libros 2009: a leer pastores...

Iniciado por groucho, Enero 01, 2009, 11:07:58 AM

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yonodio

Cita de: Redneck en Mayo 12, 2009, 02:55:09 PM
Cita de: yonnondio en Mayo 12, 2009, 02:11:10 PM
Cita de: Ariete en Mayo 12, 2009, 01:57:35 PM
Cita de: yonnondio en Mayo 12, 2009, 01:23:05 PM
Cita de: Ariete en Mayo 12, 2009, 01:02:08 PM
Bah, no te creas nada de lo que diga esa demagoga, puro sensacionalismo.

supongo que lo dices en coña, no?

Pero si no, dos tazas:

¡Que se vayan todos!

Naomi Klein
The Nation



LADRILLACO


Este artí­culo con el que me das la segunda taza es un buen ejemplo de lo que decí­a. Demagogia populista. Coge ejemplos de aquí­ y de allá y los engloba a todos en una narración común: la lucha de los pueblos del mundo contra el gran capital internacional.

Pero eso es no tener ni idea ni de las causas de lo que pasó en Argentina ni en Islandia. Como es mucho rollo económico y hay que matizar mucho pá qué, ea. Se queda solo con la imagen de madres dando caceroladas e hijos tirando huevos y ya está. Es tan emocionante...

Pues me gustaria concer tu contraopinion, por contrastar

A la tipa esta ya le dieron lo suyo los autores de Rebelarse Vende. Si quieres una contraopinión elaborada en forma de libro, pilla ese.

ok

Dionisio Aerofagita

Cita de: Ariete en Mayo 12, 2009, 02:42:21 PM
Por resumirlo, viene a decir que el problema básico son los monstruosos grados de corrupción que hay en esos paí­ses, que impiden cualquier desarrollo. Pone el ejemplo de un seguimiento de la inversión realizada para construir un hospital en Camerún o Senegal o por ahí­. Pues bien, parece que só´lo el 1% del dinero destinado ahí­ llegó a emplearse efectivamente en el hospital. El 99% restante se quedó por el camino a base de "mordidas" de funcionarios corruptos y cualquiera que pasara por ahí­. Luego hay otras causas, como la falta de infraestructuras, la falta de salida al mar, los paí­ses vecinos (tener vecinos ricos te hace rico, tener vecinos pobre te hace pobre, por lo general), la inseguridad jurí­dica, la inestabilidad polí­tica, las decisiones caprichosas del dictador que haya.. etc.

Yo el peligro que le veo a eso es que se puede caer en el individualismo causal con tufo moral de toda la vida. Seguro que el análisis es correcto si no se quiere profundizar. Esto es, SEGURO que los monstruosos grados de corrupción frenan el desarrollo pero ¿alguien se plantea de dónde vienen los monstruosos grados de corrupción? ¿qué ha sucedido, que casualmente se ha juntado en estos paí­ses mucha gente mala entre la clase dirigente, mientras que nuestros probos polí­ticos sólo se corrompen lo justo? ¿No será que hay una estructura, un contexto determinado que determina las formas de corrupción? Por más rechazables que sean las consignas simplistas del tipo "la culpa de la pobreza del tercer mundo la tiene Aznar/Bush/Esperanza Aguirre", no considerar la posición de los distintos estados en unas estructuras de poder y dominación internacionales y en la división internacional del trabajo me parece igualmente descabellado y no parece que se mencione ahí­ en ese resumen más que las relaciones con los vecinos inmediatos, desde una perspectiva muy poco sistemática. El debate, si surge, a otro hilo.
Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.

antibalas

Léelo, Dionisio. Y encontrarás la respuesta a eso que planteas. Efectivamente, hay una estructura propicia a determinados tipos de corrupción, una carencia de lo que el autor llama sistema de 'check and balances', los frenos y contrapesos al abuso y el unte. Te recomiendo el libro. Aquí­ tienes otra reseña pescada de un blog:

http://tsevanrabtan.blogspot.com/2008/05/diez-mil-dolares-y-un-telfono-va.html

Y a ti, Ariete, te recomiendo la segunda parte, que acaba de salir. Sobre los graves peligros de la democracia para los paí­ses paupérrimos. Mejor aún que el primero:



La reseña del mismo bloguero:

Acaba de publicar Turner un nuevo libro de Paul Collier. Se llama Guerra en el club de la miseria. Ese club es el bottom billion en su original inglés, un club “marxista”, porque si te admiten en él es la prueba de que estás verdaderamente jodido.

