Aquí­ es donde aparece ese mercado de tanto éxito que nos iguala de manera ficticia. Así­ fueron apareciendo en nuestra rutina diaria los restaurantes chinos, los plagios del textil, el top manta, la polipiel, los vuelos de bajo coste o el camping.
Es la forma que un grupo numeroso de población ha utilizado para no tener que renunciar a salir a cenar, a llevar el logo de las marcas de prestigio, a escuchar toda la música y ver todo el cine posible, a la estética visual de las materias más confortables, a viajar en avión o a dormir fuera de casa.
Es un mundo del que quieren participar sin medios para ello.  Tal vez pierdan de esta forma el buen gusto, la salud o la calidad, pero no están dispuestos a quedarse mirando todo eso que un sociedad mercantil pone en el escaparate y luego leen los domingos en el suplemento del periódico.
El Areópago, metáfora brutal de todo lo que nos pasa, está viviendo el mismo sí­ndrome.   En este caso, el dinero ha encontrado su equivalente en el talento.

A ver si así­ eliminamos la desviación.