Para alegrí­a de sus editores, diré eso tan socorrido de que es un libro que puede leerse sin necesidad de haber hecho lo propio con la obra anterior: El club de la miseria. Pero la verdad es que las dos obras se complementan y la primera es una introducción magistral a los temas de los que trata la segunda. Es más sencillo comprender la importancia de reducir la violencia si se conoce el alcance de su influencia en el desarrollo de los paí­ses con paupérrimos niveles de renta.

Hay varias razones por las que recomiendo esta obra. Para empezar Collier se expresa con claridad. Y no crean que eso se lleva demasiado. Tengo entre las manos un libro que se llama A propósito de resistir. Repensar la insurgencia en ífrica, una recopilación de trabajos de varios autores sobre el mismo asunto. Si lees la introducción descubres la facilidad de algunos para pensar lo mismo y lo contrario y no dejar huella. Es una buena manera de no meter el diente a otra de las razones por las que aprecio a Collier: sus análisis terminan siempre (bueno, siempre que puede) en mediciones. No piensa cómo deben “actuar” las sociedades y luego nos explica por qué los hechos se ajustan a ese sistema deducido previamente. No, lo que hace es preguntarse si verdaderamente actúan como pensamos que lo hacen. Claro, los expertos que llevan años utilizando las visiones emic de los oprimidos y las visiones emic de los opresores, con esa abstrusa jerga sociocultural, tienen pánico â€"deduzco- a esos estudios cuantitativos, llenos de porcentajes significativos, que se cepillan de un plumazo sus versiones sobre el mal, la opresión, el hambre y la injusticia.

Por otro lado, Collier no te aburre con el aparato, aunque te dice dónde está si quieres examinarlo o discutirlo. Y además es un tipo divertido. Creo que el libro le harí­a gracia en algún momento incluso a algún espadón africano (aunque no le arriendo la ganancia al pobre desgraciado que se lo lea).

Lo más interesante, sin embargo, no son las anécdotas (que son muchas y suelen venir a cuento), sino las conclusiones. Algunas se alejan mucho de lo que parece razonable y por eso son tan valiosas. Ver dónde falla el sentido común es el mejor camino para evitar errores.

Por ejemplo, descubres que la democracia es peligrosa. O por decirlo mejor que la simple existencia de elecciones hace más peligrosos a los paí­ses pobres. Concretamente, el umbral es el de los 2.700 $ de renta per cápita. A partir de esa cifra las autocracias se hacen más violentas (ya está ocurriendo en China), por debajo de esa cifra las democracias son más violentas. La explicación se encuentra en dos conceptos fundamentales: la responsabilidad y la legitimidad. Su ausencia nace del déficit de información, de la mayor importancia tribal y racial (cuestión que tiene una influencia decisiva en la falta de provisión de bienes públicos y en el desacierto de modelos socializantes en paí­ses muy pobres), de que las estructuras estatales no puedan generar lealtades, del atractivo del poder para los criminales en sociedades sin contrapesos, y de la paradójica disminución de las purgas. Es muy interesante el análisis sobre las formas de intimidación electoral, sobre la polí­tica de reformas en y tras los perí­odos electorales, sobre la dificultad intrí­nseca de basar buenas polí­ticas en elecciones amañadas, y sobre el riesgo de pensar que las elecciones por sí­ solas ya son un buen paso.

En ese punto es decisiva la cuestión de la dificultad de lograr la cooperación cuando las polí­ticas identitarias llevan al extremismo, precisamente porque los partidos que producen más satisfacción identitaria son los más extremistas. Aquí­ introduce Collier un concepto importante, el de selectariat, que explica las dificultades de que una camarilla controle al tirano cuando esa camarilla está basada en lealtades tribales. Al final, una medida útil es el fomento de sentimientos de unidad nacional, basado en (ya lo sospechan), la lengua, el invento de una historia común, la retórica de la unidad nacional, la creación de sí­mbolos. Lo que en Europa llevó siglos, aquí­ ha de hacerse en una generación, lo que exige personalidades fuertes como la de Sukarno o Nyerere. Y por eso resultan contraproducentes los intentos disgregadores, contrarios a economí­as de escala, en paí­ses mí­nimos, que generan “dentro” las prácticas que se supone combatí­an: el caso de Timor Oriental â€"que exigió una “invasión” de dos mil soldados holandeses para evitar la matanza- o de Eritrea, embarcado en una represión brutal â€"que degenera en guerra civil- tras la independencia de ambos. Es bestial el dato sobre Sudán del sur y que los únicos proyectos de inversión sean macroministerios (para gobernantes que viven en Nairobi) y un hotel de cinco estrellas para los técnicos internacionales. Y es revelador el estudio de la posibilidad de englobar en siete grandes estados una diversidad étnica igual a la actual.

Todo esto es además importante, porque demuestra que los acuerdos de paz son peligrosos si no van acompañados de garantí­as internacionales y de una polí­tica económica controlada durante un plazo de diez años de promedio. Para hacerlo posible defiende el sistema de “garantí­as en el horizonte” (la amenaza de intervención de un tercero), que se demostró tan útil en el ífrica francófona. Esas garantí­as influyen en la ausencia de huidas masivas de capitales (el 36 % de la riqueza africana está en fuera de ífrica), y en la posibilidad de recuperación de la capacidad técnica. De promedio, tras siete años de reconstrucción, todos los indicadores han llegado al punto previo al conflicto, salvo la productividad, que en el caso africano se refiere a sectores tan básicos como la construcción. Propone el autor que, en vez de gastarse el dinero en mensajes de reconciliación (¡ah, la ministra Chacón que quiere que los somalí­es y los afganos nos quieran!) se gaste en proyectos de capacitación técnica local, lo que él llama “albañiles sin fronteras”. Y lo acojonante es que está calculado el beneficio de las misiones de paz, y es enorme.

Como esta entrada está quedando muy larga, les dejaré que descubran ustedes por qué las armas son un lujo, por qué un kalashnikov vale en ífrica la mitad, qué parte de la ayuda internacional se gasta en armamento, y cómo se mide. O cómo prever una guerra y qué factores la hacen probable, con la sorpresa, para disgusto de muchos, de que no influyan nada el colonialismo, la guerra frí­a, o la represión, a diferencia de los antecedentes de guerra, la edad de la población o la orografí­a. También descubrirán (oigo los gritos del experto holandés que repiensa los conflictos) que la razón fundamental para las rebeliones es la avaricia (con el ejemplo del presupuesto ordinario de los tigres tamiles de 350 millones de dólares) y que si una rebelión es viable alguien ocupará ese nicho de mercado, como se ha demostrado en el caso de Darfur. Descubrirán una buena receta para evitar golpes de estado y una rebaja en las expectativas en esa forma tan querida de dar matarile a los tiranos; por qué la carga fiscal directa en esos paí­ses es baja y por qué eso â€"y el recurso a las “minas de Potosí­â€-los coloca en un atolladero. En fin, podrán leer las propuestas del señor Collier â€"muy moderadas tras las andanzas de Bush- y entre ellas, un interesantí­simo proceso de examen hacia atrás para justificar la viabilidad del uso de la propia violencia interna como fuerza benéfica.

Por cierto, hay un capí­tulo magní­fico en el libro sobre la construcción del Estado y la Nación. He de ser sincero: me lo parece porque ha reforzado algunas opiniones previas sobre el origen del predominio europeo y las guerras (argumentos que suelo extender a la influencia de la técnica y las necesidades del prí­ncipe frente al “humanismo cristiano” como motor de nuestra superioridad). Y no puede ser malo un libro que coincide con tu opinión. Y que además te proporciona argumentos para las discusiones de bar. Argumentos santificados por estudios realizados por gente que se llama Anke o se apellida Pattillo. ¡A ver quién te lleva la contraria!

En fin, que se lo recomiendo (les recomiendo los dos). Y no dejen ir demasiado la imaginación cuando leen sobre los paí­ses del club de la miseria y sus prácticas polí­ticas y sociales. Nosotros, ya lo saben, somos modernos y responsables.

Ariete

Sí­, de todo eso también habla. Es un librito de doscientas y pico páginas que yo creo que te gustará, dionisio, habla de economí­a y profundiza pero no salen gráficas ni estadí­sticas aburridas, al alcance de la comprensión de cualquiera. Por otra parte, cuando leo un libro no soy demasiado capaz de distinguir si la traducción es buena o mala, pero sí­ percibo si el traductor folla mucho o poco, yo creo que este es de los primeros.

Respecto a lo que dices, el autor parte de que básicamente en el mundo existen tres clases de paí­ses: los ricos, los que están saliendo de la pobreza a pasos agigantados (como China, India o Brasil) y por último los que forman parte del club que menciona en el tí­tulo, que son la mayorí­a africanos y se han quedado estancados e incluso cada año van a peor.

Al no haber sido capaces de atraer inversión extranjera hace un par de décadas, como otros, ahora lo tienen más difí­cil para subirse al tren debido a las inercias que generan las inversiones y a que es un nicho que ya está ocupado. Aparte, el hecho de tener muchos recursos naturales paradójicamente es un lastre al subir el precio de su moneda y dificultar otra clase de exportaciones como manufacturas y ser un botí­n que fomenta la aparición de guerras civiles y golpes de estado por parte de quienes desean controlar esa fuente de dinero. Y finalmente, la falta de controles democráticos (prensa libre) es una de las causas de tal corrupción.

Todo esto así­ por encima, el tal Paul Colier lo explica más detenidamente.

Lacenaire

Cita de: Dionisio Aerofagita en Mayo 12, 2009, 03:15:33 PM
Cita de: Ariete en Mayo 12, 2009, 02:42:21 PM
Por resumirlo, viene a decir que el problema básico son los monstruosos grados de corrupción que hay en esos paí­ses, que impiden cualquier desarrollo. Pone el ejemplo de un seguimiento de la inversión realizada para construir un hospital en Camerún o Senegal o por ahí­. Pues bien, parece que só´lo el 1% del dinero destinado ahí­ llegó a emplearse efectivamente en el hospital. El 99% restante se quedó por el camino a base de "mordidas" de funcionarios corruptos y cualquiera que pasara por ahí­. Luego hay otras causas, como la falta de infraestructuras, la falta de salida al mar, los paí­ses vecinos (tener vecinos ricos te hace rico, tener vecinos pobre te hace pobre, por lo general), la inseguridad jurí­dica, la inestabilidad polí­tica, las decisiones caprichosas del dictador que haya.. etc.

Yo el peligro que le veo a eso es que se puede caer en el individualismo causal con tufo moral de toda la vida. Seguro que el análisis es correcto si no se quiere profundizar. Esto es, SEGURO que los monstruosos grados de corrupción frenan el desarrollo pero ¿alguien se plantea de dónde vienen los monstruosos grados de corrupción? ¿qué ha sucedido, que casualmente se ha juntado en estos paí­ses mucha gente mala entre la clase dirigente, mientras que nuestros probos polí­ticos sólo se corrompen lo justo? ¿No será que hay una estructura, un contexto determinado que determina las formas de corrupción? Por más rechazables que sean las consignas simplistas del tipo "la culpa de la pobreza del tercer mundo la tiene Aznar/Bush/Esperanza Aguirre", no considerar la posición de los distintos estados en unas estructuras de poder y dominación internacionales y en la división internacional del trabajo me parece igualmente descabellado y no parece que se mencione ahí­ en ese resumen más que las relaciones con los vecinos inmediatos, desde una perspectiva muy poco sistemática. El debate, si surge, a otro hilo.

Quieto parao: Esperanza Aguirre sí­.

El Mago mola un cojón, aunque la idea de una sorpresita a mitad de relato me pica como un spoiler en ano.

Y von Kleist era el escritor de cabecera de Kafka. No viene a cuento, pero lo dejo a modo de deyección de contraportada.







Me estoy quitando...


al bundy

Cita de: El Miserable en Enero 11, 2008, 02:13:00 AM
CitarHoy me he comprado "La carretera" de Cormac McCarthy, a ver qué tal.

Me quedan tres o cuatro páginas de este libro, y esto sufriendo muchí­simo. Es mi novela de paseo, la que leo por esos bares de Dios, ya que el libro fetén de ahora, el libro titular, "Vida y destino", es muy gordo como para llevarlo en el macutillo (amén de que el papel, al ser de tanta calidad, contribuye tela a la jevidez).

Me fí­o mucho, desde siempre, de los Premios Pulitzer de novela -son todas buenas-, y una vez más el criterio no me ha fallado. "La carretera" es una novelilla corta, pero magistral. Y se sufre mucho, muchí­simo, leyéndola. Sobre todo si se es padre.

Aunque sólo sea por su extensión -váis a saber en seguida si os gusta o no-, menda la recomienda, sin dudarlo.

Y "Vida y destino" comienza a mejorar. Fijaos que lo que más me va interesando son las digresiones opinativas del autor, más que el propio relato en sí­ -que se hace a veces de lo más abstruso dado lo complicado de la nomenklatura rusa-.

E.M.

P.D. Repito el mensaje este porque me gustarí­a que alguien leyera "La carretera", a ver qué le parece.

Cita de: Bic Cristal en Enero 28, 2009, 05:56:53 PM
- La carretera, de Cormac McCarthy



Una novela genial, sin más: negra como el carbón, deprimente, desesperada, cáustica... Describe un árido mundo postnuclear (más cerca de "Cuando el viento sopla" que de Mad Max), por el que deambulan sin rumbo fijo un padre y un hijo, encontrándose supervivientes que oscilan entre lo caní­bal y lo famélico. La ambientación, de hecho, me recuerda bastante a la de la "ciudad de las últimas cosas" de la novela de Auster del mismo nombre que comenté el año pasado.

Los diálogos entre padre e hijo (dejando de lado que se parezcan un poco a los famosos poemas de Nicotí­n) son secos, concisos, propios de quien está demasiado exhausto como para decir una palabra más de lo imprescindible... Y sin embargo resultan siempre apasionantes y, en ocasiones, dejan con el corazón hecho un puño.

El estilo del autor me recordaba en ocasiones la sequedad, precisión y tristeza de Coetzee, aunque sin llegar a su maestrí­a brutal (sigo prefiriendo "Desgracia" o "La edad de hierro" a "La carretera"). En algunos pasajes del libro McCarthy "recarga" o subraya las descripciones un poco más de lo que me gustarí­a, aunque vamos, no es más que un comentario menor.

En conjunto, un cinco estrellas.


Lobo solitario y su cachorr... No, espera, me he equivocado.


He cogido estos dos mensajes a voleo, o mejor dicho, porque son los más relevantes que ha encontrado nuestro magní­fico buscador.
Empecé a leerla ayer por la tarde y me la casqué de una tirada. Me ha parecido magní­fica, una obra maestra sin matices ni defectos. Es uno de ésos libros que a final de año le pondré las cinco estrellas sin dudarlo. Muy bien vista la analogí­a con Coetzee (qué grande que es el jodí­o) y lo del sufrimiento para aquellos que tenéis hijos.

Bic: ¿Esa imagen que pones es de una pelí­cula sobre la novela? La estoy buscando en la mula y no me viene nada. ¿Alguien sabe algo más?

Veo que estáis hablando de La piel frí­a (La pell freda). Me la he vuelto a leer hace pocos dí­as y aún me ha gustado más que la primera vez. Pandora en el Congo es prescindible ( no deja de ser un remake), pero ésta me sigue pareciendo de puta madre.
i s'ha demostrat, s'ha demostrat, que mai ningú no ens podrà  tòrcer

Oddball

Cita de: Bic Cristal en Mayo 12, 2009, 12:36:19 AM

Y vaya coincidencia ésto, por cierto:

Cita de: Don Pésimo en Abril 25, 2009, 03:24:13 PMComo bálsamo para la desolación en que se ha sumido mi ánimo (cada vez estoy más delicado) acabo de empezar 84, Charing Cross Road, que aunque en conjunto estoy seguro de que tampoco será la alegrí­a de la huerta, tiene pinta de ser menos extremo.

Y es que precisamente acabo de terminar esta misma novelita, obtenida de manos de la vizcondesa de J Juana durante el último club del libro. "84 Charing Cross Road", de Helene Hanff.



En realidad el librito no es una novela, sino una sucesión de cartas auténticas que intercambiaron durante décadas, empezando en los años cincuenta, la autora (americana guionista de Hollywood) y el dueño de una librerí­a londinense de segunda mano. El resultado es muy interesante, lleno de referencias bibliófilas, ironí­a anglo-americana y (esto me gusta especialmente) una serie de sub-historias que no se explicitan sino que quedan insinuadas. El recibimiento de los regalos que la autora enví­a al personal de la librerí­a (especialmente valiosos en tiempo de racionamiento post-guerra mundial), los posibles celos de la mujer del librero y sus motivos, los libros que busca Helene a medida que su carrera se estanca, su viaje a Londres aplazado una y otra y otra vez...   Un libro "blanco", alegre y  que deja sin embargo un saborcillo amargo en su desenlace...

P & L  


De esta se hizo una peliculita enorme

http://www.filmaffinity.com/es/film883601.html

Oddball

Cita de: Ariete en Mayo 12, 2009, 01:02:08 PM
Bah, no te creas nada de lo que diga esa demagoga, puro sensacionalismo.

Es una zorra comunista cuyo objetivo final es que mis hijos vistan pijama negro, sombrero cónico y sandalias confeccionadas con neumáticos viejos, pero hay que reconocerle que No Logo le salió bastante bien.

nuagazezo

Cita de: Oddball en Mayo 12, 2009, 04:17:00 PM
Cita de: Bic Cristal en Mayo 12, 2009, 12:36:19 AM

Y vaya coincidencia ésto, por cierto:

Cita de: Don Pésimo en Abril 25, 2009, 03:24:13 PMComo bálsamo para la desolación en que se ha sumido mi ánimo (cada vez estoy más delicado) acabo de empezar 84, Charing Cross Road, que aunque en conjunto estoy seguro de que tampoco será la alegrí­a de la huerta, tiene pinta de ser menos extremo.

Y es que precisamente acabo de terminar esta misma novelita, obtenida de manos de la vizcondesa de J Juana durante el último club del libro. "84 Charing Cross Road", de Helene Hanff.



En realidad el librito no es una novela, sino una sucesión de cartas auténticas que intercambiaron durante décadas, empezando en los años cincuenta, la autora (americana guionista de Hollywood) y el dueño de una librerí­a londinense de segunda mano. El resultado es muy interesante, lleno de referencias bibliófilas, ironí­a anglo-americana y (esto me gusta especialmente) una serie de sub-historias que no se explicitan sino que quedan insinuadas. El recibimiento de los regalos que la autora enví­a al personal de la librerí­a (especialmente valiosos en tiempo de racionamiento post-guerra mundial), los posibles celos de la mujer del librero y sus motivos, los libros que busca Helene a medida que su carrera se estanca, su viaje a Londres aplazado una y otra y otra vez...   Un libro "blanco", alegre y  que deja sin embargo un saborcillo amargo en su desenlace...

P & L  


De esta se hizo una peliculita enorme

http://www.filmaffinity.com/es/film883601.html

Y una fabulosa versión teatral protagonizada por ¿Asumpta Serna? y ¿el comisario? ::)

Oddball

A mi y a mí­ sensibilidad de platelminto para con las artes escénicas, el teatro nos deja inermes, pero la tal asumpta serna nos da una grima enorme, de siempre.

San Daniel

Gente, cinco recomendaciones que hayan tenido exito en este hilo o en el del año pasado. Vamos.

Don Pésimo

Cita de: al bundy en Mayo 12, 2009, 04:09:35 PM

Empecé a leerla ayer por la tarde y me la casqué



Éste es mi areópago.
Me cago en el Sistema Solar

San Daniel

Venga, coño, cinco libros molantes y que se encuentren en la FNAC o asin. Para leer o regalar.

Ariete

Prueba con uno de templarios, a ver.

Don Pésimo

Me cago en el Sistema Solar